AUTOESTIMA Y CONDUCTAS DISRUPTIVAS
EN ADOLESCENTES DE UNA UNIDAD
EDUCATIVA DE COTOPAXI
SELF-ESTEEM AND DISRUPTIVE BEHAVIORS IN
ADOLESCENTS OF AN EDUCATIONAL UNIT IN COTOPAXI
Tifany Peñaherrera
Pontificia Universidad Católica, Ecuador
Marlon Mayorga-Lascano
Pontificia Universidad Católica, Ecuador
pág. 8673
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i3.12031
Autoestima y Conductas Disruptivas en Adolescentes de una Unidad
Educativa de Cotopaxi
Tifany Peñaherrera
1
tifany.s.penaherrera.b@pucesa.edu.ec
Psicóloga Clínica
Pontificia Universidad Católica
Sede- Ambato
Ecuador
Marlon Mayorga-Lascano
pmayorga@pucesa.edu.ec
Doctor en Psicología Clínica
Pontificia Universidad Católica
Sede- Ambato
Ecuador
RESUMEN
Este estudio evalúa los niveles de Autoestima y Conductas disruptivas educativas en una muestra de
330 estudiantes, distribuidos equitativamente por género, los cuales cursan de 10mo nivel de educación
básica a 3er nivel de bachillerato, en la Unidad Educativa Rosa Zárate- Salcedo. La metodología
utilizada para el estudio es cuantitativa, descriptiva, correlacional, y de corte transversal. Las
evaluaciones se realizaron a través de la Escala de Autoestima de Rosenberg y la Escala de Conductas
Disruptivas Educativas (De la Cruz). Los resultados revelaron niveles mayoritariamente altos de
Autoestima en la muestra examinada, así como niveles medios de Conductas disruptivas educativas,
tanto en los hombres como en las mujeres participantes, a pesar de lo cual, existen diferencias
estadísticamente significativas al comparar las dos poblaciones (t > 0,001); paralelamente, no se
evidenciaron correlaciones positivas o negativas entre las variables de estudio. Estos resultados parecen
evidenciar que estos dos fenómenos, uno emocional y el otro conductual, no guardan relación entre
ellos y funcionan como constructos independientes.
Palabras clave: autoestima, conductas disruptivas, adolescentes, educación
1
Autor principal
Correspondencia: tifany.s.penaherrera.b@pucesa.edu.ec
pág. 8674
Self-Esteem and Disruptive Behaviors in Adolescents of an Educational
Unit in Cotopaxi
ABSTRACT
This study evaluates the levels of Self-esteem and disruptive educational behaviors in a sample of 330
students, equally distributed by gender, who attend the 10th level of basic education to the 3rd level of
high school, at the Rosa Zárate-Salcedo Educational Unit. The methodology used for the study is
quantitative, descriptive, correlational and cross-sectional. The evaluations were carried out through the
Rosenberg Self-Esteem Scale and the Educational Disruptive Behaviors Scale (De la Cruz). The results
revealed mostly high levels of Self-esteem in the sample examined, as well as medium levels of
disruptive educational behaviors, both in male and female participants, despite which, there are
statistically significant differences when comparing the two populations (t > 0.001); In parallel, no
positive or negative correlations were evident between the study variables. These results seem to show
that these two phenomena, one emotional and the other behavioral, are not related to each other and
function as independent constructs.
Keywords: self-esteem, disruptive behaviors, adolescents, education
Artículo recibido 20 mayo 2024
Aceptado para publicación: 26 junio 2024
pág. 8675
INTRODUCCIÓN
La adolescencia se caracteriza por ser el periodo de transición que se sitúa entre la infancia y la adultez.
Durante esta etapa los individuos experimentan cambios físicos, psicológicos y sociales importantes.
Los cambios físicos incluyen el desarrollo de la pubertad, que puede provocar inseguridades sobre el
cuerpo; los cambios psicológicos incluyen la búsqueda de identidad, que puede ser un proceso complejo
y confuso; los cambios sociales incluyen mayor independencia de los padres y la presión de los iguales
que puede generar ansiedad y estrés (Gonzales & Morelo , 2022). La multitud de cambios físicos,
sexuales, cognitivos, sociales y emocionales que se producen en esta fase puede generar expectativas y
ansiedad tanto en los adolescentes como en sus familias. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF, 2021) considera que, comprender los cambios y expectativas de la adolescencia puede
fomentar al inicio saludable a la etapa de la adultez.
