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Los síntomas de ERGE se dividen en esofágicos: regurgitación y pirosis, y extraesofágicos, como la
laringistis crónica, dolor de pecho, asma y tos crónica. La presencia de dispepsia se observó en el 38%
de los pacientes. De acuerdo a una base de datos de EE.UU. de 543,103 endoscopias realizadas durante
9 años, entre 2003 y 2014, identificaron que 73,535, lo cual representa el 13.5% del total de endoscopías
realizadas, los pacientes cursaron con síntomas no complicados de ERGE. El rendimiento de estos
procedimientos fue del 2.8% para estenosis esofágicas, 2% para esofagitis de alto grado, 1.4% para
Barrett con segmento largo sospechoso y 0.1% para tumores esofágicos y para tumores gástricos (4).
Métodos
Esta investigación se realizó mediante una búsqueda minuciosa de fuentes bibliográficas, que incluyeron
artículos científicos revisados por pares, libros y otros recursos académicos. La revisión de información
se extendió a lo largo de un amplio rango temporal, abarcando textos desde el año 2016 hasta las
investigaciones más recientes. El objetivo de este artículo fue recopilar una gran cantidad de información
sobre la Enfermedad por reflujo gastroesofágico y perspectivas relevantes que contribuyeran al
entendimiento integral del manejo terapéutico de esta patología.
DESARROLLO
Tratamiento no farmacológico
Uno de los primeros escalones para el manejo del síndrome de ERGE sospechoso y confirmado es
brindar una opción terapéutica para proporcionar alivio sintomático y a su vez, minimizar los riesgos
para la salud mediante tratamiento no farmacológico como métodos diagnósticos y modificaciones en
el estilo de vida. La decisión de realizar las pruebas diagnósticas se toma en cuenta la historia clínica
del paciente, evaluando los síntomas y posibles riesgos de acuerdo con la evolución de la patología (5).
El tratamiento empírico generalmente es el de elección para los síntomas típicos de ERGE, sin embargo,
en el caso de que se presenten síntomas atípicos, como vómitos, disfagia, sangrados, pérdida de peso
involuntaria y una historia de tratamientos fallidos requieren un diagnóstico mediante endoscopía. La
VEDA se emplea como una herramienta de diagnóstico para controlar el riesgo de adenocarcinoma de
esófago mediante la detección de cambios de las estructuras como metaplasia de Barret y otros cánceres
tempranos. De acuerdo con aquello se categorizan dichos cambios como un marcador de un grupo de
alto riesgo adecuado para la vigilancia endoscópica posterior (6).