¿QUÍMICOS FARMACÉUTICOS O LICENCIADOS
EN FARMACIA? LA FORMACIÓN DE LOS
PROFESIONALES FARMACÉUTICOS EN
CENTROAMÉRICA
PHARMACEUTICAL CHEMISTS OR GRADUATES IN
PHARMACY? THE TRAINING OF PHARMACEUTICAL
PROFESSIONALS IN CENTRAL AMERICA
Harim Ernesto González Pech
Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar, México
Wietse de Vries
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
Tomas Friedrich Scior
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
pág. 7432
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i1.10080
¿Químicos Farmacéuticos o Licenciados en Farmacia? La Formación de
los Profesionales Farmacéuticos en Centroamérica
Harim Ernesto González Pech1
harim1604@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-6518-3635
Hospital IMSS Bienestar Nicolas Bravo
Instituto Mexicano
del Seguro Social para el Bienestar
México
Wietse de Vries
wietsedevries4@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8514-4809
Instituto de Ciencias de Gobierno
y Desarrollo Estratégico
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
México
Tomas Friedrich Scior
tscior@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-2196-2682
Facultad de Ciencias Químicas
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
México
RESUMEN
Este trabajo revisa los programas académicos de farmacia en Centroamérica en relación con las
recomendaciones de buenas prácticas de educación de la Federación Internacional de Farmacéuticos,
así como analiza los procesos que han influido para configurar el actual escenario educativo a nivel de
Licenciatura para el Licenciado en Farmacia (LF) y Químico Farmacéutico (QF). De 25 programas
académicos, 18 cumplen con los lineamientos y recomendaciones internacionales. Se observó
discrepancias en la formación de los programas de QF, mientras la LF se caracteriza por la
homologación de los planes de estudio en los países que la ofertan. Concluimos que el QF es un grado
académico latinoamericano, el cual tiende a estar subregulado, como es lo es el Químico
Farmacobiólogo en México, al únicamente tener puntos de comparación regionales. Finalmente
planteamos algunas recomendaciones.
Palabras clave: farmacia, química, formación profesional, enseñanza superior, mercado de trabajo
1
Autor principal
Correspondencia: harim1604@gmail.com
pág. 7433
Pharmaceutical Chemists or Graduates in Pharmacy? The Training of
Pharmaceutical Professionals in Central America
ABSTRACT
This work reviews the academic pharmacy programs in Central America in relation to the
recommendations of good educational practices of the International Federation of Pharmacists, as well
as analyzes the processes that have influenced the configuration of the current educational scenario at
the Bachelor's level for the Graduate in Pharmacy. (LF) and Pharmaceutical Chemist (QF). Of 25
academic programs, 18 comply with international guidelines and recommendations. Discrepancies were
observed in the training of QF programs, while LF is characterized by the homologation of study plans
in the countries that offer it. We conclude that the QF is a Latin American academic degree, which tends
to be underregulated, as is the Pharmacobiological Chemist in Mexico, by only having regional
comparison points. Finally we propose some recommendations.
Keywords: pharmacy, chemistry, vocational training, higher education, labor market
Artículo recibido 29 diciembre 2023
Aceptado para publicación: 30 enero 2024
pág. 7434
INTRODUCCIÓN
La región Centroamérica, considerando el contexto histórico, está constituida por Guatemala,
Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, países con un pasado en común, desde la época colonial
como provincias de la Capitanía General de Guatemala y la República Federal de Centroamérica
(Granados Chaverri, 1985: 59-78). Sin embargo, el contexto geopolítico actual, incluye a Belice y
Panamá debido a las relaciones comerciales y políticas que han mantenido con los demás estados de
América Central desde su independencia de Gran Bretaña (1981) y Colombia (1903) respectivamente,
(Miranda Delgado, 2018).
Actualmente la región cuenta con una población de más de 46 millones de habitantes (CEPAL, 2017),
que la sitúa en una posición equilibrada junto con países de mayor extensión y población como
Argentina, Colombia o Perú; si bien, los procesos de integración no son homogéneos entre los países,
hay en general, un sentimiento compartido de identidad regional, que es mucho mayor en las antiguas
provincias de la República Federal de Centroamérica (Durán Lima, 2019).
En relación con la educación, en particular la superior universitaria, la Universidad Nacional (UN) en
Centroamérica es el protagonista innegable, debido a que por medio de los diferentes gobiernos
nacionales cuenta con bienes financieros y educativos, muy superiores a las demás IES de
financiamiento estatal o privado, lo cual, las posiciona como ejes rectores respecto a los programas
educativos de las demás universidades, las cuales generalmente emulan o reestructuran los estudios
superiores a partir de los impartidos en la UN.
Es precisamente en las UN donde el proceso de formación de farmacéuticos se concentra, estas IES
públicas nacionales, cuentan con una matrícula considerablemente mayor respecto a las "universidades
privadas u otras universidades publicas, sin embargo, la imposibilidad financiera de aceptar a todos los
aspirantes (Cain, et al, 2014: 5-11) , genera un incremento en la demanda de espacios en las
Universidades Privadas (UP), lo cual, en países como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica
y Panamá, es utilizado para ofertar los títulos de farmacéutico en el mercado educativo. (González
García et al., 2010: 1-28).
En este sentido, el trabajo analiza el proceso de formación de los farmacéuticos en la región utilizando
las recomendaciones del documento de Buenas Prácticas de Educación Farmacéutica (BPEF) publicado
pág. 7435
en el año 2000, el cual proporciona un marco conceptual para el diseño y la implantación de programas
educacionales contemporáneos para los farmacéuticos de todo el mundo, permitiendo realizar una
comparación entre los diferentes modelos de educación farmacéutica en Centroamérica (Federación
Internacional Farmacéutica, 2000).
Por otro lado, también realizaremos un abordaje de la oferta de un grado académico relacionado con el
perfil de los farmacéuticos, cuyo título profesional resulta único en el mundo: El Químico Farmacéutico
(QF). Dicha profesión se ejerce en gran parte de la región con excepción de Costa Rica, Panamá y
Belice, y el cual precisamente, en el marco de la farmacia, causa disonancia en relación con los títulos
reconocidos para los farmacéuticos a nivel internacional: Bachellor in Pharmacy (BPharm),
Pharmaceutical Doctor (PharmD), y en menor medida el Master in Pharmacy (MPharm), los cuales no
debemos confundir con los posgrados como el MSc o PhD in Pharmacy; así la aparición del grado QF
es retomada desde una perspectiva histórica y educativa para contextualizar las razones para su creación
y actual influencia en la profesión.
La Educación Superior en Centroamérica
En Centroamérica, los antecedentes de la universidad llegan con motivo de la conquista, debido a que
es el Estado quien establece la educación superior, con el objetivo de formar a las élites regionales;
limitando las profesiones ofertadas a la instrucción de sacerdotes, abogados, administradores, y en
menor medida médicos (Bruner, 1990: 13-71).
