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IMPLEMENTACIÓN DE UN PROGRAMA
PARENTAL, EDUCATIVO, EMOCIONAL PARA
LOS PADRES DE PRIMER GRADO
IMPLEMENTATION OF A PARENTAL, EDUCATIONAL,
EMOTIONAL PROGRAM FOR FIRST GRADE PARENTS
Lizbeth Adriana Romero Saritama
Investigador Independiente, Ecuador
Juliana Estefania Vivanco Mocha
Investigador Independiente, Ecuador
Viviana del Rocio Vivanco Mocha
Investigador Independiente, Ecuador
pág. 4781
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i3.11686
Implementación de un Programa Parental, Educativo, Emocional para
los Padres de Primer Grado
Lizbeth Adriana Romero Saritama
1
lromerosaritama@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-5417-9011
Investigador Independiente
Ecuador
Juliana Estefania Vivanco Mocha
juliana.evm0388@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0002-6604-093X
Investigador Independiente
Ecuador
Viviana del Rocio Vivanco Mocha
rociovm_9@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0008-2194-8411
Investigador Independiente
Ecuador
RESUMEN
La transición al primer grado es crucial en el desarrollo académico y emocional de los niños, y el
rol de los padres es fundamental. Este estudio tuvo como objetivo implementar un programa
parental educativo emocional para padres de primer grado. Metodológicamente, se adoptó un
enfoque mixto, combinando métodos cuantitativos y cualitativos, con encuestas y entrevistas a
padres y docentes. Los principales resultados revelan que el 100% de los participantes está
dispuesto a participar en el programa, destacando la necesidad de fortalecer las competencias
parentales. Además, se identificaron áreas críticas como el conocimiento limitado sobre el
desarrollo infantil y la baja participación en actividades recreativas. La implementación del
programa busca mejorar el ambiente familiar, reducir el estrés parental y fomentar un desarrollo
integral en los niños, promoviendo habilidades socioemocionales y cognitivas esenciales para su
éxito académico y personal. Estas intervenciones son fundamentales para establecer un entorno
familiar positivo y enriquecedor, impactando directamente en el bienestar y rendimiento de los
estudiantes.
Palabras clave: programas, parentalidad positiva, desarrollo infantil
1
Autor principal
Correspondiente: lromerosaritama@gmail.com
pág. 4782
Implementation of a Parental, Educational, Emotional Program for
first Grade Parents
ABSTRACT
The transition to first grade is crucial in the academic and emotional development of children,
and the role of parents is fundamental. This study aimed to implement an educational emotional
parental program for first-grade parents. Methodologically, a mixed approach was adopted,
combining quantitative and qualitative methods, with surveys and interviews conducted with
parents and teachers. The main results reveal that 100% of the participants are willing to
participate in the program, highlighting the need to strengthen parental competencies.
Additionally, critical areas such as limited knowledge about child development and low
participation in recreational activities were identified. The implementation of the program seeks
to improve the family environment, reduce parental stress, and promote comprehensive
development in children by fostering essential socio-emotional and cognitive skills for their
academic and personal success. These interventions are fundamental to establishing a positive
and enriching family environment, directly impacting the well-being and performance of students.
Keywords: programs, positive parenting, child development
Artículo recibido 16 abril 2024
Aceptado para publicación: 20 mayo 2024
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INTRODUCCIÓN
La transición al primer grado representa un período crucial en el desarrollo académico y
emocional de los niños, donde el rol parental adquiere una relevancia fundamental. La
implementación de un programa parental, educativo y emocional direccionado a los padres de
primer grado permite proporcionar las herramientas necesarias para retroalimentar efectivamente
a los infantes durante este ciclo escolar. Este tipo de intervención no solo promueve el desarrollo
cognitivo y social de los niños, sino que también fortalece las habilidades parentales, favoreciendo
un entorno familiar estable y enriquecedor. El involucramiento en la educación temprana de sus
hijos se correlaciona positivamente con el rendimiento académico y el bienestar emocional de los
estudiantes.
