LA EVALUACIÓN COMO HERRAMIENTA EN EL
PROCESO ENSEÑANZA APRENDIZAJE
EVALUATION AS A TOOL IN THE TEACHING-LEARNING
PROCESS
Mónica Patricia Martínez Ordoñez
Investigador Independiente - Ecuador
Katherine Elizabeth Rodríguez Medina
Investigador Independiente - Ecuador
Mónica Jaqueline Guapizaca Morocho
Investigador Independiente- Ecuador
Erika Margot Pintado Paltán
Universidad Estatal Península de Santa Elena - Ecuador
pág. 9510
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.13107
La Evaluación como Herramienta en el Proceso Enseñanza Aprendizaje
Mónica Patricia Martínez Ordoñez
1
monimarti34@gmail.com
monica.martinezo@educación.gob.ec
Investigador Independiente
Cañar, Ecuador
Katherine Elizabeth Rodríguez Medina
maestrak1214@hotmail.com
katherinee.rodriguez@educacion.gob.ec
Investigador Independiente
Loja, Ecuador
Mónica Jaqueline Guapizaca Morocho
monica.guapizaca@hotmail.com
jaqueline.guapizaca@hotmail.com
Investigador Independiente
Cuenca, Ecuador
Erika Margot Pintado Paltán
margp_18@hotmail.com
epintado1362@upse.edu.ec
Universidad Estatal Península de Santa Elena
Cuenca, Ecuador
RESUMEN
La evaluación es un tema de gran relevancia en el servicio educativo, como concepto se utiliza
ampliamente en diferentes situaciones, sea formal o informal, de manera implícita o explícita somos
parte de procesos evaluativos, con frecuencia nos hacemos juicios de valor si algo está bien o mal, si es
aceptable o requiere ser mejorado, en educación este es un proceso amplio que va ligado a sistemas de
medición, contempla parámetros de diferente índole como la gestión, la infraestructura, el aprendizaje,
etc. La evaluación va más allá de un examen y/o calificación, ya que son sus resultados los que
conducirán un proceso analítico, la estructura, planificación y desarrollo de acciones diversas
encaminadas a la consecución de objetivos planteados, es decir la tan añorada Calidad”. Un proceso de
evaluación se encuentra inmerso en el desarrollo de un plan sin importar su tipología, pretende dar
seguimiento continuo y oportuno al plan, desarrollarlo de forma efectiva y eficiente, evaluar sus
resultados, plantear mejoras continuas, etc. Es la base fundamental para la toma de decisiones,
estructura, planteamiento y desarrollo de acciones, con la evaluación permanente el camino de una
planificación puede tornarse diferente al planteado inicialmente, sin embargo, permitiría el éxito;
contrariamente sin ella se actuaría de manera incierta y la deriva. El presente documento centra su
análisis en la evaluación como herramienta en el proceso de enseñanza aprendizaje alineándolo a
mecanismos legales diseñados por la autoridad superior competente con una mirada reflexiva sobre los
mismos.
Palabras clave: evaluación, tipos de evaluación, calidad educativa, estándares de calidad, gestión
educativa, modelo de gestión
1
Autor principal
Correspondencia: monimarti34@gmail.com
pág. 9511
Evaluation as a Tool in the Teaching-Learning Process
ABSTRACT
Evaluation is a topic of great relevance in the educational service, as a concept it is widely used in
different situations, whether formal or informal, implicitly or explicitly we are part of evaluative
processes, we frequently make value judgments about whether something is good or not. wrong, if it is
acceptable or requires improvement, in education this is a broad process that is linked to measurement
systems, it contemplates different types of parameters such as management, infrastructure, learning, etc.
The evaluation goes beyond an exam and/or qualification, since it is its results that will lead an analytical
process, the structure, planning and development of various actions aimed at achieving the stated
objectives, that is, the long-awaited “Quality”. An evaluación process is immersed in the development
of a plan regardless of its type; it aims to provide continuous and timely monitoring of the plan, develop
it effectively and efficiently, evaluate its results, propose continuous improvements, etc. It is the
fundamental basis for decision-making, structure, approach and development of actions. With
permanent evaluation, the planning path may become different from that initially proposed, however, it
would allow success; On the contrary, without it we would act in an uncertain and drifting manner. This
document focuses its analysis on evaluation as a tool in the teaching-learning process, aligning it with
legal mechanisms designed by the competent higher authority with a reflective look at them.
Keywords: evaluation, types of evaluation, educational quality, quality standards, educational
management, management model
Artículo recibido 10 julio 2024
Aceptado para publicación: 15 agosto 2024
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INTRODUCCIÓN
Los procesos evaluativos han estado presentes en nuestras vidas desde tiempos muy remotos, se
evidencian en el solo hecho, el de emitir juicios de valor sobre acciones y decisiones que desarrollamos
diariamente, estos procesos se vuelven más complejos y diversos en el contexto educativo, tomando en
cuenta que contemplan estudios minuciosos para analizar y comprender los objetos de estudio con el
propósito de ajustar y mejorar la acción educativa (Torrico & Zubieta, 2007).
