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El síndrome de Down presenta una serie de características comunes que pueden variar en grado y
manifestación entre las personas afectadas. Uno de los aspectos más destacados es la discapacidad
intelectual, que abarca desde retrasos leves hasta moderados en el desarrollo intelectual. Asimismo, los
rasgos faciales distintivos, como los ojos almendrados, el pliegue epicántico en los párpados, la nariz
pequeña y achatada, la boca pequeña con lengua protruida y las orejas pequeñas y redondeadas, son
comunes en individuos con este síndrome (Viñals et al., 2022).
Además de las características físicas, las personas con síndrome de Down enfrentan una mayor
susceptibilidad a ciertas condiciones médicas, como cardiopatías congénitas, problemas de tiroides,
deficiencias visuales y auditivas, así como problemas gastrointestinales, entre otros. La hipotonía
muscular, que se manifiesta como un tono muscular bajo, también es frecuente y puede afectar la fuerza
y el desarrollo motor. Los retrasos en el habla y el lenguaje son otra característica típica, y muchas
personas con síndrome de Down pueden necesitar apoyo adicional en esta área. En términos
conductuales, algunos individuos con este síndrome pueden ser especialmente amigables, afectuosos y
sociables, aunque estas características también varían de persona a persona (Viñals et al., 2022).
El síndrome de Down puede tener un impacto significativo en el desarrollo cognitivo y emocional de
las personas afectadas. Comprender las especificidades de esta condición genética es fundamental para
adaptar estrategias educativas y de intervención de manera efectiva. Las investigaciones previas han
demostrado que los programas de intervención temprana, diseñados y adaptados a las necesidades
individuales de cada niño con síndrome de Down, pueden tener un impacto positivo en su desarrollo
cognitivo y social. Además, es crucial reconocer las capacidades individuales de estos niños y promover
un entorno educativo inclusivo que fomente su participación activa y su sentido de pertenencia (Reyes
& Moreno, 2024).
La importancia de diseñar programas educativos adaptados a las necesidades específicas de los niños
con síndrome de Down es fundamental. Estos programas deben considerar las dificultades y desafíos
que enfrentan estos niños en su proceso de aprendizaje, identificando áreas de desarrollo que requieran
atención especializada. La intervención temprana y personalizada puede marcar una diferencia
significativa en su desarrollo, permitiéndoles alcanzar su máximo potencial y facilitando su integración
en la sociedad de manera más efectiva.abordar las necesidades educativas de las personas con síndrome