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CARDIOPATÍAS CONGÉNITAS EN LA ERA
POST COVID
CONGENITAL HEART DISEASE IN THE POST-COVID ERA
Sheyla Hazel Sotomayor Cruz
Universidad del Sinú, Colombia
Sayaris Patricia Morales Yepez
Universidad del Sinú, Colombia
María Valentina Sarmiento Lombana
Universidad del Sinú, Colombia
Sirly Patricia Padilla Contreras
Universidad del Sinú, Colombia
Christian Javier Cerón Bolaños
Universidad Libre de Cali, Colombia
pág. 9412
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.13095
Cardiopatías Congénitas en la Era Post Covid
Sheyla Hazel Sotomayor Cruz
1
sheyla2093@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0002-4164-7727
Médico General de la Universidad del Sinú,
Colombia
Sayaris Patricia Morales Yepez
sami6627@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0000-9922-5071
Médico General de la Universidad del Sinú,
Colombia
María Valentina Sarmiento Lombana
Mariavalentina9716@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-5116-0975
Médico General de la UCC, Medellín,
Colombia.
Christian Javier Cerón Bolaños
Christian.ceron@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0008-5840-1217
Médico General de la Universidad Libre de Cali,
Colombia
Sirly Patricia Padilla Contreras
sirlypadilla@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0000-9925-9159
Médico General de la Universidad del Sinú,
Colombia.
RESUMEN
Las cardiopatías congénitas (CC) se definen como las malformaciones cardíacas presentes en el
momento del nacimiento como consecuencia de alteraciones en la organogénesis. Su prevalencia oscila
entre 4 y 9 por cada 1000 nacidos vivos y sin duda , es un factor que impacta negativamente en la
sobrevida del individuo. Por su parte, el COVID 19 es una enfermedad infecciosa causada por el virus
SARS-CoV-2, en los pacientes con una evolución crítica de la enfermedad, las principales
manifestaciones clínicas se asocian a un síndrome de disnea aguda, neumonía bilateral, insuficiencia
cardíaca, disfunción multiorgánica y shock séptico. Ahora bien, la pandemia del COVID-19 ha
aumentado la complejidad en el manejo de cardiopatías congénitas (CC), quienes presentan un mayor
riesgo de complicaciones cardiovasculares incluyendo arritmias, disfunción valvular, y daño miocárdico
así como una mayor duración de hospitalizaciones en comparación de aquellos pacientes sin cardiopatías
congénitas. Por lo tanto, en el presente artículo se revisan las cardiopatías congénitas en la era post
covid.
Palabras Clave: cardiopatía congénita, enfermedad cardíaca, cortocircuito, Covid, Post Sars Cov 2
1
Autor principal
Correspondencia: sheyla2093@hotmail.com
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Congenital Heart Disease in the Post-Covid Era
ABSTRACT
Congenital heart disease (CHD) is defined as cardiac malformations present at birth as a result of
alterations in organogenesis. Its prevalence ranges between 4 and 9 per 1000 live births and is
undoubtedly a factor that negatively impacts the individual's survival. For its part, COVID 19 is an
infectious disease caused by the SARS-CoV-2 virus. In patients with a critical evolution of the disease,
the main clinical manifestations are associated with acute dyspnea syndrome, bilateral pneumonia, heart
failure, multi-organ dysfunction, and septic shock. However, the COVID-19 pandemic has increased
the complexity in the management of congenital heart disease (CHD), who present a higher risk of
cardiovascular complications including arrhythmias, valvular dysfunction, and myocardial damage, as
well as a longer duration of hospitalizations compared to patients without congenital heart disease.
Therefore, this article reviews congenital heart disease in the post-covid era.
Keywords: congenital heart disease, heart disease, short circuit, Covid, Post Sars Cov 2
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INTRODUCCIÓN
Las cardiopatías congénitas (CC) se definen como aquellas malformaciones cardíacas que están
presentes en el momento del nacimiento consecuencia de alteraciones en la organogénesis, que se
producen por alteraciones de una estructura normal en el desarrollo embrionario y por ausencia del
crecimiento parcial o completo de esa estructura más allá de alguna fase temprana del desarrollo
embrionario o fetal; a su vez, los patrones aberrantes del flujo, originados por el defecto en la anatomía
cardiaca, impactan negativamente en el desarrollo estructural y funcional del resto de la circulación en
la figura 1 se pueden observar algunos ejemplos de estas malformaciones congénitas (1). Estás
patologías varían ampliamente entre los informes epidemiológicos de la enfermedad, sin embargo,
autores afirman que son las malformación congénita más frecuentes, con una incidencia de 2,5 a 3 por
cada 1,000 nacimientos, y representan casi un tercio de todas las anomalías congénitas importantes (2).
