ANÁLISIS DE LA ALIMENTACIÓN
DE LOS ADULTOS MAYORES Y SU
INFLUENCIA EN LAS ENFERMEDADES
CRÓNICO NO TRANSMISIBLES
ANALYSIS OF THE DIET OF OLDER ADULTS
AND ITS INFLUENCE ON CHRONIC
NON-COMMUNICABLE DISEASES
Gloria Susana Sagñay-Llinin
Instituto Superior Tecnológico Stanford, Ecuador
José Ramiro Ocaña-Noriega
Instituto Superior Tecnológico Stanford, Ecuador
pág. 143
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i5.13285
Análisis de la Alimentación de los Adultos Mayores y su
Influencia en las Enfermedades Crónico no Transmisibles
Gloria Susana Sagñay-Llinin
1
gsagnay@stanford.edu.ec
https://orcid.org/0000-0003-0907-0235
Instituto Superior Tecnológico Stanford
Ecuador
José Ramiro Ocaña-Noriega
jocana@stanford.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-7819-9115
Instituto Superior Tecnológico Stanford
Ecuador
RESUMEN
A nivel mundial una de las causantes de muertes se encuentra relacionada con las enfermedades crónicas
no transmisibles (ECNT). Muchas de estas patologías pueden prevenirse al reducir o controlar factores
de riesgos comunes, tales como los hábitos alimenticios inadecuados, que incluyen el consumo de
alimentos altos en grasas, bebidas azucaradas y productos procesados con elevado contenido de sodio.
Asimismo, el sedentarismo, junto con el consumo de tabaco y alcohol, impacta gravemente en la salud
integral de los adultos mayores, incrementando las tasas de morbilidad y mortalidad. Ante la alta
prevalencia de ECNT en los ancianos del CAIAM Guano, surge la necesidad urgente de implementar
un proyecto de intervención orientado a analizar los hábitos alimentarios de este grupo y su influencia
en ECNT dentro del Centro Gerontológico de Guano. La metodología empleada será de tipo
correlacional, descriptiva y transversal, mediante la aplicación de encuestas a través de cuestionarios
para la recolección de datos. La población del estudio estará conformada por 20 personas del CAIAM
Guano. Se prevé que los resultados mejoren la nutrición de los participantes, contribuyendo así a una
mejor salud y calidad de vida.
Palabras clave: nutrición, enfermedades crónicas no transmisibles, estilo de vida sedentario, adulto
mayor
1
Autor principal.
Correspondencia: gsagnay@stanford.edu.ec
pág. 144
Analysis of the Diet of Older Adults and its Influence on Chronic
Non-Communicable Diseases
ABSTRACT
Worldwide, one of the causes of death is related to chronic non-communicable diseases (NCCD). Many
of these pathologies can be prevented by reducing or controlling common risk factors, such as poor
eating habits, which include the consumption of high-fat foods, sugary drinks and processed products
with high sodium content. Likewise, a sedentary lifestyle, along with tobacco and alcohol consumption,
seriously impacts the overall health of older adults, increasing morbidity and mortality rates. Given the
high prevalence of NCDs in the elderly at CAIAM Guano, there is an urgent need to implement an
intervention project aimed at analyzing the eating habits of this group and its influence on NCDs within
the Gerontological Center of Guano. The methodology used will be correlational, descriptive and
transversal, through the application of surveys through questionnaires for data collection. The study
population will be made up of 20 people from CAIAM Guano. The results are expected to improve
participants' nutrition, thus contributing to better health and quality of life.
Keywords: food, processed foods, chronic noncommunicable diseases, sedentary lifestyle, physical
activity
pág. 145
INTRODUCCIÓN
Los estilos de vida modernos, caracterizados por el sedentarismo y hábitos alimenticios inadecuados,
son factores que contribuyen significativamente al desarrollo de las ECNT Estas patologías, aunque
pueden afectar a cualquier grupo etario, tienen mayor prevalencia entre los adultos y personas mayores,
y suelen ser de larga duración con un curso progresivo y lento. Según la Organización Mundial de la
Salud (OMS), las ECNT causan daños a las personas que viven en países de ingresos bajos y medios,
provocando más del 75% de las muertes a nivel global (Organización Mundial de la Salud, 2022).
