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En la actualidad, a nivel global, existe una amplia exposición al humo de biomasa debido a diversas
fuentes, como la quema de residuos de cosecha, el tabaquismo, la quema de basura en áreas residenciales
y el uso de leña en la cocina, estos factores representan riesgos significativos para la salud de los
individuos, las familias y las comunidades, y se agravan aún más por las emisiones de humo de los
vehículos motorizados. Las enfermedades respiratorias constituyen un importante desafío de salud
pública en varias partes del mundo, especialmente en las zonas rurales y los países en desarrollo.
Según los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 3,8 millones
de personas mueren cada año a causa de enfermedades respiratorias. Estas muertes se atribuyen en un
27% a la neumonía infantil y en adultos, un 20% a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)
y un 8% al cáncer de pulmón. Estas cifras resaltan la gravedad del impacto de estas enfermedades en la
salud y el bienestar de la población (4). De manera que, las enfermedades respiratorias relacionadas con
esta exposición son una preocupación de salud pública significativa, lo que conlleva a tomar medidas
efectivas para prevenir y controlar estas enfermedades, mejorando así la calidad de vida de las personas
y protegiendo la salud de las comunidades afectadas.
En América Latina y el Caribe, regiones en vías de desarrollo, están experimentando un rápido
crecimiento y una urbanización acelerada, se observa que alrededor del 80% de las áreas están
urbanizadas, mientras que el consumo de combustible de carbón/biomasa se sitúa en un 16%. Sin
embargo, aún existen numerosos países y áreas rurales que dependen en gran medida de la biomasa
como fuente de combustible. En regiones de Centroamérica, más del 90% de los hogares rurales y
aproximadamente la mitad de los hogares urbanos continúan utilizando la biomasa para la cocción y la
calefacción, lo que contribuye a la carga de contaminantes en espacios interiores (5).
Según las estadísticas proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de
Ecuador, aproximadamente el 11% de las familias que viven en áreas urbanas y el 77% son de áreas
rurales y a su vez, utilizan la leña como fuente de combustible para cocinar y de calefacción de sus
hogares. El uso de madera como combustible, sigue siendo una práctica frecuente aun en pleno siglo
XXI, especialmente en regiones rurales de naciones en desarrollo, pero también se ha observado en
países desarrollados en las últimas décadas. En la parroquia de Noboa, se ha registrado un nivel
significativamente alto de utilización de leña como combustible para cocinar, así como la quema de