Este proceso fundacional de las IES fue interrumpido, por los movimientos independentistas, que
condujeron a una configuración geopolítica en multiplicidad de estados donde otrora existían
organismos coloniales de mayor dimensión, como fue el caso de la independencia de Chile, Ecuador,
Bolivia, Paraguay y también de los países centroamericanos. Así, en 1840, la Federación
Centroamericana se desintegra, favoreciendo la creación de nuevas repúblicas, las cuales, a diferencia
de los centros de poder colonial con excepción de Guatemala, no contaban con importantes
infraestructuras educativas para la formación de las clases dominantes, por lo cual, debieron construir
sus propias instituciones para la formación de una nueva elite criolla y mestiza, y aún más, de
profesiones a su servicio, para la construcción de un estado nación: como administradores, ingenieros,
farmacéuticos, artistas (Tünnermann Bernheim, 1991: 35-61).
pág. 7436
Durante el segundo siglo de independencia, el Estado consideró a la educación como motor del progreso
y permitió un aumento del presupuesto y la matricula, que se mantuvo constante hasta pasados la mitad
del siglo XX, cuando los altos costes generados, motivaron a la disminución del apoyo financiero por
parte los gobiernos nacionales. Esta restricción del presupuesto provocó que las UN restringieran las
admisiones mediante pruebas de ingreso, limitando así la absorción de la demanda de educación
superior, provocando que, a falta de oferta por el Estado, el sector privado tomara la iniciativa para la
creación de las primeras universidades privadas (Walter, 2000).
En los años setenta y ochenta, en el marco de la Guerra Fría, comenzó una serie de movimientos sociales
producto de conflictos internos principalmente entre gobiernos autoritarios, milicias paramilitares y
grupos rebeldes. (Figueroa Ibarra, 1994: 871888). Es durante este periodo que la educación superior
sufre un gran estancamiento en la región, a saber uno de los más infortunados en la historia
contemporánea, ejemplo de esto es la Universidad de El Salvador, la cual fue cerrada después de una
masiva invasión militar de la Universidad que produjo la destrucción de la biblioteca central y la venta
de infraestructura y equipos (entre ellos microscopios y tableteadoras) por parte del personal militar
(Flores Macal, 1978: 107-140), de igual manera la Universidad de San Carlos, sufrió los asesinatos de
alumnos y personal docente, lo cual mermó la calidad académica durante un largo periodo (Comisión
para el Esclarecimiento Histórico, 1999) .
Posteriormente, al terminar los conflictos en la región, América Central comenzó a experimentar
transformaciones en muchas áreas, entre ellas, la educación superior, los cuales fueron propulsados por
un lado, por los acuerdos internacionales, firmados con Naciones Unidas y con los proyectos de
integración regional del SICA; y por otro lado, el entendimiento entre las diferentes fracciones políticas
nacionales, el apremio del estado de cumplir las expectativas de una sociedad cada vez más organizada
y la imperiosa necesidad de mantener la paz; promovieron una serie de reformas para mejorar la
educación, (Adishwar Kumar, 2011: 29-57).
Actualmente, el gasto en educación como porcentaje del PIB, aumento en toda la región de 3.27 a 5.13
de 1995 a 2017; además, Estados como Nicaragua, Costa Rica y Panamá invierten considerablemente
en educación superior: más 20% en educación superior cómo porcentaje del Gasto total (Tabla 1). A
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pesar de esta inversión, únicamente la Universidad de Costa Rica aparece en la evaluación por jerarquía
llamado “Times Higher Education Ranking, uno de los más importantes a nivel global.
Tabla 1. Gasto en Educación Superior cómo porcentaje del Gasto total en educación en 2015
Belice
Guatemala
El Salvador
Nicaragua
Costa Rica
Panamá
11.81
13.79
7.87
32.78
22.25
28
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la UNESCO (UNESCO, 2020)
Buenas Prácticas de Educación Farmacéutica
Antes de la llegada de la revolución industrial, y la aparición de la industria farmacéutica como
productor de medicamentos a gran escala, los farmacéuticos en sus boticas realizaban la fabricación
artesanal de medicamentos (de Sagrera, 2005), en la América Hispana, la llegada y aparición de grandes
empresas farmacéuticas desplazo la labor centenaria de los farmacéuticos tanto profesionales como
empíricos, debido a que los insumos producidos a gran escala, eran más económicos, accesibles y de
una mayor calidad; esto produjo que en muchos países de la región, la actividad del farmacéutico se
considerará más oficio que una profesión. Ante esta situación en algunos países, los colegios,
agrupaciones de profesionales y/o docentes decidieron emigrar la formación y práctica profesional hacia
la industria farmacéutica u otros ecosistemas profesionales que se estaban creando en siglo XX como
lo son los Análisis Clínicos, Química Agrícola, Ciencias Forenses etc., donde el farmacéutico encontró
una importante demanda de sus servicios (OPS, 1998)
Aunque la revolución industrial fue un cambio importante en el paradigma de la profesión farmacéutica,
la revolución rusa y la llegada del Estado de Bienestar como forma de gobernabilidad dio lugar a la
aparición de la seguridad social, lo que aumentó la cantidad y diversidad de instituciones de salud y
servicios de salud, principalmente de financiamiento público. (Rivkin-Fish, 2017: 17311735), así tanto
el uso de medicamentos como de servicios de atención médica se masificó, descubriéndose que los
errores de medicación, las reacciones adversas y el uso inadecuado de los medicamentos generaban
altos costes a los Estados. Durante este periodo, quedo demostrado que el método de entrega de los
medicamentos ya no era suficiente para garantizar la seguridad, eficacia y adherencia a la
farmacoterapia, por lo que a principios de los años 60 se modificó el papel de los farmacéuticos, hacía
a una actividad enfocada en el paciente, con mayores habilidades clínicas, lo que redujo los problemas
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sanitarios antes mencionados en los países donde los servicios farmacéuticos profesionales fueron
implementados.
Con estos resultados, algunos países, principalmente en vías de desarrollo comenzaron a modificar los
requerimientos formativos y profesionales de los farmacéuticos (Acuña Johnson et al., 2016:136-151),
sin embargo, a pesar de los cambios en el ejercicio profesional, las reformas curriculares distaban de
ser aplicadas, favoreciendo la anarquía en los programas académicos de todo el mundo.