El problema de investigación se centra en la implementación de un programa parental, educativo
y emocional dirigido a padres de primer grado. Pues se busca abordar las dificultades que
enfrentan en la orientación y apoyo emocional de los infantes durante el inicio de su vida escolar
formal. La falta de habilidades y conocimientos adecuados puede repercutir negativamente en el
rendimiento académico y el desarrollo integral de los menores. Ahora bien, la carencia de
estrategias efectivas para manejar el estrés y las emociones en el ámbito familiar pueden exacerbar
los desafíos educativos.
Ante esta realidad, la implementación del programa se justifica debido al impacto en el desarrollo
integral. El involucramiento activo en la educación ha demostrado mejorar los resultados
académicos, emocionales y sociales. Es así que la propuesta impulsará estrategias necesarias para
ayudar a los menores, fortaleciendo el vínculo entre hogar y escuela. A su vez, aborda los desafíos
emocionales que enfrentan, ayudándoles a manejar sus emociones y, en consecuencia, a apoyar
de manera más efectiva a sus hijos. Proveer conocimientos específicos sobre el desarrollo infantil
y técnicas pedagógicas mejora significativamente la calidad de las relaciones, traduciéndose en
un óptimo rendimiento académico y una mayor motivación para el aprendizaje. El adecuado
acompañamiento parental durante los primeros años de escolarización tiene efectos duraderos en
el desarrollo biopsicosocial de los párvulos, estableciendo una base sólida para su éxito futuro. El
objetivo del estudio está relacionado con implementar un programa parental, educativo,
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emocional para los padres de primer grado.
Con respecto a los antecedentes investigativos, Cuesta Castillo (2019), da a conocer que los
progenitores primerizos suelen replicar los patrones de relación y de convivencia aprendidos en
su infancia, lo que puede causar conflictos por diferencias de roles y expectativas familiares. De
igual manera, refiere que un estilo parental efectivo se fundamenta en el apoyo, diálogo y
cercanía, requiriendo que desarrollen competencias emocionales y comprendan las necesidades
de sus hijos. Asimismo, la inclusión de programas de educación emocional responde al aumento
de comportamientos de riesgo. A través de aprendizajes activos y participativos, los padres
reflexionaran sobre el comportamiento de los menores y cómo enfrentar nuevas situaciones.
Por su parte Rubio Hernández (2023), señala que es fundamental que los programas de educación
parental en modalidad grupal se alineen con las necesidades y deseos actuales de aprendizaje.
Esto implica que dichos recursos deben ser diseñados y adaptados para abordar las inquietudes y
expectativas específicas del contexto actual. Al hacerlo, se asegura que los contenidos sean
relevantes y útiles para los participantes, facilitando su implicación y compromiso. Asimismo, la
conexión entre los temas a tratar y las necesidades reales permitirá que estos adquieran
competencias y habilidades prácticas que puedan aplicar directamente en la crianza y educación
de sus hijos, asi contribuyendo al desarrollo integral de los niños.
Por su parte, el Ministerio de Educación del Ecuador (2019), impulsa el programa Educando en
Familia, cuya finalidad es fomentar la participación activa y responsable de los representantes de
los estudiantes, con el fin de fortalecer sus habilidades para apoyar el desarrollo integral de los
menores. Para la consecución de resultados, se implementan diversas estrategias que ayudan a
comprender sus roles tanto en el hogar como en las instituciones educativas, mejorando sus
prácticas de crianza y fortaleciendo sus vínculos para una convivencia armoniosa. Este programa
vincula a docentes, personal del DECE, autoridades, organizaciones de padres y actores locales.
La metodología del programa incluye diversas etapas, campañas de socialización, talleres
vivenciales, y encuentros comunitarios donde participan en actividades sociales, culturales y
deportivas, fomentando una mejor convivencia. Mientras que las acciones vivenciales incluyen
la educación en valores, prevención del consumo de drogas, apoyo al rendimiento académico,
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educación sexual y afectiva, prevención del acoso escolar, comunicación familiar y prevención
de la violencia sexual, entre otros, donde los educadores abordan las temáticas y promueven
actividades prácticas que permiten compartir sus perspectivas y construir colectivamente guías
para su rol como representantes en el hogar y la escuela.
