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INTRODUCCIÓN
El alacranismo es un problema de salud pública en los países tropicales y subtropicales. La intoxicación
por picadura de alacrán afecta a grandes poblaciones rurales y urbanas. En México, la intoxicación por
picadura de alacrán se ubica en el quinceavo lugar de los veinte padecimientos más relevantes. Se
reconocen 220 especies de este animal ponzoñoso (CENAPRECE, 2017), de los cuales hay cuatro
familias de escorpiones, incluyendo 15 géneros y 134 especies diferentes altamente venenosas. En el
estado de Colima predominan el C. limpidus y C. tecomanus (Ponce–Saavedra, Francke, Cano–
Camacho, & Hernández–Calderón, 2009) cuyo veneno es considerado como el más tóxico y letal
(Zúñiga-Carrasco & Vázquez-Chávez, 2007). Las especies de escorpiones más peligrosos de México
se encuentran en las zonas tropicales y subtropicales del Pacífico y en algunas zonas de los estados
centrales del país (Villegas, Anderson, Martínez, Rodríguez, & Lagunas, 1988). Según el Centro
Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (CENAVECE) en 2010 hubo
280,160 y para 2012 aumentó a 313,559 casos de picaduras de alacrán en todo el país (SSA,
CENAVECE, 2012) (SSA., 2013), mientras que sólo en el Estado de Colima se reportaron 10,708 casos
(SSA, Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (CENAVECE).,
2012) y para abril del año 2021 se tiene registrado 10 632; Desde el año 2018 no se reportan defunciones
por picadura de alacrán en Colima (Social, 2021).
La intoxicación por picadura de alacrán está considerada como una urgencia médica por la naturaleza
que representa el ataque, que es la inoculación de veneno que provoca la alarma en la persona afectada,
así como a sus familiares, más aún, si la agresión fue a un menor de edad (Camacho-Ramírez, Sánchez-
Zapata, Jaramillo-Serna, & Avila-Reyes, 2007).
Desde las ciencias básicas, hallazgos recientes definen los sitios receptores y mecanismos de acción de
las toxinas hidrófilas y polipeptídicas, alteran los canales de sodio, potasio y calcio creando voltajes a
manera de señalización para la generación del potencial acción y la conducción en una amplia variedad
de neurotoxinas. Las toxinas polipeptídicas alteran el canal de apertura por la captura del sensor de
voltaje a través de la unión a receptores extracelulares (Catterall WA, 2007) (Cestèle S, 2000). En el
caso de los péptidos purificados del veneno del escorpión, demostraron la interacción con ciertos
residuos de aminoácidos presentes en el vestíbulo exterior, diversos subtipos de canales de potasio, la