En respuesta a esto, y considerando la Organización Mundial de la Salud, al farmacéutico como un
actor importante para garantizar el acceso a la salud de la población y realizar un uso racional del
medicamento, decide en colaboración con la Federación Internacional de Farmacéuticos (FIP),
organizar una serie de conferencias mundiales en Nuevas Delhi y Tokio, para planear un eje rector,
elaborar una definición y acordar un objeto de estudio de la profesión, todo lo cual culmino en la
elaboración del documento Buenas Prácticas de Educación Farmacéutica (BPEF), con el cual estableció
un estándar de competencias y conocimientos de las ciencias naturales, farmacéuticas y sanitarias que
permitieran al farmacéutico insertarse en un entorno interdisciplinario y en constante cambio respecto
a las diferentes ciencias que componen su conocimiento profesional, donde las asignaturas clásicas de
farmacología, tecnología farmacéutica, química farmacéutica, farmacognosia, no fueran la única base,
sino también la farmacia clínica, hospitalaria, legislación y administración
El documento BPEF plantea que los programas educativos de farmacia independientemente de las
denominaciones deben contar con una base sólida de asignaturas focalizadas en áreas relevantes como:
a) sistemas biológicos, química de los fármacos y otros componentes de los medicamentos; b) diseño
de la forma de dosificación y su desarrollo; c) acciones y uso de medicamentos; d) leyes que contemplen
la práctica nacional de la farmacia, así como la venta y distribución de medicamentos; e) principios que
rigen la conducta ética del profesional farmacéutico; f) fármaco-epidemiología y economía fármaco-
sanitaria; g) introducción a la práctica de la farmacia en farmacias comunitarias y hospitalarias,
industrial y académica; h) introducción a la gestión efectiva de recursos (Federación Internacional
Farmacéutica, 2000).
Es en este sentido, que las BPEF, aún con el avance del conocimiento científicos y los nuevos abordajes
clínico-farmacéutico continua vigente, y presenta una herramienta y guía, de las competencias mínimas
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que el profesional farmacéutico debe adquirir en un programa académico para ser llamado farmacéutico,
sin embargo, su implementación a nivel curricular en la región es desconocido.
El índice UF en Centroamérica
El índice UF, es un indicador entre el número de Universidades donde se imparte la carrera de farmacia
(UF) en relación con la población del país donde se encuentran esas instituciones, si bien, es un
indicador que no toma en cuenta la matricula por IES, el presupuesto, la cantidad de profesores, etc.,
entre otros aspectos, nos permite vislumbrar el compromiso o la importancia que un país tiene en
relación a la educación farmacéutica y garantizar el acceso y uso racional de los medicamentos, entre
mayor sea este número, menor es el número de UF en relación a la población, ejemplo, en Estados
Unidos e Italia el índice UF es de 2.12 y 2.17 (González Pech, et al., 2019: 148-164). En la Grafica 1
podemos observar una comparativa del número de universidades que imparten el grado de farmacéutico
(el índice Universidad con Farmacia o UF) con el número de habitantes en millones. En la región la
relación medía es de 1 UF por cada 1.57 millones de habitantes (Índice UF: 1.57), mucho menor a la
media de 2.39 de los países pertenecientes al G20.. Así Belice, Panamá y Costa Rica tienen un Índice
por debajo de la media centroamericana, lo cual al menos para los últimos dos estaría relacionado con
la inversión que se tiene en la educación superior (Ver tabla 1), además, El Salvador, aunque este debajo
de la media regional, sigue siendo un buen indicador en relación a países de ingresos altos. (González
Pech, 2022).
Tabla 1. UF y población en países de Centroamérica
País
Universidades con Farmacia
Población (millones)
Índice U
Belice
1
0.28
.28
Nicaragua
7
5.37
.76
Panamá
4
3.31
.85
Costa Rica
5
4.25
.89
El Salvador
3
6.04
2.01
Guatemala
4
12.76
3.19
Honduras
1
7.35
7.35
Total
25
39.40
1.57
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de (CEPAL, 2019)
pág. 7440
METODOLOGÍA
Con el objetivo de analizar los programas académicos en relación con las Buenas Prácticas de
Educación Farmacéutica (BPEF), se elaboró un instrumento analítico, el cual contiene cinco atributos,
1) Conocimientos de ciencias básicas, 2) Conocimientos de ciencias farmacéuticas y biomédicas, 3)
Salud Pública, 4) Farmacia Asistencial y 5) Administración y Legislación; las cuales contemplan las 17
áreas de estudio relevantes propuestas en el documento de la FIP. De esta manera se analizó cada uno
de los programas académicos de las IES de América Central en relación con estas cinco categorías,
estableciendo la siguiente relación en función si los PA contenían asignaturas relacionadas con las áreas
de estudio relevantes: 1 categoría 20%, 2 categorías 40%, 3 categorías 60%, 4 categorías 80%
y 5 categorías - 100%. Ver Tabla 2.
Tabla 2. Categorización de las recomendaciones de la FIP
Conocimiento
de ciencias
básicas
Conocimiento de
ciencias
farmacéuticas y
biomédicas
Salud Pública
Farmacia
Asistencial
Administración y
Legislación
Sistemas
biológicos
Diseño de la forma de
dosificación y su
desarrollo
Economía de la
salud relacionada
con los
medicamentos
Introducción a la
práctica en farmacias
comunitarias y
hospitalarias
Leyes que contemplen la
práctica de la farmacia y la
venta, y distribución de
medicamentos
Pato-fisiología y
estados de la
enfermedad
Acciones y empleo de
medicamentos y otros
productos relevantes
Introducción a los
aspectos relevantes de
las ciencias sociales y
del comportamiento,
que conlleven a la
capacidad para
proporcionar cuidados
al paciente
Los principios que rigen la
conducta ética tal como se
establecieron en el Código
de Ética de la FIP o el
Código Nacional.
Gestión del riesgo
y de la seguridad
Química de los
fármacos y otros
componentes de los
medicamentos
Fármaco-
epidemiología
Interacción entre
medicamentos y
sistemas biológicos
Atención farmacéutica
enfocada al paciente
Introducción a la gestión
efectiva de recursos
(humanos, físicos, fiscales y
de tiempo)
Introducción a la
práctica de la farmacia
en la industrial
Introducción a la normativa
que rige las buenas prácticas
de manufacturación,
distribución y laboratorio.
Elaboración propia a partir de información del documento BPEF de (FIP 2000)
Además, para complementar el instrumento, las categorías correspondientes al conocimiento de
ciencias básicas, farmacéuticas y biomédicas, consideramos complementarlo con las asignaturas
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propuestas por el Grupo de trabajo de lima de la OPS en 1999, que establece un marco referencial de
las asignaturas. Ver Tabla 3.
Por último, para aquellos programas académicos, que contemplan un enfoque de áreas terminales, no
se conto el 100% el cumplimiento de las categorías cuando el alumno elegía una u otra área terminal, y
no tenía acceso a alguno de los conocimientos y habilidades relacionados con algunas de las
recomendaciones de la FIP (Ver Tabla 2), por lo que esos programas no contemplaban formar a los
profesionales farmacéuticos con los mínimos curriculares, debido a que modo de ejemplo, de algunos
casos particulares, la formación de farmacia comunitaria, hospitalaria o incluso la tecnología
farmacéutica eran prácticamente optativas o no elegibles si se elegía otra área terminal.