Los cambios que las personas sufren durante la adolescencia se manifiestan de diferentes formas, y en
diversos momentos y espacios. Sin embargo, los cambios en la conducta y el comportamiento son los
que más destacan (los cuales se encuentran mediatizados por los cambios físicos y cognitivos), y que a
su vez afectan su relación con otros individuos, a este respecto Gonzales y Morelo (2022) comentan
que, la adolescencia se convierte en un escenario donde los jóvenes experimentan transformaciones
significativas en el comportamiento afectando sus interacciones sociales como la autopercepción. Uno
de los cambios conductuales más evidentes es la búsqueda de independencia y autonomía, según Silva
(2022), la necesidad de tener una identidad propia hace que un adolescente adopte actitudes y puntos
de vista críticos y diferentes, esto puede manifestarse en la resistencia de normas familiares y
exploración de limites impulsando así conflictos familiares.
En este sentido, se puede decir que, los cambios conductuales están influenciados por una serie de
factores, entre los que se incluyen, los biológicos, sociales y psicológicos, sin embargo, son la
interacción con los pares la presión de estos y la formación de la identidad social los factores que pueden
influir más intensamente en el comportamiento de los adolescentes (Balabanian & Lemos , 2020). Todos
estos cambios pueden tener diversas consecuencias como dificultades para adaptarse a los cambios
físicos psicológicos y sociales, problemas para tener relaciones saludables, pueden verse involucrados
en las conductas de riesgo como el consumo de drogas, alcohol, la violencia y embarazo adolescente.
pág. 8676
Así, como se puede observar en un primer momento, los cambios en la adolescencia, sobre todos los
conductuales se pueden apreciar a través de la manifestación de conductas disruptivas que pueden
derivar en algo peor. Sobre las conductas disruptivas Haro, Bonifaz, y Tite (2023) indica que se trata de
patrones de comportamiento que se caracteriza por la violación de las normas sociales o las reglas
establecidas. De acuerdo con otros autores (Narváez & Obando, 2020) este tipo de conducta puede
manifestarse en el incumplimiento a las instrucciones de los padres, educadores o figuras de autoridad,
el uso de palabras o gestos para insultar o amenazar a los demás, recurrir a violencia física o verbal para
dañar a los demás, no asistir a la escuela o retirarse de ella sin justificación.
Desde luego, toda conducta o comportamiento tiene un origen, en el caso de la conducta disruptiva se
puede hallar esta génesis en el ambiente familiar, según Luján, Sánchez, y Martínez (2019) la familia
es uno de los factores más importantes que influyen en la conducta disruptiva de los adolescentes, los
padres los hermanos y otros miembros de la familia pueden provocar un entorno que promueva
conductas inadecuadas. Briones, Tinoco, y Ramírez (2023); y Martínez, Esteves, y Jiménez (2003)
coinciden al indicar que la familia podría modelar la conducta de los adolescentes, particularmente
cuando existen panoramas en los que la crianza es indulgente, señalan además que, los adolescentes
que crecen en hogares donde hay violencia doméstica o abuso, pueden aprender usar la violencia para
resolver conflictos o expresar sus emociones, finalmente agregan que los adolescentes que crecen en la
pobreza o que carecen de recursos pueden tener probabilidades de involucrarse en conductas disruptivas
como una forma de llamar la atención u obtener lo que necesitan.
Desde luego las conductas disruptivas tiene consecuencias y estas son más profundas en la familia, para
Briones y otros (2023), los miembros de la familia pueden experimentar ansiedad y estrés debido a la
conducta disruptiva de los adolescentes y esto puede conducir a discusiones problemas en las relaciones
intrafamiliares. Otros autores (Luján et al., 2019) señalan que, los adolescentes con conductas
disruptivas también pueden verse involucrados en actividades ilegales como el robo o el vandalismo,
que pueden conducir a arrestos y consecuentemente al deterioro prolongado del núcleo familiar.