Siguiendo el orden de análisis se puede señalar que la evaluación es un proceso sistémico que a lo largo
del tiempo ha evolucionado respondiendo al sentido funcional requerido, términos asociados a este
proceso son el control, la comprobación, el examen - análisis, las dificultades, las soluciones, etc.
(Azahares, 2005), el mismo autor señala que la evaluación se inicia con fines administrativos,
desarrollado por Henri Fayol en la búsqueda de incorporar a la administración el control, sin embargo
en época de la colonia se aplicaba como forma de comprobación sobre la labor realizada por esclavos,
aprendices, artesanos, etc.
La evaluación dado los cambios económicos y sociales se ha modificado paulatinamente, ya que
responde a una contextualización, resaltando que el mundo está conformado de sociedades
culturalmente heterogéneas, de ahí que se ajusta a cada situación y necesidad. En el ámbito de la
educación esta herramienta es utilizada tras búsqueda de la calidad y la mejora continua, diseñada para
valorar el impacto, la eficiencia, la eficacia, la efectividad y la pertinencia del servicio educativo en
diversos aspectos; todos encaminados a la consecución del bienestar integral (Azahares, 2005), es aquí
necesario resaltar que la educación es un indicador de desarrollo a nivel local, regional y nacional, este
refleja el cumplimiento de principios como la igualdad, el respeto, la accesibilidad, la libertad, la
identidad, entre otros contemplados en la magna norma.
La Constitución de la República del Ecuador (2008) en su artículo 27, indica que “la educación se centra
en el ser humano garantizando su desarrollo integral, enmarcado en el respeto a los derechos humanos,
al medio ambiente sustentable y la democracia”, manifiesta que será “participativa, obligatoria,
intercultural, democrática, incluyente y diversa, de calidad y calidez; impulsará la equidad de género, la
justicia, la solidaridad y la paz; estimulará el sentido crítico, el arte y la cultura física, la iniciativa
individual y comunitaria, y el desarrollo de competencias y capacidades para crear y
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trabajar”(CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, 2008)
La evaluación dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje en concordancia con (Ocampo, 2017)
debe ser un proceso dinámico que incorpore instrumentos diversos, con los cuales se obtenga
información confiable-real tanto cualitativamente como cuantitativamente, puesto que involucra la
obtención o valoración sumativa y formativa que evidentemente tienen sustento o respaldo bajo rúbricas
diseñadas objetiva y coherentemente. Lo expuesto es el punto de partida para el siguiente paso con
varios caminos tras sus resultados como: la retroalimentación, la incorporación de cambios y/o
estrategias, metodologías, el refuerzo, etc.
En torno a todo lo expuesto es relevante la labor docente en cuya visión priorizará la mejora continua,
son los docentes en el proceso enseñanza aprendizaje quienes como herramienta aplican las
evaluaciones con el propósito de dar seguimiento al alcance de aprendizajes significativos en los
alumnos y como insumo para tomar decisiones que viabilicen el logro de los estándares de calidad
planteados desde la autoridad competente, mismos que se plasman en el currículo nacional.
Como bien indica el Ministerio de Educación citado por (Martínez Ordoñez & Rodríguez Medina, 2024)
“los estándares de calidad son parámetros de logro esperado cuyo propósito es orientar, apoyar,
monitorear y evaluar las acciones de los actores educativos que forman parte del Sistema Nacional de
Educación”, adicionalmente el mismo organismo señala que los estándares de calidad educativa se
clasifican en 3 grupos: estándares de gestión escolar, de desempeño profesional directivo y de
desempeño profesional docente; cada uno de ellos subdividido en dimensiones y estas a su vez en
componentes. (Ministerio de Educación, 2017) para el presente estudio centraremos nuestra atención en
lo que respecta a la evaluación en la enseñanza aprendizaje relacionándolo con normas reguladoras para
el caso, con un sentido crítico y reflexivo.
El órgano superior competente en lo que respecta a proceso evaluativo en el ámbito pedagógico -
curricular desarrolla e implementa a nivel nacional la normativa para la evaluación, permanencia y
promoción de los estudiantes en el sistema nacional de educación, misma que es de aplicación general,
es decir indistintamente de su sostenimiento (particular, fiscomisional, municipal y público), el
propósito de aplicabilidad obedece a regular los procesos de evaluación realizada a los estudiantes en
los diferentes niveles y subniveles educativos; contempla entonces a la evaluación como un proceso
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continuo y permanente encaminado a observar, valorar y registrar información que evidencie el avance
hacia los objetivos de aprendizaje; incluyendo además sistemas de retroalimentación oportuna,
pertinente, precisa y detallada, dirigida a motivar tanto la superación personal y el aprendizaje continuo,
como la toma de decisiones y acciones para generar cambios duraderos y progresivos en el desempeño.
Este proceso responde al cumplimiento de estándares e indicadores de calidad educativa (evaluación del
sistema educativo en el ámbito de aprendizaje-enseñanza) considerando la flexibilidad curricular dado
el contexto de una comunidad educativa, de tal forma que se dispondrá de información cualitativa y
cuantitativa como insumo base para la toma de decisiones hacia la mejora continua.
