ÍNDICE DE MASA CORPORAL, CONDUCTAS
ALIMENTARIAS DE RIESGO Y AUTOCONCEPTO EN
ADOLESCENTES EN PACHUCA, HIDALGO, MÉXICO
BODY MASS INDEX, RISKY EATING BEHAVIORS
AND SELF-CONCEPT IN ADOLESCENTEST IN PACHUCA,
HIDALGO, MEXICO
Nancy Téllez Islas
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México
Bibiana Vanesa Pérez Norberto
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México
Rebeca María Elena Guzmán Saldaña
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México
Julio César Vargas Ramos
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México
pág. 4710
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.12692
Índice de Masa Corporal, Conductas Alimentarias de Riesgo y
Autoconcepto en Adolescentes en Pachuca, Hidalgo, México
Nancy Téllez Islas
1
Nancy110701@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-8042-4676
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Mexico
Bibiana Vanesa Pérez Norberto
Bibiana19@outlook.es
https://orcid.org/0009-0007-5955-607X
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Mexico
Rebeca María Elena Guzmán Saldaña
rguzman@uaeh.edu.mx
https://orcid.org/0000-0003-0877-4871
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Mexico
Julio César Vargas Ramos
julio_ramos@uaeh.edu.mx
https://orcid.org/0000-0002-6803-5686
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Mexico
RESUMEN
Este estudio examinó la relación entre el índice de masa corporal, las conductas alimentarias de riesgo
y el autoconcepto en 51 mujeres y 50 hombres adolescentes de edades comprendidas entre los 15 y los
19 años, residentes en Pachuca, Hidalgo, México. Se utilizó un diseño no experimental, transversal y
correlacional. Se administraron el Test de Actitudes Alimentarias (EAT-26) y el Listado de Adjetivos
para la Evaluación del Autoconcepto (LAEA). Los resultados revelaron que las mujeres mostraron una
mayor preocupación por la comida que los hombres, con diferencias significativas en las conductas
alimentarias de riesgo según el sexo. Ambos grupos exhibieron un autoconcepto dentro de la
normalidad, pero los hombres obtuvieron puntuaciones más altas en cualidades físicas, intelectuales y
sociales, lo que refleja un autoconcepto más elevado. Estos hallazgos pueden ser de utilidad para el
diseño de intervenciones diferenciadas por sexo, orientadas a prevenir las conductas alimentarias de
riesgo.
Palabras clave: índice de masa corporal, conductas alimentarias de riesgo, autoconcepto
1
Autor principal
Correspondencia: Nancy110701@gmail.com
pág. 4711
Body Mass Index, Risky Eating Behaviors and Self-Concept in
Adolescentest in Pachuca, Hidalgo, Mexico
ABSTRACT
This study examined the relationship between body mass index, risky eating behaviors, and self-concept
in 51 female and 50 male adolescents aged between 15 and 19 years, residing in Pachuca, Hidalgo,
Mexico. A non-experimental, cross-sectional, and correlational design was employed. The Eating
Attitudes Test (EAT-26) and the List of Adjectives for Self-concept Evaluation (LAEA) were
administered. The results revealed that women showed greater concern about food than men, with
significant differences in risky eating behaviors by gender. Both groups exhibited a normal self-concept,
but men scored higher in social, physical, and intellectual qualities, reflecting a higher self-concept.
These findings could be useful for designing gender-specific interventions aimed at preventing risky
eating behaviors.
Keywords: body mass index, risky eating behaviors, self-concept
Artículo recibido 08 julio 2024
Aceptado para publicación: 10 agosto 2024
pág. 4712
INTRODUCCIÓN
Durante la adolescencia, las personas enfrentan diversos desafíos y experimentan cambios significativos
en múltiples aspectos de sus vidas. Estos ajustes abarcan aspectos biopsicosociales y suelen ir
acompañados de intensos estados emocionales (Palacios, 2019). En este contexto, es crucial que los
jóvenes puedan adaptarse a esas transformaciones, ya que estas pueden influir en su autopercepción,
incluyendo aspectos relacionados con el atractivo físico (Morales & Díaz, 2020).