En respecto a la fundamentación teórica es pertinente mencionar los criterios de parentalidad
positiva que se entiende como un comportamiento de los padres que respetan el mejor interés del
niño y sus derechos, tal como lo establece la convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos del niño Organización de las Naciones Unidas (1989). También, la parentalidad positiva
implica la creación de límites necesarios para que los niños puedan desarrollar su potencial al
máximo, sin recurrir a la violencia como método de disciplina. En este contexto, la parentalidad
positiva busca modificar el comportamiento de los padres para disciplinar o apoyar el desarrollo
del niño de manera adecuada a través del diálogo, acuerdos mutuos, control de las emociones y
el establecimiento de buenos ejemplos. Por su parte Morán Quinteros et al. (2023), la crianza
positiva juega un rol crucial en el desarrollo de los niños y niñas. Un cuidado sensible implica
interacciones cálidas y empáticas, fundamentadas en el buen trato y la promoción de un apego
seguro. Cuando se practica este tipo de cuidado, se minimiza el uso de malos tratos y, por ende,
el maltrato infantil. En contraste, los malos tratos en la crianza son un factor de riesgo para la
aparición de diversas dificultades conductuales, sociales y emocionales, como la depresión, la
ansiedad o la baja autoestima. Además, el maltrato es un factor de riesgo para las futuras
generaciones, ya que un niño que ha sido víctima de violencia puede convertirse en un padre o
madre maltratador. Es esencial reducir estos factores de riesgo y fortalecer los factores de
protección. De acuerdo con Carbonell et al. (2021), expone los derechos y responsabilidades de
la parentalidad que incluyen:
Proveer cuidados básicos, proteger y educar a los niños hasta que alcancen una edad
apropiada.
Asegurar la seguridad de los niños.
Guiarlos y establecer límites.
Garantizarles estabilidad.
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Proporcionar condiciones para su desarrollo intelectual, emocional y social, especialmente
mediante la transmisión de competencias aceptadas y el modelado de comportamientos
deseables.
Respetar la ley y contribuir a la seguridad de la sociedad.
Participar en la prosperidad económica de la nación.
Por su parte Gómez Muzzio (2019), establece una clasificación de competencias parentales, entre
las cuales destaca. En primera instancia, las competencias vinculadas, definidas como el conjunto
de conocimientos, habilidades y prácticas de crianza diaria que promueven un apego seguro y un
desarrollo socioemocional adecuado en los niños. Estas competencias se manifiestan a través de
prácticas de crianza socioemocional, que incluyen comportamientos verbales, físicos, afectivos y
visuales de los padres para involucrar a sus hijos en intercambios personales mediante abrazos,
besos, caricias, sonrisas y juegos cara a cara. Es crucial para estos intercambios la cercanía
emocional, la apertura, la escucha y la empatía.
En segunda instancia, las competencias parentales formativas, son las actitudes y prácticas de
crianza que favorecen el desarrollo, aprendizaje y socialización de los niños. Estas competencias
incluyen:
Organización de la experiencia: Estructuración de un entorno adecuado para el niño,
facilitando la exploración y el aprendizaje.
Autonomía progresiva: Fomentar la capacidad del niño para ser autónomo en diversas
situaciones cotidianas.
Mediación del aprendizaje: Facilitar la exploración y el descubrimiento del mundo,
integrando aprendizajes significativos.
Disciplina positiva: Regular el comportamiento del niño mediante la anticipación,
explicación, ejemplo y negociación, respetando sus derechos.
Socialización: Transmitir normas y reglas sociales, introduciendo al niño en los valores y
costumbres de su comunidad y cultura
Posteriormente, las competencias parentales protectoras, comprenden conocimientos, actitudes y
prácticas cotidianas que crean condiciones propicias para el desarrollo infantil, reducen el estrés
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tóxico y protegen la integridad física, emocional y sexual de los niños, garantizando sus derechos
y necesidades de desarrollo humano Gómez Muzzio (2019).
Para terminar, las competencias parentales reflexivas, se enfocan en cuidar y proteger la
integridad física, emocional y psicosocial del niño, satisfaciendo sus necesidades de desarrollo
humano. Incluyen la creación de contextos de buen trato, la provisión de cuidados diarios, la
organización de la vida cotidiana y la conexión con redes de apoyo social Pacurucu et a al. (2023)
Con respecto, al impacto de la parentalidad positiva en el desarrollo emocional y social de los
niños. Hernández y Rodríguez (2020), los padres que practican la parentalidad positiva
promueven un entorno donde los niños se sienten valorados y respetados, lo que facilita la
formación de un apego seguro y fomenta la confianza en mismos. Este enfoque de crianza no
solo mejora las relaciones familiares, sino que también impacta positivamente en la capacidad de
los niños para interactuar con sus pares y otros adultos en diferentes contextos sociales.