Tabla 3. Asignaturas consideradas en la evaluación de las categorías 1 y 2 del Instrumento
Ciencias Básicas
Química General
Química Inorgánica
Química Analítica
Química Orgánica
Fisicoquímica
Física
Bioquímica
Biología
Metodología de investigación
Matemáticas
Ciencias Farmacéuticas
Farmacología
Farmacoquímica o Química Farmacéutica
Farmacocinética
Biofarmacia
Tecnología Farmacéutica
Toxicología
Ciencias Biomédicas
Anatomía
Fisiología
Microbiología
Farmacoterapéutica
Fisiopatología
Inmunología
Elaboración propia a partir de información de Plan Básico de Educación Farmacéutica, OPS 1999
Resultados de la Educación Farmacéutica en Centroamérica
América Central cuenta con 25 programas académicos (Ver Tabla 4), 8 de los cuales son públicos, es
decir 32 por ciento de las Universidades que ofertan Farmacia (UF) son financiadas por el Estado; al
analizarlos a luz del documento BPEF, 18 (72 por ciento) cumplen totalmente los criterios de la FIP, 6
de ellos del sector público y 12 privado. Esto demuestra como la formación de los farmacéuticos tiene
importantes avances, si lo comparamos, por ejemplo con México, donde un estudio en 2019 demostró
un cumplimiento realmente bajo (3 por ciento) ; es interesante como los programas académicos (PA)
pág. 7442
de Belice, Panamá y Costa Rica, países que ofertan únicamente la Licenciatura en Farmacia, las
universidades públicas y privadas responden homogéneamente a las recomendaciones de la BPEF, por
medio de la inserción de conocimientos en sus programas académicos, que deben tener los
farmacéuticos frente a los retos en salud que atraviesan las naciones a nivel mundial en relación al uso
de los medicamentos e insumos de la salud,. Por otro lado, respecto a Guatemala, El Salvador, Honduras
y Nicaragua, los resultados son más heterogéneos respecto a las buenas prácticas de educación, como
se describe en la Tabla 4.
Tabla 4. Programas académicos ofertados en Centroamérica y su relación con el cumplimiento de las
BPEF de la FIP
País
Universidad
Tipo de IES
Grado
académico
Duración
(Años)
Cumple
BPEF FIP
BZ
Universidad de Belice
Nacional - Pública
LF
5
100%
GT
Universidad de San Carlos Guatemala
Nacional - Pública
QF
5
100%
GT
Universidad Mariano Gálvez
Privada
QF
5
80%
GT
Universidad Galileo
Privada
QF
5
80%
GT
Universidad del Valle de Guatemala
Privada
QF
4.5
100%
SV
Universidad de El Salvador
Nacional - Pública
QF
5
80%
SV
Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer
Privada
QF
5
100%
SV
Universidad Nueva San Salvador
Privada
QF
5
100%
HN
Universidad Nacional Autónoma de Honduras
Nacional - Pública
QF
5
60%
NI
Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua
Nacional - Pública
QF
5
100%
NI
Universidad Jean Jacques Rousseau
Privada
QF
4
60%
NI
Universidad Iberoamericana de Ciencias y
tecnología
Privada
LF
4
100%
NI
Universidad Cristiana Autónoma de
Nicaragua1
Privada
LF
5
100%
NI
Universidad Central de Nicaragua1
Privada
LF
4
100%
NI
Universidad Centroamericana de Ciencias
Empresariales1
Privada
LF
4
80%
NI
Universidad Nicaragüense de Estudios
Humanísticos
Privada
LF
4.5
80%
CR
Universidad de Costa Rica
Nacional - Pública
LF
5
100%
CR
Universidad Latina de Costa Rica
Privada
LF
4
100%
CR
Universidad de Ciencias Médicas
Privada
LF
4
100%
CR
Universidad Internacional de las Américas
Privada
LF
4
100%
CR
Universidad Iberoamericana
Privada
LF
4
100%
PA
Universidad de Panamá
Nacional - Pública
LF
5
100%
PA
Universidad Autónoma de Chiriquí
Pública
LF
5
100%
PA
Universidad Latina de Panamá
Privada
LF
4
100%
pág. 7443
PA
Universidad Interamericana de Panamá
Privada
LF
4
100%
BZ = Belice, Guatemala = GT, El Salvador = SV, Honduras = HN, Nicaragua =NI, Costa Rica =CR, Panama =PA. Químico
Farmacéutico =QF, Farmacéutico =LF.
1 Cuentan con programas de fines de semana
Elaboración propia a partir de (University of Belize, 2018), (Ministerio de Educación de la República de Guatemala, 2006),
(Ministerio de Educación , 2019). (Consejo Nacional de Universidades, 2017), (Universidad de Panamá, 2019)
Esto retoma un problema que parece repetirse en la región y en general en América Latina, donde los
países en los cuales la UF ofertan grados diferentes a los homologados globalmente como BPharm,
MPharm o PharmD., tienden a desatender los conocimientos y competencias aplicables para los
farmacéuticos, esto debido a que el propio nombre de Químico Farmacéutico causa confusión respecto
a la práctica e identidad profesional (González Pech, 2023), favoreciendo la formación Química en
detrimento de la Farmacéutica (Arancibia, 1990).
Para este punto, es necesario retomar lo comentado en la Introducción, el QF es un grado único en
América Latina, actualmente ningún país de otra región en el mundo, oferta esta denominación en las
UF. Antecedentes de esta denominación existen en Italia, Estados Unidos y Gran Bretaña, pero solo en
periodos muy cortos de tiempo, principalmente en los periodos iniciales de la incorporación de la
Farmacia a las Universidades (FatherIrahman, Ibrahim, Alrasheedy, & Wertheimer, 2018), en este
sentido, se desconoce cómo se crea este título en Centroamérica, por tal motivo, para comprender con
más detalle el proceso de incorporación de un grado u otro en los países de la región, se realiza breve
recorrido histórico a través de la educación farmacéutica, desde la colonia hasta la actualidad, de los 7
países de América Central; además finalmente describimos la situación formativa actual respecto al
seguimientos de las BPEF en cada país.
Guatemala
La Universidad de San Carlos (USAC) en Guatemala tuvo desde sus inicios un papel importante en la
formación de farmacéuticos durante la Colonia y los primeros años como nación independiente, de tal
manera que países como Costa Rica y Honduras contaban con profesionales farmacéuticos gracias a
que sus connacionales realizaban estudios en la USAC o bien, egresados guatemaltecos emigraban a
esos países debido a la demanda de la profesión (Cruz, 2005: 39-50); (Viales Hurtado, 2006: 423-440).
En 1832, se inician estudios de Farmacia consecuencia de la reforma de la Medicina, sin embargo, como
era normal en la época, la carrera estaba supeditada a las decisiones de los médicos. La separación
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oficial se produce en 1918 cuando se funda la Facultad de Ciencias Naturales y Farmacia aprobándose
un Plan de Estudios independiente para la carrera de Farmacia; posteriormente en 1945, se cambde
nombre el grado de Farmacéutico pasando a denominarse Químico Farmacéutico (López García, 2012).