La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos, considerando los aspectos físicos,
mentales y espirituales que conforman nuestra personalidad. Es una percepción que se aprende, cambia
y puede mejorarse, y está vinculado al desarrollo integral de la personalidad en niveles ideológicos,
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psicológicos, sociales y económicos (Acosta & Hernández, 2018). Este constructo es inherente a todos
los seres humanos y se desarrolla a través de la interacción con el entorno, canalizando la actividad
física y mental. Dada su naturaleza dinámica, multidimensional y multifactorial, tiene una gran
importancia en la actividad general de las personas de todas las edades (Rodríguez, 2018).
Se considera que la autoestima está relacionada con todas las áreas que conforman la vida del ser
humano: física, emocional cognitiva y conductual. Un Elemento ligado a la autoestima es el
autoconcepto, que actúa como un indicador que determina la construcción positiva que una persona
forma de misma a lo largo del ciclo vital, este proceso inicia en la infancia temprana y va
evolucionando y reformándose a lo largo de la vida (Baute & Becerril, 2022; García, Canuto &
Palomares, 2019). Aguilar y Espinoza (2022) indican que la autoestima está relacionada con el
desarrollo de la personalidad y este se vincula con las competencias sociales, además de cómo se siente,
como piensa y cuál es el valor que se asigna un individuo. Así también, Melguizo (2022) señala que la
autoestima se caracteriza por tener un componente de tipo social, madurativo y de personalidad, que
conduce progresivamente al proceso de autorregulación permitiendo al individuo desarrollar estrategias
de autocontrol y confianza para mismo, siendo la base de interrelaciones sanas, el afrontamiento de
situaciones difíciles y la solución de problemas mediante la toma de decisiones.
Ciertamente una afianzado o una deteriorada autoestima tiene su origen en diferentes aspectos
formativos y la familia es el entorno en que de manera prioritaria se desarrolla ese proceso (Chiliquinga
& Páez, 2018) . Llamazares, y Urbano (2020) postulan que, los padres que son cariñosos y afectuosos
ayudan a sus hijos a sentirse amados y seguros, esto ayuda a los adolescentes a desarrollar una
autoestima positiva; en un entorno familiar donde se establecen límites claros y expectativas realistas
los hijos aprenden a ser responsables, tomar decisiones saludables, mientras tanto, en familias donde
existen formas de violencia se puede dañar la autoestima de los menores, a consecuencia los
adolescentes se sienten mal consigo mismos y llegan a dudar de sus habilidades, y replicar actos de
violencia sobre la misma familia o terceros.
Considerando todo lo señalado, la autoestima puede tener incidencia en muchas de las actividades que
los estudiantes desarrollan, es decir el nivel de autoestima puede verse reflejado en la práctica de algún
deporte, las relaciones interpersonales, la educación, su conducta, pues el rendimiento escolar está
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estrechamente vinculado con la autoestima de los adolescentes (Díaz, Fuentes, & Senra, 2018). Se ha
observado una conexión positiva entre las expectativas y el desempeño académico con la autoestima
social, esto sugiere la influencia mutua y una relación recíproca entre la autoestima y el rendimiento
académico, aunque generalmente se tiende a ver el éxito académico como una causa más que como una
consecuencia (Estévez, Jiménez, & Musitu, 2007).
Se puede plantear una relación entre la autoestima y conducta disruptiva de los adolescentes de varias
maneras. Un adolescente con baja autoestima puede recurrir en comportamientos disruptivos como una
forma de llamar la atención y compensar sentimientos de inadecuación; por otro lado, un adolescente
con una autoestima saludable tiende a tener una visión más positiva de mismo y por tanto menos
propenso a buscar validación a través de comportamientos disruptivos (Muñoz, Mayorga, & Jiménez,
2023). Además, la autoestima influye en la forma en que los adolescentes manejan el estrés y las
dificultades, lo que a su vez puede afectar su propensión a comportamientos disruptivos; así, los
adolescentes con baja autoestima pueden tener más probabilidades de participar en conductas
disruptivas como agresión, vandalismo, abuso de sustancias, comportamiento sexual de riesgo, bajo
rendimiento académico, lo que se produce por la necesidad de buscar atención negativa, a sentirse
resentidos con la sociedad o actuar de forma impulsiva (Balabanian & Lemos, 2020; Llamazares &
Urbano, 2020). En tanto los adolescentes con alta autoestima tienen más probabilidades a participar en
conductas prosociales como la cooperación, ayudar a los demás, seguir las reglas, tener un destacado
rendimiento académico, en este sentido, una elevada autoestima puede ayudar a los adolescentes a tomar
decisiones responsables, a resistir la presión de los compañeros y afrontar los desafíos de la vida de
forma saludable (Haeussler & Milicic, 2017).
