CONSIDERACIONES ANESTÉSICAS EN
INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS UROLÓGICAS
ANESTHETIC CONSIDERATIONS IN UROLOGICAL
SURGICAL INTERVENTIONS
Md. Alisson Nicole Salavarría Tutivén
Investigadora Independiente, Ecuador
Md. Byron Fabián Pinos Reyes
Distrito 14D06 Salud, Ecuador
Md. Dayana Paola Vasquez Armijos
Médico Rural de Centro de Salud Rio Balao, Ecuador
Md. Briggitte Joselyne Chalén Perero
Centro de Salud Pajan, Ecuador
Md. Kevin Joel Santander Chenche
Investigador independiente, Ecuador
Dr. Alexander Hernández Alfonso Machala
Investigador Independiente, Ecuador
pág. 11219
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.13263
Consideraciones Anestésicas en Intervenciones Quirúrgicas Urológicas
Md. Alisson Nicole Salavarría Tutivén
1
asalavarriat@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-9502-0247
Investigadora Independiente
Guayaquil, Ecuador
Md. Byron Fabián Pinos Reyes
byrin.fpr95@gmail.com
https://orcid.org/0009-0004-8217-5126
Distrito 14D06 - Salud
Morona Santiago, Ecuador
Md. Dayana Paola Vasquez Armijos
pao9816@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0003-0302-215X
Médico Rural de Centro de Salud Rio Balao
Guayaquil, Ecuador
Md. Briggitte Joselyne Chalén Perero
Josybrig15@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-6176-2231
Medico Rural de Centro de Salud Pajan
Guayas, Ecuador
Md. Kevin Joel Santander Chenche
kevinsantander98@gmail.com
https://orcid.org/0009-0004-4009-1741
Investigador Independiente
El Oro, Ecuador
Dr. Alexander Hernández Alfonso Machala
alexanderhdez1979@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-1133-4343
Investigador Independiente
Machala, Ecuador
RESUMEN
La anestesia en el área urológica se utiliza tanto en la cirugia vía laparoscópica y mínimamente invasiva
como en las más complejas, para lo cual previa consulta preoperatoria anestésica se puede generar un
anestésico apropiado para el procedimiento, En la toma de decisiones debe considerarse los aspectos
clínicos individuales de cada paciente uno de los más importantes datos a considerar es el diagnóstico
y edad. Dentro de los abordajes quirúrgicos y las anestesias investigadas, la anestesia raquídea se perfila
como una opción con potenciales beneficios en la supervivencia, efectos menos inmunosupresores, su
capacidad para evitar complicaciones y en la actualidad se la emplea mucho en cirugías oncológica
gracias a su asociación con una menor tasa de recurrencia y una supervivencia libre de recurrencia más
prolongada en comparación con la anestesia general y demás.
Palabras clave: cirugia urológica, anestesia raquídea, transuretral
1
Autor principal
Correspondencia: asalavarriat@gmail.com
pág. 11220
Anesthetic Considerations in Urological Surgical Interventions
ABSTRACT
Anesthesia in the urological area is used both in laparoscopic and minimally invasive surgery as well
as in more complex ones, for which an appropriate anesthetic for the procedure can be generated after
a preoperative anesthetic consultation. In decision making, the individual clinical aspects of each patient
must be considered; one of the most important data to consider is the diagnosis and age. Within the
surgical approaches and anesthetics investigated, spinal anesthesia is emerging as an option with
potential benefits in survival, less immunosuppressive effects, its ability to avoid complications and
currently it is widely used in oncological surgeries thanks to its association with a lower recurrence rate
and a longer recurrence-free survival compared to general anesthesia and others.
