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habilidad para aplicarla en situaciones nuevas o complejas; a través del pensamiento crítico, los
estudiantes cuestionan ideas, formulan sus propias opiniones y toman decisiones basadas en un análisis
profundo, pero sin su desarrollo adecuado, estos aspectos quedan desentendidos (Núñez et al., 2020).
Por otro lado, existe un aspecto, que podría considerarse como el más importante, y es la falta de
orientación por parte del docente, teniendo un impacto significativo en el proceso de aprendizaje. Sin
una guía clara, los estudiantes pueden sentirse desorientados, inseguros sobre sus progresos y, en
consecuencia, desmotivados. La orientación del docente ayuda a los estudiantes a comprender los
objetivos de aprendizaje, las expectativas y las estrategias efectivas para alcanzar el éxito académico.
Sin este apoyo, los estudiantes pueden tener dificultades para identificar sus errores, limitando su
capacidad para mejorar y desarrollar nuevas habilidades.
Según Acuña, et al. (2022), la retroalimentación constructiva proporciona una visión clara de sus
fortalezas y áreas de mejora. Cuando los estudiantes no reciben retroalimentación adecuada, se pierde
la oportunidad de corregir malentendidos, reforzar aprendizaje y fomentar la confianza en sus
capacidades, dejando a los estudiantes sin las herramientas necesarias para alcanzar su máximo
potencial. La retroalimentación debe ser oportuna, específica y orientada a brindar soluciones, de modo
que los estudiantes puedan ajustar sus enfoques y avanzar con mayor seguridad en su aprendizaje.
Bajo el análisis de las carencias detectadas que limitan la adquisición de aprendizaje, se hace necesario
aplicar estrategias metacognitivas en el salón de clases, a través del estudio del modelo motivacional de
Pintrich, el cual se toma como base para la creación de una guía metodológica que ayude a desarrollar
la metacognición y detectar estrategias para adquisición de conocimiento efectivo.
Existe un amplio estudio sobre estrategias de aprendizaje basadas en la metacognición, que podrían
estar estrechamente relacionadas con la fase cognitiva de Pintrich. O´Malley & Chamot (1990)
proponen como estrategia metacognitiva la planificación, el monitoreo y la evaluación; la planificación
se entiendo como los pasos a seguir para el desarrollo de una tarea; el monitoreo, es poder llegar a ser
consciente de la actividad que se está realizando, por último, la evaluación sería determinar de qué
manera se realizó la actividad y el resultado que se ha obtenido.
A través de esta propuesta, se pretende que los aprendices tomen conciencia de lo que se está
aprendiendo al relacionar la información nueva con la ya conocida, a través de la planificación y