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fallecido es una semilla que aportará alimento a los vivos, y la muerte es sólo un viaje a otros mundos,
pero están presentes de alguna forma en el plano terrenal” (Boletines UAM, 2022).
Este enfoque sobre la muerte se evidencia en los vestigios arqueológicos encontrados en la región, los
cuales reflejan una concepción de la muerte como parte esencial de la vida.
Con la llegada de los colonizadores españoles a lo que actualmente constituye América, y
específicamente al territorio que hoy forma parte de México, se intentó alterar la concepción indígena
sobre la muerte. Los colonizadores españoles intentaron imponer su visión religiosa, depreciando y
satanizando las costumbres funerarias indígenas. “Se interrumpió para siempre el devenir histórico de
grandes civilizaciones e importantes culturas. Trastornadas sus jerarquías sociales, alterada sus
estructuras económicas y amenazadas sus creencias religiosas, los indígenas tuvieron que adaptarse a
las nuevas circunstancias impuestas por los conquistadores” (Rosati, 2022). Las consideraron
inapropiadas debido a las diferencias culturales y de visión del mundo. En consecuencia, estas
costumbres fueron condenadas y estigmatizadas lo que contribuyó a la modificación de las prácticas
ancestrales relacionadas con la muerte en México.
A pesar de los intentos de cambio impuestos por la colonización la muerte sigue siendo un tema central
en la vida de los mexicanos. “La muerte ha sido un fenómeno que suscita miedo con solo nombrarlo.
No obstante, los mexicanos tienen una perspectiva frente a la muerte diferente a otras culturas; los
mexicanos la disfrutan, la celebran, la burlan, la acarician, duermen con ella, es uno de sus juguetes
favoritos y su amor más permanente” (Mondragon-Sanchez et al., 2020, p.13).
Esta persistencia del vínculo entre la vida y la muerte demuestra la resistencia cultural y la profundidad
de estas tradiciones arraigadas en la sociedad mexicana.
De antemano se comprende que cuando alguien fallece, hay períodos de duelo que los familiares,
amigos y conocidos deben afrontar, y estos tienen una duración específica. Algunos de estos períodos
y rituales se llevan a cabo de manera inmediata tras el fallecimiento, mientras que otros se realizan de
manera regular, a veces por un período definido y otras veces de forma indefinida. Sin embargo, esto
no implica que todos los rituales deban seguir el mismo conjunto de prácticas para lograr su propósito.
Según una publicación reciente de Mnwodnik (2024b), “las tradiciones en el proceso de duelo varían
significativamente entre culturas y comunidades en todo el mundo”. Algunos pueden durar semanas,