Un autoconcepto saludable durante la adolescencia puede ser un factor protector importante, ya que
influye en diferentes áreas de la vida de los adolescentes. El autoconcepto puede relacionarse con otros
aspectos relevantes en la vida de una persona, por ejemplo, en el ámbito académico, un buen
rendimiento en educación física puede aumentar el autoconcepto en relación con las habilidades físicas
(Mato et al., 2020).
Asimismo, puede presentarse el riesgo de que surjan diversas problemáticas, tales como las conductas
alimentarias de riesgo (CAR), que en casos extremos pueden derivar en Trastornos de la Conducta
Alimentaria y de la Ingesta de Alimentos (TCAIA), poniendo en peligro la salud física y mental del
individuo (Ramírez et al., 2020).
Los TCAIA representan un desafío significativo para la salud pública, con cifras alarmantes a nivel
mundial. Se estima que 14 millones de personas sufren algún tipo de TCAIA, afectando tanto a niños
como a adolescentes y adultos, y estas cifras continúan en aumento (Organización Mundial de la Salud
[OMS], 2022). De acuerdo con datos de Villalobos-Hernández et al. (2023), el 6.6% de los adolescentes
en México presentan algún grado de CAR. Asimismo, según datos de la Secretaría de Salud (2023),
aproximadamente el 25% de los adolescentes en México muestran alguna manifestación de los TCAIA,
siendo la bulimia, la anorexia y los atracones las más comunes, con una mayor prevalencia observada
en edades comprendidas entre los 14 y los 25 años.
Un estudio realizado en la población joven del estado de Hidalgo, México (lugar en donde se llevó a
cabo esta investigación), con edades comprendidas entre los 18 y 29 años, reveló que el 12.84% de los
participantes presentaban un riesgo fluctuante de desarrollar un TCAIA. Y de forma notable el 64.69%
de ellos informaron realizar CAR (Hernández, 2022).
pág. 4713
Las CAR son comportamientos inadecuados similares a los observados en los TCAIA, y cumplen
algunos criterios diagnósticos específicos. Estas conductas pueden incluir prácticas como los atracones,
dietas restrictivas, uso de laxantes, diuréticos, anorexigénicos, ejercicio excesivo y vómito
autoinducido, todos con el propósito de perder peso (Unikel et al., 2017). Las CAR regularmente
preceden a los TCAIA manifestándose de manera similar, pero aumentando en intensidad y frecuencia
con el tiempo (Chacón-Quintero et al., 2016).
Se han investigado diversos factores que podrían estar relacionados en cierta medida con la ocurrencia
de las CAR. Entre estos factores se encuentran el sexo, la percepción de la imagen corporal, el IMC
(una medida que establece la relación entre el peso y la altura de una persona, utilizada para determinar
si una persona mantiene un peso considerado saludable (Instituto Nacional del Cáncer [NIH], 2021), la
insatisfacción con la imagen corporal, el autoconcepto, entre otros (Gow et al., 2020; Rodgers et al.,
2020).
Específicamente en relación al autoconcepto, este se desarrolla a partir de los pensamientos y emociones
personales. Además, tener una autoestima general positiva puede desempeñar un papel protector contra
los TCAIA (Argyrides et al., 2020; Cortés & Naoba, 2022). Según Shavelson et al. (1976), el
autoconcepto abarca aspectos físicos, personales, familiares y sociales, así como un autoconcepto
relacionado con la interacción con los demás.
Como se ha señalado, diversas investigaciones (por ejemplo, Lugo, 2020; Melendez, 2023; Ruíz et al.,
2021; Salinas, 2023), han revelado que en la población adolescente existe una mayor prevalencia de
CAR, a menudo asociadas con algún grado de insatisfacción corporal, IMC, estándares de belleza poco
realistas promovidos a través de los medios de comunicación, baja autoestima, un entorno familiar
hostil, entre otros. La mayoría de los adolescentes que expresan insatisfacción corporal también
manifiestan CAR. Estos hallazgos también identifican una mayor probabilidad de llevar a cabo CAR
en personas con baja autoestima, alienación personal, inseguridad interpersonal, desajuste emocional y
miedo a la madurez (Harlowe et al., 2018; Nicoletta, 2023; Quazi & Tankha, 2023; Xiang et al., 2023).