Keywords: urological surgery, spinal anesthesia, transurethral
Artículo recibido 10 julio 2024
Aceptado para publicación: 15 agosto 2024
pág. 11221
INTRODUCCIÓN
Las intervenciones quirúrgicas urológicas son prácticas que datan de la antigüedad, sin embargo, en
1953 crea el primer endoscopio que permitió realizar intervenciones a través de la uretra abriendo el
campo de la cirugia vía laparoscópica y mínimamente invasiva (Campero et al., 2018). Tanto para el
uso de las cirugías mencionadas como las cirugías complejas, el uso del analgésico es vital.
La cirugia oncológica se puede realizar en cualquier edad, pero cobra un mayor interés en los adultos
mayores por el aumento de la esperanza de vida y las patologías oncológicas más comunes en fases
etarias avanzadas (Thierry, Rozier, & Roaucoules-Aimé, 2021).
Existen múltiples técnicas anestésicas en solitario o en combinación como son el uso de anestesia
regional incluyendo el bloqueo epidural y raquídeo, la anestesia general, la combinación de la anestesia
regional y opioides orales, anestesia local, entre otras (Zimmer, Greul, & Meißner, 2013; Weber et al.,
2007; Wada et al., 2001).
La elección de la medicación anestésica en el procedimiento quirúrgico se relaciona con muchos
factores los cuales pueden ser fácilmente reconocidos cuando se realiza una buena evaluación
preoperatoria (Volosky, 2016).
Uno de los factores más importantes y estudiados recientemente es su resultado oncológico, ya que
investigaciones sugieren que algunas técnicas pueden influir en la fisiopatología de la propagación
metastásica posoperatoria (Wada et al., 2001; Tavare et al., 2012).
El poco conocimiento sobre los anestésicos y sobre los procedimientos quirúrgicos en los cuales pueden
ser el medicamento de elección, es la razón por la cual se plantea este tema de investigación que
pretende abordar desde los procedimientos mínimamente invasivos hasta los más complejos.
METODOLOGÍA
Se realizó búsqueda en Pubmed, Web Of Science, Cochrane con los términos indexados en español:
“anestesia”, “técnicas”, “estrategias” “cirugía” y “urología”, junto a sus términos indexados en inglés:
“anesthesia”, “techniques”, “therapy”, “strategies”, “surgery” y urology”. Se seleccionan los artículos
relacionados a los enfoques anestésicos en internveciones quiurgicas urológicas.
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RESULTADOS
Resección transuretral de cáncer de vejiga
La resección transuretral del cáncer de vejiga (RTUB) es la piedra angular en el diagnóstico y
tratamiento del cáncer de vejiga (Cesur et al., 2008). La RTUB se realiza en un espacio vesical estrecho
y limitado, y la forma, el tamaño, la ubicación y la cantidad de tumores se pueden identificar a través
del procedimiento. El nervio obturador que corre cerca de la pared lateral de la vejiga puede ser
estimulado durante la RTUB, lo que puede provocar un reflejo del nervio obturador y un movimiento
impredecible del muslo ipsilateral. Por lo tanto, se debe proporcionar la anestesia apropiada para lograr
una condición quirúrgica adecuada y una resección completa durante la RTUB. La RTUB se puede
realizar con anestesia general o regional (Kluth et al., 2014).
La anestesia general con propofol y desflurano ofrece una inducción y recuperación más rápidas en
pacientes ancianos sometidos a cirugía transuretral breve en comparación con la anestesia espinal (Sui
et al., 2016). Se necesita NMB para la intubación endotraqueal o el dispositivo de a aérea supraglótica.