Cabe recalcar que, las prácticas de parentalidad positiva, como el uso de la comunicación afectiva
y la disciplina constructiva, ayudan a los niños a desarrollar habilidades emocionales clave, como
la empatía y la autorregulación. De acuerdo con López y Fernández (2021), estas habilidades son
esenciales para manejar el estrés y las emociones negativas, y contribuyen a una mayor resiliencia
frente a las adversidades. Los niños que experimentan este tipo de crianza son más propensos a
desarrollar relaciones saludables y a mostrar comportamientos prosociales.
De este modo, la investigación de García y Torres (2019) destaca que los niños que crecen en
ambientes de parentalidad positiva tienen menos probabilidades de presentar problemas de
conducta y trastornos emocionales. Este estilo de crianza, que enfatiza el respeto mutuo y el apoyo
emocional, ayuda a prevenir la aparición de ansiedad, depresión y baja autoestima. Además,
fomenta un desarrollo más armonioso y equilibrado en los niños, lo que les permite afrontar los
desafíos de manera más efectiva
En relación con el estudio de Martínez y Pérez (2022) señala que la parentalidad positiva también
tiene un impacto significativo en el rendimiento académico de los niños. Los niños que se sienten
emocionalmente seguros y apoyados en casa tienden a mostrar una mayor motivación y
compromiso con sus estudios. La implicación activa de los padres en la educación de sus hijos, a
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través de prácticas positivas, crea un entorno propicio para el aprendizaje y el desarrollo
intelectual.
Por su parte, la parentalidad positiva se ha asociado con una mejor salud mental en los niños a
largo plazo. Según Ruiz y Ramírez (2023), los niños que reciben un cuidado afectuoso y
consistente son menos propensos a desarrollar trastornos mentales en la adolescencia y la adultez.
Estos niños aprenden a manejar mejor el estrés y a desarrollar estrategias de afrontamiento
saludables, lo que contribuye a su bienestar general.
Sin duda, la creación de un entorno familiar positivo también fortalece los vínculos familiares y
fomenta una dinámica de apoyo mutuo. Vega y Sánchez (2020), sugieren que los niños que crecen
en familias donde se practican principios de parentalidad positiva son más propensos a establecer
relaciones cercanas y significativas con sus padres y hermanos. Esto no solo mejora la cohesión
familiar, sino que también proporciona un modelo de relaciones saludables para los niños.
Finalmente, es importante destacar que la parentalidad positiva contribuye a la formación de
ciudadanos responsables y empáticos. Según el estudio de Navarro y Gómez (2019), los niños
que crecen en un entorno de apoyo y respeto son más propensos a desarrollar un sentido de justicia
y responsabilidad social. Estos valores son esenciales para la construcción de una sociedad más
equitativa y solidaria, y la parentalidad positiva juega un papel fundamental en este proceso.
Sobre el modelo teórico para la parentalidad positiva subraya la importancia de las relaciones
tempranas en el desarrollo emocional y social de los niños. Este modelo sostiene que los niños
necesitan sentirse seguros y valorados para desarrollar una salud emocional y social adecuada. La
parentalidad positiva se centra en la creación de un entorno donde los niños se sientan seguros,
respetados y emocionalmente conectados con sus cuidadores Arranz Freijo et al (2017). Este
modelo expone diversos elementos entre los cuales se destaca:
El buen trato está asociado a la presencia de condiciones favorables dentro del contexto familiar,
que facilitan la creación de vínculos de apego seguros con los padres y/o cuidadores. Esto incluye
una adecuada regulación emocional, gestión de la expresividad y la implementación de prácticas
parentales que promuevan el desarrollo de la autoestima, la autonomía y la resiliencia en los niños.