Reportes de investigación, como los realizados por Dane & Bhatia (2023), Pelc et al. (2023), Hinostroza
y Pacheco (2020), y, Duno y Acosta (2019), llevados a cabo en adolescentes y jóvenes, señalan la
relación entre la presencia de CAR, un menor autoconcepto físico y un mayor IMC. De manera similar,
pág. 4714
la insatisfacción con la imagen corporal se asocia directamente con la presencia de CAR, ya que, a
menor satisfacción con la imagen corporal, mayor es la tendencia a desarrollar CAR (por ejemplo,
Zamani, et al., 2020; Čerešník & Čerešníková, 2022).
Por lo anteriormente descrito el objetivo de esta investigación fue establecer la relación entre el IMC,
CAR y el autoconcepto en adolescentes de Pachuca de Soto, Hidalgo, México.
MÉTODO
Participantes
En la presente investigación se siguió una metodología cuantitativa, de diseño no experimental, con un
tipo de estudio transversal y correlacional. La selección de participantes fue de manera no probabilística
e intencional, compuesta por 101 personas adolescentes, con residencia en Pachuca, Hidalgo, México,
con edades comprendidas entre 15 y 19 años (x
=17.36; D. E= 1.68). Los participantes fueron 51
mujeres (50.5%) y 50 hombres (49.5%), de los cuales el 98% (n=99) se dedicaba exclusivamente al
estudio, mientras que solo el 2% (n=2) combinaba el estudio con el trabajo. En cuanto al nivel de
escolaridad 66 personas (65.3%) estaban inscritos en el nivel de preparatoria, y 35 (34.7%) estudiaban
la licenciatura.
Técnica de recolección de datos
En un primer momento, se solicitó el permiso de las autoridades de una institución pública de enseñanza
media superior y superior en el estado de Hidalgo en México, para aplicar los instrumentos EAT-26 y
LAEA a la muestra de participantes. En el caso de los menores de edad se obtuvo el consentimiento
informado de los padres y el asentimiento informado. A los mayores de edad se les solicitó también su
consentimiento informado. Luego de ello, en las aulas de clase se aplicaron los instrumentos.
Instrumentos
En cuanto a los instrumentos de recolección de la información, se utilizó el Cuestionario de datos
sociodemográficos. Este cuestionario fue diseñado ex profeso, para identificar datos generales de los
participantes, al incluir preguntas como lugar de residencia, datos familiares, nombre de la institución
en la que estudian, nivel de estudios. Además, las preguntas de auto informe sobre peso y talla, para
calcular posteriormente el IMC.
pág. 4715
Test de Actitudes Alimentarias (EAT-26) (Garner et al., 1982). Es un instrumento diseñado y adaptado
en población mexicana por Lugo-Salazar y Pineda-García (2019), el cual está compuesto por 26
reactivos con opción de respuesta mediante una escala tipo Likert, donde cada pregunta cuenta con 6
opciones de respuesta con diferente puntuación: que va de 0 puntos, donde 1= nunca, 2= raramente, 3=
algunas veces, 4= a menudo, 5= muy a menudo, 6= siempre. Este test, considera cinco factores:
preocupación por la comida, dieta, presión social percibida, atracones y anorexia. Igualmente, evalúa
el riesgo de Trastornos de Conducta Alimentaria, en casos no clínicos, incluyendo anorexia y bulimia
nerviosa. Además, cuenta con un alfa de Cronbach de 0.89.
