ANGIORESONANCIA EN ANEURISMA DE LA
ARTERIA VERTEBRAL
ANGIORESONANCE IN VERTEBRAL ARTERY ANEURYSM
Nury Liseida Guevara Rosero
Universidad del Valle, Colombia
María Alejandra Tobón Arango
Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia
Solangel Burbano Villota
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Cuba
Shirley Margarita Sánchez Cera
Corporación Universitaria Rafael Núñez
Gabriel Orlando González Herrera.
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Cuba
Anny Carolina Sarria Mena
Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia
María Fernanda Cifuentes Ortiz
Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Colombia
Javier Alexander Enamorado Giraldo
Universidad del Sinú, Colombia
Juan Mario Tobón Arango
Corporación Universitaria Iberoamericana, Colombia
Danna Catalina Rojo Atehortua
Corporación Universitaria Remingtón, Colombia
Karín Manrique
Universidad del Bosque, Colombia
pág. 6713
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i3.11866
Angioresonancia En Aneurisma De La Arteria Vertebral
Nury Liseida Guevara Rosero1
nuryguevara1111@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-3549-6383
Universidad del Valle Colombia
María Alejandra Tobón Arango
nubelar10@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-7800-682X
Universidad Pontificia Bolivariana Colombia
Solangel Burbano Villota
gabbogh@gmail.com
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana
Cuba
Shirley Margarita Sánchez Cera
shirlyssanchez@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0004-5303-5255
Corporación Universitaria Rafael Núñez
Gabriel Orlando González Herrera
gabbogh@gmail.com
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana
Cuba
Anny Carolina Sarria Mena
sarria.ani@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-8429-1244
Universidad Pontificia Bolivariana Colombia
María Fernanda Cifuentes Ortiz
mafecifuenteso@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-6456-0019
Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud
Colombia
Javier Alexander Enamorado Giraldo
Jenamorado90@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-1828-7674
Universidad del Sinú Colombia
Juan Mario Tobón Arango
tobon.juanmario@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-0126-3107
Corporación Universitaria Iberoamericana Colombia
Danna Catalina Rojo Atehortua
Dannacatalinarojo@gmail.com
Corporación Universitaria Remingtón Colombia
Karín Manrique
ykarinmv@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-6585-1314
Universidad del Bosque, Colombia
RESUMEN
El aneurisma se define como la dilatación anormal de la pared del vaso sanguíneo o el corazón, esta
patología cuando ocurre a nivel cerebral en pacientes menores de 18 años, representa solo el 1-5% de
todos los aneurismas. De la vasculatura cerebral, las arterias vertebrales son una causa inusual de
accidentes cerebrovasculares de circulación posterior, de hecho, dentro del aneurisma, los que ocurren
a nivel de la arteria vertebral (AV) comprenden aproximadamente un tercio de todos los aneurismas
circulación posterior. La sintomatología presentada y las posibles complicaciones de una aneurisma
pueden ser de leves a más graves como dolor arriba y detrás del ojo, debilidad, entumecimiento parálisis
en un lado del rostro, midriasis, cambios en la visión o diplopía, además, si ocurre un estallido suele
observarse la cefalea repentina, náusea, vómitos, rigidez en el cuello, fotofobia, convulsiones, pérdida
de conciencia y paro cardíaco. Por esta razón, es necesario implementar medidas que permitan realizar
un correcto manejo seguro y a tiempo. En los últimos años, la angioresonancia se cataloga como uno de
los examenes imagenologicos más importantes y útiles al momento de diagnosticar aneurismas y demás
patologías vasculares a nivel cerebral, siendo así, es importante resaltar el papel de la angioresonancia
en el aneurisma de las arterias cerebrales, más propiamente la arteria vertebral para apuntar a un
diagnóstico certero y la disminución de la tasa de complicaciones.
Palabras Claves: aneurisma, angioresonancia, arteria vertebral, patología vascular
1
Autor Principal
Correspondencia: nuryguevara1111@gmail.com
pág. 6714
Angioresonance in Vertebral Artery Aneurysm
ABSTRACT
An aneurysm is defined as the abnormal dilation of the wall of a blood vessel or the heart. When this
pathology occurs in the brain of patients under 18 years old, it represents only 1-5% of all aneurysms.
