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INSTITUCIONES Y CRECIMIENTO
ECONÓMICO: UN ESTUDIO DESDE LA
ESCUELA INSTITUCIONALISTA Y LA NUEVA
ECONOMÍA INSTITUCIONAL
INSTITUTIONS AND ECONOMIC GROWTH:
A STUDY FROM THE INSTITUTIONAL SCHOOL AND NEW
INSTITUTIONAL ECONOMICS
Jonathan Flores Pérez
Centro de Estudios e Investigaciones Interdisciplinarios UAdeC, México
pág. 12562
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.13457
Instituciones y Crecimiento Económico: Un estudio desde la Escuela
Institucionalista y la Nueva Economía Institucional
Jonathan Flores Pérez
1
jonathan.flores@uadec.edu.mx
https://orcid.org/0000-0001-5537-2862
Centro de Estudios e Investigaciones Interdisciplinarios UAdeC
Coahuila, México
RESUMEN
Los enfoques institucionalistas han logrado consolidarse en el estudio de diversas disciplinas sociales.
A pesar de su creciente influencia, la pluralidad de perspectivas y metodologías plantean dificultades
para el desarrollo de una teoría unificada. El objetivo de este trabajo es contrastar el concepto de
“instituciones” y contribuciones de la Escuela Institucionalista Americana y la Nueva Economía
Institucional (NEI) y, resaltar desde sus aportaciones la importancia de las instituciones en el
crecimiento económico. Se destaca que, aunque el estudio de las instituciones es muy amplio y diverso
por su faceta interdisciplinaria, es inminente la reconstrucción de un marco conceptual
“institucionalista” más integrador y holístico, con una influencia incuestionable en el análisis social.
Palabras clave: instituciones, institucionalismo, crecimiento económico, nueva economía
institucional
1
Autor principal
Correspondencia: jonathan.flores@uadec.edu.mx
pág. 12563
Institutions and Economic Growth: A study from the Institutional School
and New Institutional Economics
ABSTRACT
Institutionalist approaches have managed to consolidate themselves in the study of several social
disciplines. Despite their growing influence, the plurality of perspectives and methodologies poses
difficulties for the development of a unified theory. The aim of this paper is to contrast the concept of
“institutions” and the contributions of the American Institutional School and New Institutional
Economics (NIE), and to highlight the importance of institutions in economic growth through their
contributions. It is emphasized that, although the study of institutions is very broad and diverse due to
its interdisciplinary nature, the reconstruction of a more integrative and holistic 'institutionalist'
conceptual framework is forthcoming, with an unquestionable influence on social analysis.
Keywords: institutions, institutionalism, economic growth, new institutional economics
Artículo recibido 10 julio 2024
Aceptado para publicación: 15 agosto 2024
pág. 12564
INTRODUCCIÓN
El pensamiento económico-institucional contemporáneo tiene sus raíces en una extensa tradición de
teorías que destacan la importancia de las instituciones en la configuración de los resultados económicos
y sociales. Este pensamiento se ha formado por varios economistas y sociólogos centrándose en cómo
las normas, reglas y estructuras institucionales influyen en el comportamiento y progreso económicos.
En la evolución de esta corriente de pensamiento, la Escuela Institucionalista Americana y la Nueva
Economía Institucional (NEI), han ofrecido perspectivas valiosas sobre el papel de las instituciones en
la economía. La primera se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del XX en Estados Unidos,
contó con figuras como Thorstein Veblen, John R. Commons y Wesley Clair Mitchell, quienes
desafiaron la visión estática de la economía clásica y propusieron un enfoque dinámico y evolucionista
integrando disciplinas como la sociología, la historia y la teoría política. Veblen (1899), por ejemplo,
desarrolló una teoría de la evolución económica e institucional, destacando la importancia de las
instituciones tecnológicas y ceremoniales en la actividad económica.
John R. Commons (1934), por su parte, enfatizó la necesidad de la intervención estatal para garantizar
un capitalismo de bienestar, definiendo las instituciones como acciones colectivas que controlan y
amplían la acción individual. Wesley Clair Mitchell (1969) aportó al análisis cuantitativo de las
fluctuaciones de negocios, utilizando la estadística para entender mejor las instituciones pecuniarias.
En conjunto, estos primeros institucionalistas abogaron por una perspectiva holística y evolucionista,
reconociendo los choques de intereses y apoyando la reforma democrática liberal.
Por otro lado, la Nueva Economía Institucional (NEI), introducida en la literatura económica en 1975
por Oliver Williamson, retomó y expandió muchas de las ideas de los institucionalistas americanos y
ganó popularidad a finales del siglo XX con economistas como Ronald Coase, Douglas North, y Elinor
Ostrom, quienes recibieron el Premio Nobel de Economía por sus contribuciones al entendimiento del
papel de las instituciones en el comportamiento económico. Coase, con su teoría de los costos de
transacción, argumentó que las empresas existen para minimizar estos costos, proporcionando una
nueva perspectiva sobre la organización empresarial.
Douglas North (1993) destacó la importancia de las instituciones como las reglas del juego en una
sociedad, diferenciando entre instituciones formales e informales. Su análisis subrayó que las
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instituciones no son estáticas, sino que evolucionan en respuesta a las demandas económicas, políticas
y sociales, influenciando así el desarrollo económico. Oliver Williamson, por su parte, profundizó en el
análisis de la gobernanza empresarial, proponiendo que las empresas eligen su estructura organizativa
para minimizar los costos de transacción en un entorno de incertidumbre y complejidad.
Elinor Ostrom desafió la idea convencional de que los recursos comunes solo pueden ser gestionados
por el Estado o el mercado. Su investigación sobre la gobernanza policéntrica demostró que múltiples
actores y niveles de toma de decisiones pueden gestionar los bienes comunes de manera sostenible y
equitativa. Este enfoque subraya la adaptabilidad y resiliencia de las instituciones, y su capacidad para
integrar diversas perspectivas y conocimientos locales.
Ambas perspectivas destacan la importancia de un marco institucional que garantice la protección de
los derechos de propiedad, promueva la buena gobernanza y la estabilidad política, además de asegurar
la eficacia de los sistemas judiciales y el fomento a la apertura comercial, pues ello contribuirá al
progreso económico de los países.
Recientemente, Acemoglu y Robinson (2012) integraron nuevos términos para abonar a la investigación
en este campo y argumentaron la existencia de instituciones inclusivas y extractivas, proporcionando
una perspectiva crítica sobre cómo las estructuras institucionales pueden promover o inhibir el
desarrollo económico, destacando la necesidad de instituciones que permitan la participación amplia de
la población y eviten la concentración del poder en manos de una élite.
Los enfoques institucionalistas han logrado consolidarse como perspectivas relevantes en el estudio de
diversas disciplinas sociales. Sin embargo, existen limitaciones significativas para el fortalecimiento de
una teoría unificada de las instituciones, pues un problema inherente al estudio de éstas, es la visión
interdisciplinaria que por naturaleza las engloba. Esta diversidad de enfoques y metodologías plantea
dificultades para la integración teórica, destacando la necesidad de desarrollar marcos conceptuales más
integradores y holísticos.