Listado de Adjetivos para la Evaluación del Autoconcepto (LAEA) (Garaigordobil, 2011). Es un
instrumento diseñado y adaptado en población mexicana por Chávez et al. (2022), el cual consiste en
un listado de 57 adjetivos positivos de formato de respuesta tipo Likert que va de 0 a 4, donde 0 significa
nada y 4 significa mucho, tiene por objetivo medir el autoconcepto global y comprende un rango de
edades de 12 a 65 años, cuenta con un alfa de Cronbach de 0.93. La puntuación directa se convierte a
percentiles dependiendo su edad, ocupación y escolaridad, donde su punto de corte es del percentil 50
lo que significa que por encima de este se considera un autoconcepto alto mientras que por debajo del
mismo representa un autoconcepto negativo. Los factores que mide son: factor 1: Solidaria, cooperativa,
generosa, compasiva, confiada, tolerante, servicial, cariñosa; factor 2: Segura, decidida, valiente,
madura, independiente, satisfecha, optimista, admirable; factor 3: Confiable, honrada, leal, buena,
sincera, cordial, apreciada; factor 4: Organizada, responsable, trabajadora, limpia, constante, educada;
factor 5: Alegre, amistosa, humor, sociable, feliz; factor 6: Seductora, guapa, elegante; factor 7:
Mentalmente rápida, con buena memoria, inteligente, capaz; factor 8: Tranquila, pacífica, estable,
flexible, racional; factor 9: Curiosa, observadora, reflexiva, creativa; factor 10: Deportista, ágil, sana,
fuerte, activa; factor 11: Expresiva, sensible.
Análisis de datos
Para el análisis de datos, primero se calcularon estadísticos descriptivos como medidas de tendencia
central (media, mediana) y dispersión (desviación estándar) para todas las variables. Posteriormente, se
llevaron a cabo comparaciones de grupos utilizando pruebas t de Student para evaluar diferencias entre
grupos. Además, se realizaron correlaciones de Pearson para establecer la asociación entre las variables
pág. 4716
estudiadas. Todos los análisis estadísticos se realizaron utilizando el software SPSS (versión 26). Este
software facili la realización de los cálculos y la visualización de los datos, permitiendo una
interpretación precisa de los resultados.
Consideraciones éticas
Este estudio se llevó a cabo siguiendo los lineamientos de diferentes normativas como Ley General de
Salud en Materia de Investigación para la Salud (Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la
Unión, 1987), la cual define las directrices y principios generales que deben seguirse en la investigación
científica; la Declaración de Helsinki (Asociación Médica Mundial [AMM], 1964) para la supervisión
ética de las investigaciones médicas; y finalmente el Código Ético del Psicólogo (Sociedad Mexicana
de Psicología, 2010), que asegura la protección de los usuarios de los servicios psicológicos, enfocado
en este contexto en el ámbito de la investigación.
Los participantes fueron informados y asumieron su participación voluntaria mediante la lectura y firma
del consentimiento dirigido a padres de familia y asentimiento informado, en el cual se menciona la
confidencialidad de sus respuestas.
RESULTADOS
Como ya se señaló, el objetivo general de este estudio fue establecer la relación entre el índice de masa
corporal, conductas alimentarias de riesgo y el autoconcepto en adolescentes de Pachuca, Hidalgo,
México. A continuación, se describen los resultados que arrojó este reporte.
Indice de Masa Corporal
El IMC (NIH, 2021), de los participantes se obtuvo mediante autorreporte, a través de datos de peso y
talla (los parametros se definen a pie de pagina
2
). De acuerdo con el IMC de la muestra total de
participantes (N=101), 4 de ellos presentaron un bajo peso al adecuado (4%), 69 personas tenían un
peso normal (68.3%), 20 adolescentes presentaron sobrepeso (19.8%), y 8 participantes con obesidad
(7.9%).
2
Bajo peso equivale a <18.5.
Peso normal entre 18.5 y 24.9.
Sobrepeso entre 25.0 y 29.9.