Además, se requiere una profundidad adecuada de NMB para prevenir el reflejo del nervio obturador,
que causa una contracción impredecible del músculo aductor (Novara et al., 2016). Cesur et al. (2008)
revisaron y analizaron 89 pacientes que se sometieron a RTUB de 1997 a 2007. Entre ellos, 56 pacientes
se sometieron a RTUB bajo anestesia general y a todos se les administró succinilcolina (agente NMB
despolarizante) antes de la resección. Los autores informaron que se realizó una resección completa en
todos los pacientes (p. 669). Koo y colaboradores (2019) realizaron un ensayo controlado aleatorizado
sobre rocuronio (agente NMB no despolarizante), comparando las condiciones quirúrgicas y la
incidencia del reflejo del nervio obturador según la profundidad del NMB durante la RTUB bajo
anestesia general. Los autores demostraron que la NMB profunda aumentó significativamente la
condición quirúrgica óptima y disminuyó la incidencia del reflejo del nervio obturador en comparación
con la NMB moderada. La vejiga está formada por músculos lisos donde los agentes NMB son
ineficaces. Por lo tanto, se infiere que la relajación completa de los músculos circundantes, incluidos la
pelvis y el abdomen, podría mejorar las condiciones quirúrgicas (p. 361).
Muchas cirugías transuretrales se realizaron con éxito bajo anestesia espinal. En un estudio previo sobre
pacientes que se sometieron a cirugía urológica, la anestesia espinal con bupivacaína hiperbárica 12 mg
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con 3 µg de dexmedetomidina o 30 µg de clonidina proporcionó un efecto anestésico efectivo con
estabilidad hemodinámica preservada (Kanazi et al., 2006). Otros estudios mostraron que la anestesia
espinal con levobupivacaína también ofreció suficiente efecto anestésico durante la cirugía transuretral
(Lee et al., 2005; Cuvas et al., 2008). Sin embargo, la anestesia espinal no pudo prevenir el reflejo del
nervio obturador, y se requiere el bloqueo del nervio obturador (ONB) para prevenir el reflejo del nervio
obturador. Un estudio previo comparó la incidencia del reflejo del nervio obturador entre la anestesia
espinal y la anestesia espinal combinada con ONB y mostró que la incidencia del reflejo del nervio
obturador fue menor en el paciente que recibió anestesia espinal combinada con ONB (40% vs. 11,4%)
(Bolat et al., 2015).
Existen varias técnicas para ONB, dependiendo del punto de inserción y la dirección de la aguja. El
abordaje clásico puede resultar en lesiones a órganos adyacentes, como la vejiga, el recto y el cordón
espermático (Jo, Choi, & Kil, 2011). El abordaje inguinal fue descrito por primera vez por Choquet et
al. en 2005, y la aguja se inserta en el punto medio de la línea entre el pulso de la arteria femoral
ipsilateral y el borde interno del tendón del aductor largo (Choquet et al., 2005). El nervio obturador se
bloquea entre el aductor corto y el aductor mayor (Dagli et al., 2019). En estudios previos que
comparaban los dos métodos, el abordaje inguinal se asoció con una mayor tasa de éxito y un menor
número de intentos que el abordaje clásico (Aghamohammadi et al., 2018; Jo, Choi, & Kil, 2011).
También se han estudiado otros métodos, como el abordaje interaductor (la aguja se inserta en el
extremo superior del aductor largo) y el abordaje intravesical (el nervio obturador se bloquea a través
del cistoscopio) (Dagli et al., 2019; Bolat et al., 2015).
