CUIDADOS DERMATOLÓGICOS DE LAS CICATRICES
SECUNDARIAS A PROCEDIMIENTOS QUIRÚRGICOS EN
INFANTES
DERMATOLOGICAL CARE OF SCARS SECONDARY TO
SURGICAL PROCEDURES IN INFANTS
Md. Estefania Mayorie Vaca Guaytarilla
Investigadora Independiente, Ecuador
Md. Alejandra Antonieta Gallardo Asimbaya
Consultorio Médico "Dreamed", Ecuador
Md. María Fernanda Berrezueta Herrera
Investigadora Independiente, Ecuador
Md. Mishel Del Cisne Guaman Herrera
Investigadora Independiente, Ecuador
Md. Walter Javier Diaz Rogel
Hospital Republica del Ecuador, Ecuador
Md. Javier Edison Jaramillo Tenorio
Investigador Independiente, Ecuador
Md. Josselyn Esthefania Asanza Jiménez
Investigadora Independiente, Ecuador
Md. Diana Gabriela Monge Roque
Investigadora Independiente, Ecuador
pág. 9442
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i3.12096
Cuidados Dermatológicos de las Cicatrices Secundarias a
Procedimientos Quirúrgicos en Infantes
Md. Estefania Mayorie Vaca Guaytarilla1
estefy7723@gmail.com
https://orcid.org/0009-0005-8100-9131
Investigadora Independiente
Quito, Ecuador
Md. Alejandra Antonieta Gallardo
Asimbaya
alejaanto10@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-7295-583X
Médico General - Consultorio Médico
"Dreamed"
Quito, Ecuador
Md. María Fernanda Berrezueta Herrera
mafer.behe@gmail.com
https://orcid.org/0009-0000-4939-4782
Investigadora Independiente
Machala, Ecuador
Md. Mishel Del Cisne Guaman Herrera
mishelguaman98@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-1236-5666
Investigadora Independiente
Machala, Ecuador
Md. Walter Javier Diaz Rogel
md.walterdiaz@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-6533-5350
Médico Rural en Hospital Republica del
Ecuador
Galápagos, Ecuador
Md. Javier Edison Jaramillo Tenorio
javier.jaramillo4444@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-0025-1032
Investigador Independiente
Machala, Ecuador
Md. Josselyn Esthefania Asanza Jiménez
esthefaniaasanzaj.18@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-1839-8315
Investigadora Independiente
Santa Rosa, Ecuador
Md. Diana Gabriela Monge Roque
diaga1997@gmail.com
https://orcid.org/0009-0005-1054-5148
Investigadora Independiente
Machala, Ecuador
RESUMEN
La presencia de cicatrices en pacientes pediátricos representa un complejo desafío para el área
dermatológica; por las diversas implicaciones físicas, cosméticas y psicosociales que pueden
causar en la vida del infante. Una de los fundamentos del tratamiento de las cicatrices es el tipo,
ubicación y el tiempo en el que inicia el tratamiento. A pesar de que el tratamiento puede ser
llevado por un dermatólogo, un equipo multidisciplinario que proporcione una atención integral
y personalizada debería ser lo óptimo. Las cicatrices generadas como producto de cirugías suele
ser de carácter asintomático y delimitadas, por lo que en su gran mayoría se cumple con éxito los
objetivos del tratamiento.
Palabras clave: infante, cicatriz, dermatológico, cirugía, queloide
1
Autor principal
Correspondencia: estefy7723@gmail.com
pág. 9443
Dermatological Care of Scars Secondary to Surgical Procedures in
Infants
ABSTRACT
The presence of scars in pediatric patients represents a complex challenge for the dermatological
area; due to the various physical, cosmetic and psychosocial implications that they can cause in
the life of the infant. One of the fundamentals of scar treatment is the type, location and time at
which treatment begins. Although treatment can be carried out by a dermatologist, a
multidisciplinary team that provides comprehensive and personalized care should be optimal. The
scars generated mostly by surgeries are usually asymptomatic and delimited, so the vast majority
of the treatment objectives are successfully met.
Keywords: infant, scar, dermatological, surgery, keloid
Artículo recibido 23 mayo 2024
Aceptado para publicación: 26 junio 2024
pág. 9444
INTRODUCCIÓN
El porcentaje de la población que presenta una cicatriz en su cuerpo es más del 30%, en la gran
mayoría imperceptibles, algunas asociadas a procedimientos quirúrgicos mayores o menores
pueden repercutir con cicatrices denominadas cicatrices iatrogénicas las cuales tienen un carácter
asintomáticos, pero con una presentación que puede influir en la salud psicológica, física y social
de cualquier persona (Bernavéu, 2009) (Krakowski et al., 2016).