Within the cerebral vasculature, vertebral arteries are an uncommon cause of posterior circulation
strokes. In fact, vertebral artery (VA) aneurysms comprise approximately one-third of all posterior
circulation aneurysms. Symptoms and potential complications of an aneurysm can range from mild to
severe, such as pain above and behind the eye, weakness, numbness, facial paralysis on one side, pupil
dilation, changes in vision or double vision. If rupture occurs, sudden headache, nausea, vomiting, neck
stiffness, photophobia, seizures, loss of consciousness, and cardiac arrest may be observed. Therefore,
it is crucial to implement measures that allow for timely and safe management. In recent years, magnetic
resonance angiography (MRA) has been considered one of the most important and useful imaging exams
for diagnosing cerebral aneurysms and other vascular pathologies. Hence, it is important to highlight
the role of MRA in vertebral artery aneurysms for accurate diagnosis and reducing complication rates.
Keywords: aneurysm, magnetic resonance angiography (MRA), vertebral artery, vascular pathology
Artículo recibido 20 mayo 2024
Aceptado para publicación: 22 junio 2024
pág. 6715
INTRODUCCIÓN
Un aneurisma es conocido como aquella dilatación anormal ubicada en la pared del corazón o de la
circunferencia de un vaso sanguíneo. El significado del término griego "aneurynein" es "ensanchar" (1).
En el caso de las arterias, la dilatación debe ser de 1,5 veces su diámetro normal para llamarse aneurisma,
y según su origen, puede clasificarse en congénito o adquirido (2). En el caso de suceder a nivel cerebral,
el aneurisma abultado puede ejercer presión sobre los nervios o el tejido cerebral, en el peor de los casos
puede romperse provocando una hemorragia en el tejido circundante. Un aneurisma roto puede causar
problemas de salud graves, como daño cerebral, un accidente cerebrovascular hemorrágico, coma o
incluso la muerte (3). Epidemiológicamente, se ha estimado que entre el 1% al 5% de la población
mundial, pueden tener un aneurisma y 1 de cada 10,000 sufre HSA por rotura de aneurisma (4), esta
afectación vascular puede ocurrir en cualquier persona y a cualquier edad pero son más frecuentes en
adultos de 30 a 60 años de edad y se ha observado una prevalencia mayor en mujeres en comparación a
los hombres (5). En su fisiopatología (Figura 1), el aneurisma intracraneal (IA) se inicia por la alteración
y disfunción de las células endoteliales (CE) causadas por una tensión de corte fisiológico anormal de
la pared. Posteriormente, la apoptosis y migración de las células del músculo liso vascular, acompañadas
de infiltración de células inflamatorias, dan como resultado la degradación de la pared vascular, lo que
lleva a la progresión y eventual ruptura de los IA (6).
Figura 2
Tomado de: zhao liu, y col. Departamento de Neurocirugía, Hospital Popular de Jingjiang, Taizhou, China
pág. 6716
En función de su patología y etiología, los aneurismas cerebrales (AC) como se observa en la tabla 1,
se pueden dividir en categorías, en la literatura se han descrito 4 que son: saculares, fusiformes,
infecciosas y traumáticas (7). Adicionalmente, los síntomas van a depender de la presencia u ausencia
de la ruptura y el tamaño del aneurisma, por lo general, los aneurismas pequeños que no muestran
cambios no producen síntomas. Un aneurisma más grande que crece constantemente puede generar
presión en los tejidos y los nervios originando dolor arriba y detrás del ojo, debilidad, entumecimiento
parálisis en un lado de la cara, dilatación de una pupila del ojo, cambios en la visión o diplopía (8).
Cuando un aneurisma se rompe (estalla), siempre se presenta la cefalea repentina,también puede
presentar diplopía, náusea, vómitos, rigidez en el cuello, fotofobia, convulsiones, pérdida de conciencia
(esta puede ser breve o puede prolongarse), y paro cardíaco (9).
Tabla 1 clasificación de las aneurismas cerebrales
Saculares
Fusiformes
Traumáticas
Característica
Frambuesa
congénitos
Dolico ectásicos
ó
ateroescleróticos
Consecuencia de
fracturas
desplazadas del
cráneo o lesión
traumática
Frecuencia
Representan el
90% de los
aneurismas
cerebrales
Salientes de la
Pared arterial de
la parte
proximal de las
arterias, en
particular de la
circulación
vertebrobasilar
No descrito
Localización
Puntos de
ramificaciones
de las arterias
grandes, la
parte anterior
del polígono
de Willis
Representan el
7% de los
aneurismas
cerebrales
Pueden localizarse
en la parte distal de
las arterias
corticales.