Derivado de lo anterior, este trabajo se propone estudiar la evolución del concepto “instituciones” y
contribuciones de la Escuela Institucionalista Americana y la Nueva Economía Institucional (NEI) en
el pensamiento económico y enfatizar en la importancia de las instituciones en el crecimiento
económico desde la evolución del pensamiento económico-institucional.
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El trabajo se desarrolla de la manera siguiente: después de la introducción se describe el enfoque
metodológico que siguió este trabajo. En la tercera parte, se estudia la evolución del concepto
“instituciones” desde los principales ponentes de la Escuela Institucionalista Americana. La siguiente
sección describe la perspectiva de la Nueva Economía Institucional, para continuar con los enfoques
más recientes sobre las instituciones de North, Acemoglu y Robinson. La sección 5 se enfoca en
presentar el marco óptimo para el progreso económico, mientras que la sexta presenta una discusión de
los enfoques institucionales. Finalmente se subrayan algunas de sus potencialidades y limitaciones en
la conclusión del trabajo.
MATERIALES Y MÉTODO
En esta investigación se siguió un enfoque metodológico sistemático basado en la búsqueda, lectura y
análisis de trabajos seminales de los principales exponentes de ambas corrientes de pensamiento. Se
identificaron y revisaron los escritos fundamentales de figuras clave de la Escuela Institucionalista
Americana, como Thorstein Veblen, John R. Commons y Wesley Clair Mitchell, así como de autores
influyentes de la Nueva Economía Institucional, como Douglass North y Oliver Williamson. Las fuentes
de información incluyeron libros, artículos de revistas revisadas por pares y capítulos de libros que son
considerados referencias esenciales en sus respectivos campos.
Se realizó una lectura detallada de los trabajos seleccionados, extrayendo los principios y conceptos
más importantes de cada enfoque teórico. A partir de este trabajo, se elaboraron resúmenes de los
principios fundamentales y las contribuciones clave de la Escuela Institucionalista Americana y la
Nueva Economía Institucional. Estos resúmenes se organizaron de manera que permitieran una
comparación clara y estructurada entre las dos corrientes de pensamiento.
Para la discusión y análisis, se llevó a cabo una comparación crítica de las perspectivas de ambas
corrientes, analizando sus enfoques metodológicos, conceptos centrales y conclusiones principales. Se
identificaron las similitudes y diferencias en cómo cada corriente entiende y explica el papel de las
instituciones en el crecimiento económico. Además, se evaluaron los diseños metodológicos de los
trabajos revisados, identificando posibles sesgos y limitaciones en sus enfoques, y se discutieron las
implicaciones teóricas y prácticas de las conclusiones extraídas por cada corriente, destacando tanto sus
fortalezas como sus debilidades.
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Finalmente, los resultados se presentan de manera organizada, estructurando la discusión en torno a los
principales temas y subtemas identificados durante la revisión. Se redactó el artículo de manera clara y
coherente, integrando los resúmenes, análisis críticos y discusiones en una narrativa cohesiva. Se
incluyen recomendaciones para futuras investigaciones, basadas en las brechas identificadas y las
limitaciones de los estudios revisados.
Los institucionalistas de la primera generación
La Escuela Institucionalista Americana tuvo su auge a finales del siglo XIX y principios del XX en
Estados Unidos. El interés por el estudio de los problemas sociales y económicos desde la perspectiva
de las instituciones, su evolución y el cambio institucional conjugó los esfuerzos intelectuales de los
que ahora se consideran precursores de la escuela institucionalista: Thorstein Veblen, John R. Commons
y Wesley Clair Mitchell.
El economista y sociólogo estadounidense Thorstein Veblen (1857-1929) fue el primer científico social
en desarrollar una teoría de la evolución económica e institucional con una visión darwiniana optando
por un enfoque multidisciplinario de la economía que combinó la sociología, historia, la teoría política
y la antropología.
Veblen sostenía que la economía debía estudiar la estructura institucional en transformación,
entendiendo por instituciones los hábitos de pensamiento, comunes a la generalidad de los hombres en
una época determinada (Landreth y Colander, 2006:332). De acuerdo con Veblen (1965a) “las
instituciones son como pautas comunes y predecibles del comportamiento en sociedad, incluyendo los
hábitos de pensamiento y de acción generalmente compartidos”.
La definición de instituciones que propone Veblen no se refiere a las instituciones gubernamentales,
militares o religiosas, sino a los “hábitos de pensamiento que guían la actividad económica”, es decir, a
los valores éticos y morales, las costumbres, las normas, las creencias y los mitos que se aceptan por la
sociedad.
La clasificación de las instituciones según el pensamiento de Veblen son: [1] tecnológicas, que se basan
en el instinto de trabajo eficaz y la curiosidad inútil y [2] ceremoniales, sustentadas en la
autoconservación, la emulación y ostentación. En el pensamiento vebleniano, a largo plazo, las
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instituciones tecnológicas crean las relaciones económicas y, en el corto, las instituciones ceremoniales
obstruyen el cambio.
Por lo anterior, Veblen rechaza los supuestos ahistóricos y aculturales del homo economicus propios de
la economía clásica y neoclásica y destaca la importancia de los aspectos institucionales –culturales–
en el desempeño económico, político y social de los individuos, grupos y colectividades (Toledo y
Vizcaíno, 2013).
De esta concepción surge su crítica a la economía clásica de sus aspectos estáticos y proponía que ésta
debería ser sustituida por un análisis darwinista dinámico de la evolución de la economía y la sociedad.
Las principales características del pensamiento vebleniano son las siguientes
Visión evolucionista del comportamiento humano
Rechazo a la racionalidad perfecta de los agentes económicos en la maximización de la utilidad
Destaca la curiosidad y creatividad de las personas, así como sus hábitos
Las instituciones se adaptan a las circunstancias materiales (determinadas por el tiempo y lugar)
Las perturbaciones económicas no conducen a una situación predecible, debido a que las
instituciones, la tecnología o los gustos cambian constantemente
A largo plazo, las relaciones tecnológicas determinan las relaciones económicas y sociales
John R. Commons (1862-1945), destacado pensador dentro del institucionalismo norteamericano;
economista y profesor estadounidense de la Universidad de Wisconsin-Madison, rechazó, como Veblen,
el enfoque deductivo, estático y estricto de la teoría neoclásica en el enfoque de los problemas sociales.
De hecho, dedicó gran parte de su vida académica a colaborar en la redacción, aprobación y aplicación
de leyes sociales.
Commons no intentó cambiar la estructura de la sociedad basada en la propiedad privada y la libre
empresa. De hecho, proponía que los elementos esenciales del capitalismo podían y debían mantenerse
intactos, sin embargo, creía necesario cambiar las reglas de funcionamiento del orden económico para
eliminar los fallos evidentes de una economía de laissez faire (Landreth y Colander, 2006:344). De ahí
surge su reconocimiento a la intervención del Estado, pues considera que a menudo era necesaria para
conseguir consecuencias sociales deseables, a esto llamó capitalismo del bienestar.