Resección transuretral de la próstata
La resección transuretral de la próstata (RTUP) es el tratamiento estándar para la hiperplasia prostática
benigna. Al igual que otros procedimientos endoscópicos, la RTUP puede realizarse bajo anestesia
general o raquídea. Dado que este procedimiento se lleva a cabo en un espacio confinado, se emplea
líquido de irrigación para distender la vejiga y proporcionar una visibilidad adecuada durante la cirugía
(Shin, Lee, & Na, 2019). Sin embargo, el uso de líquidos de irrigación en la RTUP puede provocar
complicaciones, como la absorción de estos líquidos en el cuerpo a través de los senos venosos
expuestos o una cápsula prostática lesionada (Demirel et al., 2012). Esto puede causar alteraciones
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agudas en el volumen intravascular, la concentración de electrolitos y la osmolalidad, llevando a
complicaciones como sobrecarga de líquidos, edema pulmonar, hiponatremia y coagulopatías. Además,
aditivos como la glicina y el sorbitol, presentes en el líquido de irrigación, pueden metabolizarse en
amoníaco, lo que puede inducir temblores o convulsiones, un cuadro conocido como síndrome de
RTUP. La incidencia reportada de este síndrome varía entre el 1 y el 8% (Hahn, 2006). Los síntomas
incluyen dolor de cabeza, ansiedad, vómitos, disnea, arritmias, hipotensión, confusión, convulsiones y,
en casos graves, coma (Demirel et al., 2012). Si se sospecha el desarrollo del síndrome de RTUP, el
anestesiólogo debe interrumpir la cirugía y la administración de líquidos. Sin embargo, cuando los
pacientes están bajo anestesia general, es más difícil detectar los síntomas del síndrome, por lo que se
pueden considerar pruebas de laboratorio para evaluar la concentración sérica de sodio y la osmolalidad
(Hahn, 2006). Shin et al. destacaron la utilidad de la tromboelastometría rotacional para detectar
coagulopatías asociadas con el síndrome de RTUP (Shin, Lee, & Na, 2019). El tratamiento es de
soporte, incluyendo el manejo respiratorio y el uso de fármacos anticonvulsivos y adrenérgicos, y en
función de la gravedad del caso, se pueden administrar diuréticos o solución salina hipertónica (Demirel
et al., 2012).
Prostatectomía
Desde la introducción de la cirugía robótica en 1999, la prostatectomía radical laparoscópica asistida
por robot (RALP) se ha convertido en una práctica común para el tratamiento del cáncer de próstata
(Shah, Vyas, & Vyas, 2014). En la actualidad, la mayoría de las prostatectomías se realizan mediante
cirugía asistida por robot. Para una visibilidad óptima durante la RALP, se requiere colocar al paciente
en una posición de Trendelenburg a 30° y aplicar un neumoperitoneo de alta presión, lo que desplaza
los órganos abdominales hacia la cabeza. Se utiliza una banda torácica para evitar el deslizamiento del
paciente (Seo, 2015). Es fundamental que los anestesiólogos comprendan los cambios fisiológicos que
resultan de esta posición, del neumoperitoneo y de la banda torácica. Estas condiciones pueden reducir
la capacidad residual funcional y la distensibilidad pulmonar, causando un desajuste entre ventilación
y perfusión, atelectasias e hipercapnia (Giri & Sarkar, 2012). Diversos estudios han propuesto
estrategias de ventilación que mejoran la oxigenación y reducen los niveles de CO2 (Lee, 2014). Jo y
Kwak (2011) recomendaron el uso de ventilación controlada por presión en lugar de controlada por
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volumen para optimizar la mecánica respiratoria y la oxigenación durante el neumoperitoneo (p. 598).
Ahn et al. (2016) demostraron que la maniobra de reclutamiento puede mejorar la oxigenación
intraoperatoria en pacientes sometidos a RALP (p. 594). Kim et al. (2013) mostraron que la
prolongación de la fase inspiratoria, como en las proporciones 2:1 o 1:1, podría mejorar tanto la
oxigenación como la eliminación de CO2 durante el neumoperitone (p. 615). Lee et al. (2013)
encontraron que una presión positiva al final de la espiración de 7 cmH2O aumentó la oxigenación sin
causar una presión pico excesiva en las vías respiratorias (p. 246). Se recomienda mantener la presión
pico en las vías respiratorias por debajo de 35 cmH2O (Gupta et al., 2012).
La posición de Trendelenburg puede aumentar el retorno venoso y la presión venosa central, lo que
podría elevar el gasto cardíaco. Sin embargo, el neumoperitoneo puede reducir el gasto cardíaco al
incrementar la resistencia venosa sistémica (Kim et al., 2013). Falabella et al. (2007) observaron una
reducción leve, aunque no significativa, del gasto cardíaco en pacientes sometidos a RALP con la
posición de Trendelenburg y neumoperitoneo (p. 312).