METODOLOGÍA
En lo que respecta a la metodología se menciona que se consolida como una investigación mixta,
tomando en cuenta que permite trabajar en la integración y análisis de información tanto cualitativa
como cuantitativa (Colmenares, 2002), en concordancia con el autor citado una investigación en el
ámbito educativo y en especial enfocado a un elemento trascendental como el currículo y los procesos
evaluativos requieren partir del análisis doctrinario; además la presente investigación combina
metodologías e instrumentos con el propósito de desarrollar procesos analíticos e interpretativos
eficientes (Lisboa, 1970).
Las técnicas de investigación utilizadas han sido variadas como la observación, documentación de
archivo y bibliográfico y la entrevista, esta última ya que permite la recolección de datos mediante un
proceso interactivo en donde la información fluye asimétricamente de situaciones, problemas o eventos
específicos. (Lafuente Ibáñez & Marín Egoscozábal, 2008).
DISCUSIÓN
La evaluación educativa en el Ecuador es un componente, una herramienta fundamental en el proceso
de enseñanza-aprendizaje, desempeña un papel crucial en la búsqueda de la calidad educativa. Según lo
planteado en la introducción de este análisis, la evaluación es un proceso complejo que va más allá de
la simple medición del aprendizaje, tomando en cuenta, que cuando se utiliza de manera efectiva y
coherente, puede guiar y mejorar las prácticas docentes, orientando de esta forma acciones hacia la
consecución de los objetivos educativos nacionales; se aborda aspectos clave de la evaluación educativa,
considerando su impacto en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y se ofrece una reflexión crítica sobre
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los desafíos que enfrenta el sistema educativo ecuatoriano en este ámbito.
Es necesario reconocer a la evaluación como un proceso dinámico y multifacético, encontrándose
profundamente entrelazado con las decisiones y acciones cotidianas de los actores educativos. Como
destaca Azahares (2005), la evaluación no es un componente aislado dentro del proceso enseñanza-
aprendizaje, sino que se convierte en una herramienta esencial para retroalimentar y ajustar las
estrategias pedagógicas a las necesidades y contextos específicos de los estudiantes. Este enfoque no
solo mejora la comprensión del proceso educativo, sino que también permite a los docentes identificar
áreas críticas que requieren intervención o refuerzo.
La instancia a cargo de educación en Ecuador, es decir el Ministerio de Educación ha subrayado la
necesidad de que los estándares de calidad, junto con sus indicadores correspondientes, actúen como
guías para la cuantificación y medición de la calidad educativa (Ministerio de Educación, 2017). Estos
estándares no solo permiten monitorear y evaluar las acciones educativas en un momento dado, sino que
también facilitan la planificación preventiva y correctiva, lo cual es vital para la mejora continua. Como
bien menciona Ocampo (2017), la evaluación debe ser entendida como un mecanismo para la mejora
continua de la educación, asegurando que se alcancen los niveles de calidad educativa deseados.
En lo que respecta al rol docente, la implementación de evaluaciones dirigidas a medir o cuantificar el
aprendizaje de los estudiantes no debe verse como un fin en mismo, sino como un medio para atender
y responder a las particularidades y necesidades específicas de cada grupo estudiantil. Martínez Ordoñez
y Rodríguez Medina (2024) enfatizan que, para que la evaluación sea verdaderamente efectiva, esta
debe ser contextualizada y orientada a las realidades particulares de cada comunidad educativa. Solo
mediante una evaluación que responda a estos parámetros es posible alcanzar las metas de aprendizaje
establecidas a nivel nacional, asegurando que se adapten de manera efectiva a los contextos locales.
Por lo tanto, la evaluación educativa, cuando es realizada de manera periódica, permanente y
contextualizada, no solo se convierte en una herramienta esencial para medir la calidad educativa, sino
también en un proceso crítico para guiar y mejorar la práctica docente, alineándola con los estándares
de calidad establecidos a nivel nacional, así como con las necesidades reales de los estudiantes y las
comunidades educativas en las que se desarrollan.
En el mismo orden de análisis es importante considerar que la educación de acuerdo a nuestra magna
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norma señala que: “…se centrará en el ser humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del
respeto a los derechos humanos, al medio ambiente sustentable y a la democracia; será participativa,
obligatoria, intercultural, democrática, incluyente y diversa, de calidad y calidez; impulsará la equidad
de género, la justicia, la solidaridad y la paz; estimulará el sentido crítico, el arte y la cultura física,
la iniciativa individual y comunitaria, y el desarrollo de competencias y capacidades para crear y
trabajar(CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, 2008).