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Su análisis de las instituciones comienza dejando en claro que una de las dificultades para definir el
campo de la economía institucional era en sí, la definición de institución y, para ello, la define como
una acción colectiva que controla, libera y amplía la acción individual. Este control siempre resulta, y
se pretende que resulte, en una ganancia o una perdida para otro u otros individuos.
Commons enfatizaba en la familia, las corporaciones, asociaciones comerciales, los sindicatos y el
Estado como acciones colectivas que controlan los actos del individuo. El principio común a todos ellos
es el mayor o menor control, liberación y ampliación de la acción individual mediante la acción
colectiva.
A su vez, define a la acción colectiva como mayor que el control de la acción individual, como una
liberación de la acción individual de la coerción, la coacción, la discriminación o la competencia desleal
de otros individuos, es decir, es la ampliación de la voluntad del individuo más allá de lo que él puede
lograr por sus propias acciones.
Para Commons, las instituciones brindan seguridad, conformidad, libertad y exposición para los
individuos. Además, indican lo que el individuo puede, no puede, debe o no hacer.
Derivado de ello, Commons (1931), sostiene que las reglas de funcionamiento cambian continuamente
en la historia de una institución y difieren en instituciones diferentes; pero, cualesquiera que sean sus
diferencias, se asemejan en que indican qué individuos pueden, deben o están autorizados a hacer o no
hacer, obligados por sanciones colectivas.
El autor, señala que una de las peculiaridades de la voluntad humana que distingue a la economía de
otras ciencias es la elección entre distintas alternativas. Por esta razón, la economía institucional debía
estudiar el comportamiento económico de los individuos. Así, afirmaba que el objeto de estudio de la
economía debían ser las instituciones que configuran nuestra vida y nuestra sociedad por medio de la
acción colectiva (Landreth y Colander, 2006:348).
Wesley Clair Mitchell (1874-1948) destacado economista estadounidense que formó parte fundamental
de la primera generación de los institucionalistas y considerado uno de los tres economistas americanos
más famosos de su época, fue el alumno más brillante de Thorstein Veblen y como él, cuestionó la
economía ortodoxa, situación que lo alejó de la corriente principal de la teoría económica.
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Mitchell percibía la economía como una ciencia de la conducta humana. Llegó a la conclusión de que
la teoría económica podía explicarse en gran parte como una reacción intelectual a los problemas de
cada época.
En esencia, Mitchell destaca la importancia de las instituciones en la cohesión y cooperación social
pues entendía que las instituciones juegan un papel transcendental en estandarizar comportamientos y
formas de pensar, permitiendo que las personas se comprendan y colaboren entre de manera efectiva.
“El hombre es gobernado por instintos y hábitos que son desarrollados por instintos. Los
controles importantes serán encontrados en los hábitos de pensar y mover, eso es la forma
asumida por instintos debajo de la presión de las condiciones variadas de las cuales los hombres
hacen su morada en diferentes sitios y tiempos. Los hábitos que se mantienen en cualquier grupo
grande son sus instituciones. Son estas instituciones las que hacen al hombre suficientemente
semejante para entender al otro y trabajar juntos”
(Mitchell, 1969, p. 734).
Mitchell enfatizó la importancia de observar y describir las instituciones económicas tal como
funcionan en la realidad, en lugar de simplemente teorizar sobre ellas. Estudió cómo las instituciones
económicas, como los mercados, las empresas y las políticas gubernamentales, interactúan con los
ciclos económicos y creía que desempeñaban un papel determinante en la configuración y moderación
de las fluctuaciones económicas.
Además, estaba interesado en cómo estas instituciones evolucionan con el tiempo, destacando que las
instituciones no son estáticas, sino que cambian en respuesta a los desarrollos económicos y sociales,
un enfoque que se alineaba con la visión de los economistas institucionales que lo antecedieron.
Cuadro 1. Los principios más importantes de la Escuela Institucionalista Americana.
Perspectiva
holística
amplia
La economía necesita ser analizada en su conjunto, ya que está intrínsecamente
conectada con la política, la sociología, el derecho, las costumbres, la ideología,
la tradición y otras dimensiones de la creencia y la experiencia humana. La
economía institucional aborda el estudio de la sociedad desde todas sus
perspectivas.
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Enfoque en
todas las
instituciones
Desde su constitución, esta escuela precisó a las instituciones como “un patrón
organizado de la conducta de grupo bien establecido y aceptado como una parte
fundamental de la cultura”. Por ejemplo: costumbres, hábitos sociales, leyes,
maneras de pensar y formas de vida. De esta manera, aseveraban que la vida
económica está regulada por instituciones económicas, no por leyes económicas.
Enfoque
evolucionista
darwiniano
Dado que la sociedad y sus instituciones están en cambio constante, se debe
utilizar un enfoque evolucionista en el análisis económico apoyándose en la
historia, ciencias políticas, sociología, filosofía y psicología.
Rechazo de
la idea del
equilibrio
normal
Los institucionalistas estaban convencidos de que la intervención gubernamental
es necesaria para corregir y superar continuamente las deficiencias y los desajustes
en la vida económica.
Choques de
intereses
A diferencia de las teorías predecesoras, que planteaban la armonía de intereses,
los institucionalistas reconocían serias diferencias de intereses. Por lo anterior, se
apoyaba una vez más la idea de un gobierno representativo e imparcial que ajuste
los intereses en conflicto.
Reforma
democrática
liberal
Los institucionalistas negaban que los mercados no regulados conducían a una
distribución eficiente de los recursos y a una distribución justa del ingreso, por lo
que, rechazaban el laissez-faire y estaban a favor de un papel más completo del
gobierno en los asuntos económicos.
Fuente: Brue y Grant (2009).
La Nueva Economía Institucional
El término “Nueva Economía Institucional” (NEI) fue introducido en la literatura económica en 1975
por Oliver Williamson. Sin embargo, el origen de esta corriente intelectual se remonta a los años treinta
del siglo pasado, cuando el economista Ronald Coase relacionó el rol de las normas y de la estructura
de las organizaciones con la asignación de precios en “The Nature of the Firm” de 1937.
La NEI se popularizó a finales del siglo XX cuando un grupo de economistas compartieron un terreno
intelectual común: la relación del marco institucional y el comportamiento económico. Entre otros,
destacan los galardonados con el Premio Nobel de Economía: Ronald Coase (1991), quien aportó la
noción de los costos de transacción, Douglas North (1993) quien interpretó las instituciones como reglas
de juego; Oliver Williamson (2009) conceptualizando la gobernanza de la empresa y Elinor Ostrom
(2009) argumentando sobre la gobernanza de los bienes comunes.
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Actualmente se considera a la NEI una corriente de pensamiento relativamente joven, cuya presencia
en la investigación ha crecido en las últimas décadas, no solo en los economistas, sino en otras áreas
del conocimiento, pues adopta un enfoque multidisciplinar al explicar la importancia de las instituciones
en el desenvolvimiento de la sociedad utilizando como base la teoría económica, pero integrando
conocimientos del derecho, la ciencia política, la sociología, la historia, o la antropología.
