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docente del aula de en la Unidad Educativa “Juan Antonio Vergara Alcívar” del cantón Junín, durante
el periodo 2024-2025, constituyéndose la falta de desarrollo de la competencia emocional una afectación
al rendimiento académico de los niños de tercer grado de Educación General Básica. Razón que motivó
a las investigadoras a plantear alternativas de solución mediante la aplicación de estrategias lúdicas
vivenciales dentro del aula.
Según la Organización Mundial de la salud, “una de las principales afectaciones a largo plazo es la
depresión “personas con depresión también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del
apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración e incluso síntomas sin
explicación médica” (OMS, 2017). Estas alteraciones también se manifiestan a edades tempranas por lo
que es necesario estar informados y observantes para la oportuna intervención.
En la actualidad, los aportes de la neurociencia ayudan a comprender el funcionamiento del cerebro,
mismo que ha ido creciendo y modificándose a través de los tiempos, no hay aprendizaje fuera del
espacio emocional (Casassus, 2007, p. 239). Las emociones son la base del aprendizaje, estas pueden
facilitar u obstaculizar los procesos de enseñanza, donde el docente es el encargado de generar un
ambiente armónico, incentivando la participación activa de los estudiantes y generando una disposición
emocional positiva hacia el aprendizaje.
El sistema educativo ecuatoriano a través de la implementación del Currículo Priorizado con énfasis en
competencias comunicacionales, matemáticas, digitales y socioemocionales para la educación general
básica. Define a las competencias emocionales “como el conjunto de conocimientos, capacidades,
habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los
fenómenos emocionales (Bisquerra Alzina, 2003). Lo que permiten a niños, niñas y adolescentes
integren en sus vidas conceptos, valores, actitudes y habilidades que les permita comprender y manejar
sus emociones, identidad personal, mostrar atención y cuidado, además; colaborar, generar relaciones
positivas, aprender a manejar situaciones complejas, todas estas habilidades ayudan a fomentar el
desarrollo humano integral y disminuir los diferentes tipos de violencia en el ámbito educativo y social.
Investigaciones realizadas en América Latina y el Caribe han revelado un déficit significativo en la
promoción y fortalecimiento de la competencia emocional en niños y adolescentes, lo que resulta en
baja autoestima, ansiedad, pensamientos irracionales, trastornos psicosomáticos y sentimientos de