Es indispensable un trabajo mancomunado de todos los actores educativos y en cada comunidad para
así lograr el objetivo propuesto a nivel nacional, es por ello que la evaluación como tal permite
monitorear continua y permanentemente con el firme propósito de que se planifiquen las acciones
correspondientes de manera oportuna, en el caso de la evaluación aplicada al proceso enseñanza
aprendizaje en los estudiantes será para establecer mecanismos, recursos, estrategias y otros que sean
necesarios a fin de que se dote a la sociedad de individuos con sentido o criterio coherente sobre
situaciones y contextos particulares, con capacidades y competencias de crear y trabajar aportando de
manera proactiva, eficiente y efectiva; con ello finalmente se configura una sociedad en equidad de
género en donde impera la justicia, la solidaridad, la paz y convivencia armónica, etc.
Relacionado con lo expuesto en el párrafo anterior vemos que el artículo 2.4 de la LOEI, en su literal (f)
indica que: “Se establece la evaluación integral como un proceso técnico permanente y participativo de
todos los actores, instituciones, programas y procesos; niveles y modalidades, para aportar en
transformaciones y mejoramientos del Sistema Nacional de Educación […]” (LOEI, 2021), de lo
sentado en estas líneas surge la preocupación de que si realmente todos los actores participan de manera
activa en la evaluación integral con el fin de lograr cambios positivos a futuro en búsqueda de mejorar
y trasformar el Sistema Nacional de Educación.
Centrando nuestra atención en la evaluación de conocimientos, es imperativo que los docentes
comprendan a fondo el propósito y la aplicación de esta herramienta. Según Rivera (2007), la evaluación
debe ser concebida como una parte integral de la enseñanza y no basta con aplicar evaluaciones de
manera rutinaria; es necesario que los docentes tengan una comprensión clara de cuándo, cómo y qué
aspectos evaluar, con el objetivo de verificar la consecución de los objetivos educativos, lo mencionado
permite que la evaluación se realice de manera efectiva, alineada con los aprendizajes, destrezas y
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competencias que se desean desarrollar en los estudiantes, como resalta Ramírez Iñiguez (2010), la
evaluación no solo cumple la función de medir el grado de aprendizaje, sino que también actúa como
una herramienta crítica para mejorar los procesos educativos, especialmente en poblaciones socialmente
vulnerables. La evaluación proporciona una base sólida para la obtención de información precisa sobre
la adquisición de destrezas y competencias por parte de los estudiantes, información que es esencial para
detectar dificultades y problemas que puedan obstaculizar el aprendizaje, permitiendo a los docentes
identificar áreas que requieren atención específica y diseñar intervenciones personalizadas.
Por otra parte, la interacción entre docentes, estudiantes, contenidos, estrategias y recursos en el proceso
de enseñanza-aprendizaje es dinámica y requiere una evaluación constante para ajustar y optimizar los
métodos pedagógicos. Ocampo (2017) resalta que la evaluación es crucial para la mejora continua de la
educación, ya que actúa como un mecanismo para validar la efectividad de las estrategias educativas y
para reorientar la enseñanza cuando sea necesario, la inexistencia de una evaluación adecuada,
imposibilita la capacidad de determinar si los métodos pedagógicos están logrando los resultados
deseados y si se están alcanzando los objetivos educativos establecidos.
En resumen, la evaluación de conocimientos es un componente esencial de una enseñanza efectiva.
Permite a los docentes obtener información concreta sobre el progreso de los estudiantes, identificar y
abordar dificultades, y ajustar las estrategias pedagógicas para asegurar que los objetivos educativos se
cumplan. Esta perspectiva resalta la importancia de una evaluación consciente y bien aplicada, que
facilite la mejora continua en el proceso educativo y la calidad de la enseñanza.
La evaluación permite detectar problemas y en donde se originan, por ejemplo, en las estrategias
metodológicas, en los contenidos, en los recursos, en el docente, en los estudiantes, en las condiciones
de enseñanza aprendizaje, entre otras, sin esta información no es posible fundamentar de manera sólida
y coherente la problemática y evidentemente la estructura de acciones que reorienten el proceso, en su
defecto solicitar a las instancias correspondientes (DECE, UDAI, ETC) la intervención pertinente o
emitir informes con sugerencias o planes de trabajo mancomunados con otros actores educativos
(representantes legales) a fin de materializar acciones que permitan optimizar aprendizajes para la vida
como señala el objetivo nacional de la educación.
En base a todo lo ya manifestado se puede sintetizar que la evaluación es un proceso sistemático,
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continuo y organizado que implica la recopilación de información de diversas fuentes sobre el
desempeño, progreso, rendimiento o logro del estudiante, así como la calidad de los procesos utilizados
por los docentes. Este proceso incluye la organización y análisis de la información para diagnosticar,
evaluar su relevancia y pertinencia en función de los objetivos planteados, con el propósito de tomar
decisiones que guíen el aprendizaje y mejoren la gestión docente.