Al respecto, Dixit (2009) argumenta que la investigación que se ha realizado en estos campos
disciplinares ha ayudado a mejorar el conocimiento sobre las instituciones de la gobernanza y, esta línea
de investigación puede facilitar el reencuentro de las ciencias sociales después de su separación de hace
un siglo, pues como apunta Hodgson (2001) el institucionalismo se mueve de lo abstracto a lo concreto.
En lugar de modelos teóricos estándar de individuos racionales dados, el institucionalismo se basa en
investigaciones psicológicas, antropológicas y sociológicas de cómo se comportan las personas.
Ronald Coase
El análisis de la teoría económica neoclásica se centra en la oferta y la demanda como las fuerzas
impulsoras detrás de la producción, el precio y el consumo de bienes y servicios. Los supuestos
fundamentales son: los individuos y las empresas actúan de forma racional y son agentes maximizadores
de la utilidad y el beneficio respectivamente, por lo que optimizan de tal forma que configuran la mejor
opción posible al establecer el equilibrio en el mercado; hay información suficiente, no hay costos por
intercambio de bienes y servicios y el tiempo es un fenómeno estático.
Así, ni consumidores ni productores tienen el poder de incidir sobre el precio; la oferta y la demanda
del mercado son las que determinan un precio de equilibrio que tiene la particularidad de permitir la
maximización de beneficio de los agentes económicos (Walras, 1987).
En su obra: "The Nature of the Firm" Ronald Coase (1937) desafía la perspectiva tradicional de la teoría
neoclásica al cuestionar por qué las empresas existen en lugar de llevar a cabo todas las transacciones
en el mercado. Coase propone que las empresas surgen para minimizar los costos de transacción, tales
como la búsqueda de información, la negociación y la supervisión, que son inherentes a las
transacciones en el mercado.
La teoría neoclásica se basa en la idea de que las empresas existen principalmente debido a los costos
de transacción en el mercado, y que estas transacciones se llevan a cabo de manera eficiente en un
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mercado competitivo. Sin embargo, Coase desafía esta visión convencional al argumentar que las
empresas se crean precisamente porque los costos de transacción en el mercado son demasiado altos.
Coase (1937) señala que, en un mundo ideal, sin costos de transacción, las empresas no serían
necesarias, ya que las transacciones se llevarían a cabo de manera eficiente en el mercado, sin embargo,
en la realidad, los costos de transacción son significativos. Por ello, defiende que, dentro de las empresas
las transacciones pueden llevarse a cabo de manera más eficiente y a un menor costo que en el mercado,
lo que justifica la existencia de las organizaciones empresariales.
El concepto, conocido como "teoría de la firma", destaca la importancia de la organización interna de
las empresas y cómo estas estructuras surgen como respuestas lógicas a los desafíos de coordinación y
transacción en el mundo real. Con ello, Coase proporciona una perspectiva única sobre la función de
las empresas en la economía, influyendo en la comprensión moderna de la organización empresarial y
su papel en la optimización de los recursos económicos.
Douglass C. North
La obra magistral de Douglass C. North (1993), "Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño
Económico", representa una exploración profunda del papel crucial que desempeñan las instituciones
en el desarrollo económico. Esta obra ha sido un faro para los investigadores interesados en comprender
las complejas interacciones entre las estructuras institucionales y el crecimiento económico de los
países.
North (1993), conceptualiza las instituciones como las reglas del juego en una sociedad. Esta definición
sienta las bases para entender cómo las instituciones afectan el comportamiento humano y, por ende, el
desempeño económico. North distingue entre instituciones formales (leyes, constituciones) e
instituciones informales (normas sociales, valores), y argumenta que ambas son esenciales para explicar
las diferencias en el desarrollo económico entre países y regiones.
Un aspecto esencial que presenta North es el cambio institucional. Argumenta que las instituciones,
lejos de ser estáticas, evolucionan en respuesta a las demandas económicas, políticas y sociales, por lo
tanto, las sociedades en constante cambio deben adaptar sus instituciones para prosperar. Esto es
importante para los gobernantes pues, si comprenden el proceso de cambio institucional pueden diseñar
intervenciones más efectivas para fomentar el desarrollo económico sostenible.
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El hincapié de North en el cambio institucional es debido a que las instituciones, ya sean formales o
informales, evolucionan en respuesta a factores como avances tecnológicos, presiones políticas y
transformaciones sociales. Este proceso no es lineal ni predecible; implica una adaptación constante a
las demandas cambiantes del entorno económico y cultural.
Sin embargo, North detecta una resistencia inherente a cualquier alteración en las normas y reglas
establecidas. Las instituciones existentes suelen resistir el cambio debido a la inercia, la cual puede ser
tanto una fuerza estabilizadora como un obstáculo para el progreso. Sin embargo, las sociedades que
pueden superar esta resistencia y adaptarse de manera eficaz están mejor preparadas para prosperar en
un mundo en constante evolución. Por lo tanto, la adaptación institucional se convierte en una estrategia
de supervivencia, permitiendo a las naciones enfrentar desafíos económicos y sociales.
En el análisis de North, las políticas públicas desempeñan un papel clave en la facilitación del cambio
institucional. Los gobiernos tienen el poder de influir en la dirección del cambio, ya sea fomentando la
innovación institucional o resistiéndose a ella. Las políticas que fomentan la transparencia, la
participación ciudadana y la protección de los derechos individuales pueden crear un entorno propicio
para la adaptación institucional positiva, impulsando así el desarrollo económico.
Por otro lado, el autor, encuentra una intersección entre la historia y la economía al destacar la
importancia de contextualizar las instituciones dentro de su entorno histórico para comprender
plenamente su influencia en el desarrollo económico. Desde las leyes y normativas (formales) hasta las
tradiciones y las costumbres (informales), las instituciones son el producto de procesos históricos
complejos. Lo anterior es importante porque entonces al estudiar la evolución de las instituciones a lo
largo del tiempo, se pueden descifrar patrones y tendencias que permitan comprender cómo las
sociedades han enfrentado desafíos similares en diferentes épocas.
Al reconocer la profunda influencia de las experiencias históricas en la formación de las instituciones
y, por ende, en el desarrollo económico, se pueden tomar decisiones más informadas y estratégicas en
el presente, por lo que, el enfoque interdisciplinario que adopta North no solo enriquece la teoría
económica, sino que también ofrece un enfoque práctico y fundamentado para abordar los desafíos
económicos y sociales en un mundo en constante cambio.
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Por si fuera poco, North (1993) aborda los costos de transacción como un concepto fundamental que
arroja luz sobre la eficiencia económica de las instituciones. North argumenta que las transacciones
económicas están inherentemente vinculadas a costos que van más allá del precio monetario de un bien
o servicio. Estos costos de transacción incluyen todo, desde la búsqueda de información hasta la
negociación y la ejecución del acuerdo.
