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INTRODUCCIÓN
En primera instancia, es preciso señalar que la HTA es un problema de salud pública mundial y, según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), se define como un trastorno que produce una presión
arterial igual o por encima de 140/90 mmHg. Por otro lado, de acuerdo con el Institute for Health
Metrics and Evaluation (IHME), es el mayor contribuyente a la carga de morbilidad y mortalidad, de
modo que se convierte en un importante factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, insuficiencia
renal, muerte prematura y discapacidad (1), y afecta en gran medida a países en desarrollo que tienen
sistemas de salud débiles (2).
Ahora bien, la hipertensión se clasifica como hipertensión primaria cuando la presión arterial es
persistentemente más alta de lo normal, y sin una causa subyacente conocida; además, representa
entre el 85 % y el 90 % de todos los casos de hipertensión y afecta individuos entre los 18 y 65 años.
Entre tanto, se considera controlada cuando se mantienen valores de tensión arterial <140/90 mmHg, y
no controlada con valores >140/90 mmHg, y esto se da cuando no hay adherencia al tratamiento
farmacológico o no se tiene conocimiento de la enfermedad.
En concordancia con lo expuesto por la OMS, la prevalencia global de HTA en el mundo es del 20 %
al 25 %, cifra que varía según género, edad y diversos factores socioeconómicos; por ejemplo, en 2019,
había 1 130 millones de hipertensos registrados. Cabe resaltar que más de dos tercios de los pacientes
hipertensos viven en países en desarrollo, donde se suman diversos factores socioeconómicos que
aumentan la incidencia de la HTA, como baja educación, altos costos de medicamentos, acceso limitado
a servicios de atención médica, etc. (3).
Por otra parte, la hipertensión se presenta con mayor frecuencia en los ancianos y alcanza tasas
superiores al 60 % en personas mayores de 60 años. De tal manera, a medida que las poblaciones
envejecen, adquieren más factores de riesgo relacionados con malos hábitos como dieta inadecuada,
consumo de alcohol, inactividad física y comorbilidades como obesidad, diabetes mellitus o
hipercolesterolemia. Como resultado, la prevalencia de la hipertensión sigue aumentando en todo el
mundo (2); se estima que el número de personas con HTA aumentará entre un 15 % y 20 % para el
2025, y alcanzará los 1 500 millones de personas (4).