Obesidad equivale a ≥30.0.
pág. 4717
Ahora bien, los hallazgos obtenidos respecto al sexo, se encontró que 2% (n=2) en mujeres y 2% (n=2)
de hombres presentaron bajo peso; 36 mujeres se encontraron en un peso normal (35.6%), mientras que
el 32.6% (n=33) de hombres observó también peso normal; 9.9% (n=10) de mujeres y el 9.9% de
hombres (n=10) presentaron sobrepeso; por último, el 2.9% (n=3) de mujeres padecen obesidad, así
como el 4.9% (n=5) en hombres.
Conductas Alimentarias de Riesgo
Como puede observarse en la tabla 1, en relación con los factores del EAT-26, solo las mujeres
mostraron puntajes superiores a la media teórica de la escala (valor de 3) en el factor "Preocupación por
la Comida", lo que sugiere que ellas tienden más a preocuparse por lo que comen en comparación con
los hombres. Es importante destacar que tanto en hombres como en mujeres, los demás factores del
EAT-26, como la dieta, la preocupación social percibida, los atracones y la anorexia, presentaron
puntajes por debajo de la media teórica. Esto indica que no hay evidencia de riesgo asociado con estas
conductas alimentarias.
Asimismo, se llevó a cabo la prueba t de Student para identificar diferencias por sexo, y se encontró que
existen diferencias estadísticamente significativas en los factores "preocupación por la comida" y
"atracones". Las mujeres obtuvieron un puntaje medio mayor que los hombres en estos factores, lo que
indica que las mujeres, a diferencia de los hombres, se preocupan más por lo que consumen (confirmado
por el puntaje por encima de la media teórica) y muestran un mayor número de episodios de ingesta
excesiva de alimentos que los hombres.
Del mismo modo, hay una diferencia estadísticamente significativa en los factores "dieta",
"preocupación social percibida" y "anorexia", donde los hombres obtuvieron puntajes más altos que las
mujeres. Esto sugiere que los hombres restringen más la ingesta de alimentos y tienen una mayor
preocupación por la percepción que los demás tienen de ellos que las mujeres.
Finalmente, al comparar por sexo el puntaje total obtenido en el EAT-26, se encontró que las mujeres
obtuvieron una media de x
=69.90, mientras que los hombres presentaron x
=67.76. Esto sugiere que las
mujeres tienden más a realizar prácticas alimentarias que ponen en riesgo su salud.
pág. 4718
Autoconcepto
Según lo presentado en la Tabla 1, en relación a los factores del LAEA, se observan puntajes ligeramente
inferiores a la media teórica (valor de 3) tanto en hombres como en mujeres, lo que sugiere que el
autoconcepto se encuentra dentro de la normalidad y no presenta problemas. No obstante, al realizar la
prueba t de Student entre hombres y mujeres en los factores de la Escala de Autoconcepto LAEA, se
encontró que los hombres obtuvieron puntajes más altos en los factores de cualidades sociales,
cualidades físicas y cualidades intelectuales, indicando así un mayor autoconcepto. Sin embargo, no se
observó una diferencia estadísticamente significativa en el factor "cualidades afectivas".
Al comparar los puntajes totales del LAEA entre hombres y mujeres, se encontraron diferencias
estadísticamente significativas en cuanto al autoconcepto. La media fue de x
=65.34 para los hombres y
x
=59.75 para las mujeres, lo que sugiere que los hombres tienen un autoconcepto mayor que las mujeres.
Tabla 1. Distribución de medias (factores de EAT-26 y LAEA) de acuerdo con el sexo de los
participantes.
Subescalas
Mujeres
(n=51)
M
DE
DE
Conductas Alimentarias de Riesgo
Preocupación por la comida*
3.30
1.21
1.20
Dieta*
1.82
0.77
0.87
Preocupación social percibida*
2.30
1.29
1.37
Atracones*
2.47
1.22
1.12
Anorexia*
2.75
0.92
0.87
Total EAT-26**
69.60
20.26
17.87
Autoconcepto
Cualidades sociales*
2.93
0.78
0.50
Cualidades afectivas
2.72
0.90
0.48
Cualidades físicas*
2.14
0.81
0.77
Cualidades intelectuales*
2.65
0.95
0.66
Total LAEA**
59.75
34.53
27.33
*p<.05; **p<.01
Nota:Eating Attitudes Test-26 (EAT-26)
Listado de Adjetivos para la Evaluación del Autoconcepto en adolescentes y adultos (LAEA)
pág. 4719
Tabla 2. Correlación entre factores del EAT-26, LAEA e IMC
IMC
PPC
Dieta
Atracones
PT
IMC
0.294**
0.305**
0.270**
0.264**
CA
-0.278**
CF
-0.220*
CI
-0.235*
p*<.05; **p<.01
Nota: Índice de Masa Corporal (IMC), Preocupación por la Comida (PPC), Puntaje Total (PT), Cualidades Afectivas (CA),
Cualidades Físicas (CF), Cualidades Intelectuales (CI).