Tomando en cuenta todo lo analizado y en concordancia con Azahares la implementación de un sistema
de evaluación está principalmente vinculada a un creciente interés en medir los resultados de la calidad
educativa. Así, la evaluación educativa, como actividad general, se enfoca en valorar los resultados del
aprendizaje y en verificar y valorar el cumplimiento de los objetivos instructivos y educativos
establecidos para los distintos niveles de enseñanza. Su propósito es comprobar y mejorar la eficacia de
todo el proceso educativo (Azahares, 2005)
En el mismo sentido, en consonancia con Tenbrik, citado por Ocampo (2017), quien afirma que “La
evaluación es el proceso de obtención de información y se usa para formular juicios que a su vez se
utilizarán para tomar decisiones”, el desafío actual reside en desarrollar estrategias, mecanismos e
instrumentos que vayan más allá de la evaluación convencional. Es pues esencial que se desarrollen
nuevas formas de evaluación respondiendo a las necesidades actuales y reales del entorno educativo,
subrayando que la evaluación debe contribuir a una formación integral para la vida. En este contexto, el
propósito de la evaluación desde el rol docente debe ser la formulación de juicios críticos y reflexivos
acerca de la práctica educativa y la adquisición de aprendizajes por parte de los estudiantes, es así que
la evaluación, por tanto, se convierte en una herramienta para analizar y determinar las fortalezas,
debilidades, amenazas y oportunidades dentro del proceso educativo; con la disponibilidad de estos
insumos los docentes pueden tomar decisiones en firme y acertadas que propicien o direccionan a una
mejora continua en la enseñanza y el aprendizaje.
Partiendo de esta perspectiva, es fundamental una mayor concienciación sobre la importancia y
trascendencia de la evaluación en todos los actores educativos, a modo de reflexión se puede indicar
que, si los estudiantes comprenden con claridad la concepción de la evaluación como un proceso
formativo y reflexivo, ellos mismos pueden analizar su proceso de aprendizaje, identificar lo que facilita
o dificulta dicho aprendizaje y tomar medidas para mejorar. Esto implica que la evaluación no se limite
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a la asignación de calificaciones o a un simple cumplimiento de normativas administrativas para avanzar
en niveles educativos. Sin embargo, en la práctica, muchos estudiantes tienden a percibir la evaluación
de manera superficial, lo que genera temor y una tendencia a evitarla. Esta percepción distorsionada
puede impactar negativamente en las tareas de "enseñar" y "aprender".
Por otro lado, cuando desde el rol docente contradictoriamente se toma a la evaluación de manera
restrictiva, pueden transformarla en una herramienta amenazante, enfocada únicamente en aprobar o
reprobar el avance académico de los estudiantes. Rivera (2007) resalta que esta visión limitada puede
llevar a que la evaluación se convierta en una acción primordial y única en el quehacer educativo, cuando
en realidad debería ser un proceso integrado y constructivo. La evaluación, en su forma ideal, debe servir
como un medio para mejorar la calidad educativa y promover un aprendizaje significativo, en lugar de
ser vista como una mera formalidad administrativa o una fuente de ansiedad, dicho esto, una evaluación
efectiva debe ir más allá de la simple medición de resultados y debe ser entendida como un proceso
dinámico y reflexivo que involucra a todos los actores educativos. Esto permitirá que la evaluación
cumpla con su verdadero propósito de mejorar la educación y facilitar el desarrollo integral de los
estudiantes.
En consecuencia, de lo analizado la evaluación se vuelve un problema cuando se limita a ser una
actividad que emite una calificación únicamente con el afán de desarrollar control y gestión institucional,
perdiendo de esta manera el propósito académico de la evaluación como una herramienta para dar
seguimiento a todo el proceso educativo, identificar las causas que impiden alcanzar los objetivos, y
recopilar información que respalde los cambios necesarios para mejorar el rendimiento de los
estudiantes.
La visión incorrecta de la evaluación sostenida en el párrafo anterior acarrea dos situaciones claras, en
el caso de los docentes sea de manera individual o grupal encaminarían su esfuerzo en preparar
exámenes que en comprender y aplicar de manera teórica y metodológica los procesos de enseñanza-
aprendizaje en su práctica. Esto finalmente provocaría de hecho, que con frecuencia los docentes
trabajen más para que los estudiantes logren aprobar examen, en lugar de fomentar un verdadero
aprendizaje y una formación integral; con ello como ya se mencionó se pierde el objetivo de la
evaluación como un proceso formativo que guía al estudiante a adquirir conocimientos, habilidades y
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actitudes reflexivas sobre su desempeño, una ga de cómo lo realiza y cómo puede mejorarlo, más aún
se irrumpe el desarrollo de habilidades que son útiles no solo durante su etapa estudiantil, sino en todas
las actividades de su vida, siendo este el objetivo de la educación como meta nacional e indicador de
calidad de vida misma.