Las instituciones eficientes se convierten en mediadoras que reducen estos costos, permitiendo
transacciones más fluidas y menos costosas en términos de tiempo y recursos. Al minimizar la fricción
en las interacciones comerciales, las instituciones bien diseñadas fomentan un entorno económico más
eficiente y productivo.
La teoría de los costos de transacción de North también ilustra cómo las instituciones pueden ser
evaluadas en términos de su capacidad para facilitar intercambios económicos sin imponer cargas
innecesarias. Las instituciones que logran esta eficiencia actúan como catalizadores para el crecimiento
económico, estimulando la inversión y promoviendo la innovación al crear un entorno predecible y
confiable para las transacciones.
En última instancia, este enfoque sobre los costos de transacción no solo es esencial para comprender
cómo las instituciones afectan la eficiencia económica, sino que también ofrece pautas prácticas para la
formulación de políticas públicas y para el diseño institucional que buscan optimizar la eficiencia y
mejorar el rendimiento económico a largo plazo.
Finalmente, otro aspecto fundamental en el análisis de North son las políticas públicas, ya que según su
trabajo desempeñan un papel clave en la facilitación del cambio institucional. Los gobiernos tienen el
poder de influir en la dirección del cambio, ya sea fomentando la innovación institucional o
resistiéndose a ella. Las políticas que fomentan la transparencia, la participación ciudadana y la
protección de los derechos individuales pueden crear un entorno propicio para la adaptación
institucional positiva, impulsando así el desarrollo económico.
Oliver Williamson
Oliver Williamson (1932-2020), fue un economista norteamericano considerado uno de los principales
referentes de la Nueva Economía Institucional. Recibió el Premio Nobel de Economía en 2009 junto a
Elinor Ostrom por “su análisis económico de la gobernanza, en el que proporciona una comprensión
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profunda de cómo las empresas se organizan y gestionan sus actividades para alcanzar sus objetivos
económicos en un entorno de incertidumbre y complejidad. Su enfoque va más allá de la tradicional
visión neoclásica de la empresa como una entidad que maximiza la producción bajo restricciones
tecnológicas.
El concepto clave en el análisis de Williamson es el de costos de transacción (siguiendo las aportaciones
de Ronald Coase, en “The Nature of the Firm”), que son los costos asociados a la búsqueda,
negociación, ejecución y control de un intercambio económico en el mercado. Williamson argumenta
que las empresas eligen su estructura organizativa en función de minimizar estos costos.
Según Williamson, los costos de transacción dependen de diversas características de las transacciones,
como la frecuencia, la incertidumbre, la especificidad de los activos y la complejidad contractual. Por
ejemplo, las transacciones de alta frecuencia tienden a tener costos de transacción más bajos, ya que las
partes pueden desarrollar relaciones más estables y predecibles. La alta frecuencia de las transacciones
contribuye a una relación comercial más eficiente y menos costosa al reducir la incertidumbre, mejorar
la coordinación y promover la confianza entre las partes involucradas.
Por otro lado, la incertidumbre en las transacciones puede aumentar los costos, ya que las partes pueden
necesitar invertir más en mecanismos de protección contra el riesgo. De acuerdo con Williamson (2005)
la incertidumbre se produce como consecuencia de la racionalidad limitada y del oportunismo de los
individuos (factores humanos) que suponen la imposibilidad de conocer todas las contingencias
contractuales.
La especificidad de los activos también es un factor crucial. Cuando los activos son altamente
específicos para una transacción particular, como equipos especializados o conocimientos técnicos
específicos, los costos de transacción tienden a ser más altos, ya que las partes enfrentan mayores
dificultades para reasignar esos activos en caso de problemas.
Además, Williamson destaca la importancia de la oportunidad y la racionalidad limitada de los agentes
en la determinación de los costos de transacción. Esto se refiere a la posibilidad de que las partes actúen
en su propio interés en detrimento de la eficiencia del intercambio, así como a su capacidad para
procesar la información disponible y tomar decisiones óptimas.
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El análisis económico de la gobernanza de Williamson aporta un marco conceptual para comprender
cómo los agentes económicos eligen entre diferentes formas de gobernanza para minimizar los costos
de transacción y maximizar el valor económico en un entorno de incertidumbre y complejidad. El
mercado, las jerarquías y redes son formas alternativas de gobierno en donde se estructuran las
transacciones. El objetivo es utilizar cada uno de manera apropiada Williamson (2009:15).
En el mercado, la coordinación se logra a través de transacciones basadas en contratos y precios en un
entorno competitivo, donde los agentes actúan principalmente en su propio interés y están motivados
por la maximización de utilidades.
Por otro lado, la jerarquía implica una estructura organizativa en la que las decisiones y la coordinación
se centralizan en una autoridad superior, como una empresa o una agencia gubernamental. Aquí, la
coordinación se logra a través de órdenes e instrucciones jerárquicas, lo que permite una coordinación
más eficiente y una reducción de los costos de transacción asociados con la búsqueda y negociación de
contratos en el mercado.
Finalmente, la red se refiere a una forma de gobernanza en la que múltiples actores interconectados
cooperan entre en un marco más flexible y descentralizado. Este enfoque puede involucrar a
organizaciones interconectadas, alianzas estratégicas o comunidades de práctica que colaboran para
alcanzar objetivos comunes, minimizando los costos de transacción al compartir información, recursos
y riesgos.
Los criterios decisivos para la descripción de los mecanismos alternativos de gobierno son la intensidad
del incentivo, el mando y control administrativo y el régimen de derecho contractual (Williamson, 2009:
18).
Siguiendo las contribuciones de Ronald Coase, Williamson argumenta que la existencia de costos de
transacción justifica la adopción de estructuras distintas al mercado para gestionar las transacciones
eficientemente. Este planteamiento, según Williamson, tiene un alcance más amplio que el simple
estudio de mercados y empresas, ya que sostiene que cualquier problema concebible como un asunto
contractual puede analizarse en términos de reducción de costos de transacción.
El aspecto crucial es alinear los intereses e incentivos individuales de manera adecuada, reduciendo
incertidumbres y conflictos, y teniendo en cuenta diversos factores como la especificidad de los activos
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y la frecuencia de las transacciones. De este modo, los aportes de Williamson enriquecen la teoría
económica neoclásica al desarrollar una auténtica teoría de la gobernanza que resulta igualmente
relevante para el ámbito legal y político.
Elinor Ostrom
Elinor Ostrom (1933-2012), economista, politóloga y profesora estadounidense recibió el Premio Nobel
de Economía en 2009 por su análisis de la gobernanza económica con los bienes comunes. Su
investigación rompió con la idea convencional de que los recursos comunes solo pueden ser gestionados
por el Estado o el mercado.
En este estudio, Ostrom busca abordar el dilema planteado por Garret Hardin en su obra "La tragedia
de los comunes", donde argumenta que un grupo de agentes económicos racionales, al actuar
individualmente en búsqueda de sus propios intereses, inevitablemente conducirá a la explotación y
agotamiento de un recurso común. Contrariamente a esta perspectiva, Ostrom sostiene que la
explotación de los recursos comunes no es una consecuencia inevitable, ya que existen casos en los que,
gracias a acuerdos institucionales eficaces y contratos entre las partes involucradas, los recursos han
sido gestionados de manera sostenible.
