LOS CONFLICTOS SOCIALES Y SU REPERCUSIÓN EN
LA ECONOMÍA
SOCIAL CONFLICTS AND THEIR IMPACT ON THE ECONOMY
Dr. Aldo Fernando Rejas de la Peña
Universidad Cesar Vallejo
Dr. Eddy Ronald Diaz Salvatierra
Universidad Privada del Norte
Mg. Jorge Luis Alvarez Salvador
Escuela de Posgrado de la PNP
Mg. Elita Hoyos Muñoz
Universidad Tecnológica del Perú
Br. Jersy Arbildo Saavedra
Escuela de Posgrado de la PNP
pág. 7903
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.12961
Los conflictos sociales y su repercusión en la economía
Dr. Aldo Fernando Rejas de la Peña
1
arejas@ucvvirtual.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-8594-8620
Universidad Cesar Vallejo
Dr. Eddy Ronald Diaz Salvatierra
eddy.diaz@upn.edu.pe
https://orcid.org/0000-0001-6164-6460
Universidad Privada del Norte
Mg. Jorge Luis Alvarez Salvador
Jorgeluis130375@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-5652-2090
Escuela de Posgrado de la PNP
Mg. Elita Hoyos Muñoz
C29010@utp.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-6739-3107
Universidad Tecnológica del Pe
Br. Jersy Arbildo Saavedra
43575907@escpograpnp.com
https://orcid.org/0009-0005-7662-1668
Escuela de Posgrado de la PNP
RESUMEN
El presente investigación establece cómo los conflictos sociales repercuten en la economía, PBI, las
Inversiones privadas y las exportaciones; el estudio es de tipo básico o naturalista, de método inductivo,
con enfoque cualitativo, de diseño fenomenológico hermenéutico, se obtuvo información de
especialistas que por su experiencia nos brindaron el análisis sustantivo de cómo repercuten los
conflictos sociales en la economía, la técnica que se realizó fue la entrevista, instrumento la guía de
entrevista, para el análisis de los datos recogidos se desarrolló en base lo prescrito por Seid (2016). Se
concluyó, que los conflictos sociales tienen una considerable repercusión sobre la economía. La
interrupción de actividades productivas y comerciales, derivada de manifestaciones y bloqueos, reduce
la recaudación fiscal, genera un déficit y obliga al gobierno a redirigir recursos hacia la gestión de crisis.
Esto impacta la inversión en sectores esenciales como salud y educación, debilitando la capacidad del
país para mantener un crecimiento económico sostenido. Además, la incertidumbre creada por estos
conflictos desincentiva la inversión, tanto nacional como extranjera, lo que agrava la desaceleración
económica y compromete la estabilidad financiera a largo plazo. Así, los conflictos sociales representan
un desafío crucial para la resiliencia y el desarrollo económico de un país
Palabras claves: conflictos sociales, economía, producto bruto interno, inversión privada y
exportaciones
1
Autor Principal
Correspondencia: arejas@ucvvirtual.edu.pe
pág. 7904
Social conflicts and their impact on the economy
ABSTRACT
The present research establishes how social conflicts have an impact on the economy, GDP, private
investments and exports; the study is of a basic or naturalistic type, inductive method, with a qualitative
approach, hermeneutic phenomenological design, information was obtained from specialists who
through their experience gave us the substantive analysis of how social conflicts have an impact on the
economy, the technique used was the interview, the interview guide instrument, for the analysis of the
data collected was developed on the basis of what is prescribed by Seid (2016). It was concluded that
social conflicts have a considerable impact on the economy. The interruption of productive and
commercial activities, resulting from demonstrations and blockades, reduces tax revenue, generates a
deficit and forces the government to redirect resources towards crisis management. This impacts
investment in essential sectors such as health and education, weakening the country's ability to maintain
sustained economic growth. Moreover, the uncertainty created by these conflicts discourages
investment, both domestic and foreign, aggravating the economic slowdown and compromising long-
term financial stability. Social conflicts thus represent a crucial challenge to a country's resilience and
economic development.
Keywords: social conflict, economy, gross domestic product, private investment and exports
Artículo recibido 05 julio 2024
Aceptado para publicación: 10 agosto 2024
pág. 7905
INTRODUCCIÓN
Los conflictos sociales a nivel mundial tienen un impacto considerable en la economía global, ya que
generan inestabilidad que afecta tanto a mercados emergentes como desarrollados. Por ejemplo, Justino
y Verwimp (2013) destacan que los conflictos armados y las tensiones sociales prolongadas provocan
una reducción en la inversión extranjera directa (IED), lo que a su vez desacelera el crecimiento
económico de los países involucrados. Asimismo, Blattman y Miguel (2010) señalan que los conflictos
suelen resultar en la destrucción de infraestructura y capital humano, lo que afecta la productividad a
largo plazo.