Como segunda situación están los estudiantes que con la percepción de que la evaluación es simplemente
una acción obligatoria que permite obtener una calificación y avanzar académicamente se distorsionaría
el proceso de aprendizaje y la formación misma para lograr el éxito en sus vidas, se direcciona
erróneamente su motivación hacia el desarrollo de habilidades y/o actitudes encaminadas a obtener
calificaciones buenas o lo suficiente para aprobar el nivel mínimamente, y no se fomentaría una actitud
de autocrítica y mejora continua. Como resultado, los estudiantes no solo no aprenden el contenido, sino
también la idea de que la evaluación se reduce a "prepararse para resolver exámenes"
En la actualidad es necesario que la evaluación educativa se reoriente significativamente, superando los
métodos tradicionales que la limitan a una simple asignación de calificaciones, debe pues caracterizarse
por ser objetiva, justa, desarrolladora y funcional, orientada a satisfacer las necesidades académicas del
momento y del contexto real de los estudiantes. Según Azahares (2005), la reorientación implica que no
sea vista como un evento aislado, sino como un proceso continuo que fomente la reflexión y el auto-
perfeccionamiento en los estudiantes. En una sociedad que demanda individuos proactivos y
comprometidos, la evaluación debe contribuir a formar ciudadanos que aporten de manera significativa,
en la sociedad en la que se desenvuelve, para cumplir con estos objetivos, la evaluación debe centrarse
en sus funciones diagnósticas y formativas, ello significa que debe ser capaz de identificar las
necesidades y problemas de aprendizaje individuales y al mismo tiempo destacar tanto las fortalezas
como las debilidades de los estudiantes, en este sentido, la evaluación debe ser constante y sistemática,
considerando el desarrollo integral de los estudiantes a lo largo de las diferentes etapas del proceso
educativo.
Una característica de la evaluación es la flexibilidad, al adaptarse a los distintos niveles de enseñanza y
a las características individuales de cada estudiante, este enfoque integral debe abarcar tanto los aspectos
cognitivos como formativos del aprendizaje, es también progresiva y prospectiva, permitiendo verificar
no solo el nivel de lo aprendido, sino también reflejar la comprensión, los logros, la motivación y las
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actitudes de los estudiantes hacia el proceso de enseñanza-aprendizaje, todo lo dicho se alinea con lo
establecido por la Constitución de la República del Ecuador y la Ley Orgánica de Educación
Intercultural, que abogan por una educación de calidad que responda a las necesidades de los estudiantes
y del contexto social en el que se encuentran, en correspondencia a lo señalado en el Manual para la
Implementación y Evaluación de los Estándares de Calidad Educativa del Ministerio de Educación
(2017), la evaluación debe ser una herramienta clave para garantizar la calidad educativa,
proporcionando una guía para la planificación y ajuste de las prácticas pedagógicas, en el mismo sentido
Martínez Ordoñez y Rodríguez Medina (2024) destacan la importancia de alinear la evaluación con los
estándares de calidad educativa, asegurando que se refleje adecuadamente el progreso y los logros de
los estudiantes. En conjunto, estos enfoques sugieren que una evaluación efectiva debe ir más allá de la
medición superficial, buscando promover un aprendizaje significativo y continuo que prepare a los
estudiantes para contribuir de manera activa y positiva en la sociedad.
En total concordancia con Ramírez al señalar que “El análisis de los productos de un proceso de
enseñanza aprendizaje o del resultado de todo un sistema educativo adquirirá sentido en la medida en
que sean tomadas en cuenta las variables que favorecen o entorpecen el logro de los conocimientos o
las competencias esperadas…”(Ramírez Iñiguez, 2010), es por tanto crucial definir las funciones de la
evaluación, especialmente en contextos de vulnerabilidad social y cambios globales, para diseñar
políticas educativas inclusivas que valoren la diversidad en lugar de buscar su asimilación.
En base a lo analizado por la autora citada en el párrafo anterior se puede dejar sobre la mesa un aspecto
de radical importancia y es que la evaluación debe considerar el contexto poblacional en el que se
desenvuelve el servicio educativo, poniendo extrema atención a poblaciones socialmente vulnerables y
las respuestas que debieran darse, tomando en cuenta que son estas poblaciones las más propensas a ser
víctimas de segregación social en categorías como: inclusión, exclusión y vulnerabilidad; y con
frecuencia pasa desapercibida la existencia de particularidades o condiciones de vida que tienen ciertos
grupos poblacionales y estos aspectos no son tomados en cuenta en el proceso enseñanza aprendizaje,
peor aún en su evaluación; resaltando que mejorar la calidad de vida de los individuos es el propósito
de la política pública inmersa en el servicio educativo como indicador de calidad a nivel nacional
(Ramírez Iñiguez, 2010), en función de ello la evaluación debe considerar cambios económicos y
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sociales que han dado lugar a sociedades culturalmente diversas a nivel mundial. A la par que se ha
buscado mejorar la calidad de la educación y los métodos para evaluar su impacto, eficacia y relevancia,
las crisis en muchos países han agravado las condiciones de vida de millones de personas, exacerbando
la desigualdad impulsada por la globalización.