Las ECNT son el resultado de una combinación de factores fisiológicos, genéticos, conductuales y
ambientales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que debido a estas enfermedades en
el mundo las muertes ascienden a 41 millones por año, lo que representa el 74% del total de muertes
globales. Las enfermedades cardiovasculares son las más prevalentes (17.9%), seguidas por el cáncer
(9 millones), enfermedades de carácter respiratorio (3.9 millones) y diabetes (1.6 millones). Estos
problemas de salud están estrechamente relacionados con el consumo excesivo de grasas saturadas,
sodio, azúcares refinadas y alimentos procesados, además del sedentarismo (Organización Mundial de
la Salud, 2022).
En Latinoamérica, se estima que 5.5 millones de personas de entre 30 y 69 años mueren prematuramente
cada año, y más del 85% de estas muertes ocurren en países con bajos y medianos ingresos. Este
fenómeno indica una desigualdad en la salud, donde las poblaciones menos favorecidas tienen un mayor
riesgo de sufrir muertes prematuras debido a enfermedades crónicas.
En Ecuador, el país está experimentando una transición epidemiológica, que se refiere a un cambio en
el patrón de salud y enfermedades. Esto se manifiesta en la reducción de las enfermedades transmisibles,
como infecciones, que solían ser predominantes en el pasado. Sin embargo, a medida que estas
disminuyen, hay un aumento en la morbilidad (la tasa de enfermedades) y mortalidad (la tasa de
muertes) por ECNT, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.
La principal causa de fallecimientos en Ecuador son las ECNT con una tasa alarmante de 430.3 muertes
por cada 100,000 personas. Este aumento en la mortalidad por ECNT es preocupante, ya que refleja no
solo un problema de salud pública, sino también la necesidad urgente de implementar estrategias de
prevención y promover en los pobladores estilos de vida saludables, así como el acceso a los servicios
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médicos para combatir estas enfermedades. (Reyes & Cevallos, 2019). Aproximadamente el 65% de la
población mayor de 19 años tiene obesidad, lo que supone costos indirecto equivalente al 4.3% del PIB
anual (Sacoto & Torres, 2020).
Los hábitos alimentarios inadecuados, como el aumento en la ingesta de sal, el consumo excesivo de
grasas de origen animal, el sedentarismo, y el uso de tabaco y alcohol, están relacionados con un
incremento en las ECNT como la obesidad, diabetes mellitus, problemas cardiovasculares y ciertos
tipos de cáncer. Estas condiciones pueden causar discapacidad y muerte prematura, impactando
negativamente en el estado nutricional y la salud general, afectando especialmente a adultos y AM. Esta
problemática se presenta tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo.
En Ecuador, los AM representan el 7.2% de la población total, considerándose un grupo vulnerable
según la Constitución. Aproximadamente el 58.9% de este grupo enfrenta problemas nutricionales
debido a la falta de acceso una alimentación saludable. Esto se traduce en una problemática pública, ya
que se asocia con la aparición de la diabetes y la hipertensión arterial, que son consideradas una de las
principales causas de muerte en la nación (Ministerio de Salud Pública [MSP], 2018).
La mayoría de las muertes en Ecuador se atribuyen a enfermedades relacionadas con la inseguridad
alimentaria. Tanto la diabetes como la hipertensión son prevenibles mediante una mejora en la
alimentación, promoviendo el consumo de productos saludables ricos en minerales, vitaminas, proteínas
y fibra. Durante el proceso de envejecimiento, es crucial que las personas reciban una alimentación
adecuada para adaptarse a los cambios fisiológicos que ocurren con la edad. Por ello, es fundamental
mantener un control constante sobre este grupo poblacional para asegurar un estado de salud óptimo
(INDEREDH, 2021).
Por lo tanto, es esencial proporcionar atención a este grupo etario que ha sido históricamente
descuidado. Se deben desarrollar estrategias que modifiquen los factores de riesgo asociados con
hábitos alimentarios inadecuados y sedentarismo, con el objetivo de retrasar la progresión de las ECNT.
Esto no solo contribuirá a evitar el deterioro físico y cognitivo, sino que también fomentará su
autonomía y reducirá los índices de morbilidad y mortalidad entre los AM.
A partir de estos razonamientos surge la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relación entre alimentación
variada, equilibrada de los AM y las enfermedades crónico no transmisibles?, mientras que como
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objetivo, se propone conocer la relación entre la alimentación de los adultos mayores y las enfermedades
crónico no transmisible del Centro Gerontológico, Cantón Guano. Provincia de Chimborazo.