Las demás UF diferentes a la UN se fundaron después de 1966; actualmente los planes de estudios o
“pensum” de las UF son muy similares entre ellos, con una duración de 5 años (Tabla 4).
Respecto al cumplimiento de los criterios mínimos de la FIP, la USAC y la Universidad del Valle de
Guatemala cumplen todas las especificaciones, cabe resaltar que el pensum de Química Farmacéutica
de la USAC es el único plan de todas las UF del Triángulo Norte que cuenta con una certificación
internacional, en este caso del Sistema Nacional de Educación Superior (SINAES) de Costa Rica
(Universidad San Carlos de Guatemala, 2015); de esta forma a pesar de las complicaciones que ha
sufrido el país en materia educativa durante la Guerra Civil, la UN de Guatemala se ha convertido en
su referente en la sub región del Triángulo norte respecto a la formación de Farmacéuticos
Belice
La educación farmacéutica en Belice es reciente, para ser precisos en el 2000, cuando se crea la
Universidad de Belice; en sus inicios se oferta el grado de técnico superior universitario en farmacia o
Associate Degree in Pharmacy, y hasta 2017, el Bachelor in Pharmacy, él cual es oficialmente parte de
los estudios superiores de la Universidad; lo anterior, representó un importante avance para la educación
de los ciudadanos beliceños, ya que de otra manera, tenían que estudiar en otros países como Cuba,
Jamaica, México o Puerto Rico (USA) (University of Belize, 2018),
Lo anterior, ejerce en la Universidad una influencia favorable, debido a que los profesores son egresados
de diferentes países con gran experiencia en farmacia, permitiendo tener una visión más amplia de las
Ciencias Farmacéuticas a nivel mundial, razón por la cual se explica porque el plan académico, cuenta
con los requerimientos mínimos establecidos por la FIP.
pág. 7445
El Salvador
El origen de la educación farmacéutica en este país se remonta a 1843, con la fundación de la Facultad
de Medicina y Farmacia en la Universidad de El Salvador (UES), segunda más antigua del país,
(Universidad de El Salvador, 2016), posteriormente la Farmacia adquiere la independencia
administrativa en 1922, cuando se ordenó la separación de la Facultad de Química y Farmacia adscrita
hasta entonces a la Facultad de Medicina. Para ese año la oferta de la carrera era ya de Química y
Farmacia; si bien, no hay datos de la fecha cuando nombre es cambiado de LF a QF, si encontramos
registros sobre los títulos expedidos antes de 1922, que eran de LF (Flores Macal, 1978: 107-140).
Posteriormente durante la guerra civil, se crearían dos Universidades para responder a la demanda de
educación superior creciente, y al cierre de la UES: La Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer y la
Universidad Nueva San Salvador, ambas con la oferta de Química y Farmacia.
Actualmente las tres instituciones ofrecen PA de Química y Farmacia con una duración de 5años (Tabla
4), sin embargo, en la Universidad de El Salvador a diferencia de las privadas, el estudiante de farmacia
cursa materias de acuerdo a una orientación profesional, pudiendo elegir entre Farmacia Hospitalaria,
Química Agrícola, Microbiología y Farmacia Industrial; debido a esto, en esencia práctico, la
especialización de saberes permite sub especializar a los estudiantes desde la etapa formativa, sin
embargo, esto se produce en detrimento de la generación de farmacéuticos generales con conocimientos
de Farmacia Comunitaria y Hospitalaria independientemente de su área terminal, en el marco de los
BPEF es precisamente lo que impide un cumplimiento total de los lineamientos internacionales.
(Federación Internacional Farmacéutica, 2000).
Costa Rica
Durante la época colonial la legislación real impedía a los médicos ser propietarios y trabajar en las
farmacias, sin embargo, este decreto no podía cumplirse en Costa Rica, esto, debido a que en el región
había muy pocos profesionales farmacéuticos egresados (la mayoría de la USAC), única institución que
expedía el título en América Central, de esta manera para suplir esta carencia durante el periodo
independiente, en 1841 se autoriza a los médicos poder ser dueños y laborar en las boticas; este hecho
considerado una afrenta, motivo al gremio farmacéutico (la mayoría extranjeros) y al gobierno a crear
la cátedra de farmacia en la Universidad de Santo Tomás en 1849, lo cual no tuvo impacto alguno,
pág. 7446
debido a que al cerrarse la cátedra, 39 años después, no había podido graduar ningún estudiante. Esto
cambia en 1895, con la creación de la Facultad de Medicina, Cirugía y Farmacia, la cual además de
funciones académicas regulaba la práctica de los médicos y farmacéuticos, sin embargo, debido a la
poca prioridad dada a la farmacia por los médicos dirigentes de la Facultad, se crea en 1902 el Colegio
de Farmacéuticos de Costa Rica, el cual se encargaba de la educación farmacéutica hasta la fundación
de la Universidad de Costa Rica en 1940, esto último, condujo a favorecer una formación académica
sólida de los profesionales y a crear acuerdos para los futuros egresados, de tal manera que el Gobierno
expidió un decreto en el cual se cerrarían todas las farmacias que no tuvieran la regencia de un
farmacéutico cuando el país tuviera 1 farmacéutico por cada 4000 habitantes (Viales Hurtado, 2006:
423-440). Con el tiempo las farmacias fueron regenciadas por los farmacéuticos, además, se volvió un
requisito la certificación de los profesionales por parte del Colegio Farmacéutico, de tal manera que,
aunque este no era más el encargado de la formación era necesario la certificación de los profesionales
para el ejercicio legal de la farmacia.
Debido a lo anterior, es entendible por qué el ejercicio profesional está enfocado en la farmacia
hospitalaria y comunitaria, es decir en una visión hacia el paciente; sumado a esto, la regulación y
evaluación de la formación del farmacéutico por diferentes organismos nacionales, conducen a los PA
a estar continuamente actualizados y estar alineados con recomendaciones internacionales como el
documento de BPEF (Tabla 4).
Honduras
La farmacia en Honduras está relacionada estrechamente con la Universidad Nacional Autónoma de
Honduras (UNAH), única institución de educación superior donde se imparte farmacia en todo el país.
En 1881 se crea la carrera de Farmacia adscrita a la Facultad de Medicina y Cirugía, sin embargo,
debido a la constante inestabilidad política del país, fue cerrada varias ocasiones, así la farmacia sigu
subordinada a la medicina, hasta 1930 cuando abrió la Escuela de Farmacia, independiente de la
Facultad de Medicina. (Cruz, 2005: 39-50). En 1957 la Facultad ya había cambiado el nombre de la
carrera al de Química y Farmacia y otorgaba el grado de Químico Farmacéutico (Vallejo, 1999).