Asociación entre variables
Después de llevar a cabo los análisis de correlación entre el IMC, las CAR y el autoconcepto, se observó
en la tabla 2 que existe una correlación positiva baja entre los factores "preocupación por la comida",
"dieta" y "atracones", y el IMC de los participantes. Esto indica que cuanto más se preocupan por comer,
realizan dietas y tienen episodios de ingesta excesiva de alimentos, mayor es su IMC. Además, se
encontró una correlación positiva débil entre el puntaje total del EAT-26 y el IMC, lo que sugiere que,
a mayor IMC, mayor es la realización de CAR.
Por otro lado, se identificó una correlación negativa baja entre el IMC y las cualidades físicas de los
estudiantes. Esto significa que a medida que el IMC aumenta, estas cualidades tienden a disminuir.
Asimismo, se halló una correlación negativa débil entre los factores "cualidades afectivas", "cualidades
intelectuales" y "atracones". Esto indica que las cualidades afectivas e intelectuales tienden a declinar
a medida que aumenta la ingesta excesiva de alimentos.
DISCUSIÓN
El presente estudio tuvo como objetivo identificar si existe relación entre el IMC, las CAR y el
autoconcepto en adolescentes de Pachuca de Soto, Hidalgo, México. Se llevó a cabo una evaluación
utilizando un Cuestionario de Datos Sociodemográficos y las Escalas EAT-26 (Garner et al., 1982) y
LAEA (Garaigordobil, 2011).
En cuanto a los resultados obtenidos de IMC se encontró que, el 19.8% de la población adolescente, en
ambos sexos, presenta sobrepeso, y un 7.9% padece obesidad. Estos hallazgos están por debajo de los
datos nacionales reportados por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM, 2023),
pág. 4720
donde la prevalencia de sobrepeso fue del 23.9% y de obesidad fue del 17.2% durante el periodo 2020-
2022. Respecto a la distribución por sexo en cuanto al sobrepeso, se observó que un 9.9% de mujeres y
un 9.9% de hombres presentan esta condición, mientras que los datos arrojados por REDIM (2023)
muestran un 24.9% en mujeres y un 22.9% en hombres. En relación a la obesidad, se reportó un 4.8%
en hombres y un 3.03% en mujeres, mientras que REDIM (2023) informó un 18.2% en hombres y un
16.1% en mujeres.
De acuerdo con los resultados obtenidos en el EAT-26, se observó que las mujeres presentaron mayores
puntajes que los hombres en cuanto a la "Preocupación por la Comida" y la realización de "Atracones".
Esto puede atribuirse a una variedad de factores biopsicosociales y culturales, como la presión social y
cultural, ya que las mujeres a menudo están expuestas a estándares de belleza poco realistas y presiones
para mantener un peso corporal bajo, lo que aumenta la preocupación por la alimentación y la imagen
corporal. Estos hallazgos coinciden con los documentados por Poo et al. (2022), quienes indican que el
sistema sociocultural ha influido en la creación de estos estándares de belleza, llevando a las mujeres a
seguir dietas perjudiciales con el objetivo de cumplir con los cuerpos idealizados y sentirse aceptadas
socialmente., llegando al extremo de desarrollar un TCAIA.