Elaboración propia
Los aneurismas vertebrales son una causa inusual de accidentes cerebrovasculares de circulación
posterior, mucho menos frecuentes que otras fuentes embólicas. Si bien los aneurismas de la circulación
posterior se localizan principalmente en la circulación intracraneal, los aneurismas intracraneales son
extremadamente raros (10). De hecho, dentro de los aneurisma, los que ocurren a nivel de la arteria
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vertebral (AV) comprenden aproximadamente un tercio de todos los aneurismas de la circulación
posterior (11). En su morfología, un aneurisma AV puede variar desde un tamaño pequeño, puede ser
sacular en la arteria cerebelosa posteroinferior (PICA), puede ser lesión fusiforme disecante frágil o
puede ser una aneurisma gigante con compresión del tronco encefálico en la figura 2 se observa la
clasificación de los aneurismas AV (12).
Figura 2. Clasificaciones de arteria vertebral (AV) y posteroinferior
Tomado de: 12. Drake CG, Peerless SJ, Hernesniemi JA: Surgery of Vertebrobasilar Aneurysms: London, Ontario Experience
on 1767 Patients. Wien, New York: Springer.
Anatómicamente, ellos se encuentran en lo profundo de la fosa posterior, muy cerca de la tronco
encefálico y nervios craneales y para ser diagnosticados, una alternativa diagnóstico es el uso de la
angioresonancia, ya que esta técnica de imagen puede encontrar bloqueos en las arterias del cerebro o
el cuello. También por medio de esta herramienta se pueden observar puntos débiles en una arteria,
como los aneurisma. La prueba se usa para determinar la causa del sangrado en el cerebro y la ubicación
exacta, el tamaño y la forma de un aneurisma como se observa en la figura 3 (13). Por esta razón, es
importante resaltar el papel de la angioresonancia en el aneurisma de las arterias cerebrales, más
propiamente la arteria vertebral para apuntar a un diagnóstico certero y disminuir la tasa de
complicaciones.
pág. 6718
Figura 3 Un aneurisma gigante de la arteria vertebral parcialmente trombosado que se observa en la
angiografía sustraída digital (A) y Imágenes por resonancia magnética (B).
Tomado de: Lehto y col.Intracranial Vertebral Artery Aneurysms: Clinical Features and Outcome of 190 Patients. World
Neurosurgery, 2015, 84(2), 380389. doi:10.1016/j.wneu.2015.03.034
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó una búsqueda bibliográfica detallada de información publicada más relevante en las bases de
datos pubmed, scielo , medline, bibliotecas nacionales e internacionales especializadas en los temas
tratados en el presente artículo de revisión. Se utilizaron los siguientes descriptores: Aneurisma,
Angioresonancia, Arteria vertebral, Patología vascular. La búsqueda de artículos se realizó en español e
inglés, se limitó por año de publicación y se utilizaron estudios publicados desde 2000 a la actualidad.
RESULTADOS
Los aneurismas cerebrales en pacientes menores de 18 años solo representan del 1-5% de todos los
aneurismas (14). La presencia de aneurismas gigantes en la población pediátrica se relacionan con un
mecanismo diferente a los de la población adulta (15), donde factores como disección, traumatismo,
enfermedad poliquistica renal y la coartación aórtica han sido mencionados como predisponentes a la
patología encefálica vascular.
En el año 2018, Jaikin y Zubillaga describen el caso de un paciente de 11 años con sintomas de ataques
diarios de hipo de dos a tres horas de duración, cefaleas y diplopía intermitente de tres meses de
duración, sin antecedentes de traumatismo cervical relevantes o comorbilidades conocidas. Se le realiza
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una tomografía computarizada que revela una lesión pretroncal hiperdensa con efecto de masa
significativo, seguida de una resonancia magnética y angioresonancia que identificaron una dilatación
aneurismática en el territorio de la arteria vertebral izquierda. Seguido a eso, se procede a la realización
de una Angiografía Digital (AD) de vasos craneales para evaluar posibles ramificaciones afectadas y
considerar opciones de tratamiento. La AD revela la presencia de un aneurisma gigante en la arteria
vertebral izquierda, con flujo presente. Se decide realizar un abordaje quirúrgico extremo lateral
izquierdo modificado para la exclusión del aneurisma.