Además, los conflictos sociales globales suelen interrumpir las cadenas de suministro, afectando la
producción y distribución de bienes esenciales, lo que incrementa la volatilidad de los precios en el
mercado mundial. Imai y Weinstein (2017) subrayan que los conflictos en regiones clave productoras
de recursos naturales, como Medio Oriente, pueden llevar a una escalada en los precios del petróleo y
otros commodities, afectando negativamente a las economías dependientes de importaciones. Por su
parte, Collier y Hoeffler (2014) sugieren que la prolongación de conflictos puede llevar a una mayor
incertidumbre económica, lo que desencadena crisis financieras globales.
La desigualdad económica es otro factor que alimenta los conflictos sociales a nivel mundial,
exacerbando sus efectos sobre la economía global. Según el estudio de Milanovic (2016), la creciente
disparidad en la distribución de la riqueza a nivel global ha contribuido a un aumento en la frecuencia y
la intensidad de los conflictos sociales, lo que, a su vez, afecta negativamente la confianza en los
mercados financieros. Además, Esteban y Ray (2011) argumentan que la desigualdad es un motor clave
detrás de los disturbios sociales y las protestas, lo que aumenta la incertidumbre económica y reduce la
inversión a nivel global.
En Latinoamérica, los conflictos sociales han sido un factor decisivo en el desarrollo económico de la
región, generando inestabilidad que afecta tanto la inversión como el crecimiento económico. Según
Gledhill (2018), los conflictos sociales en países como Venezuela y Nicaragua han resultado en la salida
masiva de capitales y la disminución de la inversión extranjera directa, lo que ha exacerbado las crisis
económicas en estos países. Además, autores como Pérez-Sáinz y Moraes (2019) destacan que la
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desigualdad estructural y la exclusión social en la región han sido factores fundamentales en la
perpetuación de conflictos que obstaculizan el desarrollo económico.
El impacto de los conflictos sociales en la economía de Latinoamérica también se refleja en la reducción
de la productividad laboral y en el aumento de los costos operativos para las empresas. Barreda y
Bertossi (2021) sostienen que las protestas y disturbios sociales en países como Chile y Colombia han
resultado en pérdidas económicas significativas, debido a la interrupción de actividades comerciales y
productivas. Asimismo, Martínez y Maldonado (2020) señalan que la inestabilidad social en la región
ha llevado a un incremento en los costos de seguridad y a una mayor incertidumbre, lo que ha afectado
negativamente la competitividad de las economías latinoamericanas.
Por otro lado, los conflictos sociales en Latinoamérica también han afectado la cohesión social y la
gobernabilidad, lo que ha tenido repercusiones negativas en la implementación de políticas económicas
efectivas. Segura-Ubiergo (2020) argumenta que la falta de consenso y la fragmentación política,
exacerbada por los conflictos sociales, han dificultado la implementación de reformas estructurales
necesarias para el crecimiento económico. De igual manera, Garay y García (2021) subrayan que la falta
de confianza en las instituciones gubernamentales, alimentada por los conflictos, ha limitado la
capacidad de los países de la región para atraer inversión extranjera y fomentar un desarrollo económico
sostenible.
En el Perú, los conflictos sociales han impactado gravemente en la estabilidad económica, especialmente
en sectores estratégicos como la minería. Según De Echave (2018), los conflictos relacionados con la
minería han sido una constante en diversas regiones del país, afectando significativamente la producción
y, por ende, el Producto Bruto Interno (PBI). Paredes y Torres (2017) añaden que la paralización de
proyectos mineros debido a la oposición de comunidades locales no solo reduce la actividad económica,
sino que también desincentiva la inversión extranjera directa, crucial para el desarrollo del país. Del
mismo modo, García y Aragón (2020) señalan que la persistencia de estos conflictos genera un ambiente
de incertidumbre que afecta la toma de decisiones empresariales y gubernamentales, ralentizando el
crecimiento económico.
Los conflictos sociales también repercuten en el acceso y desarrollo de infraestructura básica en el Perú.
Gómez y Alvarado (2019) explican que las protestas y bloqueos en zonas rurales, donde se desarrollan
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proyectos de infraestructura, no solo detienen el avance de las obras, sino que aumentan los costos
operativos y retrasan la implementación de proyectos clave para el desarrollo regional. En esta línea,
Cisneros y Rivera (2021) afirman que la falta de consenso y la conflictividad social han limitado el
acceso a servicios básicos, como transporte y energía, lo que afecta la productividad en áreas críticas
para la economía nacional. Arellano-Yanguas (2020) destaca que, como resultado de estos conflictos,
se observa una disminución en la competitividad del país a nivel regional y global, lo que repercute
negativamente en el bienestar económico.