Esta posición también puede elevar la presión intracraneal, lo que requiere precaución en pacientes con
antecedentes de aneurisma o accidente cerebrovascular (Kalmar et al., 2010). Mavrocotados et al.
(2000) informaron que la presión intracraneal aumentó de 8,8 mmHg a 13,3 mmHg tras adoptar una
posición de cabeza hacia abajo a 30° (p. 11) (Mavrocordatos, Bissonnette, & Ravussin, 2000). Además,
la presión intraocular puede incrementarse, lo que podría llevar a abrasiones corneales o neuropatía
óptica (Weber et al., 2007). Los anestesiólogos también deben estar atentos al riesgo de desarrollar
enfisema subcutáneo, neumotórax o neumomediastino (Awad et al., 2009).
Durante la RALP, la vejiga se abre para acceder a la próstata. Para evitar interferencias en el
procedimiento quirúrgico, se restringe la administración de líquidos, buscando mantener una visión
quirúrgica clara (Kalmar et al., 2010). Gainsburg et al. recomendaron limitar la administración de
líquidos a menos de 800 ml hasta que se complete la anastomosis entre la vejiga y la uretra (Gainsburg,
2012).
Nefrolitotomía y ureteroscopia
La nefrolitotomía percutánea (NLPC) es el tratamiento de elección para cálculos renales grandes. Las
indicaciones incluyen cálculos mayores de 1,5 a 2 cm, cálculos en asta de ciervo, cálculos en el polo
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inferior y lculos refractarios del tracto urinario superior (Taylor et al., 2012). La cirugía se realiza con
el paciente en decúbito prono, bajo anestesia general o raquídea. La anestesia general ofrece la ventaja
de asegurar la vía aérea y controlar el volumen corriente, minimizando el riesgo de lesiones pleurales
durante el procedimiento (Malik & Wadhwa, 2016). No obstante, existe el riesgo de presión en los ojos,
oídos, nariz y estructuras óseas, por lo que estas áreas deben ser protegidas durante la cirugía. La
anestesia raquídea, en cambio, proporciona una mejor analgesia y un tiempo de recuperación más corto
(Taylor et al., 2012). Además, permite al paciente proteger sus ojos, oídos y nariz al estar despierto,
aunque podría experimentar molestias durante procedimientos prolongados o en caso de anestesia
insuficiente. En pacientes con comorbilidades, la anestesia raquídea puede agravar la inestabilidad
hemodinámica. Un metaanálisis reciente mostró que la anestesia regional se asoció con un tiempo
operatorio más corto, menor dolor posoperatorio, menores requerimientos de analgésicos y una estancia
hospitalaria más breve en comparación con la anestesia general (Hu et al., 2015). Sin embargo, la
incidencia de hipotensión fue significativamente mayor en el grupo de anestesia regional. Las tasas de
complicaciones libres de cálculos y las complicaciones totales fueron similares entre ambos grupos. Las
complicaciones de la NLPC incluyen lesión pleural (con una incidencia de hasta el 3,1%), lesión del
intestino delgado, colon, hígado o bazo, que pueden conducir a sepsis o peritonitis si no se detectan y
tratan a tiempo. El sangrado puede originarse en la cápsula renal o el parénquima, siendo mayor el
riesgo en casos de parénquima delgado o proximidad a vasos principales (Taylor et al., 2012).
Srivastava et al. (2005) revisaron 1854 pacientes sometidos a NLPC y reportaron que el 1,4% requirió
angioembolización por sangrado mayor. Mantener una hidratación adecuada puede ser útil para
conservar la estabilidad hemodinámica (p.39).
