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La emoción, como una experiencia vívida y profunda, se convirtió en un logro trascendental del
Barroco. Claudio Monteverdi fue el principal pionero de esta tendencia con su teoría y práctica del stile
concitato o estilo agitado, conocido como la Segunda Práctica. Esta práctica fue reforzada por la Teoría
del Afecto Único, que postulaba que un único afecto debía abarcar un movimiento musical completo,
manteniéndose sin cambiar a un afecto opuesto para producir una fuerte impresión emocional (Arnold,
1969).
En el Barroco, la música no necesariamente reflejaba cada palabra expresiva del texto, como en el
madrigal renacentista. En lugar de eso, se destacaba una palabra clave que orientaba el afecto único de
todo el movimiento musical y su respectiva forma. Según Johann Gottfried Walther, el término
Affektenlehere [afecto] se refiere a la experimentación de la emoción. Durante este periodo, surgieron
nuevos tipos de clasificación y codificación de los afectos musicales. Athanasius Kircher y,
posteriormente, Johann Mattheson establecieron ocho afectos musicales conocidos, a los cuales se
añadieron otros en la práctica musical, como “moderación” y “broma”, como en los scherzi musicali de
Monteverdi (Buelow & Marx, 2007).
En su tratado “Gramática Musical”, Nikolai Diletsky identificó tres tipos de música: feliz, triste y mixta.
En la ópera italiana se formó una tipología de afectos que incluía heroico, enojado, lamentoso, bravura,
bufonesco, entre otros. Estos afectos se vincularon a ciertos elementos del lenguaje musical: modalidad,
intervalos, métricas, duraciones y figuras retóricas musicales (Diletsky, 1979).
Los afectos del Barroco alcanzaron su apogeo en las obras de J. S. Bach. Comparando afectos como
“tristeza”, “amor” y “sufrimiento” en su música, encontramos que la “tristeza” se define como “queja”,
“pena” y “dolor” según Kircher, y para Bach, la tristeza puede definirse como sufrimiento moderado.
Esto se refleja en modos menores, cromatismo infrecuente, disonancias, tempo lento, sincopación,
regularidad rítmica y figuras retóricas como suspiratio, catabasis, circulatio, ellipsis, etc. Ejemplos de
esto incluyen el Preludio en Do sostenido menor del Libro 1 y el Preludio en Fa menor del Libro 2 de
El clave bien temperado.
Comparando estos afectos con sus opuestos directos, como el coraje y la alegría, obtenemos un conjunto
contrastante de medios. El coraje se refleja en palabras sobre la lucha contra un enemigo y la voluntad
de victoria, con un lenguaje musical de tempo moderado, consonancia armónica y melódica, armonías