En cuanto a la prevalencia, está oscila entre 4 y 9 por cada 1000 nacidos vivos, estos datos son relativos
ya que dependen en gran medida de la capacidad y la agudeza diagnóstica, del proceso de notificación
de cada registro, de factores genéticos y de los factores ambientales de cada región (3).
Fisiopatológicamente, cuando hay una conexión anormal entre la circulación sistémica y pulmonar, hay
un aumento del volumen de sangre desde el lado izquierdo (sistémico) al derecho (pulmonar). Estas
conexiones pueden ser por defectos intracardiacos, como la CIV o la CIA, o conexiones vasculares,
como el ductus o las fístulas arteriovenosas. La cantidad de flujo que atraviesa la circulación pulmonar
se puede valorar cuantificando el gasto sistémico (QS) y el gasto pulmonar (QP); generalmente una
relación QP/QS 1:1 es normal, por el contrario, cuando hay un cortocircuito izq-dcha la relación suele
ser 2:1, lo que indicaría que el flujo pulmonar duplica el sistémico. Este aumento del flujo pulmonar es
el causante de los síntomas la mayoría de los casos donde la población lactante es la comprometida (4).
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Figura 1.Malformaciones más frecuentes en la cardiopatía congénita
Tomado de: Sarah U. Morton y col
Los cambios fisiopatológicos que se llevan a cabo cuando hay un cortocircuito están relacionados al
tamaño de la comunicación, su ubicación y también a la resistencia al flujo en el lugar de la
comunicación. Como las resistencias vasculares pulmonares al nacer son altas, el cortocircuito izq-dcha
es mínimo, pero cuando estas son bajas, en las primeras semanas de vida, es cuando se ponen en
manifiesto el cortocircuito y aparecen los síntomas. En este orden de ideas, la clasificación de las
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cardiopatías congénitas resulta importante (Tabla 1) estás se dividen en cianóticas y no cianóticas,
adicionalmente, las manifestaciones dependen de cada una (5).
Tabla 1. Clasificación de las cardiopatías congénitas
Tomado de: Dra. María isabel Serrano Robles
Ahora bien, el COVID-19 se podría catalogar como una nueva enfermedad responsable de
enfermedades respiratorias. Este virus fue identificado por vez primera tras la investigación sobre un
brote en Wuhan, China, el a 11 de marzo de 2020 (6). En los pacientes con una evolución crítica de la
enfermedad, las principales manifestaciones clínicas se asocian a un síndrome de disnea aguda,
neumonía bilateral, insuficiencia cardíaca, disfunción multiorgánica y shock séptico (7)(8).En las
últimas décadas ha surgido una nueva población cardiovascular de adultos con cardiopatías congénitas
(CCA) en los países desarrollados como consecuencia de los avances médicos y quirúrgicos.
Lamentablemente, la curación en su totalidad de las cardiopatías congénitas ( CC ) en la población
infantil es excepcional. Muchos de estos pacientes presentan un aumento del riesgo de complicaciones
cardiovasculares (como, arritmias, trastornos de la circulación pulmonar, insuficiencia cardíaca e incluso
la muerte) durante toda la vida, a causa de las alteraciones hemodinámicas residuales o las secuelas de
las estrategias de reparación previa estos pacientes siempre serán una población vulnerable. Por lo tanto,
parece razonable suponer que, en la era post covid, algunos de ellos sufrieron o podrían sufrir un
aumento del riesgo de mala evolución (9). Por lo tanto, en el presente artículo se revisan las cardiopatías
congénitas en la era post covid.
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MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó una búsqueda bibliográfica detallada de información publicada más relevante en las bases de
datos pubmed, scielo , medline, bibliotecas nacionales e internacionales especializadas en los temas
tratados en el presente artículo de revisión. Se utilizaron los siguientes descriptores: cardiopatía
congénita, enfermedad cardíaca, Cortocircuito, Covid, Post Sars Cov 2. La búsqueda de artículos se
realizó en español e inglés, se limitó por año de publicación y se utilizaron estudios publicados desde
2010 a la actualidad.
