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INTRODUCCIÓN
La educación es esencial para desarrollar las habilidades y competencias necesarias para afrontar los
desafíos del mundo laboral y contribuir significativamente a la sociedad. Dentro de este contexto, el
liderazgo educativo ha emergido como un factor crucial en la calidad de la educación y en la formación
integral de los estudiantes universitarios. Conforme a Fernández (1969) la inclusión surge como un
movimiento destinado a transformar los sistemas educativos para responder a la diversidad del alumnado
y hacer efectivo el derecho a la educación con igualdad de oportunidades. Todo ello se relaciona con el
acceso, la permanencia, la participación y los logros de todos los estudiantes, con especial énfasis en
aquellos que están excluidos o en riesgo de ser excluidos. Los líderes educativos elevan las expectativas
de rendimiento, fomentan la participación activa de los estudiantes, fomentan la colaboración y brindan
apoyo individualizado. El éxito académico y personal de los estudiantes, así como el progreso de la
sociedad en general, depende de los líderes educativos que comprendan cómo pueden maximizar el
potencial de los estudiantes y promover una educación de alta calidad. Teniendo en cuenta estos
antecedentes, es evidente que es necesario investigar más sobre el liderazgo educativo inclusivo y cómo
afecta la formación de los estudiantes universitarios. Para garantizar el éxito académico y personal de
los estudiantes, así como para contribuir al avance de la sociedad en su conjunto, los líderes educativos
deben comprender cómo pueden maximizar el potencial de los estudiantes, fomentar su desarrollo
integral y promover una educación de alta calidad. El problema se deriva de la ausencia o debilidad del
liderazgo educativo en los centros académicos. Durante mucho tiempo, la educación se ha centrado
principalmente en los programas de estudios, metodologías de enseñanza y los recursos materiales,
prescindiendo de la importancia del liderazgo en la formación de los estudiantes.
Hay una variedad de razones para este problema. Algunos líderes educativos pueden no estar
adecuadamente capacitados o preparados para desempeñar estos roles. Según Gairín (2010) es necesario
implementar políticas educativas que fomenten la inclusión, que implican aceptar la diversidad cultural,
abordar las dificultades para aprender en grupos vulnerables, fomentar la participación de toda la
comunidad educativa y trabajar juntos. “La capacitación de los docentes les permitirá afrontar la
heterogeneidad que siempre existe en las aulas para que todos los estudiantes puedan aprender al
máximo independientemente de las características e individualidades que presenten” Vera et al. (2020).