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INTRODUCCIÓN
Conocer el origen biológico, sensitivo, mental y emocional de un conflicto permite identificar los
factores que inciden en su formación. A partir de ahí pueden gestionarse las emociones, de manera que
el individuo se convierta en creador de una vida personal consciente, favorable en la generación de
vínculos equilibrados con otros seres.
A partir de lo dicho, la problemática aquí establecida se centra en la mejora de las interacciones sociales
de estudiantes de grados noveno y décimo, en una institución educativa del corregimiento de Rozo,
Palmira- Valle del Cauca, reconociendo la importancia de la lúdica en la mejora de dichas interacciones;
tomando en cuenta que al potencializar estas actividades, se “favorecen los espacios de convivencia y
la formación en valores como la tolerancia, el respeto al prójimo, solidaridad, cooperación, el trabajo
en equipo, el reconocimiento de las habilidades y competencias individuales para alcanzar objetivos
grupales” (Ríos et al., 2019, p. 23).
Al afianzar la enseñanza de valores, a partir de la lúdica, es posible generar mejoras en las relaciones
sociales, desarrollo de habilidades y destrezas para la tolerancia, contribuyendo a la gestión de las
emociones dentro de las aulas de clase. En este mismo sentido, Vygotsky (1966) plantea la importancia
del juego en el progreso psicológico de los niños, dado que favorece la construcción de categorías de
interacción social y procesos psicológicos como el pensamiento, la memoria, el lenguaje y la
anticipación al futuro. Asimismo, Piaget (2019) señala la importancia del juego en los procesos de
adaptación y descubrimiento del mundo, desde los juegos más físicos de la primera infancia, mediante
los que se asimilaban movimientos y capacidades nuevas, hasta los juegos simbólicos y reglados, una
vez el individuo asume los diferentes roles sociales y consolida su personalidad.
En este sentido, la presente propuesta se justifica en tanto promueve el manejo de las emociones y la
vivencia de valores; asumiendo que, al desarrollar acciones a favor de la calidad educativa, se debe
pensar en la convivencia como un elemento urgente, haciendo especial énfasis en la promoción de
relaciones armónicas, afectivas y constructivas.
En lo que respecta al marco teórico utilizado, este se fundamenta en seis referentes: la hermenéutica de
Gadamer (1996), la teoría de la relajación de Lazarus (López et al., 2019), la educación liberadora de
Freire (1987), la teoría sociocultural de Vygotsky (1966), las teorías sobre las emociones de Plutchik