Con respecto a la promoción del desarrollo se enfoca en la capacidad del entorno familiar para
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estimular el desarrollo infantil. Esto se ve reforzado por la presencia de materiales de estimulación
en el hogar y la promoción del aprendizaje a través del juego en familia. Por otro lado, la ecología
potenciadora de la parentalidad se refiere al apoyo social dentro de la familia en relación con las
tareas de crianza. Este apoyo se manifiesta en la calidad de las relaciones familiares, la
implicación del padre y la calidad de la relación entre la familia y la escuela. Por último, la
estructura, es una de las necesidades fundamentales del ser humano dentro del paradigma de las
doce necesidades básicas. Esta estructura es esencial para proporcionar un entorno seguro y
organizado, que permita a los niños desarrollar habilidades y competencias necesarias para su
crecimiento integral Arranz Freijo et al (2017).
En cuanto al desarrollo psicoevolutivo de los niños de primero de básica. Papalia (2009)
proporciona información sobre las principales características de esta etapa. A los 5 años, los niños
experimentan un desarrollo significativo en diversas áreas. Cognitivamente, a los 5-6 años, los
niños comienzan a entender conceptos básicos de números y letras, mostrando notables avances
en la memoria y la capacidad de atención, lo cual les permite participar en actividades educativas
con mayor eficacia. Socialmente, esta etapa se caracteriza por una búsqueda activa de la
aprobación de sus pares y adultos, lo que impulsa el desarrollo de habilidades para la cooperación
y el juego en grupo. Emocionalmente, los niños de esta edad presentan un mayor control de sus
impulsos, lo que les ayuda a manejar frustraciones y conflictos de manera más adecuada, y pueden
expresar sus sentimientos con mayor claridad y precisión. Físicamente, se observa una mejora
significativa en la coordinación y en las habilidades motoras finas, permitiéndoles realizar tareas
como escribir, dibujar y manejar objetos pequeños con mayor destreza. Estos avances en las
distintas áreas del desarrollo son fundamentales para su integración escolar y social, preparando
el terreno para futuros aprendizajes y relaciones interpersonales más complejas y enriquecedoras,
estableciendo así una base sólida para su crecimiento continuo en los años posteriores.
METODOLOGÍA
Este estudio adoptó un enfoque mixto, combinando métodos cuantitativos y cualitativos, con un
diseño exploratorio. Este enfoque permite una comprensión más profunda y amplia del fenómeno
estudiado al integrar diferentes tipos de datos.
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La población objetivo del estudio estuvo conformada por 30 padres de familia de primer grado de
la Unidad Educativa Fiscomisional Calasanz Loja. La muestra fue seleccionada mediante un
muestreo intencional, considerando aquellos padres que mostraron interés y disponibilidad para
participar en el programa parental, educativo y emocional. Se aplicó la escala de buenas prácticas
en el servicio desde el enfoque de la parentalidad positiva. Además, para recopilar información
se emplea la investigación bibliográfica.
La investigación es de tipo descriptiva y explicativa, buscando establecer relaciones de causa y
efecto entre el uso de estrategias innovadoras y el proceso de aprendizaje. Se utiliza una encuesta
como técnica de recolección de datos, diseñada con dimensiones, indicadores e ítems básicos,
aplicada tanto a estudiantes como a padres de familia, además de entrevistas a docentes.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La Figura 1 muestra que los conocimientos sobre parentalidad positiva son relativamente bajos.
Un 47% de los participantes tiene un conocimiento sustancial sobre los derechos de los niños,
niñas y adolescentes, y un 33% participa en actividades comunitarias, aunque comparten poco
tiempo de juego en entornos recreativos. Además, un 67% tiene un conocimiento muy limitado
sobre los intereses y gustos de los menores. Es relevante que todos los participantes (100%) están
de acuerdo en participar en un programa educativo parental en la institución, y un 53% menciona
la necesidad de establecer patrones de apego seguro. Según Cuesta Castillo (2019), los
progenitores primerizos tienden a replicar los patrones de relación y convivencia aprendidos en
su infancia, lo que puede causar conflictos por diferencias de roles y expectativas familiares. Un
estilo parental efectivo se fundamenta en el apoyo, diálogo y cercanía, requiriendo que desarrollen
competencias emocionales y comprendan las necesidades de sus hijos.