Los queloides y cicatrices hipertróficas son algunas de las consecuencias de los procedimientos
quirúrgicos siendo más prevalentes en niños (Krakowski et al., 2016).
Los procesos de cicatrización de los infantes tienen particulares diferencias con los encontrados
con los adultos como pueden notarse más inflamación, exudación y movilización de los factores
de crecimiento. También se puede asociar estos fenómenos al tipo de traumatismo y el lugar en
el que se produce siendo principal en la infancia en la cabeza. (James & La Marca, 2019).
El papel del área de dermatología cobra importancia para el manejo de la cicatriz haciendo uso
de diferentes intervenciones terapéuticas en el tratamiento, considerando siempre que el grado de
éxito va a depender del tipo y la naturaleza de la cicatriz (Martín-Aragón & Marcos, 2008).
El impacto que puede tener la presencia de una cicatriz en las áreas cosméticas, funcional y
psicosocial es de importancia ya que pueden desembocar en problemas psicológicos más aun
cuando se presenta desde la niñez (Bernavéu, 2009).
Por lo que es importante siempre mencionar la prevención de traumatismo sobretodo de
quemaduras que son sin duda la causante de la mayoría de cicatrices en la infancia y la pronta
atención de la misma por un profesional médico especialista; y lo más seguro por todo un equipo
multidisciplinario (Arvizu et al., 2013).
Por lo que se plantea este estudio en el que se va a recabar información de los cuidados necesarios
para los infantes en el afán de tratar las cicatrices secundarias a procedimientos quirúrgicos.
METODOLOGÍA
Se realizó una búsqueda en Pubmed, Web Of Science y Cochrane con los términos indexados en
español: “cuidados de la piel”, “cicatrices”, “procedimientos quirúrgicos” e “infantes”, junto a
sus términos indexados en inglés: “skin care”, “scars”, “surgery procedures”, “Child” y
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“Preschool”. Se seleccionan los artículos relacionados con los cuidados dermatológicos de las
cicatrices secundarias a procedimientos quirúrgicos en infantes.
RESULTADOS
Proceso de cicatrización
El proceso de cicatrización se puede dividir en las tres etapas clásicas: inflamación, proliferación
y remodelación. Sin embargo, una variedad de factores de crecimiento y mediadores inflamatorios
secretados por diferentes tipos de células juegan roles cruciales y especializados en la
cicatrización, como la angiogénesis, la proliferación de fibroblastos y la contracción de la herida
(Furia & Furie, 2008).
La fase inflamatoria dura de 3 a 5 días. Inmediatamente tras la herida, el cuerpo responde con
vasoconstricción y coagulación, formando un tapón de fibrina-plaquetas. Luego, la vasodilatación
y permeabilidad vascular provocan edema y atraen neutrófilos para limpiar la herida (Broughton
et al., 2006). Los macrófagos, predominantes al cabo de 2 a 3 días, liberan citoquinas para avanzar
hacia la fase proliferativa o prolongar la inflamación (Van Amerongen et al., 2007).
La fase proliferativa, de 5 a 15 días, se caracteriza por reepitelización, angiogénesis, migración
de fibroblastos y depósito de colágeno. Las células epiteliales migran desde los bordes de la
herida, cubriéndola completamente (Chung et al., 2006). Los fibroblastos secretan colágeno tipo
III y los miofibroblastos contraen la herida, mientras nuevos vasos sanguíneos forman el tejido
de granulación. Mantener un ambiente húmedo favorece la reepitelización (Smith, 2014).
La fase de remodelación puede durar hasta un año, donde el colágeno tipo III se reemplaza por
colágeno tipo I, restaurando la estructura dérmica y aumentando la resistencia a la tracción. A las
seis semanas, la piel recupera el 50% de su resistencia, y a los tres meses, hasta el 80% (Trookman
et al., 2011).
Particularidades de la cicatrización infantil
Los estudios experimentales y clínicos indican que la cicatrización fetal no deja cicatrices.
Aunque los mecanismos detrás de esta curación son poco conocidos, muchos factores endógenos
y exógenos parecen diferir de los adultos, con una probable diferencia principal en el sistema
inmunológico y la respuesta inflamatoria. Estos estudios se basan en diversas especies animales,
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por lo que cualquier extrapolación a humanos debe ser cautelosa (Oztürk et al., 2001).
