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Dentro de las múltiples situaciones y agentes relacionados que pueden incidir en los conceptos
estudiados, se encuentran las diversas actividades que realizan los alumnos, tanto dentro como fuera del
centro escolar. Las actividades extraescolares han sido asociadas a un mejor nivel educativo, más
competencias interpersonales, mayores aspiraciones y nivel de atención, según manifiestan estos
autores (Mahoney, et al., 2003), mayor pensamiento crítico y madurez personal y social alegaron (Bauer
& Liang, 2003) y en líneas generales, según estos autores (Noam, et al., 2003), mencionaron que
aportaron grandes beneficios que sirven de puente de unión entre las actividades escolares y las
realizadas fuera del ámbito académico.
Esta situación ha derivado en la utilización en nuestra sociedad, de forma casi masiva, de actividades
fuera del horario escolar que apoyen, complementen y potencien no solo el rendimiento escolar del
alumno, sino también su propio desarrollo personal y otros aspectos como el ocio, la salud, los valores,
etc. Dichas actividades suelen agruparse en dos tipos bien diferenciados: por un lado, las actividades
extraescolares (actividades realizadas de forma externa fuera del curriculum escolar) y las
extracurriculares (actividades desarrolladas dentro del ámbito escolar como complemento para el
alumno y generalmente dependientes del centro).
No obstante, a pesar de estas diferencias, ambos conceptos suelen ser utilizados frecuentemente, y a
nivel popular, como sinónimos, aunque sus diferencias pueden ser notables ya que en el primer caso
dependen de manera casi exclusiva de los padres y en el segundo suelen ser planificadas y desarrolladas
por y desde los mismos centros educativos. Actualmente asistimos a una proliferación cada vez mayor
de actividades académicas (clases particulares y de apoyo, idiomas, música, etc.), deportivas y
culturales. No obstante, en ocasiones, los docentes se quejan de que algunos alumnos realizan
demasiadas actividades fuera de la escuela y que éstas son elegidas por los padres o mal planificadas,
no produciéndose una coordinación o complemento con las actividades realizadas en el colegio.
En este sentido, (Marsh & Kleitman, 2002), afirman que las actividades extracurriculares seleccionadas
y planificadas en la escuela son más beneficiosas que las realizadas fuera de ella ya que frecuentemente
estas últimas no gozan de la suficiente planificación, ordenación y sentido lógico y coherente.