Materiales de Estimulación del Aprendizaje (MEA): El 53.33% de los participantes presenta
respuestas preocupantes, indicando competencias limitadas para fomentar el aprendizaje y la
curiosidad de sus hijos. Un 33.33% está en un rango de interés, mientras que un 6.67% da
respuestas negativas y otro 6.67% se encuentra en un rango satisfactorio. Según Rubio Hernández
(2023), es fundamental que los programas de educación parental se alineen con las necesidades y
deseos actuales de aprendizaje, abordando inquietudes y expectativas específicas del contexto.
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Potencial de Juego (PJ): Un 66.67% de los participantes está en el rango de datos preocupantes,
mostrando poco interés en el ámbito recreativo de sus hijos, ya sea en casa o en lugares públicos
como parques. Un 33.33% está en el rango de datos de interés, sugiriendo que algunos padres
comparten momentos de diversión con sus hijos, pero no de calidad, tratando de sustituir estos
momentos con juguetes poco relevantes. El juego es esencial para el desarrollo integral de los
niños, ya que promueve habilidades sociales, emocionales y cognitivas Ministerio de Educación
del Ecuador (2019).
Estimulación del Desarrollo Cognitivo (EDC): Un 30% de los participantes se encuentra en el
rango de datos negativos, el 36.67% en datos preocupantes y el 33.33% en datos interesantes.
Esto se debe a un escaso interés en incentivar a los niños a aprender cosas nuevas por sí mismos
y a despertar su curiosidad con conceptos sencillos como arriba, abajo, dentro o fuera. La
estimulación cognitiva temprana es crucial para el desarrollo de habilidades intelectuales y el
rendimiento académico futuro Gómez Muzzio (2019).
Estimulación del Desarrollo Lingüístico (EDL): Un 66.67% está en el rango de datos
preocupantes y el 33.33% en el rango de datos de interés. Aunque los padres pasan tiempo con
sus hijos, no los incentivan correctamente a aprender nuevas palabras ni los corrigen
adecuadamente cuando pronuncian mal. Además, no invierten tiempo en enseñar palabras
sencillas como "por favor", "gracias" o "discúlpame", ya que ellos mismos no las utilizan
frecuentemente. La estimulación del desarrollo lingüístico es vital para el éxito escolar y social
de los niños Morán Quinteros et al. (2023).
Expresividad Emocional (EE): Un 56.67% de los participantes está en el rango de datos
negativos y el 43.33% en el rango de datos preocupantes. Esto se debe a una gestión inadecuada
de los sentimientos de los niños por parte de los cuidadores/representantes legales/padres o
madres de familia, ya sea en el llanto, deseos, actitudes, y en el ejemplo que dan sobre la expresión
de las emociones. La expresividad emocional adecuada en la crianza promueve el desarrollo de
la empatía y la autorregulación en los niños López y Fernández (2021).
Establecimiento de Límites y Frustración Óptima (ELFO): Un 10% de los participantes está
en el rango de datos satisfactorios, el 33.33% en datos de interés, el 30% en datos preocupantes y
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el 26.67% en datos negativos. Aunque hay un alto índice de datos negativos, un buen número se
ubica en el rango de interés. Sin embargo, comparado con el factor anterior, puede haber poca
sinceridad en las respuestas, ya que este factor incluye ítems relacionados con las emociones, la
corrección de los hijos y la enseñanza de hábitos cotidianos según la edad del niño. Establecer
límites claros y consistentes es esencial para el desarrollo emocional y social de los niños
Carbonell et al. (2021).
Potenciación de la Autoestima y la Autonomía (PAA): Un 36.67% de los participantes se ubica
en el rango de datos negativos, el 16.67% en datos preocupantes, el 20% en datos de interés y el
30% en datos satisfactorios. Esto indica que los padres no establecen reglas o actividades que los
niños deben cumplir, como guardar sus juguetes o colocar la ropa sucia en su lugar. La autoestima
y la autonomía son fundamentales para el desarrollo personal y la capacidad de los niños para
enfrentar desafíos Navarro y Gómez (2019).