Se sabe que los macrófagos son clave en la respuesta inflamatoria y la regeneración de tejidos en
adultos. En las primeras etapas de la gestación, la curación ocurre con pocos macrófagos, mientras
que su afluencia es mayor al final de la gestación. El embrión puede curarse sin macrófagos y sin
una respuesta inflamatoria, aunque es capaz de responder a estímulos inflamatorios. Esta paradoja
podría explicarse por la inmadurez del sistema inflamatorio, aunque se necesita más investigación
para aclarar esta ambigüedad (Lee & Jang, 2018).
El colágeno es escaso en las heridas fetales debido a la falta de respuesta de los fibroblastos al
factor de crecimiento transformante beta 1 (TGFβ1), que durante toda la gestación induce la
síntesis de glicosaminoglicanos, más importantes que el colágeno en la matriz cicatricial del feto
(Garg et al., 2014).
El líquido amniótico proporciona un entorno rico en factores de crecimiento para el desarrollo del
feto. Se supone que la alta concentración de ácido hialurónico en el líquido amniótico es clave
para la curación fetal sin inflamación (Menter, 2006). Se necesitan más estudios para demostrar
que la calidad de la cicatrización fetal se debe a factores intrínsecos. Aunque los mecanismos
exactos son inciertos, la ausencia de respuesta inflamatoria parece ser crucial. Al final de la
gestación, aparece una respuesta inflamatoria y la cicatrización deja cicatrices visibles. Una
mayor comprensión de la curación fetal podría llevar a aplicaciones clínicas prometedoras
(Sharma & Wakure, 2013).
Menores de 6 meses
Los bebés menores de 6 meses curan rápidamente y con cicatrices muy discretas, posiblemente
debido a una respuesta inflamatoria inmadura y atenuada. Es posible que algunos fenómenos del
período prenatal se perpetúen después del nacimiento (Touzé, 2020).
6 meses a 2 años
En esta etapa, el patrón evolutivo de las cicatrices es impredecible; a veces son discretas y otras
muy inflamatorias (Sharma & Wakure, 2013).
Mayores de 2 años
Durante este período, la cicatrización está dominada por una fuerte respuesta inflamatoria y
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fenómenos de remodelación amplificados e incapacitantes. Las pocas comorbilidades en
organismos sanos y los mecanismos fisiológicos ligados al crecimiento favorecen una buena
evolución de las heridas en los niños. La cicatrización suele ser muy rápida pero puede ser
explosiva, y la cicatrización hipertrófica es constante y puede considerarse fisiológica a esta edad
(Lee & Jang, 2018).
Cuidados dermatológicos en infantes (mayores a 2 años)
Dado que la respuesta inflamatoria es constante y "explosiva", el proceso de curación debe
realizarse rápidamente para evitar la producción excesiva de colágeno. Exceptuando los casos de
niños en cuidados paliativos, la mayoría de las heridas pueden ser tratadas con cirugía: limpieza
mecánica, suturas, injertos y colgajos. Además, se pueden utilizar apósitos o terapia de presión
negativa para heridas (NPWT) antes, en lugar de o después de la cirugía (Jeffs et al., 2014)
Las técnicas quirúrgicas deben adaptarse a la edad del niño, su desarrollo psicomotor, el grosor
de los tegumentos y su potencial de crecimiento. En niños pequeños, se utilizan suturas más finas.
En áreas expuestas, se deben evitar suturas de rápida absorción que generen una respuesta
inflamatoria. Por el contrario, las suturas intradérmicas de lenta absorción son una buena opción
para evitar marcas. El adhesivo tisular de cianoacrilato puede utilizarse, pero es adecuado solo
para heridas muy superficiales (Burns-Nader et al., 2017).
La venda debe ser indolora al retirarla y fácil de poner. Es preferible realizar el vendaje con la
mano en lugar de con pinzas, ya que es más rápido y menos intimidante para el niño. Los
procedimientos deben ser sencillos; la curación rara vez es un problema en pediatría, ya que el
cuerpo del niño sintetiza continuamente tejido para su crecimiento. Por lo tanto, la NPWT suele
ser rápidamente eficaz y prepara la herida para el injerto. En consecuencia, las indicaciones para
el uso de colgajos son menos comunes en la práctica pediátrica que en la de adultos (Burns-Nader
et al., 2017) (Jeffs et al., 2014).
