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El estudio revela que las intervenciones del Estado y la pérdida de autoridad de las figuras tradicionales,
como los Longko, han debilitado los mecanismos comunitarios de resolución de conflictos, incluyendo
el maltrato infantil. Este debilitamiento, junto con la imposición de un sistema educativo monocultural,
ha llevado a una desintegración de la cohesión social y cultural, afectando gravemente la protección
infantil. La normalización del abuso y la falta de sanción efectiva crean un entorno donde el maltrato
se perpetúa. (Sanhueza, L. 2018).
Es esencial reconocer y fortalecer las prácticas tradicionales y las autoridades locales, fomentando un
diálogo intercultural que permita una intervención más efectiva y contextualizada. Solo así se podrá
garantizar una protección integral de los derechos de la niñez indígena, evitando la revictimización y la
transmisión intergeneracional del abuso.
El estudio sobre el "Panorama estadístico de la violencia contra niñas, niños y adolescentes en México"
de UNICEF presenta un análisis integral sobre la violencia infantil, abordando tanto sus manifestaciones
como los desafíos en la recolección de datos. Desde una perspectiva de derechos humanos y género, el
análisis reflexivo revela la urgente necesidad de fortalecer los sistemas de protección infantil en México.
(UNICEF. 2019)
El maltrato infantil es un fenómeno multifacético que ocurre en diversos entornos: el hogar, la escuela,
la comunidad, e incluso en instituciones. Este documento destaca cómo las niñas, niños y adolescentes,
especialmente los más vulnerables por factores como el abandono, la discapacidad o el desplazamiento
forzado, enfrentan mayores riesgos de violencia. La violencia infantil no solo es física, sino también
emocional, sexual, y puede incluir la negligencia y prácticas perjudiciales que a menudo son
normalizadas culturalmente. Este último aspecto es especialmente relevante desde una perspectiva de
género, ya que las niñas pueden enfrentar violencia de género adicional dentro y fuera del hogar.
Uno de los principales desafíos identificados es la fragmentación y escasez de datos sobre violencia
infantil, lo que impide el desarrollo de políticas públicas efectivas y coherentes. La invisibilidad de
ciertos tipos de violencia, debido a la falta de denuncias y al miedo al estigma o a la revictimización,
subestima la magnitud del problema. Por lo tanto, es crucial mejorar la recolección de datos
desagregados por género, edad y otros factores de vulnerabilidad, lo que permitiría una mejor
comprensión de las dinámicas de violencia y una respuesta más eficaz. (UNICEF. 2019)