Postoperatoriamente, el paciente presenta una hemiparesia homolateral que se recupera completamente
en tres horas. Es dado de alta al quinto día con un examen neurológico normal y una disminución
significativa en la frecuencia del hipo. La AD realizada a los veinte días postoperatorios muestra la
exclusión total del aneurisma sin relleno por reflujo contralateral, y las arterias cerebrales y cerebelosas
permanecen permeables. El hipo desaparecio gradualmente durante el primer mes de seguimiento
ambulatorio. La angioresonancia en este caso fue fundamental permitiendo caracterizar la lesión
aneurismática en la arteria vertebral izquierda, lo que permitió planificar adecuadamente el tratamiento
quirúrgico (16).
Asimismo, en el año 2023 Oshi y colaboradores dan a conocer el caso de un niño de 13 años que acude
al servicio de urgencias por 7 días de evolución de cefaleas intensas localizadas en la región frontal. Los
dolores de cabeza se acompañan de vómitos y diplopía, pero no se reportaron alteraciones en el nivel de
conciencia, inestabilidad, agudeza visual o defectos de campo, movimientos anormales o convulsiones.
El paciente negó cualquier antecedente de traumatismo craneoencefálico o cervical, excepto el uso
excesivo ocasional del cuello. Sus antecedentes no eran contributivos y no había antecedentes familiares
significativos de epilepsia, dolores de cabeza crónicos o accidentes cerebrovasculares. El examen
oftalmológico mostró que el paciente tenía oftalmoplejía internuclear, sin embargo, la agudeza visual,
los campos visuales, las respuestas pupilares a la luz y el examen del fondo de ojo estaban dentro de los
parámetros normales. El paciente no experimentó dolor al mover los ojos. Aparte de la ataxia troncal,
todos los demás exámenes neurológicos y sistémicos fueron normales. Para indagar más a fondo la
condición del paciente se realizó una tomografía computarizada del cerebro, que no mostró lesiones que
ocupan espacio ni otras anomalías. No obstante, al realizar una resonancia magnética cerebral con
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contraste reveló la presencia de múltiples infartos embólicos que involucran el territorio de la circulación
posterior con restricción en la imagen ponderada por difusión. Al realizar una angiografía por resonancia
magnética de los vasos del cuello mostró estrechamiento e irregularidad de la arteria cerebral izquierda
a nivel de C3 y C4, sugestivo de DAV permitiendo dar con el diagnóstico evidenciando DAV izquierdo
y una pequeña dilatación aneurismática al mismo nivel (17).
De igual manera, la frecuencia de aneurismas en la circulación posterior es menor que la de otros tipos
de aneurismas dentro del cráneo, representando aproximadamente el 6,6% del total de aneurismas
intracraneales. Los aneurismas en esta área, particularmente los aneurismas disecantes vertebrobasilares
(VBDA), están vinculados a un mayor riesgo de resultados desfavorables (18). Los tratamientos para
los aneurismas intracraneales, incluidos los de la circulación posterior, conllevan riesgos significativos
de complicaciones graves, lo que plantea interrogantes sobre la necesidad de intervención quirúrgica en
aneurismas no rotos. La recuperación espontánea de estos aneurismas, particularmente los VBDA, es
extremadamente rara, y existen escasos informes documentados sobre este fenómeno (19).
En el año 2022, Wu y colaboradores dan a conocer el caso de una paciente de 40 años que consultó por
cefalea persistente, especialmente intensa en el occipucio izquierdo. No tenía antecedentes médicos
relevantes ni familiares de aneurismas intracraneales, uso de anticonceptivos orales, hipertensión o
diabetes mellitus. Los exámenes físicos no revelaron anomalías. La resonancia magnética no mostró
anomalías en el parénquima cerebral, pero la angiografía por resonancia magnética y tomografía
computarizada evidenciaron un aneurisma de la arteria vertebral izquierda, con estenosis leve de la
arteria principal proximal. Los síntomas mejoraron con el tratamiento sintomático con clorhidrato de
flunarizina, y la paciente rechazó el tratamiento quirúrgico adicional, optando por una observación
cuidadosa. A los 3 meses de seguimiento, la angiografía mostró la desaparición completa del aneurisma.