Actualmente los estudios de Química y Farmacia tienen una duración de 5 años con tres orientaciones
terminales: Farmacia, Química y Tecnología de Alimentos; de esta manera estas orientaciones si bien
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especializan al estudiante para el futuro campo laboral (Universidad Nacional Autónoma de Honduras,
2019), lo que producen es eliminar los conocimientos de farmacia, fundamentales para los futuros
farmacéuticos, similar al modelo de la UES en el Salvador, donde la subespecialización prima sobre
algunos conocimientos importantes relacionados con la práctica general de la farmacia, como lo es el
área comunitaria y hospitalaria.
Nicaragua
Los estudios de Farmacia iniciaron en la antigua Universidad de León, actual Universidad Nacional
Autónoma de Nicaragua (UNAN) sede León, a principios del siglo XX, supeditando la enseñanza y
rectoría a la Facultad de Medicina y Cirugía. La autonomía respecto a los médicos fue alcanzada unos
años después, en 1918, con la fundación de la Escuela de Farmacia (Montenegro Reyes, 2012). Desde
ese momento y hasta la revolución sandinista, la UNAN fue la única institución en ofertar el grado de
farmacéutico, sin embargo, una vez iniciado los movimientos revolucionarios, la demanda de educación
superior privada creció considerablemente, por lo que la creación de más universidades privadas
respondió a esta situación; también, durante este periodo, la carrera cambia el nombre en diversas
ocasiones, primero en 1975 a Licenciado en Farmacia y Química, después en 1986 regresa a nombre
original, solo por cuatro años, para después ser modificado nuevamente a Licenciado en Farmacia y
Química. En 2002 se realizó la última modificación al nombre para ser Químico Farmacéutico.
(Meléndez Berriós & Sarria Ramos, 2004).
A diferencia de El Salvador y Guatemala donde las Universidades privadas adoptaron el grado de
Químico Farmacéutico prácticamente sin ningún cambio y reticencia a consecuencia de las reformas de
la UN, en Nicaragua las Instituciones de Educación Superior que imparten la carrera de farmacia se
negaron al menos en el papel, a modificar sus grados académicos a otro con reconocimiento limitado,
lo cual representa un proceso poco común, debido a que generalmente en Centroamérica las
Universidades Privadas adaptan sus programas académicos o nombres de grado, de acuerdo con las
disposiciones de la UN (Tabla 4).
Panamá
Panamá se convierte en nación de facto en 1903 con apoyo de las fuerzas norteamericanas, al eliminar
el control de la República de Colombia sobre el estrecho, logrando así, iniciar su propio camino en la
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construcción un Estado libre y soberano (Beluche, 2006: 93-118). Precisamente antes de la
independencia, los ciudadanos panameños que deseaban estudiar Medicina o Farmacia debían realizarlo
en Colombia u otros países tan lejanos como Perú, razón por lo cual, nació el interés de crear
instituciones de educación superior para formar a los profesionales de la salud que requería el país. Por
lo anterior, en 1930, la Universidad de Panamá es creada mediante decreto, iniciando con las carreras
de Artes, Ciencias Políticas, Leyes, Comercio y Farmacia (Asamblea Legislativa de Panamá, 1935), a
la farmacia panameña, inicio un camino independiente de la Medicina desde su misma creación.
Posteriormente, la farmacia evoluciono en el país hasta consolidarse como una profesión reconocida
desde el gobierno, donde junto con Costa Rica, es uno de los pocos países de Centroamérica donde es
necesario por ley contar con un farmacéutico en las farmacias y se realiza formalmente la atención
farmacéutica centrada en el paciente (Ministerio de Salud de Panamá, 2012). Actualmente la duración
de farmacia es de 5 años en las escuelas públicas y 4 en las Privadas (Tabla 4), se caracteriza por una
formación centrada en el paciente donde incluso resaltan asignaturas como la de Atención Primaria a la
Salud, recomendadas por las Organización Mundial de la Salud para los profesionales de la salud son
impartidas. Debido a lo anterior, el cumplimiento de las BPEF responde a este enfoque de los PA.
DISCUSIÓN
En Centroamérica la formación de profesionales farmacéuticos tiene como eje central las Universidades
Nacionales (UN), las cuales juegan un rol principal en elaborar, orientar o delimitar el camino de la
educación en farmacia en cada uno de los países, con excepción de Nicaragua, donde la UNAN sigue
teniendo un papel protagónico más no hegemónico, favoreciendo así en las demás universidades, a tener
margen de maniobra para ofrecer propuestas diferentes, las cuales no necesariamente reflejan una
mejora en la formación de farmacéuticos, sino adecuaciones a las demandas del mercado educativo
como es el caso de aquellas donde se ofrece el título de farmacéutico junto con profesiones del área de
ciencias sociales y humanidades, lo cual por mismo no es un inconveniente (más no es sugerible), si
no fuera por la ausencia de seguimiento de las BPEF en estas instituciones. Por otro lado, en la mayoría
de las universidades privadas, los PA de las UN son adaptados casi en su totalidad, posiblemente para
favorecer la captación de aquella demanda que por diversos motivos no logro obtener un espacio en las
UN, así como para cumplir la regulación para la oferta de titulaciones por IES privadas.
pág. 7449
El grado de QF, retoma un problema que parece repetirse en Hispanoamérica en general, donde los
países en los cuales la UF ofertan grados diferentes a los homologados globalmente como BPharm,
MPharm o PharmD, tienden a desatender los conocimientos y competencias aplicables para los
farmacéuticos, esto debido a que el propio nombre de Químico Farmacéutico causa confusión respecto
a la práctica e identidad profesional (González Pech, 2023), favoreciendo la formación Química en
detrimento de la Farmacéutica (Arancibia, 1990). Sin embargo, esto no parece ser el caso en Guatemala,
al menos a nivel de los PA, donde un análisis del Currículo, así como de Identidad profesional podrían
en el futuro esclarecer u aportar información sobre la particularidad de este fenómeno.
El escenario actual de la profesión y la educación farmacéutica en Centroamérica (y posiblemente
también en Hispanoamérica) debe ser contextualizado en la historia de la educación durante la época
colonial y la construcción de los estados nacionales, ¿Por qué en España el farmacéutico tiene un papel
ampliamente reconocido en la sociedad como profesional de la salud, y el plan académico está
estructurado para dotarlo de habilidades y competencias para brindar atención farmacéutica centrada en
el paciente y no únicamente al medicamento, cumpliendo ampliamente el documento de BPEF (Acuña
Johnson et al., 2016:136-151), y sin embargo, en las naciones de la región, a pesar de ser en la mayoría
excolonias Españolas, difieren mucho del modelo, con excepción de Costa Rica y Panamá?.
Esta diferencia se debe a que la construcción del actual modelo farmacéutico en Hispanoamérica no es
producto de un proceso colonial, si de uno posindependencia, durante la consolidación nacional y no
necesariamente como parte de una herencia española.
