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Es así como, por ejemplo, una de las primeras incidencias de la generalización y extensión del conflicto
entre la población, fue que, en un contexto de conflictos por la tierra y las persistentes tensiones entre
los partidos Liberal y Conservador durante la mitad del siglo XX, las preexistentes guerrillas de
orientación liberal y comunista en la región optaron por no aprovechar las amnistías ofrecidas por el
General Rojas Pinilla en 1953. Las guerrillas de tendencia comunista, lideradas por Pedro Antonio
Marín, también conocido como Manuel Marulanda Vélez o Tirofijo, se negaron a aceptar el perdón del
gobierno. Para el año 1961, el control territorial ejercido por estas guerrillas comunistas llevó a la
declaración de lo que se consideraron "repúblicas independientes" en áreas como Marquetalia,
Riochiquito, El Pato, Guayabero, Sumapaz y la región del Ariari (USAID, 2013).
Como respuesta a la posible amenaza comunista, en 1964 el presidente conservador Guillermo León
Valencia ordenó la puesta en marcha de la Operación Militar de Marquetalia. Esta operación se
convertiría en el episodio fundacional legendario de las FARC. A pesar del ataque, las guerrillas
sobrevivieron y, en la Segunda Conferencia celebrada en 1966 en Sumapaz, decidieron oficialmente
adoptar el nombre de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tomando inspiración
de las guerrillas cubanas lideradas por Fidel Castro (USAID, 2013).
Se evidencia, a partir de la proliferación de estructuras y grupos armados, que mutan de las simples
cuadrillas bandoleras a organizaciones con mando territorial e incluso poblacional, que el fenómeno de
la Violencia comienza a tener un profundo impacto en la población que se encuentra en los territorios
de control guerrillero, o disputados por los diversos grupos regulares e irregulares que operan en estas
zonas, población que incluye a los menores de edad, que no solo se ven afectados por las secuelas de la
violencia en sí misma, sino también en sus procesos educativos formales y en las secuelas que la
vivencia de los hechos violentos tuvo en su proyecto formativo y de vida.
Es así como, partiendo de la concepción de la educación como un proceso de cambio personal, que no
se restringe únicamente al ámbito familiar como el primer agente social formador, sino que a partir de
la segunda mitad del siglo XIX, también involucra a la escuela como un lugar de educación formal y
una institución que se integra en el proceso formativo de los jóvenes, es posible establecer una relación
entre los eventos violentos de este periodo y la formación pedagógica de los niños y jóvenes que los
padecieron, como así lo reconoce Romero (2013) al mencionar que las escuelas, y en términos generales,