Ostrom, basándose en estudios de campo y experimentos, identificó una serie de principios y reglas que
favorecen la gestión sostenible y equitativa de los bienes comunes por grupos humanos que pueden
cooperar para resolver problemas colectivos y preservar los recursos naturales, como bosques, ríos,
pastos o sistemas de riego.
Por lo explicado anteriormente, Ostrom propuso el concepto de gobernanza policéntrica, que implica la
participación de múltiples actores y niveles en la toma de decisiones y la provisión de bienes públicos
defendiendo el rol que ejercen las comunidades locales, las organizaciones civiles y las redes sociales
en la creación de capital social, confianza, cooperación y normas compartidas.
La idea central de la gobernanza policéntrica es que diferentes problemas y recursos pueden requerir
diferentes formas de gobernanza y que no existe una solución única para todos los problemas. En un
sistema policéntrico, se pueden encontrar múltiples instituciones, desde gobiernos locales hasta
organizaciones comunitarias, trabajando de manera coordinada para abordar las necesidades específicas
de una comunidad o un recurso en particular.
pág. 12579
Un ejemplo claro de gobernanza policéntrica podría ser la gestión de un lago compartido por varias
comunidades. En lugar de que una sola autoridad decida cómo gestionar el lago, podrían existir comités
locales de gestión del agua, regulaciones a nivel estatal sobre la calidad del agua y acuerdos de
cooperación entre las comunidades ribereñas. Cada nivel de gobierno o institución puede tener su propio
conjunto de responsabilidades y autoridad, pero trabajan juntos para lograr objetivos comunes.
La gobernanza policéntrica se basa en la idea de que la diversidad institucional y la descentralización
pueden fomentar la adaptabilidad y la resiliencia en la gestión de recursos y problemas sociales. Al
permitir que múltiples actores participen en la toma de decisiones, se pueden incorporar una variedad
de perspectivas y conocimientos locales, lo que aumenta las posibilidades de encontrar soluciones
efectivas y sostenibles a los desafíos que enfrenta una sociedad. Con ello, Ostrom contribuyó a
enriquecer la teoría económica con una visión más realista, dinámica e interdisciplinaria de las
instituciones, los incentivos y el comportamiento humano. Sus aportes tienen importantes implicaciones
para el desarrollo, la regulación, la política pública y el medio ambiente.
Cuadro 2. Principios fundamentales de la Nueva Economía Institucional (NEI).
Importancia
de las
instituciones
Las instituciones, tanto formales (leyes, regulaciones) como informales (normas
sociales, costumbres), son fundamentales para el funcionamiento de la economía y
la sociedad.
Costos de
transacción
Para entender el comportamiento económico y las decisiones organizacionales, los
costos asociados con la negociación, monitoreo y ejecución de contratos son
transcendentales.
Derechos de
propiedad
Los derechos de propiedad reducen la incertidumbre, por lo tanto se deben proteger
para incentivar la inversión y el desarrollo económico.
Cambio
institucional
Las instituciones evolucionan con el tiempo en respuesta a cambios en las
condiciones económicas, tecnológicas y políticas.
Análisis
comparativo
Comparar diferentes sistemas institucionales puede proporcionar información sobre
qué arreglos son más eficaces bajo diferentes circunstancias.
Racionalidad
limitada y
confianza
Los agentes económicos no siempre actúan con racionalidad completa debido a
limitaciones cognitivas y de información. La confianza y la reputación juegan un
papel importante en las interacciones económicas.
Fuente: Elaboración propia
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El Marco Institucional óptimo para el progreso económico
El marco institucional de los países que abarca una gran variedad de elementos, desde la protección de
los derechos de propiedad hasta la calidad de la gobernanza y la estabilidad política, tiene una profunda
influencia en el desarrollo económico. Para entender la importancia del marco institucional en el
progreso económico, es importante reconocer que las instituciones actúan como "reglas del juego" que
estructuran las interacciones económicas y sociales dentro de una sociedad (North, 1990). En otras
palabras, el marco institucional establece las condiciones en las que los individuos y las empresas
operan, influyendo en sus decisiones de inversión, innovación y comportamiento económico en general.
Una de las características esenciales de un marco institucional óptimo es la protección de los derechos
de propiedad. Como indican Acemoglu y Robinson (2012), los derechos de propiedad bien definidos y
protegidos son esenciales para incentivar la inversión y la acumulación de capital, ya que brindan
seguridad a los propietarios sobre el uso y los beneficios de sus activos. Esta seguridad promueve la
inversión a largo plazo y la innovación, creando un entorno favorable para el crecimiento económico
sostenible.
Además de la protección de los derechos de propiedad, la calidad de la gobernanza y la estabilidad
política también son factores clave en el desarrollo económico de los países. De acuerdo con el Banco
Mundial (2017), la buena gobernanza, que incluye la transparencia, la responsabilidad y la participación
ciudadana, es fundamental para promover un entorno empresarial propicio y la eficiencia en la
prestación de servicios públicos.
La estabilidad política, por su parte, proporciona un entorno predecible para la actividad económica al
reducir la incertidumbre y el riesgo político. Como sostiene Rodrik (2000), la estabilidad política y la
continuidad en las políticas son fundamentales para mantener la confianza de los inversores y fomentar
la inversión a largo plazo.
Los sistemas judiciales eficientes y justos son igualmente importantes dentro del marco institucional.
Un sistema judicial independiente y competente garantiza el cumplimiento de los contratos y la
resolución efectiva de disputas, lo que reduce los costos y los riesgos asociados con la actividad
económica (World Bank, 2020). Además, la existencia de mecanismos efectivos de resolución de
conflictos promueve la confianza entre los agentes económicos y fomenta la inversión y la innovación.
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La apertura al comercio internacional es otro aspecto clave del marco institucional óptimo. Como
afirman Sachs y Warner (1995), la participación en el comercio internacional puede estimular el
crecimiento económico al permitir la transferencia de conocimientos, tecnología y capital entre países.
Sin embargo, es importante que las políticas comerciales estén diseñadas de manera adecuada para
promover la competencia y proteger los intereses nacionales, evitando prácticas desleales que puedan
perjudicar a sectores específicos de la economía.
A pesar de la importancia del marco institucional para el progreso económico, muchos países tienen
grandes áreas de oportunidad en la mejora de sus instituciones. La corrupción, la falta de transparencia
y la ineficacia del gobierno son algunos de los obstáculos más comunes que obstaculizan el desarrollo
económico (Kaufmann et al., 2009). Abordar estos problemas requiere reformas institucionales
significativas que fortalezcan el estado de derecho, promuevan la rendición de cuentas y mejoren la
eficiencia del gobierno.
Por lo anteriormente mencionado, el marco institucional óptimo para el progreso económico de los
países es aquel que garantiza la protección de los derechos de propiedad, promueve la buena gobernanza
y la estabilidad política, garantiza la eficacia de los sistemas judiciales y fomenta la apertura al comercio
internacional. Si bien cada país enfrenta sus propios retos en la mejora de sus instituciones, el
fortalecimiento del marco institucional sigue siendo una prioridad para alcanzar un crecimiento
económico sostenible y equitativo en los países y regiones del mundo.
