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INTRODUCCIÓN
La educación en línea ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, impulsada
por la globalización y la creciente accesibilidad a la tecnología digital, esta modalidad de aprendizaje
ofrece una flexibilidad sin precedentes, permitiendo a los estudiantes acceder a contenidos educativos
desde cualquier lugar y en cualquier momento, sin embargo, este modelo educativo también presenta
desafíos significativos, entre los que se destacan la baja participación activa y el escaso compromiso
de los estudiantes, estas dificultades pueden comprometer la efectividad del aprendizaje en línea y, en
última instancia, afectar el rendimiento académico y la satisfacción de los estudiantes (Beltrán et al.,
2020).
En un entorno educativo tradicional, la interacción cara a cara y la presencia física en el aula juegan un
papel crucial en la motivación y el compromiso de los estudiantes, en contraste, los cursos en línea
deben encontrar formas innovadoras de recrear esta interacción y fomentar un sentido de comunidad
entre los participantes, por otra parte, la falta de contacto personal puede llevar a sentimientos de
aislamiento y desconexión, lo que a su vez puede reducir la motivación y el interés en el curso, por lo
tanto, es fundamental desarrollar y aplicar estrategias que promuevan la participación activa y el
compromiso de los estudiantes en este contexto virtual (Cuesta & Vélez, 2021).
Además, la importancia de adaptar estas estrategias a las necesidades y características específicas de
los estudiantes, reconociendo la diversidad de estilos de aprendizaje y contextos personales, es
fundamental para impulsar la participación activa. Cada estudiante tiene un conjunto único de
fortalezas, debilidades y preferencias en su forma de aprender, lo cual debe ser considerado al diseñar
actividades y contenidos educativos en línea, la personalización de la experiencia de aprendizaje puede
involucrar la incorporación de diferentes formatos de contenido, como videos, lecturas interactivas,
actividades prácticas y discusiones en grupo, permitiendo que los estudiantes elijan los métodos que
mejor se adapten a sus necesidades (Lema et al., 2023) .
Además, es crucial considerar factores contextuales, como el acceso a la tecnología y el tiempo
disponible para el estudio, para asegurar que todos los estudiantes puedan participar plenamente, al
atender estas diferencias, se crea un entorno más inclusivo y equitativo, donde todos los estudiantes
tienen la oportunidad de sobresalir, esto no solo mejora el rendimiento académico al hacer que el