En el caso ecuatoriano se puede agregar que el Manual Para la Implementación y Evaluación de los
Estándares de Calidad Educativa emitido por el Ministerio de Educación aún vigente contempla un
grupo denominado Estándares de Desempeño Profesional Docente (DO), y en él se indica que son
parámetros de logro que “Permiten establecer las características y las prácticas de una o un docente de
calidad. Estas prácticas abarcan aspectos disciplinares, pedagógicos y de ética profesional, que debe
mostrar el personal docente para desarrollar un proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad
(Ministerio de Educación, 2017), con ello se fundamenta la intencionalidad profunda de la evaluación;
en el proceso de enseñanza-aprendizaje, para que este tenga la característica de calidad;
lamentablemente aspectos como el cambio continuo de autoridades en los diferentes niveles o instancias
del ámbito educativo, así también que hoy por hoy parece ser más importante el juego político en el que
vivimos que posiciona a diversidad de individuos al mando de las diferentes instancias y quedamos
como un barco a la deriva, ya que se emiten lineamientos y/o normativa diversa entre ellos sobre la
evaluación, siendo confusa o inestable, tomando en cuenta que apenas se están desarrollando lo
dispuesto y ya se estipula cambios, y solo quienes se encuentran en labor docente y/o administrativa en
territorio siente estos golpes.
Además de lo desarrollado en el párrafo anterior se puede mencionar que se vuelve compleja la situación
en el rol docente, al contemplar a su responsabilidad innumerables actividades pedagógicas,
administrativas, de gestión, entre otras que se deben realizar de forma obligatoria y ello coadyuva al
desinterés u obstaculiza la atención, estructura y desarrollo coherente de la herramienta evaluación como
un proceso vital, estratégico para alcanzar calidad, y por el contrario se desarrolla como un suceso
habitual cuyo objetivo es la obtención de una nota o calificación que marca aprobar o reprobar un grado
y avanzar académicamente; similar a lo dicho ocurre en los representantes de los estudiantes en lo que
respecta a sus responsabilidades, obligaciones y derechos, pues al momento de ser estratégica su
participación o intervención no se dispone y con alta frecuencia se visibiliza al término del año lectivo
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cuando se define la aprobación o perdida de año. Es por tanto necesario una concienciación de la
necesidad de un trabajo mancomunado, comprometido y corresponsable, en donde todos los actores
intervengan, participen acorde a sus competencias, un trabajo con el firme propósito de lograr el objetivo
nacional con respecto a educación (Martínez Ordoñez & Rodríguez Medina, 2024).
Con el propósito de evidenciar la necesidad de coherencia y trabajo mancomunado en búsqueda de
calidad educativa y en particular en lo referente a evaluación se puede analizar el impacto de los cambios
en la normativa por parte de la gestión administrativa en instancias superiores, resaltando que es
necesario contar con una normativa clara y consistente para guiar el proceso de evaluación y promoción
escolar, por el contrario si esta base legal es volátil o inentendible confunde, obstaculiza, desmotiva, etc.
Destacando los cambios experimentados durante el año lectivo 2023-2024, en el régimen sierra, el
Ministerio de Educación, bajo la dirección de la Mgs. María Brown Pérez, emitió el ACUERDO Nro.
MINEDUC-MINEDUC-2023-00012-A (Normativa para regular la evaluación, permanencia y
promoción en el sistema educativo fiscal) el 3 de abril de 2023. Este acuerdo establecía los lineamientos
claros para el proceso de evaluación, los cuales fueron debidamente socializados a los diversos actores
educativos intervinientes como docentes, estudiantes, representantes legales, generando expectativas de
estabilidad y coherencia en la aplicación de estos criterios.
Sin embargo, en octubre del mismo año, este acuerdo fue derogado y reemplazado por el ACUERDO
Nro. MINEDUC-MINEDUC-2023-00063-A (Normativa para la evaluación, permanencia y promoción
de los estudiantes en el sistema nacional de educación), emitido también bajo la autoridad de María
Brown Pérez. La implementación inmediata de esta nueva normativa, aunque necesaria desde la
perspectiva del Ministerio, generó confusión y malestar entre los distintos actores educativos. Este
cambio abrupto en las reglas del juego evidenció la falta de continuidad y la incertidumbre que pueden
provocar las modificaciones normativas en un mismo periodo lectivo, afectando tanto a docentes como
a estudiantes y sus familias.
Posteriormente, en mayo de 2024, se emitió el ACUERDO Nro. MINEDUC-MINEDUC-2024-00031-
A (Normativa para regular los procesos de evaluación educativa y los procesos organizacionales de las
instituciones educativas de todos los sostenimientos del sistema nacional de educación), esta vez bajo
la dirección de la Dra. Alegría de Lourdes Crespo Cordovez. Este nuevo acuerdo introdujo nuevamente
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modificaciones en el proceso evaluativo, destacando la inestabilidad normativa en un solo periodo
lectivo. La constante modificación de la normativa de evaluación durante un mismo año académico
refleja la complejidad de gestionar un sistema educativo que busca adaptarse a las necesidades y
exigencias del momento, pero que al mismo tiempo requiere de una mayor estabilidad para evitar la
desorientación de los actores educativos, además que el fundamento de los cambios van acompañados
de la desacreditación de lo anterior volviéndose un certamen político incesante; Al parecer no hay
reflexión sobre la importancia de contar con un marco normativo estable que permita a los docentes y
estudiantes adaptarse de manera efectiva a los procesos de evaluación, sin que ello implique un constante
reajuste que afecte la calidad del aprendizaje y la confianza en el sistema educativo. La educación, al
ser un pilar fundamental para el desarrollo de la sociedad, demanda normativas claras y coherentes que
aseguren la continuidad y estabilidad de los procesos educativos, especialmente en un contexto donde
la evaluación juega un rol crucial en la promoción de la calidad educativa y en la consecución de los
objetivos de aprendizaje. (ACUERDO Nro. MINEDUC-MINEDUC-2023-00012-A, 2023),
(ACUERDO Nro. MINEDUC-MINEDUC-2023-00063-A, 2023), (ACUERDO Nro. MINEDUC-
MINEDUC-2024-00031-A, 2024).