Estudios como el de Brito y Urquizo (2021) revelan que el 79.11% de los AM del cantón Riobamba
presentaba al menos una enfermedad crónica diagnosticada. De igual manera, el estudio de Barahona y
Espín (2021) en ancianos de El Juncal muestra que el 28% tenía obesidad, el 32% sobrepeso y más del
50% un bajo consumo de alimentos frescos, destacando el impacto negativo de los malos hábitos
alimentarios en esta población vulnerable.
Adicionalmente, la investigación de Cueva y Peña (2020) en Tumbes reveló que el 54.6% de los AM
tenía riesgo de desnutrición, mientras que las dislipidemias eran las enfermedades crónicas más
prevalentes en esta región. Estos estudios subrayan la importancia de la nutrición adecuada para la
prevención de las ECNT, así como el fomento de hábitos saludables, como una mayor ingesta de
verduras, frutas y la actividad física constante, para mejorar el bienestar en general de la población
adulta mayor.
La nutrición adecuada juega un papel fundamental en todas las etapas vitales, siendo especialmente
relevante durante la primera infancia. Según Rivera (2019), el mundo está experimentando una
transición tanto nutricional como epidemiológica, que se caracteriza por una disminución en los casos
de desnutrición, acompañada por un incremento en los casos de sobrepeso y obesidad. Esta situación
conduce al padecimiento de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como la hipertensión,
enfermedades cardiacas y diabetes. Este fenómeno ha sido denominado la doble carga nutricional, que
se refiere a la coexistencia de la desnutrición y el sobrepeso a nivel individual, familiar y nacional.
El proceso de envejecimiento es gradual, iniciando desde la concepción y culminando con la muerte. A
partir de los 60 años, las personas son consideradas de la tercera edad, un grupo demográfico
especialmente vulnerable debido a los cambios en sus hábitos y estilos de vida. Estos cambios pueden
afectar negativamente su estado nutricional y aumentar el riesgo de desarrollar ECNT e incluso algunos
tipos de cáncer. Las personas mayores enfrentan mayores riesgos de malnutrición tanto por deficiencia
como por exceso, lo cual deja entrever la necesidad de implementar políticas públicas enfocadas en
mejorar su nutrición y calidad de vida. La alimentación en los AM es un proceso voluntario que permite
la obtención de nutrientes esenciales para una adecuada nutrición. Esta debe adaptarse a sus necesidades
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específicas, las cuales varían en función del nivel de actividad física, edad, sexo y estado fisiológico.
Como señalan Gil y Ramos (2018), una dieta equilibrada y variada es clave para mantener un peso
corporal saludable, asegurar la capacidad de realizar actividades diarias y reducir el riesgo de
enfermedades.
El principal objetivo de la alimentación en este grupo es cubrir los requerimientos nutricionales para
prevenir deficiencias, mantener un peso saludable y retrasar la aparición o progresión de enfermedades
relacionadas con la nutrición. Asimismo, Trabanco y Rodríguez (2021) subrayan que, con el incremento
de la esperanza de vida y el deseo de mantener una buena salud, es prioritario que los AM sigan una
alimentación adecuada. Aunque los factores genéticos influyen en la expectativa de vida, el estado
nutricional desempeña un papel fundamental en la calidad de vida. Un mal estado nutricional puede
comprometer la movilidad, las actividades diarias y la capacidad de autoalimentarse, lo que aumenta el
riesgo de dependencia.
Además, las situaciones que afectan la salud integral de los AM, tanto a corto como a largo plazo,
incrementan los índices de morbilidad. Por ello, es fundamental llevar una dieta equilibrada que cubra
las necesidades nutricionales individuales, acompañada de la realización de actividad física regular,
para promover el bienestar general. Según Trabanco y Rodríguez (2021), el mantenimiento de una
buena salud en la vejez depende en gran medida de una correcta alimentación, ya que esta influye tanto
en la movilidad como en la capacidad para realizar actividades cotidianas (p. 6). Los AM son propensos
a la malnutrición, un problema que se agrava en situaciones como hospitalizaciones o estancias
prolongadas en centros gerontológicos. Durante estos períodos, pueden experimentar cambios en su
alimentación, disminución del apetito o dificultades para comer, lo que aumenta su vulnerabilidad. Esta
malnutrición puede llevar a un aumento significativo en el riesgo de morbilidad (enfermedades) y
mortalidad (fallecimiento).