La percepción de riesgo asociada a los conflictos sociales en el Perú ha tenido un impacto directo en la
inversión y en la economía general del país. Según Vergara y Luna (2021), la creciente conflictividad
social ha llevado a que el Perú sea percibido como un destino de inversión de alto riesgo, lo que ha
reducido el flujo de capitales hacia sectores clave como la minería y la agricultura. A esta perspectiva
se suman los análisis de Contreras y Roca (2018), quienes indican que los conflictos sociales generan
un entorno de incertidumbre que afecta la estabilidad macroeconómica y disminuye la capacidad del
país para atraer inversión extranjera. Además, Torres y Ponce (2019) sostienen que la falta de
mecanismos eficaces para la resolución de conflictos sociales exacerba la percepción negativa del riesgo
país, lo que impacta directamente en el crecimiento económico.
Además, los costos fiscales asociados a la gestión de los conflictos sociales representan una carga
significativa para el Estado peruano. De acuerdo con Moya y Salcedo (2020), el gobierno ha tenido que
destinar recursos significativos para la implementación de políticas de compensación y mediación en
las zonas afectadas por conflictos, lo que ha desviado fondos de otros sectores prioritarios como la salud
y la educación. Asimismo, Rodríguez y Fernández (2022) mencionan que el aumento del gasto en
seguridad para controlar las manifestaciones y bloqueos ha incrementado la presión sobre el presupuesto
público, afectando la sostenibilidad fiscal del país. Por su parte, Gonzales y Ramírez (2019) argumentan
que estos costos adicionales, combinados con la reducción de ingresos fiscales debido a la paralización
de actividades económicas, han limitado la capacidad del Estado para financiar programas de desarrollo
sostenible.
Los conflictos sociales ocurridos en 2023 han tenido un impacto significativo en la economía del Perú,
afectando sectores clave como el turismo, la minería y el comercio. Según Rojas y Valencia (2023), las
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protestas y bloqueos de carreteras durante ese año generaron pérdidas millonarias, principalmente en las
regiones del sur del país, donde el turismo representa una fuente crucial de ingresos. Además, la
paralización de operaciones mineras en zonas de conflicto, como Apurímac y Cusco, no solo redujo la
producción de minerales, sino que también desincentivó la inversión extranjera, esencial para el
desarrollo de nuevos proyectos (Paredes, 2023). Por su parte, Álvarez (2023) destaca que la percepción
de inestabilidad generada por estos conflictos ha incrementado el riesgo país, afectando el costo de
financiamiento para el Estado y las empresas peruanas.
Asimismo, los conflictos sociales de 2023 han repercutido negativamente en la estabilidad fiscal y en la
distribución de recursos públicos en el Perú. Según Jiménez y Santos (2024), el gobierno se vio obligado
a redirigir fondos destinados a programas de desarrollo hacia la gestión de crisis y compensaciones a las
comunidades afectadas, lo que afectó la implementación de proyectos en sectores como salud y
educación. Además, la contracción de actividades económicas debido a los bloqueos y manifestaciones
redujo la recaudación tributaria, creando un déficit que complicó aún más las finanzas públicas (Quispe
& Flores, 2023). Carrasco (2023) agrega que la prolongación de los conflictos también incrementó el
gasto en seguridad y en acciones de mediación, exacerbando la presión sobre el presupuesto estatal y
limitando la capacidad del gobierno para responder de manera efectiva a las demandas sociales.
La solución de los problemas de fondo que dan origen a la conflictividad no está siendo abordada con
la debida atención y los grandes proyectos siguen a la espera de un entorno más propicio. Esta situación
nos obliga a plantearnos la siguiente pregunta que se identifica como problema general ¿Cómo los
conflictos sociales repercuten en la economía?, de la misma forma se precisa los problemas específicos:
¿Cómo los conflictos sociales repercuten en el PBI?, ¿Cómo los conflictos sociales repercuten en la
Inversión Privada?, y ¿Cómo los conflictos sociales repercuten en las exportaciones?
La investigación realizada constituye un aporte significativo al entendimiento de cómo los conflictos
sociales inciden directamente en la economía. Al analizar en profundidad la doctrina de los conflictos
sociales, este estudio proporciona una base sólida para futuras investigaciones y para la toma de
decisiones estratégicas en el ámbito económico y político. Los resultados obtenidos son de particular
interés para analistas de inteligencia, quienes podrán emplearlos para desarrollar estrategias más
efectivas en un entorno globalizado cada vez más complejo.
