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De estos casos infectados, el 20% presentó infecciones sanguíneas graves, algunas de las cuales llevaron
al fallecimiento de los pacientes (Agüero, 2021).
En Ecuador, se observó que, los grupos de edad frecuentemente afectados fueron los menores de treinta
años y los mayores de sesenta años, lo que sugiere que estos grupos etarios pueden tener un mayor
riesgo de complicaciones asociadas a los CVC. Estos hallazgos son importantes para enfocar estrategias
de prevención y manejo en base a factores específicos de riesgo (Arce, 2022).
Los principales agentes causantes de infecciones, con mayor frecuencia, son los bacilos Gram negativos
(45%), los cocos Gram negativos (55%), mientras que en menor medida se encuentra Klebsiella spp.,
Staphylococcus aureus;, particularmente las enterobacterias Enterobacter cloacae, E. coli, Serratia spp.
y P. aeruginosa. La infección en el sitio de punción se caracteriza por un incremento en el
enrojecimiento, sensibilidad y/o endurecimiento de 2 o más centímetros en el área de salida y a lo largo
del trayecto subcutáneo, en caso de tratarse de un catéter tunelizado (Ruiz, 2023).
Generalmente se presenta infección de bolsillo, esta se refiere a la aparición de enrojecimiento en el
área donde se ha insertado el catéter, que puede ir acompañado o no de un endurecimiento en la piel.
Esta condición se localiza específicamente en el sitio de inserción. Por otro lado, se habla de bacteriemia
asociada al CVC cuando se detecta al menos un hemocultivo positivo para microorganismos patógenos,
acompañado de signos y síntomas indicativos de infección, y no se puede identificar una fuente
alternativa de infección. Esta situación sugiere que la infección está directamente relacionada con el
catéter, en lugar de tener otro origen en el cuerpo del paciente (Sánchez, 2021).
Las infecciones relacionadas con estos dispositivos venosos centrales se clasifican en tres tipos de
bacteriemias no complicadas: nosocomial, que ocurre en pacientes hospitalizados por más de 48 horas
y presenta hemocultivos positivos para bacterias u hongos; comunitaria, que se detecta en pacientes
antes de su ingreso o dentro de las primeras 48 horas tras el ingreso, sin relación con procedimientos
hospitalarios posteriores; y la asociada a cuidados de salud, que se manifiesta en los primeros 48 horas
de hospitalización en pacientes con contacto regular con servicios de atención sanitaria, como cuidados
en el hogar, residencias de ancianos, hemodiálisis crónica o visitas frecuentes a hospitales (Ostaiza I,
2021).