Cuidados especiales en cicatrices patológicas
Las cicatrices patológicas se deben a una desregulación de los procesos de curación,
especialmente durante la fase de remodelación. Esto resulta en una inflamación prolongada o
permanente, dando lugar a cicatrices hipertróficas o queloides (Lee & Jang, 2018).
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Al inicio de su evolución, no es posible distinguir entre cicatrices hipertróficas y queloides: ambas
permanecen muy inflamatorias más allá del período normal, son rojas, calientes, tensas y con
picazón. Solo con el tiempo se pueden diferenciar (Lee & Jang, 2018).
Cicatriz hipertrófica: A pesar de un periodo de inflamación marcado y prolongado, los signos
inflamatorios eventualmente disminuyen, provocando un engrosamiento de la cicatriz y fibrosis,
lo que resulta en una cicatriz gruesa. Histológicamente, el colágeno es abundante e inmaduro (con
exceso de colágeno III), organizado en haces más planos que en la dermis normal y con nódulos.
La secreción de los factores de crecimiento transformante β (TGFβ) y derivado de plaquetas
(PDGF) es abundante. Los fibroblastos son numerosos y responsables del exceso de colágeno.
Los mastocitos son también numerosos y secretan histamina, lo que probablemente cause el
prurito (Mustoe et al., 2002).
Cicatriz queloide: La evolución es indefinida, extendiéndose más allá de los límites iniciales de
la cicatriz, con persistencia de signos inflamatorios. A veces, aparece telangiectasia en la
superficie de la cicatriz. Histológicamente, presentan las mismas características que las cicatrices
hipertróficas, pero con una desorganización completa de la disposición del colágeno: ya no hay
haces sino fibras de colágeno conectadas aleatoriamente y mal orientadas (Profyris et al., 2012).
Algunos tratamientos están bien establecidos, aunque su eficacia puede ser decepcionante,
mientras que otros son más perspectivas y están sujetos a estudios actuales. Sin embargo, la
evolución de estas cicatrices puede ser tan desesperada para el paciente que merece la pena probar
técnicas mínimamente invasivas, aunque su eficacia sea variable (O'Brien & Jones, 2013).
Se pueden utilizar varias técnicas de forma simultánea o sucesiva. Es importante iniciar el
tratamiento tan pronto como una cicatriz se inflame, ya que cuanto antes se inicie, más eficaz
será. Se pueden aplicar técnicas preventivas como tratamientos, aunque pueden no ser tan
efectivas, como los masajes, presión negativa o láminas de silicona (O'Boyle et al., 2017). Otras
opciones incluyen:
Esteroides: se pueden administrar como inyecciones tópicas (crema o ungüento) o in situ. En la
práctica pediátrica, se prefieren las inyecciones locales de esteroides, utilizando esteroides de
acción retardada con efectos generales mínimos (Shridharani et al., 2010).
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Crioterapia: debe ser parte de un plan terapéutico más amplio y realizarse al final de la maduración
de la cicatriz, cuando los fenómenos inflamatorios se hayan calmado (Ren et al., 2017).
Radiaciones: no son recomendables en la práctica pediátrica debido al riesgo cancerígeno (Jin et
al., 2013).
Sustancias antineoplásicas: como interferones, mitomicina C, bleomicina, 5-fluorouracilo, se
utilizan en forma de inyecciones in situ, pero deben usarse con precaución en la práctica pediátrica
debido a su interacción con el crecimiento (Ren et al., 2017).
Terapia con láser: En algunas situaciones, puede ser prudente esperar a que los fenómenos
inflamatorios disminuyan espontáneamente antes de iniciar terapias agresivas, proporcionando
apoyo al paciente debido a la aparente desesperación de la situación (Shridharani et al., 2010) (Jin
et al., 2013).
Durante los primeros 2 años después de la curación, la cicatriz experimenta un proceso de
maduración. La contracción de la cicatriz es activa y normal debido a la acción de los
miofibroblastos. Después de este período, la cicatriz se vuelve más estable y permanente. En la
práctica pediátrica, el paciente crecerá con la cicatriz. Esto puede provocar tensiones porque la
cicatriz es fibrosa y no se expande tanto como el paciente. Si no se corrige, puede causar
deformidades debido al crecimiento asimétrico (O'Boyle et al., 2017).
Las cicatrices también pueden afectar el desarrollo psicomotor del paciente. Los médicos deben
ser conscientes de que el impacto psicológico de las cicatrices evoluciona con el tiempo durante
la infancia y la adolescencia. Por lo tanto, los pacientes pediátricos con cicatrices deben ser
seguidos durante todo su período de crecimiento para detectar la necesidad de cirugía de
cicatrices, ya sea por razones funcionales o estéticas y psicológicas (Shridharani et al., 2010).
