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Asimismo, en el sector agrícola, la IA tiene el potencial de mejorar la eficiencia y sostenibilidad
mediante la optimización del uso de recursos, la predicción de enfermedades y plagas, y la
personalización de la atención a los cultivos y animales. Además, en la gestión de energía y recursos
naturales, la IA puede contribuir a una mejor administración de los recursos hídricos y energéticos,
optimizando el uso de energía renovable y reduciendo el consumo y las emisiones de gases de efecto
invernadero.
En el ámbito de la salud y el bienestar, la IA promete revolucionar la calidad y accesibilidad de los
servicios de salud, permitiendo diagnósticos y tratamientos más precisos y personalizados, así como
facilitando la detección temprana de enfermedades (Sicilia, 2023). La inteligencia artificial es una de las
tecnologías más transformadoras del siglo XXI, con un crecimiento impresionante del 270% en el
ámbito empresarial. La primera ola de soluciones basadas en IA ya se ha establecido en los mercados,
y es evidente que las empresas continuarán adaptándose a estas tecnologías en diversos grados,
implementando sistemas que reemplazarán la mano de obra redundante y reducirán costos operativos.
En esencia, la IA mejora la capacidad de cualquier empresa para aumentar sus ingresos en múltiples
frentes, permitiendo, por ejemplo, detectar señales débiles y generar pronósticos más precisos sobre
precios, inventario, logística, demanda y oferta. Lo más importante es que la IA, con su capacidad de
análisis de grandes volúmenes de datos, mejora la toma de decisiones en tiempo real, lo que es crucial
en un entorno empresarial altamente competitivo (Atadmin, 2023).
La inteligencia artificial, definida por Russell y Norvig (2020) como una rama de la informática que se
centra en el desarrollo de sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia
humana, abarca áreas como el reconocimiento de voz, el aprendizaje, la planificación y la resolución de
problemas (Geographic, 2023). Según Strand y Collaguazo (2019), la IA incluye tecnologías que
permiten a las computadoras imitar habilidades humanas, como la robótica, la computación paralela, el
procesamiento del lenguaje natural, el aprendizaje automático y el aprendizaje profundo. Estas áreas
buscan automatizar actividades que los seres humanos realizan de manera natural e intuitiva. Russell y
Norvig, en su libro "Artificial Intelligence: A Modern Approach", clasifican la IA en cuatro categorías:
sistemas que piensan como humanos, sistemas que actúan como humanos, sistemas que piensan
racionalmente y sistemas que actúan racionalmente.