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Este estudio se alinea con las labores de análisis estratégico que realizan los analistas de inteligencia al
explorar la compleja relación entre los conflictos sociales y la economía nacional. Al profundizar en la
doctrina de los conflictos sociales, se contribuye a fortalecer las capacidades de la institución policial
para prevenir y gestionar de manera efectiva las crisis sociales que puedan afectar el desarrollo
económico del país. Los hallazgos de esta investigación son relevantes para diseñar políticas públicas
más efectivas y para garantizar la seguridad y el bienestar de la población. Motivo por el cual se
evidencia el objetivo general: Establecer cómo los conflictos sociales repercuten en la economía,
asimismo los objetivos específicos: Establecer cómo los conflictos sociales repercuten en el PBI,
establecer cómo los conflictos sociales repercuten en la Inversión Privada y establece mo los
conflictos sociales repercuten en las exportaciones
Conflictos sociales
Son las tensiones y enfrentamientos que surgen entre distintos grupos dentro de una sociedad,
generalmente como resultado de la percepción de injusticias o desigualdades en el acceso a recursos,
oportunidades o derechos. De acuerdo con Tilly (2016), los conflictos sociales emergen cuando las
expectativas y demandas de un grupo son insatisfechas o ignoradas por otros grupos o por el Estado, lo
que lleva a una escalada de tensiones. Esta perspectiva es respaldada por Dahrendorf (2018), quien
sostiene que los conflictos sociales son inherentes a las sociedades modernas debido a la estructura
jerárquica que caracteriza a la mayoría de ellas. Por su parte, Gurr (2019) argumenta que los conflictos
sociales pueden surgir tanto de diferencias económicas y políticas como de diferencias culturales, étnicas
o religiosas, reflejando la diversidad de intereses y valores presentes en una sociedad.
En un contexto más amplio, los conflictos sociales no solo representan enfrentamientos directos entre
grupos, sino que también abarcan una serie de interacciones sociales que pueden incluir desde la protesta
pacífica hasta la violencia organizada. Según Scott (2017), los conflictos sociales pueden manifestarse
de manera pacífica, a través de huelgas, manifestaciones o desobediencia civil, como mecanismos de
presión para alcanzar cambios en las políticas públicas o en las estructuras de poder. Giddens (2020)
amplía esta definición al señalar que los conflictos sociales también pueden tomar formas más violentas,
como enfrentamientos armados o guerrillas, especialmente en contextos donde el Estado carece de
legitimidad o donde las instituciones son percibidas como corruptas o ineficaces. Asimismo, Castells
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(2019) añade que en la era digital, los conflictos sociales también se manifiestan en el ciberespacio,
donde movimientos sociales utilizan las redes sociales para movilizar apoyo y difundir sus demandas.
La comprensión de los conflictos sociales también requiere analizar las causas estructurales que los
generan. Según Stavenhagen (2018), los conflictos sociales a menudo tienen sus raíces en desigualdades
socioeconómicas y la exclusión social, donde grupos marginados luchan por el reconocimiento y la
redistribución de recursos. Esta idea es compartida por Sen (2019), quien argumenta que las privaciones
económicas, como la pobreza y el desempleo, combinadas con la falta de participación política, son
factores críticos que alimentan los conflictos sociales. Además, López y Rojas (2021) señalan que la
globalización y el neoliberalismo han exacerbado las desigualdades en muchas sociedades, lo que ha
llevado a un aumento en la frecuencia y la intensidad de los conflictos sociales, particularmente en las
regiones más vulnerables.
Finalmente, es importante considerar que los conflictos sociales, aunque a menudo percibidos de manera
negativa, también pueden tener un papel constructivo en la sociedad. De acuerdo con Touraine (2019),
los conflictos sociales son un motor de cambio social, ya que ponen en cuestión las normas y estructuras
existentes, abriendo espacio para la negociación y la reforma. En esta línea, Habermas (2020) argumenta
que los conflictos sociales, cuando se manejan adecuadamente a través del diálogo y la deliberación,
pueden fortalecer la democracia y promover la justicia social. Por su parte, Della Porta y Tarrow (2021)
destacan que muchos movimientos sociales que nacen de conflictos han llevado a avances significativos
en derechos civiles, laborales y ambientales, demostrando que los conflictos pueden ser una fuerza
positiva cuando canalizados de manera constructiva.
Los conflictos sociales pasan por distintas etapas que reflejan la evolución de las tensiones dentro de
una sociedad, desde su gestación hasta su posible resolución. En la primera etapa, conocida como la fase
de latencia o gestación, las tensiones comienzan a acumularse de manera subterránea, debido a
desigualdades percibidas, exclusión social o injusticias estructurales. Según Paredes (2020), esta etapa
se caracteriza por la acumulación de quejas y resentimientos que, aunque aún no se expresan
abiertamente, generan un ambiente de malestar social. Este proceso es crucial, ya que define los grupos
en conflicto y sus demandas, lo que posteriormente puede llevar a la movilización social (Jiménez &
Salas, 2021). Asimismo, Hernández (2021) resalta que, durante esta fase, la falta de respuesta por parte
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del Estado o de las élites gobernantes puede intensificar las tensiones, preparando el terreno para una
escalada del conflicto.