Continuando con la “Preocupación por la Comida”, también, las expectativas de género y la percepción
cultural de que las mujeres deben ser delgadas y tener un cuerpo "ideal" incrementan la vigilancia sobre
la comida y el control del peso. Sánchez-Argandoña (2024) revela que la insatisfacción con la imagen
corporal, influenciada por estándares estéticos y la mirada masculina, detona la búsqueda de aprobación
social y económica, especialmente en modelos. Las concepciones del "cuerpo ideal" y los estándares
de belleza afectan cómo las mujeres usan y perciben sus cuerpos, influyendo incluso en su relación más
sutil con la corporalidad.
Asimismo, los medios de comunicación juegan un papel importante al promover imágenes corporales
poco realistas y dietas extremas, que impactan más a las mujeres. Thai et al. (2023) muestran que el uso
excesivo de plataformas de redes sociales está vinculado a una percepción negativa del cuerpo entre los
jóvenes, lo cual es un indicador reconocido de posibles trastornos alimentarios. En el mismo sentido,
factores psicológicos, como la ansiedad y la preocupación general, pueden manifestarse en una mayor
angustia por la comida; en este sentido, Torres (2024) indica que la ansiedad demostró ser un factor
pág. 4721
vinculado al riesgo de desarrollar algún TCAIA. Las emociones, el autoconcepto y la autoestima
también influyen, ya que las mujeres pueden experimentar fluctuaciones emocionales y baja autoestima
relacionada con su apariencia física, recurriendo a los atracones como una forma de afrontar estas
emociones. Miguel (2023) señala que la baja autoestima, común entre adolescentes y asociada a una
imagen corporal negativa, es un factor de riesgo para los trastornos de la conducta alimentaria.
Finalmente, las respuestas a dietas muy restrictivas o períodos prolongados de restricción alimentaria
pueden llevar a los atracones como una forma de compensar la privación experimentada.
Los resultados muestran que los hombres obtuvieron puntajes más altos en los factores "Dieta",
"Preocupación social percibida" y "Anorexia" en comparación con las mujeres. Esto puede atribuirse a
la presión para alcanzar un cuerpo "ideal", las expectativas de género, la influencia de la industria del
fitness y el estigma sobre la salud mental masculina. Aunque tradicionalmente se asocia la preocupación
por el peso con las mujeres, los hombres también están expuestos a estándares de belleza poco realistas
promovidos por los medios de comunicación y la sociedad. Vargas-Almendra et al. (2021) indican que,
aunque los trastornos alimentarios se han estudiado mayormente en mujeres, la incidencia en
adolescentes varones también es significativa y necesita atención, con un 2.8% de los hombres en
México presentando CAR. La percepción cultural de que los hombres deben ser atléticos y musculosos
puede llevar a una preocupación elevada por la dieta y la percepción social, similar a lo expuesto por
Ramírez et al. (2020), donde las influencias socioculturales y los estándares de belleza promovidos por
los medios pueden generar insatisfacción corporal y comportamientos alimentarios poco saludables.
Carl et al. (2017) señalan que, la promoción del fitness entre los jóvenes puede contribuir a una obsesión
por la alimentación y el ejercicio, resultando en trastornos alimentarios y dismorfia muscular. La cultura
del gimnasio y los ideales corporales promovidos por las redes sociales también fomentan prácticas
poco saludables en la búsqueda de un cuerpo perfecto. Finalmente, el estigma y los estereotipos de
género asociados con la salud mental masculina pueden dificultar que los hombres busquen ayuda
profesional, llevando a comportamientos restrictivos en lugar de buscar apoyo adecuado, como muestra
Staiger et al. (2020).
Respecto a los resultados obtenidos en el LAEA, se ha observado que los hombres exhiben un nivel de
autoconcepto superior al de las mujeres. Esto podría explicarse por una serie de factores complejos,
pág. 4722
como las influencias socioculturales que reflejan las normas, valores y creencias arraigadas en la
sociedad, incluyendo los roles de género tradicionales y las expectativas sociales sobre el
comportamiento masculino y femenino. Según Eagly y Sczesny (2019), los hombres tienden a formar
un autoconcepto que prioriza la autosuficiencia y la invulnerabilidad.
