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oficialmente en la base de datos de esa organización, siendo que la mayor parte de las mismas se
encuentran en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
de América Latina y el Caribe, con 60,5 millones y 13,7 millones respectivamente (Cuellar, 2019).
Con estos datos queda claro que las MiPymes representan cuantitativamente a la mayoría de las
entidades económicas de los países del tercer mundo, y son las que más contribuyen al ingreso de los
hogares, la creación de empleo, el producto interno bruto (PIB), el crecimiento económico nacional y
el bienestar de las comunidades en donde éstas se asientan (Nelito y Muñoz, 2018).
Varios estudios comparativos entre países revelan un ciclo positivo en el cual la inversión en
investigación y desarrollo (I+D), la innovación, la productividad y el ingreso per cápita se refuerzan
mutuamente, conduciendo así a un crecimiento sostenible a largo plazo, por lo que en los países
industrializados se observa una relación positiva en ese sentido (Robles, 2022); situación que es difícil
de aplicar en las Mipymes de los países en desarrollo, a no ser que las mismas puedan recibir ciertos
tipos de incentivos fiscales, conforme a lo que se analiza en esta investigación.
Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2019), el cual
analiza los costos financieros de los incentivos fiscales a la inversión en 14 países de la región,
incluyendo diversos impuestos (renta, indirectos y contribuciones sociales), en el cual, si bien las cifras
no son directamente comparables por razones metodológicas, se observa que algunos países están
exentos de impuestos cercanos al 1% del PIB (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, México, Perú y
República Dominicana). Uruguay y Chile tienen los niveles más altos de gasto tributario centrado en la
inversión y los negocios (alrededor del 2,5 % del PIB), mientras que Guatemala y Paraguay tienen los
niveles más bajos registrados (menos del 0,7 % del PIB) (CEPAL, 2019).
El informe también destaca la importancia relativa de estos incentivos en el gasto fiscal total. Un
ejemplo es Bolivia y Chile que tienen indicadores cercanos o superiores al 70%, mientras que Argentina,
El Salvador y Perú rondan el 45% o más. En otros países, como Brasil, Ecuador, Guatemala, México,
Paraguay y República Dominicana, el porcentaje es inferior a uno de cada tres.
En relación con la carga tributaria, estas exenciones representan menos del 7% de los ingresos reales en
algunos países (Argentina, Bolivia, Brasil, Guatemala, México, Paraguay y Perú). En otros casos, las