Una vez que las tensiones latentes se tornan insostenibles, el conflicto social entra en la fase de escalada,
donde las demandas se expresan de manera abierta y confrontacional. Durante esta etapa, las
manifestaciones, protestas y, en algunos casos, la violencia se convierten en medios de presión utilizados
por los actores sociales para forzar un cambio (Martínez & Quispe, 2022). De acuerdo con Sánchez y
Torres (2023), esta fase es crítica, ya que la intensidad del conflicto puede aumentar con rapidez,
especialmente si las partes involucradas no logran un consenso o si la represión estatal exacerba las
tensiones. Finalmente, Alarcón (2023) señala que, tras la fase de escalada, el conflicto puede evolucionar
hacia una etapa de resolución o agotamiento, donde las partes buscan negociar un acuerdo, o donde el
conflicto se disipa sin resolver las causas subyacentes, lo que podría llevar a futuros enfrentamientos.
Economía
La economía es una ciencia social que estudia cómo las sociedades utilizan recursos limitados para
satisfacer sus necesidades y deseos ilimitados. Según Mankiw (2021), la economía se centra en el
análisis de cómo los individuos, las empresas y los gobiernos toman decisiones sobre la asignación de
recursos para maximizar el bienestar y la eficiencia. Esta definición implica un enfoque en la
producción, distribución y consumo de bienes y servicios, así como en el equilibrio entre oferta y
demanda en los mercados (Bade & Parkin, 2023). Por su parte, Samuelson y Nordhaus (2022) enfatizan
que la economía también explora los efectos de las políticas económicas y las fluctuaciones del mercado
en el crecimiento económico y la estabilidad de las economías nacionales.
En el ámbito macroeconómico, la economía examina los grandes agregados y su impacto en la economía
global. Según Blanchard (2023), se enfoca en el análisis de variables como el Producto Interno Bruto
(PIB), la inflación, el desempleo y las tasas de interés, y cómo estas afectan el rendimiento económico
general de un país. Esta perspectiva macroeconómica es fundamental para entender cómo las políticas
fiscales y monetarias influyen en la estabilidad económica y en el desarrollo a largo plazo (Mishkin,
2021). Además, Taylor (2024) señala que la economía macroeconómica también considera los efectos
globales de las interacciones económicas entre países y regiones, incluyendo el comercio internacional
y las finanzas globales.
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En un contexto más microeconómico, la economía analiza el comportamiento de los agentes económicos
individuales y sus decisiones en contextos específicos. Según Varian (2022), la microeconomía se ocupa
de cómo las personas y las empresas toman decisiones sobre la producción y el consumo, y cómo estos
afectan los mercados y los precios. Esta perspectiva permite una comprensión detallada de las dinámicas
del mercado y la eficiencia en la asignación de recursos (Goolsbee, Levitt, & Syverson, 2021). Además,
Stiglitz (2021) argumenta que la microeconomía también examina cómo las imperfecciones del
mercado, como la competencia imperfecta y la información asimétrica, afectan el bienestar y el
funcionamiento eficiente de los mercados.
La economía es el estudio de cómo las sociedades gestionan recursos limitados para satisfacer sus
necesidades y deseos ilimitados, abarcando la producción, distribución y consumo de bienes y servicios.
Según Mankiw (2022), la economía se divide en dos grandes ramas: la macroeconomía, que analiza la
economía en su conjunto, y la microeconomía, que se centra en el comportamiento de los agentes
económicos individuales. En este contexto, tres subcategorías clave son el Producto Bruto Interno (PBI),
la inversión privada y las exportaciones, cada una jugando un papel crucial en la evaluación y el
desarrollo económico. Blanchard y Johnson (2023) destacan que el PBI mide el valor total de los bienes
y servicios producidos en una economía, la inversión privada impulsa el crecimiento mediante la
ampliación de la capacidad productiva, y las exportaciones generan ingresos al acceder a mercados
internacionales (Samuelson & Nordhaus, 2021).
El PBI, la inversión privada y las exportaciones son indicadores interrelacionados que reflejan diferentes
aspectos del desempeño económico. El PBI proporciona una visión general del tamaño y el crecimiento
de la economía (Mankiw, 2022). La inversión privada, como señalan Goolsbee, Levitt, y Syverson
(2021), es fundamental para el desarrollo económico a largo plazo al fomentar la expansión empresarial
y la innovación. Por otro lado, las exportaciones, según Krugman y Obstfeld (2023), son esenciales para
la integración en la economía global, permitiendo a los países aprovechar sus ventajas comparativas y
mejorar su balanza comercial. Estos elementos, combinados, ofrecen una comprensión integral de la
dinámica económica y son cruciales para el diseño de políticas económicas efectivas (Feenstra & Taylor,
2023).