Además, las experiencias individuales únicas de cada persona, junto con las interacciones sociales, los
logros personales y los traumas, moldean la percepción de sí misma. Herrera et al. (2020) señalan que,
las experiencias exitosas en el ambiente educativo pueden fortalecer un autoconcepto positivo en
hombres.
Por otro lado, las dinámicas sociales, que abarcan las interacciones y relaciones con otros individuos y
grupos, también influyen en la autoestima y el autoconcepto mediante comparaciones sociales y apoyo
emocional. Bosch y Wilbert (2023) mencionan que las relaciones sociales de apoyo desempeñan un
papel vital en el mantenimiento y mejora de la autoestima. El respaldo emocional de familiares, amigos
y compañeros actúa como amortiguador contra el estrés y ayuda a las personas a formar un autoconcepto
más positivo. Estas interacciones de apoyo validan las experiencias personales y contribuyen a una
visión de uno mismo estable y positiva.
En relación con las asociaciones entre el IMC, las CAR y el autoconcepto, se encontró una correlación
positiva baja entre los factores "Preocupación por la comida", "Dieta", "Atracones" y el IMC. Esta
correlación sugiere que, aunque existe una relación entre estas variables, la magnitud no es fuerte. Una
posible explicación para esta asociación baja puede ser la naturaleza multifacética del IMC, que está
influenciada por una variedad de factores más allá de las CAR, tales como la genética, los procesos
metabólicos y la intensidad del ejercicio físico.
Además, factores psicológicos como el estrés y la percepción personal y social del cuerpo pueden influir
significativamente en el IMC. Peters et al. (2020) proponen que el estrés puede modificar tanto los
hábitos alimenticios como la actividad física, lo que se asocia con un aumento de grasa en la zona
abdominal. La percepción que una persona tiene de su cuerpo y la influencia social también afectan al
IMC, ya que pueden impactar la autoestima y los comportamientos relacionados con la salud.
Por lo tanto, aunque las CAR pueden contribuir al aumento del IMC, no son los únicos determinantes,
lo que podría explicar por qué la correlación no es más alta. Galván et al. (2023) reportan asociaciones
pág. 4723
entre estos factores, señalando que la interiorización del ideal estético y la aspiración a un cuerpo más
delgado, junto con la percepción del peso corporal, son impulsados por la sociedad y los estándares de
belleza promovidos. Estos factores pueden conducir a comportamientos alimentarios poco saludables y
a una distorsión del autoconcepto corporal.
Asimismo, Kumar et al. (2023) indican que, un autoconcepto bajo en cuanto a cualidades físicas puede
predecir comportamientos como hacer dieta y ejercicio, lo que incrementa la probabilidad de desarrollar
conductas alimentarias de riesgo debido a una mayor preocupación por la forma del cuerpo.
Por otro lado, se halló una asociación negativa baja entre el IMC y las “cualidades físicas”. Esto puede
explicarse por la influencia de los estándares sociales y culturales que valoran un cuerpo delgado y
atlético. Las personas con un IMC más alto pueden internalizar estos estándares y sentirse insatisfechas
con su apariencia física, resultando en una percepción física negativa. La investigación de Duno y
Acosta (2019) también reportó que las personas con un IMC mayor presentaban insatisfacción corporal.
CONCLUSIONES
De manera general, se puede afirmar que los resultados indican la necesidad de desarrollar
intervenciones preventivas de TCAIA incluyendo la mejora del autoconcepto, así como componentes
asociados a reducir la presión sociocultural y proporcionar apoyo emocional y educativo. Así mismo,
es crucial considerar tanto las diferencias de género como los factores individuales y sociales al diseñar
programas de prevención y tratamiento.
En conclusión, este estudio destaca la complejidad de la relación entre el IMC, las CAR y el
autoconcepto en adolescentes, subrayando la importancia de abordar estos factores desde una
perspectiva holística y con sensibilidad a las diferencias de género y contextos socioculturales.
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