La Organización Mundial de la Salud (2021) define la malnutrición de manera amplia, abarcando dos
extremos: la desnutrición, que se caracteriza por una pérdida de peso rápida y severa debido a una
ingesta insuficiente de nutrientes, y el sobrepeso u obesidad, que surgen de un desbalance entre las
calorías que se consumen y las que se gastan. Ambas condiciones tienen consecuencias graves para la
salud.
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En el caso de la desnutrición, los AM pueden perder masa muscular y fuerza, lo que afecta su movilidad
y aumenta el riesgo de caídas, complicaciones médicas y un deterioro general en su calidad de vida. Por
otro lado, el sobrepeso y la obesidad pueden contribuir al desarrollo de ECNT.
La malnutrición puede ser provocada por diversos factores, en primer lugar, los factores
socioeconómicos juegan un papel crucial, ya que muchos AM carecen de pensiones adecuadas para
cubrir necesidades básicas como vivienda, vestimenta y alimentación. Además, los factores
psicológicos son importantes; la soledad puede llevar a una menor ingesta alimentaria. Se ha
demostrado que comer en compañía aumenta el consumo de alimentos, por lo que fomentar la vida
social es fundamental para combatir la malnutrición en este grupo etario. También es relevante
considerar las enfermedades preexistentes, ya que problemas dentales pueden dificultar la masticación
y deglución, mientras que condiciones como osteoporosis y trastornos neurodegenerativos contribuyen
a la malnutrición.
Los signos y síntomas de malnutrición son variados e incluyen alteraciones visibles en la piel, como
hematomas e irritación, así como cambios en el cabello y las uñas, que se vuelven frágiles y se
desprenden fácilmente. También pueden presentarse problemas en los ojos y la boca, como sequedad
bucal y encías sangrantes. En términos físicos, pueden experimentar edemas por retención de líquidos
en piernas y brazos. A nivel neurológico, pueden surgir síntomas como entumecimiento en pies y
manos, demencia y déficit cognitivo. Además, es común observar pérdida de masa corporal y dolor
articular (Canitas, 2021).
Para prevenir la malnutrición, es fundamental adoptar una alimentación adecuada que cubra sus
necesidades nutricionales específicas. Esto no solo implica una dieta variada y equilibrada, sino también
asegurar una ingesta suficiente de agua y fomentar la actividad física regular. La atención a estos
factores puede mejorar la calidad de vida de los AM y reducir el riesgo de enfermedades crónicas no
transmisibles. Reconocer los factores causales de la malnutrición y abordar las necesidades
nutricionales, así como el bienestar general, es esencial para garantizar la salud a largo plazo de este
grupo poblacional (Organización Mundial de la Salud, 2021).
La malnutrición puede ser provocada por diversos factores, incluidos los fisiológicos, psicológicos,
sociales y alimentarios.
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Según Giraldo y Estrada (2019), esta condición se manifiesta como un desequilibrio entre la ingesta y
los requerimientos nutricionales, lo que resulta en pérdida de peso, disminución de masa muscular y
grasa corporal. Estas condiciones aumentan el riesgo de caídas, fracturas, problemas respiratorios y una
respuesta inmune debilitada (p. 157). Además, Salgado y Herrera (2022) enfatizan que la desnutrición
es generalmente reversible y está relacionada con múltiples factores funcionales, sociales y patológicos;
identificar estos factores es crucial para prevenir consecuencias negativas en la salud (p. 44).
Los AM son particularmente susceptibles a la malnutrición, especialmente en contextos como
hospitalizaciones o residencias de larga estancia. Durante estos períodos, pueden enfrentar desafíos
como cambios en el apetito, dificultades para masticar o tragar, y una menor actividad sica, lo que
contribuye a una alimentación insuficiente o inadecuada. Esto incrementa el riesgo de morbilidad, es
decir, la probabilidad de desarrollar enfermedades o complicaciones de salud.
La Organización Mundial de la Salud (2021) clasifica la malnutrición como un fenómeno que incluye
tanto la desnutrición (pérdida significativa de peso y nutrientes) como el sobrepeso y la obesidad
(exceso de peso debido a un desequilibrio entre calorías consumidas y gastadas). Ambas condiciones
son problemáticas porque están asociadas con un mayor riesgo de enfermedades crónicas no
transmisibles, como la diabetes y la hipertensión arterial, que son comunes entre los AM y pueden
afectar gravemente su calidad de vida.
