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y garantiza que los servidores públicos tengan acceso a beneficios mínimos y salarios justos. Por
su parte, el principio protector reconoce la desigualdad inherente en la relación laboral y busca
corregir este desequilibrio de poder entre empleadores y trabajadores.
Ecuador, al igual que muchos otros países como Alemania, Chile, Perú, Italia, enfrenta un desafío
crítico en cuanto a la regulación de los contratos de servicios ocasionales en el sector público.
Este problema radica en la ponderación de la necesidad institucional por encima del derecho a la
estabilidad laboral de los trabajadores, lo que a menudo los deja en un estado de indefensión. Esta
situación plantea interrogantes sobre la equidad en las relaciones laborales y pone en entredicho
el compromiso de un país con los derechos de los trabajadores. En el contexto ecuatoriano, los
contratos de servicios ocasionales se han vuelto una práctica común en el sector público. Estos
contratos, concebidos originalmente para cubrir necesidades temporales y específicas de las
instituciones gubernamentales, se han utilizado en exceso y de manera inapropiada. Uno de los
principales problemas es que se otorgan sin la debida justificación, lo que abre la puerta a la
arbitrariedad y al abuso.
La consecuencia más perjudicial de esta práctica es la vulnerabilidad de los trabajadores. Al no
contar con contratos permanentes, los empleados se encuentran en una posición de inestabilidad
laboral constante. Esto significa que pueden ser despedidos sin previo aviso y sin derecho a
indemnización, lo que los expone a riesgos financieros y personales significativos.
La situación en Ecuador se agrava aún más cuando se considera el hecho de que, en muchos casos,
estos contratos ocasionales se renuevan una y otra vez. Esto crea una especie de "empleo perpetuo
temporal", donde los trabajadores continúan desempeñando funciones a largo plazo sin los
beneficios y la seguridad que conlleva un contrato permanente. El Estado, por otro lado, se
beneficia de la flexibilidad que estos contratos le ofrecen, ya que puede ajustar su fuerza laboral
de acuerdo con las necesidades cambiantes sin asumir compromisos a largo plazo.
Este enfoque, si bien beneficia a las instituciones gubernamentales en términos de flexibilidad,
socava gravemente la seguridad laboral y la estabilidad de los trabajadores. Los empleados que
se encuentran en esta situación a menudo enfrentan dificultades para planificar su futuro, acceder
a préstamos o hipotecas, y satisfacer sus necesidades básicas. Esto, a su vez, tiene un impacto