En observaciones no sistematizadas, se ha percibido problemas de autoestima caracterizados por
inseguridad y una percepción devaluada de mismos, así como conductas disruptivas educativas
expresadas por conductas negativista y en ocasiones desafiantes al interior de la institución en la muestra
examinada A partir de lo señalado, se estima necesario conocer los niveles en las que se presentan estás
variables, así como la relación existente entre las mismas en los adolescentes de la Unidad Educativa
Rosa Zárate. Se hipotetiza que los niveles de autoestima serán mayormente medios y bajos, que las
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conductas disruptivas educativas alcanzarán niveles medios y altos, y que se presentará una correlación
negativa entre las variables de estudio.
METODOLOGÍA
Diseño
El trabajo se realizó desde un enfoque cuantitativo, que utiliza datos numéricos y mediciones para
desarrollar resultados posibles de interpretar y elaborar conclusiones. (Hernández & Mendoza, 2018).
El diseño fue de tipo no experimental en el que se trabaja en problemáticas existente y reales sin la
manipulación del investigador (Arias, 2021), de alcance descriptivo y correlacional, cuyo objetivo es
conocer las características de las variables y la presencia de estas en un grupo determinado de
adolescentes establecer su nivel de correlación (Galarza, 2020), de corte trasversal por que se
obtuvieron los datos en un tiempo delimitado (Rodríguez & Mendivelso, 2018).
Instrumentos
Para poder medir las variables se utilizaron dos instrumentos la Escala de Autoestima de Rosenberg y
la Escala de Conductas Disruptivas Educativas. La Escala de Autoestima de Rosenberg evalúa como se
valora la persona y la satisfacción propia. La forma de calificación es mediante la escala de Likert que
va de 1 a 4 (donde 1 resulta “muy en desacuerdo” mientras 4 “muy de acuerdo”). El puntaje máximo
que se puede obtener es de 40 puntos mientras que el mínimo es de 10 puntos. Los resultados que arroja
el cuestionario son: 25 puntos autoestima bajo, 26 a 29 puntos autoestima media y de 30 a 40 autoestima
alto. La confiabilidad del instrumentó fue de 0,76 (α), que implica que el instrumento es confiable
(Alaniz, García, Moreno, & Ortega).
La Escala de Conductas Disruptivas Educativas (De la Cruz) trata de identificar diversas áreas
relacionadas con la agresividad, la falta de motivación académica y el vandalismo. Consta de seis ítems,
calificados de 1 a 4, donde el 1 representa “nunca” y el 4 “siempre”. La puntuación mínima que se
puede obtener es 6 y la máxima es 24. Los puntajes tienen distintos baremos de calificación en función
al sexo. En el caso del sexo femenino la tendencia baja es para valores de 6 puntos o menos, la media
se ubica entre 7 y 9, y la tendencia alta entre 10 y 24. Para los hombres una tendencia baja es una
puntuación 6 y 7, la tendencia media es entre 8 y 14, y la tendencia alta entre 15 y 24 (Hernández &
pág. 8680
Mendoza, 2018; Jurado de los Santos, Lafuente, & Justiniano Domínguez, 2020). La confiabilidad del
instrumento es de 0,80 (α), considerada alta.
Población
La muestra seleccionada para la investigación está compuesta por 330 adolescentes participantes,
pertenecientes a la Unidad Educativa Rosa Zárate del cantón Salcedo, provincia de Cotopaxi- Ecuador.
