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Si queremos que la literatura ayacuchana tenga en su esencia lo que Vallejo dijo: “Todo acto o voz
genial, viene del pueblo y va hacia él”, debemos manejar de manera equilibrada en el arte de la literatura:
lo cognoscitivo, lo ideológico y lo estético como lo hacen los compositores contemporáneos del huayno
ayacuchano. Esto fortalece la direccionalidad de los diferentes hitos de una literatura en su proceso de
desarrollo desde sus orígenes hasta la actualidad.
La literatura ayacuchana (por ende nacional), como una atención intensa y profunda, no solo debe
preocuparse por lo estético (como se está viendo), sino también se debe preocupar por la atención de
otros aspectos como por lo geográfico, lo histórico, lo social, la tradición, la cultura, la música, la
filosofía andina como pensamiento, y no saltarse del proceso o cause dejado o trazado por los poetas
consagrados. Este hecho canaliza en un buen fluir la concatenación de los escritores sobremanera en el
tiempo, ubicándoles coherentemente en las diferentes etapas del desarrollo de la literatura.
El estudio exploratorio de una literatura, también debe contemplar en su análisis diacrónico una mirada
sociológica e histórica y no caer plenamente en la tendencia estructural, funcional y del formalismo que
ya nos podrían darnos miradas sesgadas o limitadas. Muchas veces, solo el culto a la belleza desorienta
nuestro allin kawsay porque la poesía sirve también para amar la sociedad. Por ello, se acudió en nuestro
estudio, en torno a una periodización, al uso del método de la historia literaria que tiene su soporte en
la historia, la sociología y la antropología.
Es importante tener en cuenta el pensamiento de los autores en una clasificación y ubicación en una
determinada etapa del proceso de la literatura. Para ello, el gran escritor Miguel Gutiérrez Correa nos
plantea la existencia de tres tipos de hombre: (1) conservador, (2) reformador o (3) transformador. Este
pensamiento conduce a ver la literatura como un proceso de desarrollo como parte del proceso histórico
de los diferentes pueblos y de la nación. Como decían los filósofos contemporáneos clásicos, en nuestro
quehacer de arte y de pensamiento, no se trata de solo conocer el mundo, sino de transformarlo.
Finalmente, para la clasificación de las creaciones literarias de los diferentes autores se tuvo que acudir
necesariamente a los clásicos en el estudio de la literatura. Se acudió, por ejemplo, al pensamiento de
Anderson Ímber citado por Bravo (1984) que nos plantea un esquema sencillo y a la vez complejo en
su praxis: “La impresión, la exégesis y el juicio” (p. 129) en el estudio de una obra literaria.