DISCUSIÓN
La curación de heridas en pacientes pediátricos es un proceso complejo que difiere en muchos
aspectos de la curación en adultos. Desde los primeros días de vida hasta la adolescencia, el cuerpo
del niño experimenta cambios significativos en su desarrollo físico y psicológico, lo que influye
en la forma en que las cicatrices se forman y se comportan (Furia & Furie, 2008). Los estudios
han demostrado que, en comparación con los adultos, los niños tienen una capacidad de curación
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mejorada en ciertos aspectos, como una respuesta inflamatoria más atenuada en los primeros
meses de vida y una mayor velocidad de curación. Sin embargo, esta capacidad también puede
llevar a problemas únicos, como la formación de cicatrices hipertróficas o queloides, que son más
comunes en niños que en adultos (Broughton et al, 2006) (Van Amerongen et al., 2007).
Durante el proceso de curación, factores como la contracción de la cicatriz y el crecimiento
asimétrico del niño pueden influir en el resultado final de la cicatrización. Es crucial que los
médicos estén atentos a estos aspectos y sigan de cerca la evolución de las cicatrices a lo largo
del tiempo (Chung et al., 2006). La detección temprana de problemas como la tracción excesiva
o la deformidad debido al crecimiento desigual es fundamental para intervenir de manera
adecuada y prevenir complicaciones a largo plazo (Garg et al., 2014).
En términos de tratamiento, hay una variedad de opciones disponibles, desde técnicas
mínimamente invasivas hasta procedimientos quirúrgicos más complejos (Jeffs et al., 2014). Es
importante seleccionar el enfoque adecuado para cada paciente, teniendo en cuenta factores como
la edad, el tipo de cicatriz y las necesidades individuales del niño y su familia. Además, la atención
integral que aborde tanto los aspectos físicos como psicológicos de las cicatrices es esencial para
garantizar el bienestar general del paciente (Burns-Nader et al., 2017) (Jeffs et al., 2014).
La colaboración interdisciplinaria entre cirujanos, dermatólogos, psicólogos y otros profesionales
de la salud es fundamental para proporcionar una atención integral y personalizada a los pacientes
pediátricos con cicatrices (Lee & Jang, 2018). Además, la educación y el apoyo continuo a los
padres y cuidadores son vitales para ayudarles a comprender el proceso de curación y manejo de
cicatrices, así como para abordar cualquier preocupación o ansiedad que puedan tener (Mustoe et
al., 2002).
En última instancia, el objetivo principal del tratamiento de las cicatrices en niños es optimizar
los resultados funcionales, estéticos y psicológicos a largo plazo (O'Boyle et al., 2017). Esto
requiere un enfoque holístico que considere no solo la apariencia física de la cicatriz, sino también
su impacto en la calidad de vida del niño y su familia (Shridharani et al., 2010) (Jin et al., 2013).
Con una atención cuidadosa y un manejo adecuado, muchas cicatrices en pacientes pediátricos
pueden gestionarse de manera efectiva, permitiendo que los niños crezcan y se desarrollen sin
pág. 9451
limitaciones significativas debido a sus cicatrices (Shridharani et al., 2010).
CONCLUSIONES
La gestión de las cicatrices en pacientes pediátricos presenta desafíos únicos y complejos debido
a las características distintivas del proceso de curación en esta población. A lo largo de los
primeros años de vida, el cuerpo experimenta cambios significativos en su desarrollo físico y
psicológico, lo que influye en la formación y evolución de las cicatrices. Es crucial reconocer la
importancia de un enfoque holístico que aborde no solo los aspectos físicos de las cicatrices, como
la contracción y el crecimiento asimétrico, sino también sus implicaciones psicológicas y
emocionales. La detección temprana de problemas potenciales y la intervención oportuna son
fundamentales para prevenir complicaciones a largo plazo y optimizar los resultados a largo plazo
para los pacientes pediátricos. Además, la colaboración interdisciplinaria entre diferentes
especialidades médicas es esencial para proporcionar una atención integral y personalizada que
satisfaga las necesidades individuales de cada niño y su familia. En última instancia, al centrarse
en el bienestar general del paciente y en su calidad de vida a largo plazo, se puede lograr una
gestión efectiva de las cicatrices en la población pediátrica.
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