Para la selección de la muestra se usó una técnica de muestreo no probabilística por conveniencia, con
criterios de inclusión, entre los que figuran: pertenecer a la Unidad Educativa Rosa Zárate en el catón
Salcedo, expresar su deseo de participar en el estudio (asentimiento), consentimiento de los tutores de
los estudiantes. A continuación, se presentan los resultados sociodemográficos de ls muestra
seleccionada:
Tabla 1 Análisis Estadístico de variables personales
Variables
Mínimo
Máximo
D. T.
Edad
13
19
1,24
Frecuencia
Porcentaje
Acumulado
Género
Masculino
165
50,0
50,0
Femenino
165
50,0
100,0
Zona procedencia
Urbana
148
44,8
44,8
Rural
182
55,2
100,0
Autoidentificación étnica
Indígena
44
13,3
13,3
Mestiza
283
85,8
91,1
Blanco
3
100,0
91,2
Afroecuatoriana
0
0
0
Curso
10mo de básica
64
19,4
19,4
1ro de bachillerato
63
19,1
38,5
2do de bachillerato
84
25,5
64,0
3ro de bachillerato
119
36,1
100,0
pág. 8681
Rendimiento académico
Sobresaliente
32
9,7
9,7
Bueno
184
55,8
65,5
Medio
109
33,0
98,5
Insuficiente
5
1,5
100,0
Nivel económico
A (Alto)
13
3,9
3,9
C+ (Medio Típico)
299
90,6
94,5
D (Bajo)
18
5,5
100,0
Estado civil hogar
Casado
129
39,1
39,1
Separado
163
49,4
88,5
Unión libre
38
11,5
100,0
Religión
Católica
256
77,6
77,6
Evangélica
46
13,9
91,5
Testigo de Jehová
28
8,5
100,0
Nota: n = 330 observaciones
La muestra seleccionada está compuesta por 330 adolescentes estudiantes de la Unidad Educativa Rosa
Zárate. Se encuentran distribuidos equitativamente (50% mujeres y 50% hombres); con edades
comprendidas entre los 13 y 19 años (media 15,5). El 44,4% viven en zonas urbanas, mientras que el
54,7% viven en zonas rurales. El 85% de los encuestados se auto percibe como mestizo, el 13,2% se
auto percibe como indígena, y el 9% como perteneciente a raza blanca.
Del total de estudiantes, el 19,2% cursan el décimo de básica, el 18,9% el 1ro, el 25,2% el 2do, y el
35,7% el 3ero de bachillerato. Los resultados académicos tienden a la normalidad, el 55,3% poseen
resultados académicos buenos, el 32,7% rendimiento considerado medio, el 9,6% tiene notas
sobresalientes y el 1,5% posee un bajo rendimiento académico.
Con respecto a la estratificación económica, el 89,8% proceden de la clase media, mientras el 3,9%
refieren ser de clase alta y el 5,4% de clase baja. Con respecto a las características familiares, el 39,1%
refiere que sus padres se encuentran casados, el 49,4% separados, y el 11,5% en unión libre. Con
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respecto a la religión que profesan, el 76,9% pertenecen a la religión católica, el 13,8% a la evangélica,
y el 8,4% son Testigos de Jehová.
Procedimiento
Para el desarrollo de esta investigación y previo a la aplicación de las herramientas psicométricas
seleccionadas para recabar información, los participantes firmaron una carta de asentimiento y sus
tutores firmaron una carta de consentimiento informado, con el objetivo de respetar los principios de
anonimato, voluntariedad y confidencialidad. La recolección de datos se realizó de manera grupal,
considerando condiciones adecuadas de privacidad. La información obtenida se registró en una base de
datos, que después se procesó con el uso del programa estadístico SPSS versión 25; posteriormente, se
sintetizó la información a través de técnicas de estadística inferencial, y con los resultados obtenidos se
elaboró la discusión y conclusiones correspondientes.
Los datos se analizaron en dos bloques de análisis. El primero fue un análisis descriptivo de los valores
alcanzados en las áreas de autoestima y conductas disruptivas educativas (estás últimas agrupadas por
género). Este análisis comprende valores de tendencia central y dispersión: mínimos (mín.), máximos
(máx.), medias (Ẋ), y desviación típica (s) de las variables de estudio. También se realizó un análisis
por frecuencias, para determinar los niveles en los que se presentaban las variables en la muestra
examinada (nuevamente por género, para conductas disruptivas educativas).