Observación de la Interacción con el Niño/a (OIN): Un 33.33% de los participantes está en el
rango de datos negativos, el 50% en datos preocupantes, el 16.67% en datos de interés. La
observación y participación activa en la vida de los niños es crucial para fortalecer los lazos
familiares y fomentar un desarrollo saludable Hernández y Rodríguez (2020).
La Figura 3 revela aspectos adicionales sobre el entorno familiar:
Calidad del Entorno Físico (CEF): Un 33.33% de los participantes está en el rango de datos
negativos, el 50% en datos preocupantes, el 16.67% en datos de interés y ninguno (0%) en datos
satisfactorios. La calidad del entorno físico influye significativamente en el desarrollo cognitivo
y emocional de los niños (Arranz Freijo et al., 2017).
Implicación del Padre o Segunda Figura de Crianza (IP): Un 40% de las familias está en el
rango de datos de interés debido a que muchas familias son monoparentales o la figura paterna ha
estado ausente durante la primera infancia del niño, o tiene poco involucramiento en su cuidado,
mientras que el 60% se ubica en datos negativos. La implicación del padre en la crianza es crucial
para el desarrollo equilibrado y emocionalmente saludable de los niños Vega y Sánchez (2020).
Calidad del Cuidado Sustituto (CCS): Un 60% de las familias se encuentra en el rango de datos
negativos y el 40% en datos preocupantes, relacionado con el cuidado diario de los niños por
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abuelos o cuidadores externos debido a motivos laborales u otras circunstancias, y la poca
comunicación con estos cuidadores. La calidad del cuidado sustituto es esencial para asegurar la
continuidad en el desarrollo emocional y cognitivo de los niños Gómez Muzzio (2019).
Relaciones con la Familia Extensa y Red Social de Amistades y Servicios (RFE): Un 66.67%
de las familias se ubica en el rango de datos preocupantes, indicando que no tienen personas de
confianza para consultar sobre la educación del niño, y que la relación entre las madres y los
abuelos paternos es deficiente. Un 13.33% manifiesta no tener contacto con otros familiares y
desconfía del sistema de salud, y el 20% se ubica en datos de interés, ya que tienen amigos con
quienes pueden dialogar sobre el cuidado y educación de los niños. Las redes de apoyo social son
fundamentales para proporcionar orientación y apoyo en la crianza de los niños Papalia (2009).
Estabilidad de las Relaciones Sociales Infantiles e Interés Parental en las Mismas (ERSI):
El 100% de las familias se encuentra en un rango de datos satisfactorios, involucrándose en el
festejo de cumpleaños de sus hijos o de los hijos de amigos, y permitiendo que sus hijos jueguen
libremente en parques locales. La estabilidad y el apoyo en las relaciones sociales infantiles son
cruciales para el desarrollo social y emocional García y Torres (2019).
Relaciones con la Escuela (RE): Un 66.67% de las familias se ubica en el rango de datos
preocupantes y el 33.33% en datos negativos, debido a que no se involucran en las actividades
académicas de sus hijos, no asisten regularmente al inicio o fin de la jornada académica diaria, ni
a las reuniones convocadas por los docentes. La participación de los padres en la educación
escolar es vital para el rendimiento académico y el desarrollo integral de los niños Martínez y
Pérez (2022).
Diversidad de Experiencias (DE): Un 33.33% de las familias se encuentra en el rango de datos
negativos, el 40% en datos preocupantes y el 26.67% en datos de interés, indicando que los padres
no llevan a sus hijos a eventos infantiles, no participan en ver programas infantiles con ellos, y no
han visitado un parque infantil durante todo el año. La diversidad de experiencias es fundamental
para el desarrollo cognitivo y social de los niños Ruiz y Ramírez (2023).
Exposición al Conflicto Familiar (ECF): Un 50% de las familias se ubica en el rango de datos
preocupantes, aunque al invertir los resultados, se evidencia que los datos se inclinan más hacia
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los datos positivos y de interés, demostrando que los padres de familia tienen conflictos
conductuales que se manifiestan frente a los niños, incluyendo insultos y amenazas entre los
representantes legales. La exposición al conflicto familiar puede tener efectos negativos a largo
plazo en la salud mental y el desarrollo emocional de los niños López y Fernández (2021).