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El Producto Bruto Interno (PBI) es una medida macroeconómica fundamental que cuantifica el valor
total de todos los bienes y servicios finales producidos dentro de un país durante un período específico,
generalmente un año. Según Mankiw (2022), el PBI proporciona una visión integral del tamaño y la
salud económica de una nación, ya que refleja la producción económica y la actividad comercial. Este
indicador es esencial para evaluar el crecimiento económico y para comparar el rendimiento económico
entre diferentes países (Blanchard & Johnson, 2023). Además, el PBI se utiliza para analizar el impacto
de políticas económicas y para informar decisiones tanto a nivel gubernamental como empresarial.
El análisis del PBI se puede realizar desde diferentes perspectivas: el enfoque de producción, el de
ingresos y el de gasto. Según Krugman y Obstfeld (2023), el enfoque de producción mide la suma de
los valores agregados en todas las etapas de producción de bienes y servicios. Por otro lado, el enfoque
de ingreso suma todos los ingresos generados en el proceso productivo, como salarios y beneficios
empresariales. Finalmente, el enfoque de gasto calcula el total del gasto en bienes y servicios finales por
parte de consumidores, empresas y el gobierno. Cada enfoque ofrece una perspectiva única sobre la
economía y ayuda a comprender cómo se distribuye y utiliza el valor económico dentro de una nación
(Feenstra & Taylor, 2023).
La inversión privada se refiere al gasto realizado por empresas y particulares en la adquisición de bienes
de capital, infraestructura, y otras áreas que contribuyen al crecimiento y expansión de la capacidad
productiva de una economía. Según Goolsbee, Levitt y Syverson (2021), la inversión privada es un
componente crucial del crecimiento económico a largo plazo, ya que permite a las empresas mejorar su
infraestructura, adoptar nuevas tecnologías y aumentar su capacidad de producción. Esta inversión
impulsa la innovación y la competitividad en el mercado, facilitando el desarrollo económico sostenido.
La capacidad de las empresas para invertir en su propio crecimiento también tiene un impacto positivo
en el empleo y en la creación de nuevas oportunidades laborales (Mankiw, 2022).
Además, la inversión privada juega un papel fundamental en la atracción de inversión extranjera y en la
estabilidad económica general de un país. Según Blanchard y Johnson (2023), una alta tasa de inversión
privada puede aumentar la confianza de los inversores internacionales y fomentar la entrada de capital
extranjero, lo que contribuye al desarrollo de nuevos proyectos y a la mejora de la infraestructura. Esta
dinámica también ayuda a equilibrar las cuentas externas y a fortalecer la economía nacional (Krugman
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& Obstfeld, 2023). En resumen, la inversión privada no solo es esencial para el crecimiento económico
interno, sino que también tiene implicaciones significativas para la estabilidad y el atractivo económico
de un país en el contexto global.
Las exportaciones se refieren a los bienes y servicios que un país vende a otros países, constituyendo
una fuente crucial de ingresos para la economía nacional. Según Krugman y Obstfeld (2023), las
exportaciones permiten a los países aprovechar sus ventajas comparativas y acceder a mercados
internacionales, lo que no solo genera ingresos, sino que también contribuye a la diversificación
económica. Las exportaciones son esenciales para mejorar la balanza comercial, fortalecer la moneda
nacional y reducir el déficit comercial, desempeñando un papel vital en el crecimiento económico y en
la estabilidad económica general de un país (Feenstra & Taylor, 2023). Este flujo de bienes y servicios
al exterior también puede impulsar la producción interna y crear empleos en sectores orientados al
comercio internacional.
Además, las exportaciones tienen un impacto significativo en la competitividad global y en la estructura
económica de un país. Según Mankiw (2022), el éxito en los mercados internacionales puede estimular
la inversión en nuevos proyectos y en el desarrollo de tecnologías avanzadas, lo cual mejora la
competitividad y la capacidad productiva de un país. La apertura al comercio internacional y la
participación en acuerdos comerciales pueden facilitar el acceso a mercados más grandes y
diversificados, permitiendo a las empresas locales expandir sus operaciones y mejorar su eficiencia
(Blanchard & Johnson, 2023). En resumen, las exportaciones no solo afectan directamente la economía
mediante la generación de ingresos, sino que también influyen en la dinámica económica global y en la
competitividad del país en el mercado internacional.
METODOLOGÍA
La investigación básica explora los fundamentos de los fenómenos sin un objetivo práctico inmediato
(Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018). Su propósito es ampliar el conocimiento teórico y sentar las
bases para futuras investigaciones aplicadas. Aunque no resuelve problemas específicos del día a día,
sus hallazgos son esenciales para el progreso científico y pueden tener un impacto a largo plazo en
diversos campos (Bunge, 2017).