El segundo bloque fue un análisis correlacional entre los resultados de la Escala de Autoestima de
Rosenberg y la Escala de Conductas Disruptivas Educativas. Para ello se recurrió al coeficiente de
correlación de Pearson, prueba que establece el nivel de correlación lineal entre dos variables aleatorias
cuantitativas. Los valores de interpretación corresponden a correlación leve (.200-.399), moderada
(.400-.699) y alta (.700-.999). El programa empleado para el análisis estadístico fue el SPSS versión 25
(IBM-2017).
RESULTADOS
A continuación, se presenta el análisis descriptivo de la Escala Autoestima de Rosenberg, se han
considerado mínimo (mín.), máximo (máx.), media (Ẋ) y desviación estándar (D. T.) (ver Tabla 2).
pág. 8683
Tabla 2 Análisis descriptivo de la Escala de Autoestima de Rosenberg
Mínimo
Máximo
Media
D. T.
Autoestima
14
40
28,63
4.34
Nota: n=330 observaciones
En la tabla 2 el valor medio obtenido de 28,63, estos resultados corresponden a autoestima media (entre
26 a 29 puntos autoestima media), que se caracteriza por oscilar entre sentirse confiado y sentirse
inseguro. Hay que considerar que la autoestima media es un tipo de autoestima que puede presentar
gran inestabilidad, en respuesta al contexto y las circunstancias en el que se encuentre el individuo.
Tabla 3 Análisis categorial Escala de Autoestima de Rosenberg
Nivel de Autoestima
Frecuencia
Porcentaje
Bajo
78
23,6
Medio
118
35,8
Alto
134
40,6
Total
330
100
Nota: n=330 observaciones
Se ha considerado necesario presentar un análisis categorial de Escala de Autoestima de Rosenberg, a
fin de explicitar la frecuencia de los niveles de autoestima de la muestra examinada (Tabla 3). Del total
de participantes 78 individuos (23,6%) poseen un nivel de autoestima bajo, 118 individuos (35,8%)
poseen un nivel de autoestima medio, y 134 individuos (40,6%) presenta un nivel de autoestima alto.
Lo que implicaría que porcentualmente la mayoría de los participantes no sienten temor al fracaso ya
que se auto valoran positivamente, y tienen una imagen fuerte de sí mismos. Sin embargo, el porcentaje
de participantes con autoestima baja experimentaría insatisfacción derivada del exceso de centrarse en
sus defectos, al tiempo que los lleva a minimizar sus virtudes e incluso considerarlas inexistentes.
Tabla 4 Análisis descriptivo de la Escala de Conducta Disruptiva Educativa
Género
Mínimo
Máximo
Medio
D.T.
t
Mujeres
6,00
15,00
7,46
1,95
0,01
Hombres
6,00
18,00
8,28
2,44
0,01
Nota: n=330 observaciones
pág. 8684
La Tabla 4 muestra la descripción de la variable conductas disruptivas educativas por género. El valor
medio de las participantes de género femenino fue de 7,46, lo que se consideraría una calificación media
(7 a 9), evidenciando un nivel medio de conductas disruptivas educativas. Para el sexo masculino el
puntaje promedio fue de 8,28, lo que también se consideraría un valor medio (8 a 14) para conductas
disruptivas educativas.
Hay que destacar que se ha realizado un análisis comparativo entre las medias de los hombres y las
mujeres de la muestra evaluada, y se ha determinado que existen diferencias estadísticamente
significativas entre los dos grupos (t < 0.01). De tal manera que, en promedio, los hombres presentan
un mayor nivel de conductas disruptivas educativas que las mujeres.
Tabla 5 Análisis categorial de la Escala de Conductas Disruptivas Educativas
C. Disruptivas
Hombres
Mujeres
Frecuencia
Porcentaje
Frecuencia
Porcentaje
Baja
80
42,4
68
41,2
Media
80
42,4
74
44,8
Alta
5
3
23
14
Total
165
100
165
100
Nota: n=330 observaciones
Aunque la mayoría de los resultados revelan valores medios para las conductas disruptivas educativas,
se ha considerado necesario evaluar la variable por niveles, a fin de determinar la existencia de casos
que presenten nivel alto, calificación que implicaría la presencia de una conducta problemática. Para
ello, la Tabla 5 presenta un análisis categorial de la variable conductas disruptivas educativas por
género: 80 participantes de género masculino (42,4%) presentan un nivel bajo de conductas disruptivas
educativas, otros 80 participantes de género masculino (42,4%) también presentan un nivel medio de
conductas disruptivas educativas, y sólo 5 participantes de género masculino (3%) presentan un nivel
alto de conductas disruptivas educativas.
