LA NAVAJA DE OCKHAM ANTE EL
ACTO DE FORMAR EN UNA CORRIENTE
OCKHAM'S RAZOR BEFORE THE ACT OF FORMING IN A
CURRENT
David Enrique Urdaibay Zubillaga
Investigador independiente, México
pág. 9392
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.13082
La Navaja de Ockham ante el Acto de Formar en una Corriente
David Enrique Urdaibay Zubillaga
1
david.urdaibay@gmail.com
https://orcid.org/0009-0003-0143-1582
Investigador Independiente
México
RESUMEN
Se reflexiona sobre la importancia de que durante la formación los docentes hagan explícitos los
supuestos subyacentes, así como las limitaciones de las teorías que enseñan; y que a su vez los alumnos
asuman una posición crítica al respecto. Si bien este artículo está inicialmente pensado en relación con
la enseñanza de la psicología, el desarrollo conceptual es igualmente pertinente en diversos campos de
la enseñanza en el nivel universitario.
Palabras clave: epistemología, corrientes pedagógicas, formacin acadmica
1
Autor principal
Correspondencia: david.urdaibay@gmail.com
pág. 9393
Ockham's Razor before the Act of Forming in a Current
ABSTRACT
We reflect on the importance that during training teachers make explicit the underlying assumptions as
well as the limitations of the theories they teach; and that in turn the students assume a critical position.
Although this article is initially dedicated to the teaching of psychology, conceptual development is
relevant in various fields of science.
Keywords: epistemology, pedagogical currents, academic training
Artículo recibido 10 julio 2024
Aceptado para publicación: 15 agosto 2024
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INTRODUCCION
«Escucháis», dijo el Maestro, «no para descubrir nada nuevo, sino para dar con algo que confirme lo
que pensáis. Discutís, no para hallar la verdad, sino para defender vuestra manera de pensar».
Y contó la historia de aquel rey que, al pasar por una pequeña ciudad, vio que por todas partes había
señales de la presencia en ella de alguien dotado de una asombrosa puntería: en árboles, vallas y
paredes había infinidad de dianas con un agujero de bala en el mismísimo centro. Cuando quiso que
le presentaran a tan extraordinario tirador, éste resultó ser un muchacho de diez años.
«¡Es increíble!», dijo el rey asombrado. «¿Cómo demonios lo haces?»
«Es muy fácil, Majestad», le respondió. «Primero disparo, y luego dibujo la diana».
«Lo mismo hacéis vosotros: primero sacáis vuestras conclusiones, y luego construís en torno a ellas
vuestras premisas», dijo el Maestro. «¿Acaso no es así cómo os las ingeniáis para aferraros a vuestra
religión o a vuestra ideología?»
Antony de Melo; Un minuto para el absurdo
¿Quién no ha conocido a un niño en la etapa del ‘por qu’? Es innata su necesidad de conocer y ordenar
su mundo; requiere saber y explicar las razones de por qué el mundo que le rodea es así. Desde esta
perspectiva, parece evidente que la constitucin humana incluye el ‘chip’ de la curiosidad; muy
probablemente este ‘dispositivo’ es el origen de la magia, la religin y la ciencia; las principales formas
en las que los humanos hemos venido explicando nuestro mundo.
Dada la similitud de algunos estímulos, no resulta extraño que diversos pueblos, en forma
independiente, haya creado mitologías ‘cercanas’. Por ejemplo, múltiples culturas identificaron y
celebraron, con templos sorprendentes, los equinoccios; en torno al fuego y su representación volcánica,
encontramos a Hefesto entre los griegos, que pasó a la cultura romana como Vulcano; entre los
habitantes de las Islas Canarias el nombre del dios era Guayota; con un cambio de género, entre los
mexicas y los hawaianos están las diosas Chantico y Pele respectivamente [SuperCurioso, sf].
A través de la explicación, y eventualmente de la capacidad de predecir lo que ocurrirá, se buscan
medios para ‘resolver’ o al menos mitigar ‘el problema’ que nos ocupa. La mitología explica la erupcin
de un volcán a partir del ‘enojo’ de un dios. Si esto es así, ¿qué podemos hacer para congraciarnos? La
respuesta podría ser un sacrificio. Toda vez que el avance en el conocimiento nos permite proponer la
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teoría de la tectónica de placas, y a partir de ésta explicar la actividad volcánica, pareciera absurdo
seleccionar algunos jóvenes vírgenes y lanzarlos, digamos, al volcán Popocatépetl, para evitar que una
erupción dañe a los pobladores de Atlixco.
