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El médico le dio varios periódicos.
—No se sabe —dijo—. Es difícil leer entre líneas lo que permite publicar la censura” (García, 2015, p.
23).
El médico del pueblo, quien recibe cartas del exterior, es el encargado de recolectar las noticias de la
situación real del país. Esto se debe a que no se aprecian más que noticias extranjeras los periódicos
oficiales; es decir, ajenas a Colombia, esto porque los diarios se ven impedidos de tocar los temas que
de verdad preocupan a la población. Asimismo, lo mencionado nos lleva a comprender que no solo este
lugar, donde el correo llega cada viernes, se ve oprimido. Todo el país sufre del mismo destino.
CIVILIS Derechos Humanos (2016) señala que toda persona debe ser capaz de expresarse en cualquier
medio de difusión, sin censura o limitaciones. Sin embargo, con lo anteriormente expuesto, es claro que
este derecho se ve mancillado por las personas con cargos de poder.
“Entró al cuarto, diciendo: «Es lo que no decían los periódicos de ayer»” (García, 2015, p. 27). Esta cita,
por otro lado, señala que la censura no puede mantener ignorantes a las personas ávidas por el cambio.
Es por esto que se crean redes de comunicación clandestinas en las que la información de valor se
comparte. La policía tiene pleno conocimiento de esto, por lo que realizan batidas para atrapar o acabar
con los alborotadores de la paz pública. De hecho, el hijo del coronel fue acribillado por repartir esta
información, como lo describe el siguiente fragmento: “Tuvo la certeza de que ese argumento justificaba
su determinación de conservar el gallo, herencia del hijo acribillado nueve meses antes en la gallera, por
distribuir información clandestina (García, 2015, p. 20)”. El propio protagonista de esta novela llega a
encontrarse en una de estas batidas: “Comprendió que había caído fatalmente en una batida de la policía
con la hoja clandestina en el bolsillo” (García, 2015, p. 83). Este es un momento lleno de tensión debido
a que el coronel lleva información por la que podría ser asesinado y ve de cerca por primera vez al
hombre que disparó contra su hijo.
Como mencionamos, la censura no estaba dirigida exclusivamente a los medios de comunicación, las
personas tenían prohibido mencionar temas que las autoridades en el poder percibieran como
problemáticos, siendo el principal: la política.
“Había un letrero clavado sobre la guitarra: «Prohibido hablar de política»” (García, 2015, p. 53). Este
cartel se encontraba colgado en una sastrería, no un lugar concurrido o popular para reuniones; sin