RESULTADOS
Las cardiopatías congénitas (CC) comprenden todas las anomalías estructurales del corazón que están
presentes al nacer y resultan de alteraciones en el proceso de organogénesis. Estas malformaciones
ocurren debido a un desarrollo incompleto o anómalo de las estructuras cardíacas durante las primeras
etapas del desarrollo embrionario o fetal. Durante este proceso, la falta de crecimiento adecuado de
ciertos componentes cardíacos en fases tempranas conduce a defectos anatómicos. A su vez, los flujos
sanguíneos anómalos que se generan a partir de estos defectos anatómicos impactan negativamente en
el desarrollo estructural y funcional del sistema circulatorio restante, agravando la disfunción cardíaca
y sistémica (10).
En la actualidad, el número de pacientes adultos con cardiopatías congénitas adquiridas (CCA) ha
superado al de niños con cardiopatías congénitas (CC). Los estudios indican que la prevalencia global
de las CCA se sitúa en aproximadamente 3.000 por millón de habitantes. Este grupo incluye pacientes
con defectos considerados leves, como la corrección de una comunicación interauricular o la ligadura
de un conducto arterioso persistente, aunque la mayoría presenta cardiopatías de grado moderado a
severo (11). De igual manera, dada la pandemia ocasionada por el COVID-19 distintos pacientes se
vieron afectado por este virus, ya que el SARS-CoV-2 puede afectar el sistema cardiovascular de
diversas formas, incrementando la tasa de complicaciones en pacientes con patologías cardíacas
preexistentes. Además, puede provocar daños directos al miocardio y alterar su funcionamiento, lo que
lleva a una mayor vulnerabilidad en estos individuos. Las interacciones del virus con el corazón incluyen
inflamación, alteraciones en el metabolismo cardíaco y desequilibrios en la oxigenación, lo que agrava
tanto las condiciones preexistentes como genera nuevas disfunciones cardíacas (12).
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En el año 2021, Esmaeil y colaboradores detallaron nueve casos de niños con cardiopatías congénitas
(CC) complicados por infecciones de COVID-19, con edades comprendidas entre los 18 días y los 14
años. Dos de los pacientes fallecieron: un niño de 14 años con estenosis aórtica que presentó dolor
torácico, dificultad respiratoria y opacidades pulmonares bilaterales; a pesar de ser tratado con
antibióticos y antivirales, desarrolló síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) y falleció. El otro
fue un lactante de 10 meses con síndrome del corazón izquierdo hipoplásico (HLHS) y conducto
arterioso persistente (CAP), que ingresó con cianosis y baja saturación de oxígeno; el tratamiento no
pudo prevenir su fallecimiento por insuficiencia respiratoria, a pesar de múltiples fármacos.
Entre los siete sobrevivientes, se incluyen varios con defectos cardíacos severos. Un niño de 5 años con
tronco arterioso (TA) presentó dificultad respiratoria, edema generalizado y hepatomegalia, siendo
tratado con azitromicina y cefotaxima. Dos lactantes, de 18 meses y 6 meses respectivamente, con
defecto del tabique ventricular (VSD) y situs ambiguo, fueron ingresados para cirugía de emergencia;
ambos dieron positivo para COVID-19, pero sobrevivieron a la infección y a la cirugía. Una recién
nacida de 18 días con CAP fue intubada por dificultad respiratoria y tratada por infecciones bacterianas
y fúngicas, además de COVID-19, también sobrevivió tras recibir cefotaxima, vancomicina y
azitromicina. Una niña de 2 años con tetralogía de Fallot (TOF) presentó síntomas gastrointestinales y
respiratorios, pero se recuperó con el tratamiento adecuado. Un niño de 5 meses con conexión venosa
pulmonar anómala total (CVTAP) y CIV, que desarrolló fiebre e insuficiencia renal durante su
hospitalización, fue estabilizado con hemodiálisis. Finalmente, una niña de 4 meses con atresia pulmonar
y un stent en el conducto arterioso desarrolcianosis y baja fracción de eyección, siendo tratada con
cefotaxima tras dar positivo para SARS-CoV-2, también sobrevivió.
En general, los pacientes recibieron tratamientos variados, incluidos antibióticos como azitromicina,
cefotaxima y en algunos casos terapias antivirales. Las principales complicaciones observadas fueron
infecciones bacterianas secundarias, insuficiencia respiratoria y renal, y edema generalizado. A pesar de
la gravedad de las condiciones, siete de los nueve pacientes lograron recuperarse con manejo intensivo,
mientras que los dos fallecidos presentaron los cuadros clínicos más severos (13).