Para prevenir estas enfermedades, es esencial que los AM sigan una alimentación que sea saludable,
variada y equilibrada, asegurando que se satisfagan sus requerimientos nutricionales específicos. Esto
implica incluir una variedad de alimentos que proporcionen los nutrientes necesarios para mantener su
salud. Además, es importante garantizar una ingesta adecuada de agua, ya que la deshidratación también
puede ser un problema en este grupo de edad. Fomentar la actividad física regular es igualmente crucial.
La actividad sica ayuda a mantener un peso saludable, también mejora la movilidad, fuerza y el
bienestar general, lo que puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades. En conjunto, estos
enfoques pueden ser clave para abordar la malnutrición y sus consecuencias en la salud de los AM.
METODOLOGÍA
El proyecto de investigación se centró en conocer la relación de la alimentación de los AM y su
influencia en las ECNT. El enfoque de este estudio fue cuantitativo, lo que implicó medir y analizar
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datos numéricos relacionados con la alimentación y la salud de esta población. La investigación fue de
tipo descriptivo, permitiendo indagar sobre la presencia de problemas alimentarios y cómo estos
influyeron en el origen y las complicaciones de las ECNT en los AM (Hernández y Mendoza, 2023;
López y Ramírez, 2022).
La investigación fue de tipo descriptivo y correlacional, permitiendo indagar sobre la presencia de
problemas alimentarios y cómo estos influyeron en el origen y las complicaciones de las ECNT en los
AM. Se utilizó un muestreo aleatorio para seleccionar a los participantes, quienes completaron
cuestionarios estructurados sobre sus hábitos alimentarios. Este enfoque proporcionó datos
cuantificables que facilitaron el análisis estadístico y la identificación de relaciones significativas entre
las variables estudiadas (López y Ramírez, 2022).
El tipo de la investigación fue correlacional y descriptivo fundamental para proporcionar evidencia
empírica sobre el impacto que tienen los hábitos alimentarios en la salud de los AM. A través de esta
metodología, el estudio no solo busca documentar las características alimentarias de esta población,
sino también establecer vínculos significativos que puedan servir como base para futuras intervenciones
destinadas a mejorar la salud y prevenir enfermedades crónicas (Hernández y Mendoza, 2023; López y
Ramírez, 2022).
El nivel de investigación fue transversal, lo que significó que los datos se recolectaron en un único
momento y durante un periodo específico. Este diseño permitió obtener una información de la situación
actual de la alimentación en AM y su relación con las enfermedades mencionadas. Además, se adoptó
un enfoque correlacional para examinar la relación entre hábitos alimentarios inadecuados y la aparición
de ECNT, así como sus complicaciones. Esto proporcionó una comprensión más profunda de cómo los
factores dietéticos estaban asociados con la salud en esta población vulnerable (García y Pérez, 2021;
Hernández y Mendoza, 2023).
Se utilizó principalmente la encuesta como método para obtener datos relevantes. El instrumento
específico fue un cuestionario estructurado, que incluyó preguntas abiertas y cerradas para garantizar
uniformidad en las respuestas de todos los participantes. Este permitió recopilar información detallada
sobre los hábitos alimentarios y el estado de salud de los AM del Centro Gerontológico Guano (López
et al., 2022; Torres y Sánchez, 2020). Se procedió al análisis y tabulación de los datos para presentar
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los resultados mediante tablas estadísticas y gráficos. Este proceso facilitó una interpretación clara y
concisa de los hallazgos, contribuyendo a una mejor comprensión del impacto de la alimentación en la
salud de los AM.
El cuestionario estructurado se utilizó para recoger los datos, este abarcó preguntas sobre los hábitos
alimentarios, la frecuencia de consumo de diversos grupos de alimentos y características
sociodemográficas. Asimismo, se realizaron mediciones antropométricas para determinar el estado
nutricional de los participantes, que incluyeron el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de
la cintura. También se llevó a cabo un análisis del consumo de sodio mediante un registro de ingesta
alimentaria de 24 horas, donde los participantes detallaron todos los alimentos y bebidas que
consumieron durante ese tiempo.