Por su parte, 68 participantes de género femenino (41,2%) presentan un nivel bajo de conductas
disruptivas educativas, 74 participantes de género femenino (44,8%) también presentan un nivel medio
de conductas disruptivas educativas, curiosamente 23 participantes de género femenino (14%)
pág. 8685
presentan un nivel alto de conductas disruptivas educativas, lo que implicaría que hay más mujeres que
hombres que presentan conductas problemáticas en la muestra examinada.
Tabla 6 Correlación entre Autoestima y Conductas Disruptivas Educativas
Hombres
Mujeres
Autoestima
C. Disruptiva
Autoestima
C. Disruptiva
Autoestima
1
-,113
1
-,078
,150
,317
C. Disruptiva
1
1
Nota: n=330 observaciones
El estudio empleó el coeficiente de correlación de Pearson, sin embargo, no se encontraron
correlaciones positivas o negativas entre las variables de estudio (autoestima y conductas disruptivas
educativas). Lo que evidencia que, aunque la autoestima de la muestra examinada es mediana en
promedio, y las conductas disruptivas educativas de la misma, también fue media en hombres y mujeres,
no existe asociación entre estas, y por tanto funcionan como fenómenos independientes.
DISCUSIÓN
La prevalencia de los niveles de autoestima de la muestra examinada fue mayoritariamente alta (40,6%),
seguidos de niveles media (35,8%) y baja (23,6%). De tal forma que, la mayoría de los adolescentes no
se sienten inseguros, pues se perciben como personas competentes y no sienten temor al fracaso
(Naranjo, 2007). Sin embargo, es posible que estos resultados no se correspondan con valores
encontrados en otras poblaciones, estudios de otros autores (Hañari, Masco, & Esteves, 2020), revelan
otras distribuciones en la autoestima de los adolescentes, en las que hasta el 69% de los adolescentes
presentan niveles de autoestima media (los valores bajos y altos son de 26% y 5% respectivamente).
Por otro lado, al respecto de la variable conductas disruptivas, la mayoría de las investigaciones revelan
que este fenómeno habitualmente es más prevalente en el género masculino que en el femenino
(Mártinez-Vicente & Valiente-Barroso, 2020; Villarreal-González, Sánchez-Sosa, Veiga, & Del Moral,
2011); sin embargo, los valores encontrados en nuestro estudio para conductas disruptivas educativas
son medias, tanto para hombres como para mujeres. Aun así, las puntuaciones brutas siguen siendo
mayores en los hombres (8,28) que en las mujeres (7,46). Hay que recalcar que es ampliamente aceptado
pág. 8686
que los hombres son más agresivos que las mujeres y sientan una inclinación natural hacia actividades
ligadas a la expresión de poder (caza, crimen, guerra, deportes violentos) (Mayorga-Lascano, 2018),
sobre esta tendencia masculina al comportamiento agresivo, se presume que en gran medida responde
a los desafíos adaptativos que se tuvieron que asumir en el periodo ancestral (Pérez, 2013).
Al evaluar la variable conductas disruptivas educativas por niveles por niveles, se determinó que el
42,4% de los hombres y el 41,2% de las mujeres presentan un nivel bajo de conductas disruptivas
educativas, mientras que el 42,4% de los hombres y el 44,8% de las mujeres presentan un nivel medio
de conductas disruptivas educativas Estos valores parecen responder al hecho de que la transgresión de
las normas es una conducta frecuente dentro del desarrollo evolutivo de los adolescentes, y constituye
parte de su proceso de afianzamiento y configuración de la personalidad, así como también una forma
de posicionamiento de rol social (Jodra, Navarro, Tortosa, Helliz & Laosa, 2014).
