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surge en 1843, la ópera homónima de Verdi, estrenada en La Scala de Milán. Años más tarde, el de
Busseto presenta I due Foscari, un drama en música que toma por modelo a Byron, autor que también
servirá a Verdi para Il Corsaro; Alzira haría lo mismo a partir de Voltaire; Giovanna d’Arco, I
Masnadieri, Luisa Miller y Don Carlo fueron adaptadas (al menos una parte proporcional) desde los
dramas de Friedrich Schiller; por su parte, dos románticos españoles –Antonio García Gutiérrez y el
Duque de Rivas– inspiraron Il Trovatore, Simon Boccanegra y La forza del destino, respectivamente;
La Traviata vio la luz fundamentada en la afamada Dame aux camélias, de Alejandro Dumas hijo;
Ernani fue inspirada en una pieza teatral de Victor Hugo, a quien el compositor leyó en francés original.
Más adelante, Verdi lanzará Rigoletto, su obra más famosa, basada en Le roi s'amuse, del mismo Hugo.
También colaboró con Eugène Scribe, en su faceta como libretista, para Les vêpres siciliennes [I vespri
siciliani] y Un ballo in maschera. La fascinación del compositor por la genialidad shakespeariana rindió
grandes frutos: Macbeth, Otello y Falstaff (la última, adaptación de Las alegres comadres de Windsor).
Es importante mencionar que, acorde con lo que comenta Pierluigi Petrobelli, el bussetano se interesa
por la obra de Shakespeare gracias a la lectura de Victor Hugo:
“(...) Verdi llega a Shakespeare a través de las ideas de Victor Hugo, una de las cuales, sobre todo,
sostiene con fuerza: el concepto de lo grotesco, que consiste en la presencia en la misma pieza, en el
mismo texto teatral, de aspectos trágicos y de aspectos cómicos” (Petrobelli, 2010, p. 40).
Giuseppe Verdi, conocedor profundo del estilo musical de Bach, Haydn y Mendelssohn, y autodidacta
educado a partir de la escucha y estudio de los grandes autores del bel canto italiano (Bellini, Donizetti
y Rossini), se convirtió en un creador temerario al abordar temas complejos como controversiales en
los argumentos de sus composiciones: plasmó en ellas temas sociales, políticos y morales,
profundizando en dilemas éticos que exploran la naturaleza del ser humano en toda su riqueza y
complejidad. En palabras de Petrobelli (2010): “Verdi actúa como todas las grandes figuras, no sólo de
la música, sino del arte en general. Utiliza distintas experiencias musicales y artísticas, pero no las
yuxtapone unas junto a otras, sino que las fusiona, las amalgama, las sintetiza” (p. 44). Cabe entonces
preguntarnos si este fenómeno es propio de un campesino ignorante, de un supuesto amo de las colinas.
Por el contrario, estamos totalmente convencidos que el compositor, a través de sus obras maestras dejó
un legado duradero en la historia de la música que sigue y seguirá resonando en el mundo de la ópera,