La resonancia magnética de alta resolución de la pared vascular reveló engrosamiento de la íntima y
estenosis leve en la arteria vertebral izquierda sin señal de aneurisma. Las pruebas de laboratorio no
revelaron anomalías. A los 7 meses de seguimiento, la RM mostró persistente desaparición del
aneurisma, con reducción del realce en comparación con la evaluación anterior (20). La angiografía por
resonancia magnética fue fundamental para el diagnóstico y seguimiento del aneurisma de la arteria
vertebral izquierda.
pág. 6721
DISCUSIÓN
Teniendo en cuenta la sintomatología presentada y las posibles complicaciones de una aneurisma, es
necesario implementar medidas que permitan realizar un diagnóstico certero y a tiempo, que permita
aplicar diversos manejos con el fin de evitar una fatídica progresión de la misma, por esto, en los últimos
años, la angioresonancia se cataloga como uno de los examenes imagenologicos más importantes y útiles
al momento de diagnosticar aneurismas y demás patologías vasculares a nivel cerebral.
Marinkovic y colaboradores, en su reporte de caso, presentan el caso de una paciente femenina de 24
años, sin antecedentes patológicos relevantes, que fue tratada en el servicio de emergencia tras presentar
un cuadro clínico súbito de aproximadamente 12 horas de evolución. Inicialmente manifestó cefalea
hemicraneana izquierda, vértigo, pérdida del equilibrio y coordinación para la marcha, debilidad
muscular, náuseas con episodios de vómitos repetidos, y diplopía. Estos síntomas surgieron luego de
realizar levantamiento de pesas con flexiones repetidas del cuello.
Al examen físico, la paciente se encontraba somnolienta pero afebril, hemodinámicamente estable con
presión arterial de 110/70 mmHg, frecuencia cardíaca de 86 latidos por minuto y saturación de oxígeno
del 95%. El examen neurológico reveló pupilas isocóricas y fotoreactivas, marcha atáxica, aumento de
la base de sustentación, nistagmus horizontal, y fuerza muscular disminuida en miembros inferiores.
Se realizaron dos tomografías computarizadas de cráneo: la primera mostró signos de lesión isquémica
aguda en ambos lóbulos cerebelosos con predominio izquierdo. En la segunda TAC 3D, se evidenció
extenso edema cerebeloso con efecto de masa sobre el tronco cerebral, hidrocefalia triventricular y
signos de reabsorción transependimaria de líquido cefalorraquídeo secundario.
La paciente fue ingresada a la unidad de terapia intensiva para monitorización neurológica con
diagnósticos de lesión isquémica y disección de arteria vertebral en la fosa posterior. Tras ser evaluada
por neurocirugía, se realizó una angioresonancia cerebral contrastada que confirmó la disección de la
arteria vertebral izquierda complicada con infartos cerebelosos.
Se intervino quirúrgicamente para descomprimir la fosa posterior debido a hipertensión endocraneal e
hidrocefalia, seguido de una derivación ventricular externa. Durante su estancia en terapia intensiva bajo
sedación profunda, ventilación mecánica y cuidados neurocríticos y neuroquirúrgicos, la paciente
presentó una evolución estacionaria con pronóstico reservado.
pág. 6722
Tras mostrar mejoría neurológica y respiratoria, fue dada de alta a medicina interna en el día 22 de
ingreso a UCI, con movimientos voluntarios de las extremidades, aunque con reflejo deglutorio
disminuido y episodios de manejo inadecuado de secreciones. Se realizó traqueostomía debido a una
lesión del nervio glosofaríngeo y se cambió el esquema antibiótico por neumonía aspirativa asociada a
cuidados de la salud.
Finalmente, tras una hospitalización prolongada de 34 días, la paciente fue dada de alta con buena
tolerancia oral, reflejo deglutorio presente y sin dificultades respiratorias, con deambulación asistida y
sin complicaciones para la verbalización. Se recomendó seguimiento periódico y la culminación del
tratamiento antibiótico. (21)
A su vez, Perez y colaboradores presentan el caso de un paciente de sexo masculino, de 7 años de edad,
ingresó al Hospital Privado Francés el 12 de febrero de 2004 después de presentar varios episodios
relacionados con trauma cerebral leve en semanas previas, incluyendo un impacto en la región frontal
contra las gradas de una piscina sin pérdida del conocimiento. Dieciocho horas después de un esfuerzo
físico intenso nadando en la piscina, desarrolló parestesias en el miembro superior izquierdo, seguidas
de cefalea occipital intensa que respondió a analgésicos. Seis horas más tarde, experimentó nuevamente
cefalea occipital intensa y desarrolló cuadriparesia, manteniendo el sensorio conservado durante todo el
episodio.