Con lo desarrollado en el párrafo anterior se puede señalar que si bien se requiere una reorientación del
proceso de evaluación en la enseñanza-aprendizaje, para que el mismo responda contextualmente y
cumpla su propósito es indispensable un trabajo responsable comprometido por los mandantes a fin de
que coadyuve al objetivo principal y no genere confusión, desmotivación, inestabilidad, etc. siendo un
ejemplo de lo que ocurre en diferentes aspectos que a la larga sumergen al servicio educativo en un lugar
muy alejado de un estado de calidad.
pág. 9525
CONCLUSIONES
Se puede extraer que la evaluación es un proceso vital y el eje central para conseguir calidad educativa,
ya que no solo mide la calidad de la enseñanza, sino que también guía la planificación y las acciones
correctivas necesarias para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje encaminándola la educación
hacia la calidad, tomando en cuenta que va más allá de ser un mecanismo de calificación, es un proceso
continuo y sistemático que permita identificar debilidades y fortalezas en el proceso educativo, y que
promueva la mejora continua.
La evaluación tiene características como flexible y contextual pues se adapta a los requerimientos,
necesidades, y particularidades de los estudiantes, permitiendo su desarrollo y el alcance de los objetivos
nacionales de educación; la evaluación debe considerar el contexto social y cultural de los estudiantes,
especialmente en poblaciones vulnerables, para evitar la segregación y garantizar una educación
inclusiva y equitativa.
Es fundamental que todos los actores educativos, estos son, docentes, estudiantes, representantes,
autoridades de diferentes niveles participen de manera activa en el proceso de evaluación para lograr
transformaciones significativas en el Sistema Nacional de Educación; es crucial cambiar la percepción
errónea de la evaluación como un mero trámite de calificación, tanto por parte de docentes como de
estudiantes, para que sea vista como una herramienta clave para el aprendizaje y la formación integral.
La constante modificación de la normativa educativa en Ecuador, especialmente en lo relacionado con
la evaluación, genera confusión y malestar entre los actores educativos, afectando negativamente el
proceso de enseñanza-aprendizaje, es indispensable que las políticas educativas y los procesos
evaluativos sean coherentes y estén respaldados por un compromiso real de las autoridades, evitando la
desmotivación e inestabilidad en el sistema educativo.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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PERSPECTIVAS.
pág. 9528
BIOGRAFIA
Mónica Patricia Martínez Ordoñez
Economista de profesión con título de cuarto nivel, como especialista en calidad educativa mención
asesor educativo, magister en desarrollo local y regional y políticas públicas, estudiante de la carrera de
derecho; se ha desarrollado en el campo laboral en la función administrativa en el área financiera,
planificación y dirección, y en el servicio docente el primero por un tiempo promedio de 11 años y en
el segundo 11 años, siendo docente de educación general básica y bachillerato al mismo tiempo que se
ha ejercido la función de autoridad institucional en calidad de vicerrectora.
Katherine Elizabeth Rodriguez Medina
Docente de profesión con título de cuarto nivel en Gestión Educativa, me he desempeñado en el campo
laboral de la docencia desde hace 8 años trabajando en Educación Inicial hasta Educación General
Básica.
Mónica Jaqueline Guapizaca Morocho
Docente de profesión con título de cuarto nivel en Gestión Educativa, título de tercer nivel Licenciada
en Ciencias de la Educación en la especialización de Psicología Educativa, me he desempeñado en el
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campo laboral de la docencia desde hace 15 años trabajando en el nivel de preparatoria Primer año de
Educación General Básica y de segundo a séptimo.
Actualmente me desempeño como docente de Primer Año de Educación General Básica nivel de
preparatoria.
Erika Margot Pintado Paltán
Docente de profesión con título de cuarto nivel en Neuropsicología y educación, título de tercer nivel
en Ciencias de la Educación mención Pedagogía, me he desempeñado en el campo laboral de la docencia
desde hace 8 años trabajando en Educación General Básica de segundo a séptimo y como docente en las
áreas de Ciencias Naturales, Estudios Sociales, Lengua y Literatura en la Básica Superior.
Actualmente me desempeño como docente de Estadística aplicada a la Psicología y Comunicación Oral
y Escrita en la Universidad Estatal Península de Santa Elena.