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En cuanto al tratamiento farmacológico, se debe de tomar en cuenta múltiples factores como el grado
o estadio de la enfermedad, las comorbilidades de cada paciente, principalmente en relación con el
síndrome metabólico, condiciones emergentes asociadas a la enfermedad hepática y factores genéticos.
El tratamiento recomendado actualmente es vitamina E y pioglitazona, además de fármacos que están
en desarrollo. La pioglitazona es útil para revertir la resistencia a la insulina y la lipotoxicidad, ya que
cambia la biología del tejido adiposo e induce resolución de la enfermedad hepática no alcohólica en
un 40-50% de los casos. En algunos estudios también se reporta la mejoría de la fibrosis hepática.
Mejora el metabolismo glucémico y lipídico. Es probable que el tratamiento transforme no sólo la
historia natural de la enfermedad hepática, sino que también se vea un impacto en la mortalidad de los
pacientes con enfermedad hepática no alcohólica, porque además disminuye la progresión de
prediabetes. La vitamina E se ha reportado como agente antioxidante en pacientes con enfermedad
hepática no alcohólica. Este fármaco utilizado en monoterapia reduce la esteatosis, pero no se ha
mostrado eficacia en otros parámetros histológicos y no aumenta la respuesta de la pioglitazona.
Existen otros medicamentos como el orlistat, que reduce la infiltración grasa del hígado, el graso de
fibrosis, el nivel de transaminasas, colesterol total, triglicéridos, LDL y hemoglobina glucosilada. La
sibutramina disminuye los niveles de transaminasas y los datos ultrasonográficos de enfermedad
hepática no alcohólica en pacientes obesos. En pacientes con obesidad severa, la cirugía bariátrica es la
mejor recomendación terapéutica, que además de ser efectiva en la reducción de peso corporal, también
disminuye diversos marcadores relacionados con hígado graso no alcohólico, hipertensión arterial,
niveles de aminotransferasas y diversos biomarcadores tipo 2.
Se ha demostrado que los pacientes con hígado graso no alcohólico tienen un microbiota disfuncional
y esto puede promover la progresión del daño hepático mediante la rotura de la barrera mucosa del
intestino delgado y la translocación bacteriana a la circulación sistémica, lo que conduce a una
inflamación sistémica, incrementando las citoquinas y la resistencia a la insulina, es por esto que se
recomiendan prebióticos y probióticos.
La enfermedad hepática grasa no alcohólica tiene buen pronóstico generalmente, pero en condiciones
metabólicas corregidas. En pacientes con problemas metabólicos graves, tienden a presentar una
evolución desfavorable. La edad y la presencia de inflamación en la biopsia inicial son factores