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En 1943, Leo Kanner, en su publicación llamada Autistic disturbances of affective contact, describe el
caso de once niños, ocho niños y tres niñas, con manifestaciones de características específicas que caen
a un grado de trastorno, en muchas ocasiones encasillados como idiotas, débiles mentales o
esquizofrénicos. Algunos signos presentes en estos niños era la incapacidad para relacionarse con los
demás de manera normal, no mostraban posturas motrices anticipatorias, no modificaban la postura de
su cuerpo a la de la persona que los sostenía como usualmente lo hacen los niños en sus primeros meses,
el lenguaje también se vio afectado, mientras ocho de los niños que eran hablantes su lenguaje no fue
funcional sino hasta después de muchos años a pesar de que podían memorizar y repetir gran cantidad
de palabras; presentaban ecolalia inmediata o tardía, literalidad y falta de habilidad para formar frases
espontáneas; les resultaba irritable el ser perturbados y que se les cambiase su entorno, la alimentación
fue un inconveniente desde el nacimiento, los ruidos fuertes y los objetos en movimiento podían causar
pánico en estos niños siempre y cuando estos implicaban una perturbación en su estado de soledad,
mostraban ansiedad y miedo ante los cambios de rutinas, contaban con memoria excepcional, jugaban
con objetos de sus preferencias por largas cantidades de tiempo, la atención a las personas que estaban
a su alrededor era mínima, no miraban hacia la cara de los demás y trabajan cada parte de la persona
como un elemento separado (la mano, el pie, etc.), jugaban solos mientras otros niños estaban a su
alrededor, no participaban en juegos de competencia y se apartaban de los grupos, la afección hacia las
fotografías era mayor que hacia las personas u objetos reales, a pesar de haber sido considerados como
débiles mentales se confirmó que contaban con buen potencial cognitivo; y por último, el aspecto físico
de estos niños era considerado normal (Kanner, 1943).
De manera simultánea, Hans Asperger, pediatra y psiquiatra austriaco, en 1944 publicó por primera vez
el término del síndrome de Asperger, denominando al patrón de características de sus pacientes como
“psicopatía autística”. Esta psicopatía incluía características como un interés profundo hacía temas
específicos, movimientos torpes, falta de empatía, inhabilidad para relacionarse con otros, y
conversaciones consigo mismo. Un término peculiar que Asperger utilizó para describir a algunos de
sus pacientes fue el de “pequeños profesores” debido al amplio conocimiento que tenían sobre temas
de interés particular; posteriormente otros conceptos se relacionaron a esta última característica como:
síndrome savant o idiotas sabios.