1. El Triángulo Dorado de la Nueva Economía Institucional
Una de las contribuciones más significativas la Nueva Economía Institucional (NEI) es el concepto del
"triángulo dorado", que integra tres elementos fundamentales: las instituciones formales, las
instituciones informales y las organizaciones. Este marco analítico es esencial para comprender el
funcionamiento de las economías y los procesos de desarrollo y cambio institucional. En este sentido,
es necesario estudiar estos tres componentes y sus interacciones:
Instituciones Formales
Las instituciones formales son las reglas explícitas y codificadas que estructuran el comportamiento
económico y social. Estas incluyen constituciones, leyes, regulaciones y políticas públicas. Según North
(1993), las instituciones formales son cruciales porque establecen el marco legal y normativo dentro del
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cual se realizan las transacciones económicas. Definen derechos de propiedad, contratos, y mecanismos
de aplicación, proporcionando certidumbre y previsibilidad a los actores económicos.
Las instituciones formales facilitan la coordinación y cooperación entre los individuos al reducir la
incertidumbre y los costos de transacción. Por ejemplo, un sistema legal eficiente y confiable permite
que los contratos se cumplan y que las disputas se resuelvan de manera justa, lo cual es esencial para el
funcionamiento eficiente de los mercados. Además, las instituciones formales pueden promover la
innovación y el crecimiento económico al proteger los derechos de propiedad intelectual y fomentar la
competencia.
Sin embargo, la efectividad de las instituciones formales depende de su diseño y de la capacidad del
estado para hacerlas cumplir. La corrupción, la falta de transparencia y la debilidad institucional pueden
socavar su funcionamiento. Por lo tanto, es crucial no solo establecer buenas leyes y regulaciones, sino
también garantizar su implementación efectiva y justa.
Instituciones Informales
Las instituciones informales son las normas, valores, costumbres y tradiciones que, aunque no están
codificadas, influyen significativamente en el comportamiento económico y social. Estas reglas no
escritas complementan y, a veces, sustituyen a las instituciones formales, especialmente en contextos
donde las instituciones formales son débiles o inexistentes. North enfatiza que las instituciones
informales son igualmente importantes para entender las dinámicas económicas, ya que moldean las
expectativas y comportamientos de los individuos.
Las instituciones informales pueden incluir normas sociales sobre confianza, reciprocidad y
cooperación. Por ejemplo, en muchas comunidades, los acuerdos verbales y las relaciones personales
pueden ser tan efectivos como los contratos formales para asegurar la cooperación y el cumplimiento
de los compromisos. Las instituciones informales también juegan un papel crucial en la transmisión de
valores y prácticas culturales que pueden influir en la actitud hacia el trabajo, el ahorro y la inversión.
Además, las instituciones informales pueden facilitar la adaptación y el cambio institucional. En
contextos de cambio rápido o crisis, las normas y valores informales pueden proporcionar la flexibilidad
necesaria para ajustar el comportamiento y las expectativas. Sin embargo, también pueden ser una
fuente de rigidez, perpetuando prácticas ineficientes o injustas si se resisten al cambio.
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Organizaciones
Las organizaciones son entidades creadas por individuos para alcanzar ciertos objetivos dentro del
marco de las instituciones formales e informales. Incluyen empresas, sindicatos, ONGs, partidos
políticos, agencias gubernamentales y muchas otras formas de agrupación. Las organizaciones son
actores clave en el proceso económico, ya que toman decisiones sobre la producción, distribución y
consumo de bienes y servicios.
Las organizaciones operan dentro del contexto institucional establecido por las instituciones formales e
informales, pero también pueden influir en la evolución de estas instituciones. Por ejemplo, las empresas
pueden cabildear para cambios en la legislación que favorezcan sus intereses, mientras que los
movimientos sociales pueden presionar por reformas que promuevan la equidad y la justicia. Además,
las organizaciones pueden ser innovadoras, desarrollando nuevas tecnologías, prácticas y formas de
organización que impulsan el crecimiento económico y el desarrollo social.
La eficiencia y efectividad de las organizaciones dependen en gran medida de la calidad del entorno
institucional en el que operan. Un entorno institucional sólido que promueva la competencia, proteja
los derechos de propiedad y garantice el cumplimiento de los contratos puede fomentar la innovación y
la eficiencia organizacional. Por otro lado, un entorno institucional deficiente puede llevar a
comportamientos oportunistas, corrupción y falta de confianza, socavando el desempeño
organizacional.
Interacción e implicaciones de los Componentes del Triángulo Dorado
La interdependencia entre instituciones formales, instituciones informales y organizaciones es
fundamental para comprender cómo funcionan las economías y cómo se pueden lograr cambios
institucionales. Las instituciones formales proporcionan la estructura legal y normativa, mientras que
las instituciones informales influyen en los comportamientos y expectativas de los individuos. Las
organizaciones, por su parte, son los actores que operan dentro de este marco institucional y que pueden
impulsar o resistir el cambio institucional.
El cambio institucional suele ser un proceso complejo y no lineal que implica la interacción dinámica
entre estos tres elementos. Por ejemplo, una reforma constitucional o en las leyes secundarias
(institución formal) puede no ser efectiva si no está respaldada por cambios en las normas y valores
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informales de la sociedad. Del mismo modo, las organizaciones pueden desempeñar un papel
trascendental en la implementación y consolidación de cambios institucionales, pero su éxito dependerá
del apoyo y la aceptación de estas reformas por parte de la sociedad.
En este sentido, el triángulo dorado de la NEI ofrece un marco valioso para analizar y diseñar políticas
de desarrollo económico y social. Reconoce que las reformas institucionales no pueden limitarse a
cambios en las leyes y regulaciones, sino que también deben considerar las normas y valores informales
y el papel de las organizaciones. Este enfoque holístico puede ayudar a identificar las barreras
institucionales al desarrollo y a diseñar estrategias más efectivas para superarlas. Además, el triángulo
dorado destaca la importancia de la adaptación y la flexibilidad en el proceso de cambio institucional.
Las soluciones institucionales no son universales y deben adaptarse a los contextos específicos de cada
sociedad. Las reformas exitosas suelen ser aquellas que logran una alineación entre las instituciones
formales e informales y que cuentan con el apoyo y la participación activa de las organizaciones.
Figura 1. El triángulo Dorado de la Nueva Economía Institucional
Instituciones Inclusivas y Extractivas según Acemoglu y Robinson
Acemoglu y Robinson (2012) presentan un marco analítico para entender las diferencias en el desarrollo
económico y político de los países a través del concepto de instituciones inclusivas y extractivas. Su
obra: "Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza", está fundada
en la idea de que las instituciones son elementales para determinar el éxito o fracaso de las naciones.
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Los autores argumentan que las instituciones inclusivas promueven el desarrollo económico y la
equidad social, mientras que las instituciones extractivas conducen a la explotación y la desigualdad.
