pág. 8191
En este orden de ideas, se requieren modelos policiales diseñados a partir del paradigma de seguridad
ciudadana; ya que, este enfoque les permitirá a las policías municipales aprovechar la red de actores y
alianzas público-privadas, en donde su intervención se enriquezca por las habilidades, intereses y
conocimientos de la comunidad que protege; es decir, se asume la noción de gobernanza que consiste
en: “rediseñar los arreglos institucionales que definen la estructura del sector público, sus procesos de
decisión, sus cajas de herramientas y sus mecanismos de evaluación y rendición de cuentas para
adaptarlos a la innovación y la experimentación” (Longo, 2020, pág. 53).
Así mismo, es necesario considerar a la dignificación policial, como uno de sus ejes principales, pues
tal como lo señalan Chinchilla y Vorndran (2018): se requiere trasformar el oficio policial en una
profesión; en donde se disfrute de los beneficios que cualquier empleado público recibe, derivado del
desempeño de sus funciones. No haciéndolo más atractivo, solamente a través de mayores ingresos,
también, con la asignación de seguridad social (seguro médico, de vida, créditos hipotecarios, etc.) y de
protección personal (equipamiento, uniformes, entre otros), que protejan al policía de los riesgos que
enfrentan en su día a día; permitiendo la retención de capital humano.
Además, el fortalecimiento institucional necesita de la profesionalización constante de los funcionarios
públicos; por ende, es necesario el establecimiento de Academias de policía municipales, conformada
por personal especializado, con énfasis en tareas de proximidad social e inteligencia policial. Ante dicha
situación, en México desde 2007, “se incorporó la profesionalización de las policías municipales como
una prioridad” (Heredia, 2021, pág. 82). Por ejemplo, en el sexenio del presidente Calderón “se creó un
Plan para el fortalecimiento de las policías locales (estatales y municipales) y dos fondos, el Subsidio
para la Seguridad Municipal (SUBSEMUN) y el Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública
(FASP)" (Alvarado y Padilla, 2021, pág. 15); sin embargo, a pesar de los recursos invertidos por el
gobierno federal, de 2008 a 2015, los municipios no lograron la profesionalización de sus cuerpos
policiales (Heredia, 2021).
A dicha falta de profesionalización, se suma el maltrato que reciben las policías por parte de sus
superiores (abuso laboral, largas jornadas laborales, despidos injustificados...); convirtiendo a la función
policial en un trabajo temporal/transitorio y, no, en una opción de desarrollo personal y profesional; en
donde la vocación, la actitud de servicio y la preparación, carecen de importancia. Aunado, a la