A pesar de lo señalado, no puede dejar de considerarse la relevancia psicopatológica de las conductas
disruptivas, particularmente cuando el nivel de intensidad de estas es alto, pues en estos casos constituye
un factor de riesgo para la presencia de futuras conductas disociales, sobre todo cuando no se aborda la
situación con tratamientos adecuados en los momentos claves de las etapas evolutivas (Jodra et al.
,2014). En nuestra investigación, curiosamente esta consideración se aplica más a las mujeres, pues las
mismas presentan un 14% de conductas disruptivas de intensidad elevada, frente a un 3% de hombres
que ostentan el mismo fenómeno, el cual tiende a ser cada vez más prevalente, sobre todo en ambiente
académico (Saco-Lorenzo, González-López, Martín-Fernández, & Bejarano-Prats, 2022).
Uno de los resultados más llamativos obtenidas en la investigación realizada es el hecho de que no se
encontraron correlaciones positivas o negativas entre las variables de autoestima y conductas
disruptivas educativas en la muestra examinada, estos resultados son contarios a los encontrados por
Martínez-Vicente y Valiente-Barroso, (2020), quienes encontraron correlaciones inversas entre la
autoestima y las conductas disruptivas; sin embargo, coinciden que no existe correlaciones
estadísticamente significativas entre la autoestima y las conductas disruptivas (Pérez, 2021); de tal
manera que, parecen no existir resultados irrefutables al respecto de la relación entre estas dos variables
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CONCLUSIONES
La autoestima de los adolescentes examinados tiende a ser mayoritariamente alta, de tal manera que no
exhiben emociones ligadas a la inseguridad o el temor, pues se perciben cognitivamente como sujetos
eficientes, capaces y valiosos; lo cual necesita de ciertas condiciones como un ambiente familiar, social
y académico seguro y estimulante, donde se experimente aceptación incondicional. Cabe recalcar que
la incondicionalidad genera una autopercepción de valor personal, el cual puede ser independiente a los
triunfos o fracasos del sujeto y, por tanto, se trata de un constructo menos vulnerable a las contingencias
medioambientales.
Por su parte, las conductas disruptivas educativas de la muestra son medias, y en promedio, mayores en
los hombres, aunque un 14% de mujeres ostentan valores altos en la variable; este inusual fenómeno
podría responder al hecho de que los profesores tendían a atribuir mayor importancia a las conductas
instruccionales hacia los hombres que hacia las mujeres, por lo que se considera que estas conductas
deben abordarse con mayor determinación para mejorar el clima del aula y, con este, el proceso de
aprendizaje de todo el alumnado, independientemente del género de los estudiantes.
Al respecto del hecho de no haber obtenido correlaciones positivas o negativas entre las variables de
autoestima y conductas disruptivas educativas de los participantes, es necesario señalar lo siguiente: la
base de la construcción de la autoestima es la aceptación incondicional de los otros, esta aceptación
valida de manera irrestricta el 'ser' del sujeto, en independencia de su 'hacer', es decir de su conducta;
lo que implica que el autoestima no necesariamente modula los comportamientos del sujeto, pues se
trata de dos áreas distintas de la personalidad de los individuos.
Lo señalado, también implica que la regulación de las conductas debe llevarse a cabo a través de una
metodología conductual, donde los refuerzos positivos, así como los refuerzos negativos mantienen la
conducta del individuo al generar sensaciones de gratificación o alivio, y la extinción y los castigos
(positivos o negativos) tienden a disminuir su ocurrencia. De tal forma que, incentivar las conductas
adaptativas, y sancionar las conductas desadaptativas (disruptivas) sería la mejor forma de disminuir o
eliminar la ocurrencia de las conductas disruptiva educativas
Finalmente, y a partir de todo lo expuesto, una de las limitaciones del presente estudio es que su alcance
correlacional no permitió esclarecer las razones que se encuentran detrás de los resultados obtenidos
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(ausencia de correlación negativa). Por ello, se recomienda que, en futuras investigaciones se profundice
en la metodología (regresiones lineales) a la que se someten los datos encontrados; también se sugiere
ampliar la muestra evaluada, todo ello con el propósito de permitir alcanzar un alcance explicativo que
elucide adecuadamente la relación de las variables.
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