La ureteroscopia (URS) se utiliza tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de problemas del
tracto urinario, como cálculos ureterales. Durante la URS, la distensión del uréter y el sistema colector
renal puede activar los nociceptores, causando dolor y espasmo muscular reflejo, lo que se traduce en
dolor en el flanco, ingle, escroto o labios. Por lo tanto, es esencial realizar la URS bajo una anestesia
adecuada. Algunos estudios han reportado éxito en la realización de la URS bajo anestesia local
combinada con sedación intravenosa (Cybulski, Joo, & Honey, 2004) . No obstante, varios factores,
como la corta duración del procedimiento, el pequeño calibre de los instrumentos, el sexo femenino y
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la experiencia del urólogo, influyen en el éxito del procedimiento bajo anestesia local (Zimmer, Greul,
& Meißner, 2013). La anestesia general es preferible porque elimina los movimientos y la respiración
del paciente, disminuyendo así el riesgo de traumatismo uretral. La anestesia raquídea no se prefiere
para la URS debido al mayor tiempo de inducción y recuperación (Cybulski, Joo, & Honey, 2004).
Anestesia y recurrencia del cáncer (anestesia general vs. anestesia raquídea)
La elección entre anestesia general y raquídea en procedimientos transuretrales, como la resección
transuretral de la vejiga (RTUV), puede influir significativamente en el pronóstico del cáncer (Choi et
al., 2017). Varios estudios han sugerido que el tipo de anestesia empleado podría afectar la tasa de
recurrencia y la supervivencia a largo plazo de los pacientes. Por ejemplo, Jang et al. (2016) encontraron
que los pacientes sometidos a RTUV bajo anestesia raquídea tenían una tasa de supervivencia a 5 años
más alta en comparación con aquellos que recibieron anestesia general (p. 16). Además, otros estudios
también respaldan que la anestesia raquídea está asociada con una menor tasa de recurrencia y una
supervivencia libre de recurrencia más prolongada en comparación con la anestesia general (Koumpan
et al., 2018).
Se ha postulado que los anestésicos inhalados, comúnmente utilizados en la anestesia general, pueden
suprimir el sistema inmunológico, lo que podría debilitar la defensa del huésped y permitir la
proliferación de células malignas (Tavare et al., 2012). Los anestésicos inhalados inhiben la actividad
de las células asesinas naturales (NK), la fagocitosis de los monocitos y la actividad tumoricida (Wada
et al., 2001). Además, estos agentes pueden liberar el factor inducible hipóxico-1, que promueve un
comportamiento protumorigénico en las células cancerosas residuales, favoreciendo la recurrencia del
cáncer (Tavare et al., 2012). Por otro lado, se ha sugerido que los anestésicos locales, como la lidocaína
y la ropivacaína, usados en la anestesia raquídea, pueden tener un efecto antimetastásico, tal como se
observó en estudios in vitro (Piegeler et al., 2012). Sin embargo, es importante destacar que la mayoría
de los procedimientos transuretrales son de corta duración, lo que complica la evaluación del impacto
de la anestesia en la recurrencia del cáncer y en la supervivencia (Wada et al., 2001; Koumpan et al.,
2018). Aunque las evidencias actuales indican una ventaja potencial de la anestesia raquídea, se
requieren estudios prospectivos a largo plazo y de gran escala para confirmar y entender mejor estos
efectos (Choi et al., 2017).
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DISCUSIÓN
El manejo anestésico en procedimientos urológicos transuretrales, como la resección transuretral de la
vejiga (RTUV) y de la próstata (RTUP), es un componente fundamental en la optimización del
tratamiento quirúrgico y en la influencia sobre el pronóstico oncológico a largo plazo (Cesur et al.,
2008). La elección entre anestesia general y raquídea no solo tiene repercusiones en la seguridad y
confort del paciente durante la intervención, sino también en la posibilidad de recurrencia del cáncer y
las tasas de supervivencia (Choi et al., 2017). Estudios recientes han sugerido que la anestesia raquídea
podría ofrecer ventajas en términos de pronóstico oncológico, en comparación con la anestesia general,
lo que ha generado un interés creciente en la comunidad médica (Koumpan et al., 2018; Tavare et al.,
2012).