Así, la disimilitud fundamental de servicios actuales entre los países de la región hispanoamericana y
el antiguo imperio puede deberse a que la separación de la medicina y farmacia en España ocurrió
tempranamente, en 1801. con la creación de los Colegios Farmacéuticos, logrando así los farmacéuticos
españoles avanzar por un camino autónomo donde la profesión podía responder a los cambios
curriculares que atravesaría las ciencias médicas y farmacéuticas años después (Montagut, 2015); por
el contrario, estas importantes reformas que enmarcaban una etapa de profesionalización para los
farmacéuticos no se concretó en las Américas, debido a que la invasión de napoleón y el inicio de las
guerras de independencia trajo consigo una serie de cambios políticos, económicos y sociales, como lo
pág. 7450
fue la disolución de la América española en diversos estados nacionales, en los cuales la farmacia era
un asunto de menor prioridad para los emergentes gobiernos.
Además de esto, la práctica y educación farmacéutica eran completamente diferentes entre el continente
y la península, así en las Américas, los profesionales farmacéuticos, en ese entonces boticarios, poseían
todo lo contrario al reconocimiento y la trayectoria histórica y social de los farmacéuticos peninsulares,
ya que en muchos casos eran considerados vendedores de oficio más que profesionales sanitarios;
sumado a esto, la existencia de organismos como el Protomedicato y la burocracia española de la época,
propicio que los boticarios hispanoamericanos que prosperaron en las Colonias fueran en su mayoría
empíricos, los cuales por medio del ensayó de prueba y error producían unos medicamentos de dudosa
calidad y que, desafortunadamente, eran la única forma de acceder a la medicina occidental, preferida
por las elites peninsulares y criollas, con capacidad de pago (Reyna, 1996: 55-72).
Si eso fuera poco, las Universidades coloniales no contemplaban al farmacéutico como una profesión
al nivel del médico u abogado o si lo hacían, las cátedras eran impartidas por los mismos boticarios
empíricos que carecían de un conocimiento científico y farmacéutico, reproduciendo así a boticarios
alejados del modelo farmacéutico practicado a nivel peninsular
Por lo tanto, con la posterior guerra de independencia en las Américas, los gremios farmacéuticos de
profesionales no empíricos comenzaron a surgir solo después de la implementación de las cátedras de
farmacia en las Universidades de las recién independizadas repúblicas.
Sin embargo, este proceso dista de ser sencillo; debido a que la carrera de farmacia estuvo ligada a la
Facultad de Medicina y por lo tanto supeditada su formación a los médicos (Ver Tabla 5), de tal manera
que estos profesionales regulaban los conocimientos y habilidades del farmacéutico en función primero
a las necesidades del gremio médico, buscando que estos no compitieran o pudieran amenazar su poder,
prestigio o ingreso, los cuales también estaban en ascenso. De esta manera, la farmacia
hispanoamericana estuvo durante al menos un siglo más en comparación a la española, limitada en la
autonomía para reconfigurarse a misma, en medio de una época donde los cambios paradigmáticos,
epistemológicos y ontológicos de las ciencias naturales y farmacéuticas, servirían para dar lugar a una
práctica farmacéutica menos artesanal y más científica.
Tabla 5. Evolución de la Farmacia en América Central, México y Colombia
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País
Año de Independencia de la Facultad
de Medicina
Cambio de Nombre de Farmacia a Químico
Farmacéutico
Costa Rica
1902
No aplica
México
1916
1916
Guatemala
1918
1945
El Salvador
1922
Después de 1922
Honduras
1930
1950-1957
Colombia
1935
1959
Panamá
1935a
No aplica
Nicaragua
1947
1991/2002b
Belice
No aplica
No aplica
a La carrera de farmacia en Panamá nace independiente de la medicina.
b En Nicaragua el grado de farmacéutico cambio de nombre en dos ocasiones, en 1991 al de Farmacia y Química y 2002 a
Químico Farmacéutico (Meléndez Berriós & Sarria Ramos, 2004).
Fuente: Elaboración propia a partir de datos (Carrillo, 1998: 149-168); (Narváez Eraso, 2010: 33-43) (Viales Hurtado, 2006:
423-440); (Universidad de El Salvador, 2016)
Es en el marco de esta independencia profesional, algunos países de América Central (México y
Colombia también), la consolidación profesional nunca logró concretarse del todo, por lo que no
pudieron diferenciarse socialmente de los boticarios empíricos, continuando así, viéndose por la
sociedad como una ocupación con poca preparación académica y cuya función laboral se limitaba a
realizar un servicio de ventas.
Por si fuera poco, los conocimientos de la revolución científica del siglo XIX posicionaron a la Química
como una ciencia de alto prestigio, y que era dominada solamente por unos pocos profesionales, es ahí
donde el farmacéutico formado en la universidad, a diferencia del empírico, encontró esta ciencia afín
a sus conocimientos farmacéuticos y la incorporo en su ejercicio profesional y en los currículo
académicos durante los últimos años de dominación por el gremio médico y las primeras décadas de
autonomía académica en las recién fundadas Facultades o Colegios de Farmacia o Química. En este
escenario, surge, el grado del Químico Farmacéutico, con el objetivo de revalorizar la profesión, así
también para diferenciarse de los farmacéuticos empíricos. (Tabla 5. Evolución de la Farmacia en
América Central, México y Colombia).
El iniciador de este proceso de reformar la denominación de farmacéutico es la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), donde los farmacéuticos académicos, al independizarse de la Facultad
de Medicina y crear la de Química, decidieron crear esta nueva denominación, provocando un efecto
domino en Centroamérica: Guatemala, El Salvador, Honduras y tardíamente a Nicaragua; y
pág. 7452
Sudamérica: Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Paraguay y Uruguay, convirtiendo así al QF en una
denominación hispanoamericana (no latinoamericana, debido a que en países como Belice, Brasil y
Haití, existe una clara tendencia de ofertar BPharm o Lic. en Farmacia.
En este sentido, esta denominación de grado genera más inconvenientes que soluciones, y aunque hace
un siglo respondió a un determinado contexto de Hispanoamérica, en esta época no queda claro si aún
continua cumpliendo la función por la que se realizó el cambio, y al contrario, crea confusión entre los
diferentes actores sociales y educativos; ejemplo claro es México, donde la profesión farmacéutica
parece estar en una etapa involutiva de crisis de identidad y competencias técnicas (González Pech, et
al., 2019: 148-164). En México el QFB (con sus derivados mexicanos) se forman como profesionales
tanto para las actividades laborales de tipo Análisis clínicos como para las actividades farmacéuticas.