Las instituciones inclusivas son aquellas que permiten y fomentan la participación amplia de la
población en actividades económicas, políticas y sociales. Según Acemoglu y Robinson (2012), estas
instituciones se caracterizan por:
Derechos de propiedad seguros: Las personas pueden invertir y trabajar con la certeza de que sus
bienes no serán arbitrariamente confiscados.
Sistema judicial independiente: Un sistema legal justo y transparente que garantiza la protección
de los derechos y el cumplimiento de contratos.
Educación y oportunidades: Acceso equitativo a la educación y a oportunidades económicas, lo
cual fomenta la movilidad social y la innovación.
Incentivos a la inversión y la innovación: Un entorno que motiva a las personas a emprender,
innovar y mejorar sus condiciones de vida.
Las instituciones extractivas son aquellas que están diseñadas para extraer recursos de la mayoría de la
población en beneficio de una élite reducida. Estas instituciones se caracterizan por:
Concentración del poder: El poder político y económico está en manos de una élite que utiliza su
posición para mantener el control y explotar a la mayoría.
Falta de derechos de propiedad seguros: Las personas carecen de la seguridad de que sus bienes
no serán expropiados, lo que desincentiva la inversión y la innovación.
Desigualdad de oportunidades: El acceso a la educación y las oportunidades económicas está
restringido a un grupo privilegiado, lo que perpetúa la pobreza y la falta de movilidad social.
Represión y control: Uso de la fuerza y la represión para mantener el statu quo y evitar cualquier
forma de disidencia o cambio.
Acemoglu y Robinson argumentan que las instituciones extractivas pueden persistir durante largos
períodos debido a la resistencia de las élites a perder sus privilegios. Sin embargo, también explican
que el cambio es posible, aunque generalmente ocurre en momentos de crisis o mediante procesos de
revolución y reforma. Destacan en esta obra el caso de la Revolución Gloriosa en Inglaterra (1688), que
llevó a la creación de instituciones más inclusivas y sentó las bases para la Revolución Industrial. Este
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cambio institucional fue resultado de un proceso en el que diversas fuerzas sociales y económicas se
unieron para desafiar el poder de una élite extractiva, logrando establecer un sistema que beneficiara a
un sector más amplio de la sociedad (Acemoglu & Robinson, 2012).
DISCUSIÓN
La Escuela Institucionalista Americana y la Nueva Economía Institucional (NEI) ofrecen diferentes
perspectivas sobre el papel de las instituciones en el crecimiento económico, pero ambas contribuciones
son complementarias en el estudio de éstas.
Los primeros institucionalistas subrayan la importancia de las instituciones como estructuras sociales
que moldean el comportamiento económico. Consideran que las instituciones son esenciales para
entender las dinámicas económicas, ya que configuran las normas, valores y hábitos que guían la
conducta de los agentes económicos. Para esta corriente de pensamiento, el cambio institucional es
fundamental y se da a través de un proceso evolutivo y acumulativo, donde las instituciones se
desarrollan en respuesta a las necesidades y desafíos sociales y económicos. La Escuela Institucionalista
pone un fuerte énfasis en la historia y en el contexto social, sugiriendo que el desarrollo económico es
un proceso histórico que no puede ser plenamente comprendido sin considerar el papel de las
instituciones.
Por otro lado, la Nueva Economía Institucional presenta una visión más formal y cuantitativa. Las
instituciones son entendidas como las reglas del juego que afectan los incentivos y las transacciones
económicas, por lo tanto, son elementales para reducir los costos de transacción y la incertidumbre,
facilitando el intercambio y promoviendo la eficiencia económica. Por ejemplo, North (1993)
argumenta que las instituciones determinan el rendimiento económico a largo plazo al influir en la
estructura de incentivos en la sociedad. Williamson, por su parte, se centra en la gobernanza de las
transacciones y cómo diferentes estructuras institucionales pueden minimizar los costos de transacción.
Ambas perspectivas coinciden en la importancia de las instituciones para el desarrollo económico, pero
difieren en su enfoque y metodología. La Escuela Institucionalista resalta el contexto histórico y social,
mientras que la Nueva Economía Institucional se centra en el análisis formal y los costos de transacción.
Estas diferencias reflejan enfoques diversos para comprender cómo las instituciones pueden impulsar o
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limitar el crecimiento económico, ofreciendo una visión multidimensional del papel de las instituciones
en la economía.
Sin embargo, ambos enfoques, aunque valiosos en el estudio de las instituciones, deben ser
considerados con un entendimiento crítico de sus sesgos y limitaciones para evitar aseveraciones
erróneas sobre el papel de las instituciones en el crecimiento económico.
CONCLUSIONES
De acuerdo con los aportes del pensamiento económico-institucional, las instituciones determinan de
manera categórica el desarrollo económico y social de los países. Así, la Escuela Institucionalista
Americana ha sido fundamental en el análisis de cómo las instituciones influyen en la conducta
económica. Por su parte, la Nueva Economía Institucional (NEI) ha proporcionado herramientas
teóricas y empíricas para analizar la evolución institucional y su impacto en el desempeño económico.
De manera significativa la contribución de Daron Acemoglu y James A. Robinson han apoyado a la
comprensión de las instituciones, argumentando que la gran brecha entre las naciones prósperas y las
fallidas radica en la calidad de sus instituciones políticas y económicas.
A pesar de estos avances teóricos y empíricos, uno de los principales retos en esta materia es que no
existe una unificación en la teoría institucional, por lo que es inminente la postulación de una teoría de
las instituciones que sea verdaderamente interdisciplinaria. Esto implica articular de manera coherente
las diferentes propuestas teóricas sobre el tema y adaptarlas al estudio de las sociedades del siglo XXI
(Brismat, 2014). La complejidad y la diversidad de las instituciones requieren un enfoque que integre
perspectivas de la economía, la sociología, la ciencia política, la historia y otras disciplinas. Solo a
través de una visión interdisciplinaria se podrá capturar la totalidad de las dinámicas institucionales y
su verdadero impacto en el desarrollo humano.
Dentro de este mismo reto es necesario un debate de fondo sobre qué entender por instituciones. Si bien,
aunque en la actualidad la definición convencional entendida como “reglas del juego” es de mucha
utilidad es necesario desarrollar un concepto más consistente que refleje la multifacética naturaleza de
las instituciones y su evolución en el tiempo. Esta discusión debe considerar la complejidad de los
sistemas institucionales y su interrelación con otros factores sociales, económicos y políticos.
pág. 12588
Lo anterior sin dejar de considerar que ampliar los estudios empíricos sobre las instituciones para
observar cómo transcurre este proceso en la práctica es de suma importancia. La investigación empírica
puede proporcionar evidencias concretas sobre cómo las instituciones evolucionan, cómo interactúan
con otras variables y cuáles son sus efectos reales en el desarrollo de las sociedades. Este enfoque
permitirá evaluar la efectividad de diferentes instituciones y diseñar políticas más informadas y
efectivas para promover el desarrollo sostenible.
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