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El método inductivo, que parte de lo particular para llegar a lo general, es fundamental en la
investigación científica. A través de la observación y el análisis de datos, los investigadores construyen
teorías más amplias, aunque estas no son definitivas. Como señala Chalmers, la inducción es esencial
para el progreso del conocimiento científico, especialmente en disciplinas complejas (Chalmers, 2019).
El enfoque cualitativo se centra en comprender las experiencias y perspectivas únicas de las personas,
buscando desentrañar los significados subjetivos que atribuyen a sus vivencias. Como señalan Creswell
y Poth (2021), este enfoque implica un proceso de interpretación profunda. A través de métodos como
las entrevistas y la observación, tal como lo describe Flick (2022), los investigadores cualitativos
recolectan datos ricos y detallados que permiten explorar la complejidad de los fenómenos sociales
(Silverman, 2020; Kvale, 2019).
El diseño fenomenológico hermenéutico es un enfoque cualitativo que implica un proceso de
interpretación profunda de la experiencia vivida. Según Van Manen (2014), la fenomenología busca
comprender el significado que las personas le otorgan a sus vivencias. Este diseño involucra la
recolección de datos a través de entrevistas y un posterior análisis interpretativo para construir un texto
fenomenológico (Fuster Guillén, 2019). Gracias a su capacidad para capturar la riqueza de las
experiencias subjetivas, este diseño ha sido aplicado en diversas áreas, como las ciencias sociales y la
educación, para explorar fenómenos complejos (Laverty, 2018).
La participación de individuos con conocimientos especializados es crucial en la investigación
cualitativa, ya que aportan perspectivas únicas y valiosas sobre el fenómeno en estudio. Como señalan
Creswell y Guetterman (2021), la selección de estos participantes es un aspecto clave para garantizar la
calidad de los datos. Yin (2018) y Merriam y Tisdell (2022) enfatizan que la selección es intencional y
busca obtener información detallada y profunda. La experiencia y el conocimiento de los participantes,
como subrayan Patton (2020) y Brinkmann (2018), enriquecen la investigación y contribuyen a la
validación de los hallazgos.
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Tabla 1: Participantes u especialistas.
Código
Característica
Funciones
EE1
Oficial Superior de armas
Analista sociológico
EE2
Oficial Superior de servicio
Analista sociológico
EE3
Suboficial superior
Auxiliar analista sociológico
EE4
Suboficial técnico
Auxiliar analista sociológico
La entrevista es un proceso de interacción social en el que el entrevistador y el entrevistado construyen
conjuntamente el conocimiento. Según Flick (2022), la entrevista es un encuentro interpersonal
destinado por obtener información sobre las perspectivas de los participantes. Corbetta (2007) clasifica
las entrevistas en diferentes tipos, cada uno con sus propias características y objetivos. La habilidad del
entrevistador para generar confianza y establecer una relación de rapport con el entrevistado es
fundamental para obtener datos ricos y detallados, como lo subraya Kvale (2019).
La guía de entrevista es un instrumento flexible que proporciona una estructura para la conversación y
garantiza que se recolecten datos relevantes. Como señala Arias (2021), esta guía orienta la entrevista,
ofreciendo una serie de preguntas y temas. Hurtado (2020) destaca la importancia de diseñar preguntas
claras y abiertas para fomentar respuestas detalladas. Sin embargo, Silverman (2020) subraya que la
guía debe ser adaptable, permitiendo al entrevistador seguir nuevas pistas y explorar la complejidad de
las experiencias de los participantes.
El análisis de datos cualitativos es un proceso interpretativo que busca comprender los significados y
experiencias subyacentes en los datos. Según Creswell y Poth (2021), este proceso es iterativo y
reflexivo. Seid (2016) subraya que el análisis va más allá de la descripción superficial, requiriendo una
interpretación profunda por parte del investigador. Flick (2022) destaca que el análisis cualitativo
combina aspectos técnicos y artísticos, permitiendo al investigador construir narrativas que dan sentido
a los datos.
La investigación cualitativa, debido a su naturaleza íntima, plantea desafíos éticos significativos. Como
señalan Creswell y Poth (2021), la interacción profunda con los participantes requiere una atención
especial a su bienestar y protección. Garantizar el consentimiento informado, proteger la privacidad y
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evitar cualquier forma de coerción son principios éticos fundamentales en este tipo de investigación.
Cohen et al. (2018) subrayan la importancia de una reflexión continua sobre las implicaciones morales
de las decisiones del investigador a lo largo de todo el proceso.
RESULTADO Y DISCUSIÓN
Los entrevistados indicaron que los conflictos sociales de 2023 impactaron profundamente la economía
del país. Mencionaron que los bloqueos de carreteras y las protestas provocaron la paralización de
actividades económicas en diversas regiones, lo que resultó en una disminución significativa en la
recaudación tributaria. Además, se mencionó que el gasto público tuvo que ser reorientado hacia la
gestión de la crisis, lo cual afectó la inversión en áreas críticas como la educación y la salud. La
incertidumbre generada por estos conflictos también afectó el clima de inversión, desincentivando tanto
a inversionistas nacionales como extranjeros, lo que agravó la desaceleración económica y aumentó el
déficit fiscal.