Los antiguos mexicas y nosotros estamos, básicamente, ante la misma incertidumbre, ninguno puede
predecir con total certeza cuándo ocurrirá una erupción de gran magnitud. En este caso, para nosotros,
la teoría de tectónica de placas ofrece una mejor explicación que la Chantico. En consecuencia, nuestro
trayecto para minimizar los daños cruza por la observación del volcán por medios tecnológicos, y la
aplicación de medidas de protección civil. Ambos tenemos exactamente la misma intensión, proteger a
los pobladores de Atlixco, así la respuesta depende de la teoría de que disponemos para explicar los
volcanes y su actividad. Pero cuando las ‘cosas’ no son así de claras, ¿qué hacer? Las constelaciones
familiares, la terapia de ángeles, el tarot, el psicoanálisis, la Gestalt, la santería, y un gran etcétera,
propugnan ser medios, por decirlo de alguna manera muy simplificada, para explicar y aliviar el
sufrimiento del ser humano; y eventualmente contribuir a un 'mejor' desarrollo ulterior de la vida. Al
haber múltiples explicaciones y propuestas disímbolas; y aún variantes dentro de los modelos teóricos
pertenecientes a un mismo campo; ¿por qué aceptar alguna explicación como válida y no otra?
Guillermo de Ockham, un fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico inglés del siglo XIV, propuso
un principio metodológico que nos puede ser útil para el propósito; la llamada Navaja de Ockham.
Dicho principio lo podemos parafrasear como: Si para explicar un fenómeno, existen dos o más teorías,
lo razonable es aceptar el modelo que presenta menos supuestos no probados, es decir; la explicación
más simple es la más verosímil [Díaz, D.; 2019].
En nuestro caso, dado en el nivel de desarrollo tecnológico que hemos alcanzado, la deriva continental
es un supuesto que podemos considerar “probado”; en tanto, la existencia de los dioses, su capacidad -
casi humana- de enojarse y castigarnos, la posibilidad de congraciarnos con ellos a través de un
sacrificio, que el sacrificio adecuado sean algunos jóvenes vírgenes; sólo por mencionar algunos de los
supuestos implícitos en la idea del sacrificio ritual, son sólo esto, supuestos.
Debe tenerse presente que el principio metodológico de Ockham no es infalible, pero sí útil. Así parece
sensato iniciar por la explicación más simple disponible, Sthephen Hawkins [2010] afina esta idea
planteando:
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Un modelo es satisfactorio si
1. Es elegante
2. Contiene pocos elementos arbitrarios o ajustables
3. Concuerda con las observaciones existentes y proporciona una explicación de ellas
4. Realiza predicciones detalladas sobre observaciones futuras que permitirán refutar o falsear el
modelo si no son confirmadas…
Los criterios anteriores son obviamente subjetivos. La elegancia, por ejemplo, no es algo que se
mida fácilmente, pero es muy apreciada entre los científicos… La elegancia se refiere a la forma
de la teoría, pero está muy relacionada con los elementos ajustables, ya que una teoría atiborrada
de dichos factores no es muy elegante. Parafraseando a Einstein, una teoría debes ser tan sencilla
como sea posible, pero no más sencilla [Hawkins, 2010, 60-61].
En congruencia con lo propuesto por Thomas Kuhn [1962], debiéramos esperar a que la evolución y
desarrollo del campo de trabajo termine por modificar el paradigma prevaleciente, en la medida en que
pueda simplificar los supuestos o explicar fenómenos que el antiguo paradigma no lograba explicar de
manera satisfactoria. No obstante que este es un proceso social, cada uno puede hacer algo para
contribuir a construir una mejor teoría ‘desde su propia trinchera’.
Ahora bien, la elección de un campo de trabajo, la corriente para formarnos, o de una teoría para nuestro
hacer profesional, en principio, no son seleccionados con total conocimiento de causa. Es cierto, el
estudiante puede escoger la escuela en la que estudia; y con ello, elige implícitamente la corriente en
la que será formado; pero antes de iniciar sus estudios, ¿tiene los elementos necesarios para realizar
una elección fundamentada y crítica? Y más allá de ello, una vez que ha concluido su formación, y por
llamarlo de alguna manera, cuando ya 'ha absorbido’ las enseñanzas de sus tutores y de los autores que
éstos prefieren, ¿estará en mejor posición?
