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Alomar, G. y Llop, J. (2019) confirmaron la presencia de la isla de calor en Palma mediante transectos
urbanos y sugirieron estudiar la influencia de la geometría de calles en este fenómeno. Propusieron
futuras investigaciones utilizando teledetección espacial para modelar y evaluar el impacto de la isla de
calor en la precipitación local. También Barrera, I.; Caudillo, C.; Madina, L.; Ávila, F. y Montejano, J.
(2022) identificaron relaciones socioeconómicas y de vulnerabilidad con zonas de alta temperatura
diurna y nocturna, sugiriendo implicaciones espaciales significativas para la planificación urbana.
Candanedo, M. y Villarreal, D. (2019) identificaron islas de calor en las principales vías de la Ciudad
de Panamá, con variaciones significativas de temperatura diurna y estacional, recomendando medidas
adicionales de temperatura y calidad ambiental, junto con normativas para mitigar el fenómeno.
Cuadrat, J.; Serrano, R.; Barrao, S.; Saz, M. Y Tejedor, E. (2022) concluyeron que la intensidad de la
isla de calor urbana es mayor por la noche, puede desaparecer durante el día y varía según la estación y
la velocidad del viento. Mientras que Grajeda, R.; Levet, A.; Mondragon, M. y Velázquez, C. (2023)
destacaron la necesidad de una vinculación metodológica práctica en futuras investigaciones sobre la
isla de calor, especialmente en ciudades mexicanas con diversos climas. López, F.; Navarro, L.; Díaz,
R. y Navarro, J. (2021) en su investigación utilizó teledetección para estudiar la influencia del
porcentaje de cobertura vegetal en la temperatura superficial del suelo, analizando su distribución
espacial a través de un SIG. Mientras que de Manzanilla, U. (2023) determinó las islas de calor urbanas
en Uruapan, Michoacán, utilizando datos meteorológicos y satelitales.
Marincic, I. (2022) subrayó la importancia de implementar soluciones de mitigación adaptadas a
condiciones climáticas locales basadas en investigaciones recientes sobre la isla de calor en ciudades
desérticas. Menacho, E. y Teruya, S. (2019) identificaron islas de calor y frío en diez zonas de estudio,
encontrando relaciones estadísticamente significativas con factores como elevación, vegetación,
densidad urbana y uso del suelo. Moreira, J.; Amorim, M y García, F. (2019) encontraron que las
intensidades máximas de isla de calor en Bogotá ocurren en diciembre, exacerbando las molestias
térmicas ambientales en esa estación. Rubiano, K. (2019) analizó la capacidad de regulación térmica de
las coberturas vegetales públicas en Bogotá, utilizando análisis geoestadístico y teledetección.
Mientras que Soto, E. (2020) caracterizó la isla de calor urbana en el Valle de Aburrá utilizando
imágenes satelitales, identificando su concentración en áreas urbanas densas con poca exposición a los