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Por otro lado, la epistemología tradicional se ha centrado en preguntas fundamentales sobre la
naturaleza seminal del conocimiento, su origen y sus límites (Wittgenstein, 1921). La irrupción de la
inteligencia artificial introduce nuevas dimensiones a estos debates, ya que los sistemas de IA no solo
procesan información a velocidades sin precedentes, sino que también generan conocimiento de formas
que desafían las concepciones clásicas… ¿será el momento de un Leviatán algorítmico? (Fajardo,
2024). Inexorablemente, la sociedad contemporánea, y especialmente la comunidad científica se
enfrenta a “un cambio epistémico, ontológico y ético se está operando debido a este Leviatán
algorítmico” como lo describe Sadin (2020, p. 163). Esta transformación plantea preguntas críticas
sobre la validez, la veracidad y la ética del conocimiento producido por máquinas, óptica desde la cual
tiene asiento la perspectiva proactiva, para su época, de Bunge:
“Sugiero que una regla moral racional tiene exactamente la misma estructura que una regla
tecnológica, en el sentido de que ambas descansan sobre leyes científicas y evaluaciones
explícitas. Abandónese la exigencia de que una regla debiera fundarse sobre una ley
científica y se tendrá una regla empírica, sea tecnológica o moral, desligada del cuerpo de
conocimientos científicos, y por ello tan indefensa como inmune a la crítica excepto en lo
que respecta a su eficacia. Si se abandona en cambio el requisito de la evaluación explícita,
se podrá subestimar los efectos laterales e incluso confundir fines con medios. En
particular, si no se tasan los medios se obtiene, sea una tecnología exorbitantemente
costosa, sea una moral inhumana. Más aún, sugiero que la formulación y el uso de reglas
tecnológicas es inseparable de consideraciones morales” (Bunge, 1997 p. 46).
Continuando en el enfoque tradicional, el conocimiento ha sido un producto exclusivo de la mente
humana, basado en la observación, la razón y la experiencia. Sin embargo, la IA introduce una nueva
dinámica social-transformadora, concepción que según aportaciones de Bunge (1997), se
correspondería con conceptos como: tecno-epistemología, tecno-metafísica, tecno-axiología, tecno-
ética y tecno-praxiología. Igualmente encaja en la idea de tecnología social de Popper (1945), donde
las máquinas a partir de procesar y analizar vastas cantidades de datos a velocidades y con una precisión
que superan las capacidades humanas; por primera vez, están en condiciones de superarnos, inclusive
en nuestra esfera cognitivamente más distintiva: La creatividad (Sigman y Bilinkis, 2023). Tal situación