De igual manera, en el año 2021 Lakhdar y colaboradores presentan el caso de una mujer de 60 años
con antecedentes médicos de diabetes mellitus, hipertensión e hiperlipidemia acudió al servicio de
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urgencias por una semana de empeoramiento de disnea y tos no productiva, tras haber sido diagnosticada
previamente con neumonía por COVID-19. A su llegada, presentó signos de insuficiencia respiratoria,
con una saturación de oxígeno (SpO2) del 83 % en aire ambiente, presión arterial elevada (164/69
mmHg), y un soplo sistólico áspero y musical en el ápex, conocido como fenómeno de Gallavardin,
típico de la estenosis aórtica (EA). No mostraba signos de sobrecarga de volumen, como edemas o
presión venosa yugular elevada.
Los estudios iniciales, como el electrocardiograma, revelaron un ritmo sinusal con bloqueo
auriculoventricular de primer grado y alteraciones en la onda T. Además, una angiografía por tomografía
computarizada (TC) del tórax mostró dilatación fusiforme leve de la aorta torácica descendente y áreas
de atenuación en vidrio esmerilado y consolidación en ambos pulmones, indicadores de afectación
pulmonar por COVID-19.
La ecocardiografía transtorácica (ETT) reveló estenosis aórtica severa con una fracción de eyección del
65 %, disfunción diastólica del ventrículo izquierdo de grado III, y dilatación severa de la aurícula
izquierda. El área de la válvula aórtica era de 0,73 cm², con un gradiente valvular medio de 36 mmHg y
máximo de 70 mmHg. También se observó una estenosis mitral leve y una velocidad elevada en el arco
aórtico, sugiriendo una posible coartación de la aorta.
La resonancia magnética (RM) del tórax confirmó una coartación discreta de la aorta justo distal al
origen de la arteria subclavia izquierda, junto con una válvula aórtica bicúspide gravemente estenótica.
Además, se identificó una masa en la glándula suprarrenal derecha. La paciente fue tratada con la
colocación de un stent metálico para corregir la coartación aórtica y posteriormente sometida a un
cateterismo cardíaco, que reveló la necesidad de un injerto de derivación coronaria y un reemplazo de
la válvula aórtica (14).
Asimismo, en el año 2022 Abdelkader y colaboradores describen a una mujer embarazada de 34 años,
no vacunada, que contrajo COVID-19 en el primer mes de gestación. Recibió tratamiento con
azitromicina y acetaminofeno, considerados seguros durante el embarazo. En la semana 17, se detectó
ascitis fetal y un defecto septal auricular significativo. En la semana 20, se observó un defecto del canal
auriculoventricular (AV) y persistía una cantidad considerable de ascitis. Para la semana 34, la ecografía
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mostró hidropesía fetal, incluyendo ascitis marcada, derrame pericárdico, edema cutáneo y bradicardia
fetal.
La madre, con hipoalbuminemia, dio a luz mediante cesárea pretérmino el 13 de junio de 2021 a una
niña de 34 semanas con peso de 2.5 kg. La recién nacida, sin antecedentes familiares de riesgo y siendo
la tercera hija de un matrimonio no consanguíneo, presentó cianosis, un defecto del canal AV, atresia
coanal bilateral, hidropesía fetal y bradicardia. Fue ingresada en la UCIN, intubada y sometida a
ventilación mecánica, recibiendo tratamiento con amikin, atropina y ampicilina/sulbactam.
Los ecocardiogramas realizados revelaron anomalías cardíacas complejas, incluyendo una conexión
anómala de venas pulmonares, defectos septales, arterias mal posicionadas, y regurgitación valvular.
Además, presentaba anomalías cerebrales, como hemorragia de la matriz germinal y encefalopatía
hipóxico-isquémica, junto con anormalidades en la posición del hígado y bazo. El cariotipo de la niña
era normal, pero se detectaron hipoalbuminemia, leucocitosis y trombocitopenia en su sangre.
Lamentablemente, la niña falleció al quinto día de vida. Diez días después del parto, los niveles de
albúmina de la madre regresaron a la normalidad (15).
DISCUSIÓN
En esta revisión, se identificó que las alteraciones más frecuentes en pacientes con cardiopatías
congénitas tras la infección por COVID-19 son las relacionadas con el septum. Estas incluyen defectos
como el foramen oval permeable, defectos del tabique auricular y ventricular, entre otros.