Al examen físico, el niño se encontraba lúcido, apirético, con hipertensión arterial severa (PAM: 160
mmHg) y cuadriparesia predominante en el lado derecho. No presentaba compromiso de los pares
craneales, tenía fondo de ojos normales y se observó alteración de la sensibilidad dolorosa en el lado
izquierdo y táctil propioceptiva en el lado derecho. Los reflejos osteotendinosos eran normales y no
había compromiso esfinteriano.
Se realizaron estudios auxiliares incluyendo TAC y RMN, esta última reveló una lesión hipodensa en
T1 e hiperseñal en T2 que abarcaba la región anterior del bulbo medular y la región cervical alta medular.
La angiorresonancia y la arteriografía mostraron imágenes compatibles con disección de la arteria
vertebral derecha, con una oclusión del 75% del calibre de dicha arteria en comparación con el lado
opuesto, responsable de la isquemia troncal y medular alta.
pág. 6723
Se investigaron múltiples posibilidades etiológicas incluyendo enfermedades cardíacas, renales,
hematológicas, síndrome de anticuerpo antifosfolípido, lupus eritematoso y otras enfermedades
autoinmunes, así como estados pre-trombóticos y feocromocitoma, con resultados negativos.
El diagnóstico fue de accidente vascular isquémico cérvico vertebral con lesión isquémica anterolateral
medular alta. El tratamiento inicial incluyó metilprednisolona a dosis altas y aspirina como antiagregante
plaquetario.
Se inició nitroprusiato de sodio con moderada respuesta, seguido de nifedipina, metildopa y minoxidil
para el control de la hipertensión arterial, aunque inicialmente con resultados limitados. Sin embargo,
se observó una recuperación neurológica progresiva, con mejora gradual de la motilidad de los
miembros. A las tres semanas del evento, la movilidad estaba completamente restablecida y la
sensibilidad recuperada en los cuatro miembros. Después de 19 días de hospitalización, el paciente fue
dado de alta con un puntaje de Glasgow de 15/15, con recomendaciones de evitar la posición sedente y
la deambulación por precaución. Tres semanas más tarde, se realizó una angiorresonancia de control
que mostró la desaparición de la lesión medular, sin cambios en la arteria vertebral derecha y un aumento
compensatorio del calibre en la arteria vertebral izquierda. (22)
Finalmente, esta técnica es ampliamente aceptada debido a su buena resolución espacial, su capacidad
para minimizar la pérdida de señal por flujo turbulento y la posibilidad de realizarse simultáneamente
con una RM anatómica en la misma sesión de imágenes. La resolución espacial de la AngioRM a 1,5 T
es de aproximadamente 1 mm, mientras que con escáneres de 3 T puede alcanzar hasta 0.6 mm.
La apariencia de los aneurismas en la resonancia magnética puede ser muy variable y compleja. La señal
en las secuencias estándar depende del flujo sanguíneo, la presencia de coágulos, fibrosis y
calcificaciones dentro del aneurisma. Los aneurismas típicamente aparecen como masas bien
delimitadas con una pérdida de señal de alta velocidad (vacío de flujo) en las secuencias T1 y T2 cuando
tienen flujo rápido y permeable. En casos de flujo turbulento, puede observarse cierta heterogeneidad
de la señal. Las secuencias de RM con reenfoque de gradiente son útiles para definir la luz permeable
de los aneurismas. (23)
pág. 6724
CONCLUSIÓN
La angioresonancia se destaca como una herramienta crucial en el tratamiento de los aneurismas de la
arteria vertebral, gracias a su capacidad única de ofrecer imágenes de alta precisión y seguridad para los
pacientes. Su habilidad para detectar y caracterizar problemas vasculares de manera no invasiva facilita
diagnósticos tempranos, orienta tratamientos efectivos y permite un seguimiento detallado
postoperatorio. Esta utilidad se destacó en los casos presentados, donde la angioresonancia desempeñó
un papel crucial al evaluar detalladamente y planificar intervenciones quirúrgicas precisas, mejorando
significativamente la gestión clínica de estos pacientes. Estas características subrayan su importancia en
la práctica médica actual, garantizando una atención integral y reduciendo los riesgos asociados con
métodos diagnósticos invasivos.
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