Diversos estudios han explorado las diferencias en el pronóstico del cáncer de vejiga y próstata según
el tipo de anestesia utilizado. Por ejemplo, Jang et al. (2016) demostraron que los pacientes sometidos
a RTUV bajo anestesia raquídea presentaron una mayor tasa de supervivencia a 5 años en comparación
con aquellos que recibieron anestesia general. Esta ventaja podría deberse a la reducción en la
inmunosupresión que se observa con la anestesia general, que puede afectar negativamente la capacidad
del cuerpo para combatir las células malignas residuales (p. 16). Además, los anestésicos inhalados
comúnmente utilizados en la anestesia general han sido asociados con la inhibición de la actividad de
las células asesinas naturales (NK), la fagocitosis de los monocitos y la actividad tumoricida, lo que
podría facilitar la recurrencia del cáncer (Wada et al., 2001) .
En contraste, la anestesia raquídea, que utiliza anestésicos locales como la lidocaína y la ropivacaína,
ha mostrado en estudios in vitro un efecto antimetastásico. Este efecto podría ser clave en la
prolongación de la supervivencia libre de recurrencia observada en algunos estudios clínicos (Piegeler
et al., 2012). Además, la anestesia raquídea podría ofrecer una mejor protección contra complicaciones
intraoperatorias específicas, como el síndrome de RTUP, el cual es más difícil de detectar bajo anestesia
general debido a la falta de signos clínicos evidentes durante la cirugía. Por lo tanto, la anestesia
raquídea no solo puede mejorar el pronóstico oncológico, sino también aumentar la seguridad durante
el procedimiento (Wada et al., 2001; Koumpan et al., 2018).
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La complejidad del manejo anestésico en estos procedimientos se incrementa debido a las
características propias de las cirugías transuretrales, que se realizan en espacios anatómicos estrechos y
requieren una distensión vesical adecuada mediante líquidos de irrigación (Shin, Lee, & Na, 2019). La
elección de la anestesia adecuada es crucial para prevenir complicaciones, como el reflejo del nervio
obturador durante la RTUV, que puede ser mitigado mediante el uso de anestesia general con bloqueo
neuromuscular profundo, o mediante la combinación de anestesia raquídea con bloqueo del nervio
obturador (Lee, 2014). Asimismo, en procedimientos como la prostatectomía radical asistida por robot
(RALP), la posición quirúrgica y las alteraciones hemodinámicas asociadas requieren una ventilación
optimizada, donde la anestesia general controlada puede ofrecer ventajas significativas (Lee et al.,
2013).
A pesar de los posibles beneficios de la anestesia raquídea en términos de pronóstico oncológico y
seguridad perioperatoria, la mayoría de los procedimientos transuretrales son de corta duración, lo que
limita la capacidad de evaluar de manera concluyente el impacto del tipo de anestesia en la recurrencia
del cáncer (Choi et al., 2017). Esto subraya la necesidad de realizar estudios a gran escala, prospectivos
y de largo plazo, que permitan determinar con mayor precisión cómo la elección anestésica influye en
el curso de la enfermedad oncológica.
CONCLUSIONES
La elección del tipo de anestesia en procedimientos urológicos transuretrales, como la RTUV y la
RTUP, tiene implicaciones significativas tanto en la seguridad intraoperatoria como en el pronóstico
oncológico a largo plazo. La anestesia raquídea se perfila como una opción con potenciales beneficios
en la supervivencia y en la reducción de la recurrencia del cáncer, posiblemente debido a sus efectos
menos inmunosupresores y a su capacidad para evitar complicaciones asociadas con la anestesia
general. No obstante, la necesidad de estudios adicionales a gran escala es crucial para validar estos
hallazgos y establecer directrices claras que optimicen el manejo anestésico en este contexto. La toma
de decisiones debe ser cuidadosamente considerada, integrando los aspectos clínicos individuales de
cada paciente con el objetivo de maximizar los resultados quirúrgicos y oncológicos.
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