Estos hallazgos coinciden parcialmente con estudios previos que han descrito las complicaciones
cardiovasculares derivadas del COVID-19. Sin embargo, la literatura actual se ha enfocado
principalmente en las miocardiopatías y disfunciones valvulares, dejando un vacío en cuanto a la
comprensión de cómo el COVID-19 influye en las cardiopatías congénitas, sin embargo, según la
bibliografía existente, las cardiopatías congénitas se ven afectadas por este virus, el cual a su vez, tiene
un menor impacto en los pacientes cuando se administran las vacunas contra este.
Ghimire y colaboradores (2023) realizaron un análisis de la base de datos de pacientes pediátricos
hospitalizados durante 2020 utilizando la Muestra Nacional de Pacientes Hospitalizados (NIS), la cual
es representativa a nivel nacional. Se incluyeron aquellos niños hospitalizados debido a la infección por
COVID-19, y se emplearon datos ajustados para evaluar las diferencias en la mortalidad y las
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complicaciones hospitalarias entre los niños con y sin cardiopatía congénita, y se halló que De los 36,690
niños ingresados con diagnóstico de infección por COVID-19 (códigos CIE-10: U07.1 y B97.29) en
2020, 1240 (3.4%) tenían cardiopatía congénita (CHD). No se observó una diferencia significativa en el
riesgo de mortalidad entre los niños con CHD y aquellos sin la condición (1.2% frente a 0.8%, p = 0.50),
con un OR ajustado (ORa) de 1.7 (IC del 95%: 0.6-5.3). Sin embargo, las taquiarritmias y los bloqueos
cardíacos fueron más frecuentes en los niños con CHD, con un ORa de 4.2 (IC del 95%: 1.8-9.9) y un
ORa de 5.0 (IC del 95%: 2.4-10.8), respectivamente. Además, se observó un aumento significativo en
la insuficiencia respiratoria [ORa = 2.0 (1.5-2.8)], la insuficiencia respiratoria que requirió ventilación
no invasiva [ORa = 2.7 (1.4-5.2)], ventilación invasiva [ORa = 2.6 (1.6-4.0)] y la lesión renal aguda
[ORa = 3.4 (2.2-5.4)] en los pacientes con CHD. La mediana de la duración de la hospitalización fue
mayor en niños con CHD en comparación con los que no la presentaban [5 días (RIC: 2-11) frente a 3
días (RIC: 2-5), p = <0.001]. (16)
A su vez, Strah y colaboradores (2022) en su estudio informaron una tasa de mortalidad del 3,8% en
niños con COVID-19, en contraste con el 0,8% en aquellos sin cardiopatía congénita. La duración de la
estancia fue más prolongada, con una media y desviación estándar de 22,2 ± 42,7 días, en comparación
con 12,3 ± 24 días en el anterior estudio, lo que indica una mayor gravedad de la enfermedad en su
cohorte. (17)
Por su parte, en el estudio de Downing y colaboradores (2022), se incluyeron 54 pacientes en el rango
de edad de 1 a 17 años, sin registrar mortalidad en este grupo. Se observaron tasas de mortalidad más
elevadas tanto en los grupos con cardiopatía congénita compleja como en los de cardiopatía no compleja,
en comparación con las cohortes sin cardiopatía congénita. Además, se encontró una mayor mortalidad
entre los adultos. (18)
Es probable que los pacientes con cardiopatía congénita, especialmente aquellos con cardiopatía
congénita corregida, tengan una mayor predisposición a desarrollar arritmias o una mayor
susceptibilidad a la inflamación durante la infección por COVID-19, debido a anomalías subyacentes
en la conducción y el miocardio causadas por lesiones o cicatrices previas (19), y diversos estudios han
reportado la efectividad de la vacuna en la prevención de complicaciones y reducción de la mortalidad
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asociadas a la hospitalización por COVID-19 (20), por lo que se recomienda la vacunación con el fin de
prevenir la progresión de este tipo de condiciones.
CONCLUSIÓN
La pandemia del COVID-19 ha aumentado la complejidad en el manejo de cardiopatías congénitas (CC),
quienes presentan un mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares incluyendo arritmias, disfunción
valvular, y daño miocárdico así como una mayor duración de hospitalizaciones en comparación de
aquellos pacientes sin cardiopatías congénitas. Aunque la mortalidad en estos pacientes no ha presentado
un aumento significativo, las complicaciones secundarias y la gravedad de la enfermedad han sido más
frecuentes, destacando su vulnerabilidad en la era post-COVID. Ante esta situación, un monitoreo
continuo, riguroso y un manejo individualizado en cada paciente adaptando sus necesidades específicas
para prevenir complicaciones y mejorar los resultados en los pacientes.
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