Estrés Parental (EP): Un 40% de las familias se encuentra en el rango de datos positivos y el
60% en datos preocupantes. Los ítems considerados incluyen la percepción de los padres de que
el cuidado de los niños les quita tiempo para trabajar u otras actividades, la conducta del niño
como una fuente de estrés, y la presencia de cargas familiares adicionales o eventos estresantes
recientes. El estrés parental puede influir negativamente en la calidad de la crianza y el bienestar
de los niños Navarro y Gómez, (2019).
Triangulación de datos
Los datos obtenidos revelan la necesidad urgente de mejorar la parentalidad positiva en la
población estudiada. Aunque un 47% de los participantes tiene conocimiento sobre los derechos
de los niños, niñas y adolescentes, y un 33% participa en actividades comunitarias, un preocupante
67% demuestra un conocimiento limitado sobre los intereses y gustos de los menores. Es
significativo que el 100% de los participantes esté dispuesto a participar en un programa educativo
parental, subrayando la necesidad de establecer patrones de apego seguro (Cuesta Castillo, 2019).
Se observó que un 53.33% de los participantes presenta competencias limitadas para fomentar el
aprendizaje y la curiosidad de sus hijos, y un 66.67% muestra poco interés en el ámbito recreativo
de sus hijos. Rubio Hernández (2023) resalta la importancia de alinear los programas de educación
parental con las necesidades actuales de aprendizaje. Además, en la estimulación del desarrollo
cognitivo, un 36.67% de los participantes se encuentra en datos preocupantes, mientras que un
33.33% está en datos interesantes. Gómez Muzzio (2019) enfatiza la importancia de la
estimulación cognitiva temprana para el desarrollo de habilidades intelectuales y el rendimiento
académico futuro. Similarmente, en la estimulación del desarrollo lingüístico, un 66.67% está en
el rango de datos preocupantes, lo cual afecta negativamente el éxito escolar y social de los niños
(Morán Quinteros et al., 2023).
El entorno familiar también presenta desafíos significativos. Un 50% de los participantes se
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encuentra en datos preocupantes respecto a la calidad del entorno físico, y un 60% en datos
negativos relacionados con la calidad del cuidado sustituto, lo cual es crucial para el desarrollo
emocional y cognitivo de los niños (Gómez Muzzio, 2019). Además, la implicación del padre o
segunda figura de crianza es deficiente en un 60% de las familias, lo que impacta negativamente
el desarrollo equilibrado y emocional de los niños (Vega y Sánchez, 2020). La exposición al
conflicto familiar y el estrés parental también son preocupantes, con un 50% y un 60% de datos
preocupantes, respectivamente, demostrando la necesidad de intervenciones efectivas para
mejorar la calidad de la crianza y el bienestar de los niños (López y Fernández, 2021; Navarro y
Gómez, 2019).
Ilustraciones, Tablas, Figuras
A continuación, se presentan las figuras que validan el proceso de recolección, análisis de
información.
Figura 1 Resultados generales de la encuesta de parentalidad positiva
Fuente: Elaboración propia (2024)
Figura 2 Resultados de la subescala de estimulación del desarrollo cognitivo – lingüístico
Fuente: Elaboración propia (2024)
pág. 4796
Figura 3 Resultados de la subescala estimulación del desarrollo socio emocional
Fuente: Elaboración propia (2024)
Figura 4 Resultados de la subescala organización del entorno físico y del contexto social
Fuente: Elaboración propia (2023)
CONCLUSIONES
Del estudio se puede concluir
Es fundamental implementar programas educativos que fortalezcan las competencias parentales,
enfocándose en estrategias prácticas para fomentar el aprendizaje temprano, el desarrollo del
lenguaje y la estimulación cognitiva de los niños.
La baja participación de los padres en actividades recreativas resalta la necesidad de programas
que motiven a los padres a involucrarse activamente en el juego y actividades lúdicas, esenciales
para el desarrollo integral de los niños.
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Es crucial abordar la calidad del entorno familiar y del cuidado sustituto mediante la educación
parental que promueva ambientes seguros y estimulantes, garantizando un desarrollo emocional
y cognitivo adecuado para los niños.
La reducción del estrés parental y conflictos familiares a través de intervenciones efectivas es
necesaria para mejorar la calidad de la crianza y el bienestar de los niños.
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