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reclaman un cambio en el paradigma educativo, ya que la comunicación cultural requiere que los
ciudadanos conozcan nuevas formas de interacción y reconozcan la diferencia en el otro desde la
tolerancia, el respeto y la inclusión.
Así pues, a partir del fenómeno de la globalización, se dan nuevas relaciones culturales. Zárate identifica
cinco relaciones derivadas del contacto de culturas: intraculturalidad, que se refiere al desarrollo
autónomo de una cultura; multiculturalidad, que implica la existencia de múltiples culturas en un lugar
sin interacción equitativa; pluriculturalidad, que implica relaciones de intercambio manteniendo
identidades propias; interculturalidad, que supone una relación en igualdad de condiciones entre dos o
más culturas; y transculturalidad, que ejerce influencia y dominio sobre otras culturas, estableciendo
relaciones en el que una cultura tiene ventaja sobre otra.
Walsh (2010) añade que la interculturalidad es un estado ideal que debe ser visto como un proyecto
geopolítico que busca establecer relaciones positivas entre culturas. Sin embargo, señala que muchas
iniciativas interculturales gubernamentales han ocultado conflictos internos reales y han priorizado las
culturas de mayor dominio económico y político. Walsh identifica tres perspectivas interculturales:
relacional, funcional y crítica.
La perspectiva relacional destaca el intercambio de saberes, prácticas y valores entre culturas, pero
Walsh señala que esta visión puede tener raíces coloniales al determinar diferencias culturales en
términos de superioridad e inferioridad. La perspectiva funcional, basada en Tubino (2005), busca una
relación de tolerancia entre culturas, pero Walsh advierte que este reconocimiento del otro puede
disfrazar prácticas colonialistas bajo la apariencia de tolerancia y aceptación. La perspectiva crítica, aún
no implementada en la práctica, implica una reestructuración del orden social a través del diálogo y la
negociación para cambiar significativamente la percepción de los demás y su lugar en la sociedad.
En el contexto latinoamericano, marcado por la interculturalidad histórica, se evidencian desafíos como
el desarraigo, pérdida de identidad, discriminación y racismo. La inclusión del término interculturalidad
en el ámbito educativo, especialmente a través de programas de bilingüismo que relacionan lenguas
indígenas con la lengua nacional, busca reconocer y valorar los saberes de los pueblos colonizados. La
interculturalidad, entonces, emerge como un concepto clave para restablecer relaciones positivas entre
culturas, no solo como una reivindicación histórica, sino también como una competencia esencial en