Los entrevistados señalaron que los conflictos sociales impactaron negativamente en el Producto Bruto
Interno (PBI) del país. La paralización de sectores clave, como la minería, redujo la producción nacional,
lo que contribuyó a una disminución significativa del PBI. Además, mencionaron que la percepción de
inestabilidad política y social aumentó el riesgo país, encareciendo el costo del financiamiento tanto
para el Estado como para las empresas. Esta situación dificultó la recuperación económica, ya que el
crecimiento del PBI se vio limitado por la falta de confianza en el entorno económico.
Según los entrevistados, los conflictos sociales tuvieron un efecto adverso en la inversión privada, tanto
nacional como extranjera. La percepción de riesgo y la incertidumbre sobre la estabilidad política y
social llevaron a la postergación o cancelación de proyectos de inversión, especialmente en sectores
estratégicos como la minería y la construcción. Los entrevistados también mencionaron que la falta de
seguridad jurídica y la preocupación por posibles expropiaciones desincentivaron la llegada de capital
extranjero, afectando el crecimiento económico del país a mediano y largo plazo.
Los entrevistados afirmaron que los conflictos sociales afectaron negativamente las exportaciones,
debido principalmente a la interrupción de la producción y los bloqueos de vías de transporte. Esto
resultó en el incumplimiento de contratos internacionales y en la pérdida de confianza por parte de los
socios comerciales. Además, mencionaron que la imagen del país como proveedor confiable se vio
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perjudicada, lo que disminuyó la competitividad de los productos peruanos en el mercado internacional.
Este impacto en las exportaciones tuvo consecuencias directas en la balanza comercial del país,
afectando el ingreso de divisas y la estabilidad económica.
CONCLUSIONES
En conclusión, los conflictos sociales tienen una considerable repercusión sobre la economía. La
interrupción de actividades productivas y comerciales, derivada de manifestaciones y bloqueos, reduce
la recaudación fiscal, genera un déficit y obliga al gobierno a redirigir recursos hacia la gestión de crisis.
Esto impacta la inversión en sectores esenciales como salud y educación, debilitando la capacidad del
país para mantener un crecimiento económico sostenido. Además, la incertidumbre creada por estos
conflictos desincentiva la inversión, tanto nacional como extranjera, lo que agrava la desaceleración
económica y compromete la estabilidad financiera a largo plazo. Así, los conflictos sociales representan
un desafío crucial para la resiliencia y el desarrollo económico de un país.
Los conflictos sociales tienen un impacto adverso directo en el Producto Bruto Interno (PBI). La
paralización de sectores clave, como la minería, reduce la producción total, afectando de manera
significativa el PBI. Además, la percepción de inestabilidad política y social incrementa el riesgo de un
país, encareciendo el acceso al financiamiento y dificultando la recuperación económica. La falta de
confianza en el entorno económico, provocada por estos conflictos, limita el crecimiento del PBI,
reflejando no solo la pérdida de producción, sino también la incapacidad de un país para atraer la
inversión necesaria que promueva el desarrollo económico. En resumen, los conflictos sociales son un
factor que obstaculiza el crecimiento económico y el aumento del PBI.
La inversión privada se ve significativamente afectada por los conflictos sociales. Estos conflictos crean
un ambiente de incertidumbre y riesgo que desincentiva tanto a los inversionistas nacionales como a los
extranjeros. La postergación o cancelación de proyectos de inversión, especialmente en sectores
estratégicos como la minería y la construcción, refleja la falta de confianza en la estabilidad política y
económica del país. Además, la preocupación por la seguridad jurídica y las posibles expropiaciones
amplifica esta desconfianza, lo que reduce el flujo de capitales esenciales para el crecimiento económico.
En definitiva, los conflictos sociales generan un entorno adverso para la inversión privada, limitando el
desarrollo y la competitividad de todo un país.
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Los conflictos sociales tienen un impacto negativo significativo en las exportaciones. La interrupción
de la producción y el bloqueo de vías de transporte impiden el cumplimiento de contratos
internacionales, lo que resulta en pérdidas económicas y daña la reputación del país como un socio
comercial confiable. Esta situación afecta la balanza comercial y reduce la entrada de divisas, lo que
agrava la inestabilidad económica. Además, la disminución en la competitividad de los productos
peruanos en los mercados globales, como consecuencia de la incertidumbre y la inestabilidad interna,
compromete el crecimiento sostenido del sector exportador. Por tanto, los conflictos sociales representan
una amenaza importante para la estabilidad y el desarrollo del comercio exterior de un país.
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