Los datos obtenidos fueron analizados utilizando el software estadístico SPSS versión 25. Se llevaron
a cabo análisis descriptivos para calcular la frecuencia y el porcentaje de las variables categóricas, así
como medidas de tendencia central para las variables continuas. Para examinar la relación entre los
hábitos alimentarios y la presencia de hipertensión arterial, así como otras enfermedades crónicas no
transmisibles, se aplicaron pruebas de correlación y regresión logística. Se estableció un nivel de
significancia estadística de p < 0.05. El estudio cumplió con las normas éticas establecidas para
investigaciones con seres humanos, garantizando el consentimiento informado por parte de todos los
participantes. Se aseguró la confidencialidad de los datos recopilados y se obtuvo la aprobación del
comité ético del centro donde se realizó la investigación. Los resultados obtenidos proporcionaron
información valiosa sobre la relación entre los hábitos alimentarios y la salud en AM, así como
recomendaciones para mejorar su nutrición y calidad de vida.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En la actualidad existe una gran preocupación al incremento de los índices de prevalencia de
enfermedades crónico no transmisibles en los AM, estos ocasionados principalmente por la inadecuada
alimentación como el consumo de alimentos altos en azúcares, sal, grasas trans y saturadas, como las
conservas, enlatados es decir alimentos procesados, ya que son preparaciones que se las puede consumir
en cualquier momento y lugar, disminuyendo la ingesta de verduras y frutas y pescado, atribuyendo
también al sedentarismo (Cárcamo, et al. 2021).
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Al analizar los factores de riesgo y las estrategias de prevención relacionadas con la obesidad, es
fundamental reconocer que mantener una alimentación saludable contribuye a una dieta equilibrada,
que incluye el consumo de frutas, verduras y granos enteros, los cuales son bajos en calorías. Sin
embargo, diversos estudios han señalado que el aumento de peso se atribuye en gran medida al consumo
excesivo de grasas, lo que puede resultar en problemas de salud significativos. Las enfermedades
crónicas no transmisibles (ECNT), como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, han ido en
aumento y representan una creciente preocupación, ya que están asociadas con altos índices de
morbilidad y mortalidad en la población. Por lo tanto, es crucial implementar intervenciones que
promuevan hábitos alimentarios saludables y reduzcan el riesgo de estas condiciones a través de la
educación nutricional y el fomento de estilos de vida más activos (Zabala, 2024).
Este estudio concuerda con lo expresado por Salazar, et al., (2020) que la hipertensión arterial emergió
como la ECNT más prevalente entre los AM participantes en el estudio. A pesar de esto, se observaron
déficits en el consumo de frutas, verduras y legumbres, lo que sugiere una relación entre estos hábitos
alimentarios y el desarrollo de enfermedades crónicas. Además, los niveles de actividad física fueron
moderados, principalmente basados en caminatas. Estos hallazgos, en línea con la evidencia científica
global, resaltan la importancia de promover estilos de vida saludables en la población adulta mayor para
prevenir y controlar estas enfermedades.
De acuerdo a los descrito anteriormente se puede indicar que el consumo de una inadecuada
alimentación rica en grasas saturada y trans, alimentos procesados, conservas, enlatados altos en sodio,
y el déficit o la ausencia de la realización de la actividad física son factores que predisponen al
aparecimiento de enfermedades crónico no transmisibles y sus complicaciones.
CONCLUSIONES
La investigación ha demostrado que existe una relación significativa entre los hábitos alimentarios de
los AM y la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles, como la hipertensión arterial y la
diabetes. Los resultados indican que un alto consumo de sodio y alimentos procesados está asociado
con un aumento en los índices de hipertensión, mientras que una dieta equilibrada y rica en frutas y
verduras contribuye a un mejor control de la glucosa en sangre. Esto resalta la importancia de una
alimentación adecuada para prevenir complicaciones relacionadas con estas enfermedades.
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El diagnóstico de los hábitos alimentarios reveló que muchos AM presentan patrones de consumo poco
saludables, caracterizados por una alta ingesta de alimentos procesados y un bajo consumo de nutrientes
esenciales. Esto pone en riesgo su estado nutricional y contribuye al desarrollo de enfermedades
crónicas.
La alimentación tiene un impacto directo en la salud de los AM, influyendo en el desarrollo y manejo
de enfermedades crónicas no transmisibles. Una dieta inadecuada puede agravar condiciones como la
hipertensión y la diabetes, mientras que una alimentación equilibrada puede ayudar a controlar estos
problemas de salud.
El análisis realizado ha evidenciado una correlación entre los hábitos alimentarios y la incidencia de
enfermedades crónicas no transmisibles. La falta de educación nutricional se relaciona con un mayor
riesgo de malnutrición y enfermedades, lo que subraya la necesidad de intervenciones específicas.
La capacitación a las familias es crucial para fomentar un entorno alimentario saludable para los AM.
La falta de conocimiento sobre nutrición puede llevar a decisiones alimentarias inadecuadas que afectan
directamente la salud.
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