Queda entonces para el estudiante una tarea compleja, en palabras de José Luis Patiño [2013]:
Quien esté pensando que sus saberes están probados, debe intentar en consecuencia un ensayo
racional para comprender cómo una opción diferente tiene la misma pretensión. Sin duda alguna
lo que ocurre es que toda observación es consecuente con su teoría y viceversa. De aquí la
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dificultad de salvar el obstáculo, puesto que se establece un círculo vicioso en el que sólo se
advierte lo que se puede explicar y sólo se explica lo que se puede advertir. [32-33]
Como se anota, asumir una posición crítica es complicado, así nuestra comprensión de un fenómeno
complejo nuestro paciente está limitada en muchos casos a un paradigma es decir una corriente
que como plantea Donna Orange [1995], tiene como función principal brindar certezas al
psicoterapeuta para que se sienta ‘a salvo’ al ‘enfrentar’ a la realidad del paciente [53]. Valdrá la pena
tomar en cuenta aquí la aseveración de Sthephen Hawkins [2010] cuando nos dice:
Los realistas estrictos a menudo argumentan que la demostración de que las teorías científicas
representan la realidad radica en sus éxitos. Pero diferentes teorías pueden describir
satisfactoriamente el mismo fenómeno a través de marcos conceptuales diferentes. De hecho,
muchas teorías que habían demostrado ser satisfactorias fueron sustituidas posteriormente por
otras teorías igualmente satisfactorias basadas en conceptos totalmente nuevos de la realidad
[53].
En adición a la difícil tarea que hemos encomendado al estudiante, tenemos que sumar lo que decía
uno de mis tutores, algo como: ‘la filosofía es para los viejos, los jvenes están en la poca del empuje’.
Es decir; por su edad, en general; los alumnos difícilmente estarán, por un buen periodo, en posibilidad
de hacer una reflexión profunda y crítica.
Por tanto, tenemos o debiéramos asegurarnos de que no quede entre los pendientes de los maestros,
ofrecer, durante la formación a sus alumnos, una visión crítica que no una caricatura de las corrientes
alternas; así como hacer un esfuerzo por volver explícitos los supuestos de los que parten las teorías
que enseñan; en particular aquellos a los que José Luis Patiño llama hipótesis inverificables a las que
Hawkins denomina elementos arbitrarios o ajustables.
En las hipótesis genuinamente científicas, todo aserto debe ser probado o debe ser excluido
de ámbito doctrinario.
Muy distinto es el caso de las hipótesis inverificables, es decir, las no susceptibles de ser
sometidas a prueba con los hechos reales. Éste es el caso [por ejemplo] de la libido, del complejo
de castración, o del incesto freudiano, porque [formalmente] no hay manera posible de afirmar
ni de negar su existencia, ni tampoco, como es obvio, sus implicaciones fundamentales.
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Pretender una cosa u otra sólo conduce a hacer prosélitos dentro de la ingenuidad o a quedar de
acuerdo con los que previamente participan del mismo conocimiento. [Patiño, 33]
La tarea de identificar y revelar los supuestos subyacentes es particularmente importante, en especial
cuando se trata de la teoría que cada docente practica; o si aceptamos la metáfora de María Scharrón
[2010], la teoría que profesa. Se trata pues, como propone Donna Orange [1995] de que los profesores
durante la formación preparen a los estudiantes “para pensar, no sólo para absorber las teorías de los
demás y para cambiar su forma de pensar según sea necesario” [53], o expresado con la muy conocida
idea de Alfred Korzybski, que tanto los docentes como los educandos tengamos claro que “el mapa no
es el territorio”.
Quede pues a los alumnos, la compleja tarea de intentar identificar y volver explícitas las hipótesis
inverificables; pero los que no podemos o debiéramos eludir esta responsabilidad somos los tutores,
quienes, como se ha planteado, estámos en la mejor posición para realizarla.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Díaz, Dani; (2019); La navaja de Ockham; Recuperado 13/feb/2023; Disponible:
https://www.educadictos.com/la-navaja-de-ockham/
Hawking, Sthephen; Mlodinov, Leonard; (2010); El gran diseño; Ediciones Culturales Paidos; 2014;
CDMX, México
Kuhn, Thomas; (1962); La estructura de las revoluciones científicas; Fondo de Cultura Económica;
Argentina; 2004
Orange, D.; (1995); Theory-Choice and Fallibilism; En: Emotional Understanding, Studies in
Psychoanalytic Epistemology; Guilforg Press; Nueva York; 1995; traducción libre
Patiño, José Luis; (2013); Psiquiatría clínica; Asociación Psiquiátrica Mexicana; 2013; México
Scharrón, María; (2010); Supuestos, Explicaciones y Sistemas de Creencias: Ciencia, Religión y
Psicología; Revista Puertorriqueña de Psicología; Vol. 21 (85-112); 2010
SuperCurioso; (s.f.); Dios del Fuego, 10 divinidades ardientes de distintas culturas; Recuperado:
13/feb/2023; Disponible: https://supercurioso.com/dios-del-fuego/