Análisis clínicos constituyen una rama de la Medicina, dando servicio en tomar muestras de sangre,
orina y determinar diversos parámetros del placiente para el diagnóstico y seguimiento de
enfermedades. En este contexto se trata de un servicio de diagnóstico clínico. Por otro lado, las
actividades farmacéuticas mundialmente reconocidas son siete: 1) Investigación de nuevos principios
activos y excipientes. 2) Obtención (síntesis parcial o total o extracción) de dicha materia prima 1). 3)
Formulación y preparación de las formas farmacéuticas en base de dichas sustancias. 4) Control de
calidad de productos farmacéuticos, 5) Conversión y Registro de medicamentos, 6) Almacenamiento y
Dispensación de medicamento y 7) Colección y administración de la información sobre medicamento,
Farmacovigilancia etc.
Al observar así las actividades profesionales fundamentales del perfil de egreso del QFB, resulta claro
que la profesión es una quimera de dos profesiones, de ahí que sea considerada una profesión híbrida
(este hibridaje puede ser aún más entramado anexando actividades del área de alimentos u otras que el
diseñador curricular en turno mexicano designe) (González Pech, 2023).
En Centroamérica, este hibridaje, entre laboratorio clínico y farmacéutico, no está presente como el
caso Mexicano, ya que las actividades y competencias relacionadas con el laboratorio clínico están a
cargo del Microbiólogo (Costa Rica, Honduras) el Químico Biólogo (Guatemala) o el Licenciado en
Lab. Clínico (Belice y el Salvador); es decir que hay una carrera propia del laboratorio clínico, dejando
pág. 7453
el quehacer farmacéutico con sus siete actividades al Químico Farmacéutico o el Licenciado en
Farmacia según sea cada caso.
Sin embargo, hemos observado que a estas ofertas educativas en Centroamérica donde se le añade la
etiqueta de “Químico” al grado de farmacéutico, también existe un hibridaje, que, si bien no es como
el del QFB en México, es decir ligando programas académicos de Laboratorio Clínico y Farmacia, si
tiene consideraciones que dificultan contar con farmacéuticos preparados para las siete actividades antes
descritas y a las categorías formativas que estima la Federación Internacional de Farmacéuticos (FIP,
2000) , ya que, en estos programas académicos se consideran otras salidas profesionales, que no son
anexadas como una parte extra a competencias descritas para los farmacéuticos, si no que desplazan los
conocimientos y habilidades estrictamente farmacéuticas, limitando así la formación de los
profesionales, quedando solo el F de farmacéutico en el nombre del grado más no en las competencias
que adquiere el profesional, como es el caso de los QF de Honduras (se puede elegir opción de farmacia,
tecnología de alimentos o química), de El salvador (opciones de Química agrícola aplicada, Industria,
Farmacia Hospitalaria y Microbiología aplicada a la Industria Farmacéutica), donde al elegir una de las
opciones se abstiene de obtener competencias de las demás, dejando así una formación incompleta del
profesional farmacéutico.
Así, aunque la mayoría de los programas en Centroamérica cumplen con criterios mínimos de
organismos internacionales como la FIP, y sus programas tienen al menos en papel una visión mixta
entre asistencial y científica, el nombre de QF ha demostrado conducir a una confusión respecto a las
habilidades, conocimientos y competencias requeridas para los farmacéuticos en los programas
académicos que la ofertan.
CONCLUSIÓN
La formación de profesionales farmacéuticos en América Central tiene relación con la demanda del
mercado laboral interno, principalmente, en lo relacionado con áreas prioritarias a nivel nacional como
lo es la industria farmacéutica y en algunos casos como Costa Rica, Panamá, Guatemala y Belice a la
farmacia asistencial, lo cual a su vez explica por qué los PA de la UF responden, al menos la mayoría
de ellos, a los lineamientos internacionales, los cuales están precisamente enfocados en una práctica
hacia el paciente, así como en los conocimientos de fármaco-epidemiología y economía fármaco-
pág. 7454
sanitaria, todos ellos parte de las propuestas del documento BPEF. En este sentido, los PA también
tienen particularidades propias de la región, relacionado con la inserción en áreas del mercado laboral
poco comunes para los farmacéuticos, pero en las cuales, estos han encontrado demanda de sus servicios
y conocimientos, como lo es la química agrícola, medicina forense y la visitaduría médica.
Como respuesta a lo anterior, la reconfiguración y reestructura de algunos programas podría ser una
opción para ajustarse a los requerimientos internacionales, principalmente en las UN que tienden a
enfatizar dentro de los PA la subespecialización del farmacéutico a nivel de pregrado, donde al hacer
esto, se favorece conocimientos y competencias diciplinares en detrimento de aquellos relacionados a
la práctica asistencial, y que únicamente son adquiridos, si el estudiante elige el área terminal de
farmacia hospitalaria o comunitaria, quedando así fuera del currículo, si la elección del estudiante es
para otras áreas. Por otro lado, la propuesta de algunas universidades privadas en Nicaragua en generar
una oferta de la licenciatura en farmacia, en instituciones enfocadas a formar profesionales de ciencias
sociales y humanidades, crea dudas sobre el perfil de egreso, las competencias y los conocimientos que
pueden tener los futuros farmacéuticos, debido a que el diseño curricular de los PA puede responder a
intereses diferentes a los de la salud.
Es importante enfatizar, que estos cambios no deben verse, como un requisito para cumplir acuerdos y
lineamientos de las agendas globales o para tener prestigio sobre otros PA que no cumplen los BPEF,
sino, como un esfuerzo nacional conjunto, para responder a la creciente demanda de profesionales de
la salud y específicamente farmacéuticos, porque, como ha demostrado la actual pandemia de COVID-
19, la seguridad farmacéutica definida como la capacidad de un estado para disponer de los sufrientes
insumos para la salud, seguros, eficaces y de calidad, es un tema de seguridad nacional que de acuerdo
a la OMS, solo podrá alcanzarse 1) contando con una apropiada fuerza de trabajo farmacéutica, para
proveer servicios de producción y racionalización de los insumos, y 2) con una competente capacidad
académica para entrenar a este número de farmacéuticos; por lo anterior, las BPEF pueden observarse
como una guía para la formación de profesionales con el objetivo de cumplir metas de salud nacionales.
Por último, la denominación para los farmacéuticos de QF, causa confusión no únicamente entre los
profesionales de la salud, sino también entre la población, el gobierno, los empleadores y las misma
burocracia universitaria, lo que propicia conflictos entre la identidad farmacéutica y la química,
pág. 7455
causando, en no pocas ocasiones, que los Químicos puros o en sus diferentes variaciones académicas
(Ingeniero Químico, Químico Industrial, etc.) y profesionales sean considerados como profesionales de
la salud, insertándose así en áreas cruciales de los servicios de salud, donde no cuentan con los
conocimientos y competencias técnicas y los valores profesionales para tratar asuntos sanitarios, lo que
los convierte en un potencial riesgo sanitario para la población; por tal motivo, una homologación de
esta denominación hacia una con mayor reconocimiento e identidad profesional como es la Licenciatura
en Farmacia (BPharm) o el Doctor en Farmacia (PharmD.) podría mejorar las relaciones y el
entendimiento entre la profesión y la estructura social (González Pech, 2022).
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