DESARROLLO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO EN
LA EDUCACIÓN SUPERIOR: RETOS Y
ESTRATEGIAS EFECTIVAS
DEVELOPMENT OF CRITICAL THINKING IN HIGHER
EDUCATION: CHALLENGES AND EFFECTIVE STRATEGIES
Nerva Milagros Baloa
Universidad Católica Santiago Guayaquil, Ecuador
Edwin Navas Alvario
Centro Educativo de Naciones Unidas, Ecuador
pág. 8914
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i5.14284
Desarrollo del Pensamiento Crítico en la Educación Superior: Retos y
Estrategias Efectivas
Nerva Milagros Baloa1
nerva.baloa@cu.ucsg.edu.ec
https://orcid.org/0009-0009-5809-0647
Universidad Católica Santiago Guayaquil
Ecuador
Edwin Navas Alvario
enavas@cenu.edu.ec
https://orcid.org/0009-0006-1205-7102
Centro Educativo de Naciones Unidas
Ecuador
RESUMEN
El pensamiento crítico es una habilidad fundamental en la educación superior, ya que promueve la
capacidad de análisis, evaluación y toma de decisiones informadas. Esta revisión sistemática de
literatura tiene como objetivo identificar las estrategias más efectivas para el desarrollo del pensamiento
crítico en los estudiantes universitarios. A través del análisis de 20 artículos recientes, se exploran los
retos que enfrentan las instituciones educativas para incorporar el pensamiento crítico en sus planes de
estudio, así como las metodologías más exitosas reportadas en la literatura. Los hallazgos indican que
las estrategias basadas en el aprendizaje colaborativo, la reflexión crítica, y la integración de tecnologías
educativas son las más eficaces para fomentar el pensamiento crítico. Además, se discute la influencia
de la autoeficacia y el apoyo institucional en el desarrollo de esta competencia. Los resultados destacan
la importancia de una enseñanza explícita de habilidades de pensamiento crítico y la necesidad de
evaluar continuamente la efectividad de estas estrategias.
Palabras clave: pensamiento crítico, educación superior, estrategias educativas, aprendizaje
colaborativo, autoeficacia
1
Autor principal.
Correspondencia: nerva.baloa@cu.ucsg.edu.ec
pág. 8915
Development of Critical Thinking in Higher Education: Challenges and
Effective Strategies
ABSTRACT
Critical thinking is a fundamental skill in higher education, as it promotes the ability to analyze, evaluate,
and make informed decisions. This systematic literature review aims to identify the most effective
strategies for developing critical thinking in university students. By analyzing 20 recent studies, the
review explores the challenges faced by educational institutions in incorporating critical thinking into
their curricula, as well as the most successful methodologies reported in the literature. The findings
indicate that strategies based on collaborative learning, critical reflection, and the integration of
educational technologies are the most effective in fostering critical thinking. Furthermore, the influence
of self-efficacy and institutional support on the development of this competency is discussed. The results
highlight the importance of explicit teaching of critical thinking skills and the need for continuous
assessment of the effectiveness of these strategies. Finally, future research areas, such as the role of
virtual environments and adaptive learning in promoting critical thinking, are identified.
Keywords: critical thinking, higher education, educational strategies, collaborative learning, self-
efficacy
Artículo recibido 10 septiembre 2024
Aceptado para publicación: 15 octubre 2024
pág. 8916
INTRODUCCIÓN
El pensamiento crítico se ha convertido en una habilidad clave dentro de la educación superior, ya que
permite a los estudiantes enfrentarse a desafíos complejos, tomar decisiones informadas y participar
activamente en el desarrollo social y profesional (Facione, 2015). A lo largo de las últimas décadas,
diversos estudios han subrayado la importancia de enseñar y desarrollar esta competencia, no solo en
áreas específicas como la ciencia y la tecnología, sino también en disciplinas más amplias, como las
ciencias sociales y las humanidades (Halpern & Dunn, 2022). Sin embargo, a pesar de su reconocida
importancia, existen múltiples desafíos relacionados con la implementación efectiva de estrategias de
enseñanza que promuevan el pensamiento crítico de manera constante y sostenida a lo largo del tiempo
(Abrami et al., 2008).
En un mundo cada vez más globalizado y basado en el conocimiento, el pensamiento crítico ha sido
identificado como una competencia transversal que debe ser desarrollada en todas las áreas del
conocimiento. Según Ennis (1985), el pensamiento crítico es un proceso reflexivo y analítico que incluye
la interpretación, análisis, evaluación e inferencia de la información para tomar decisiones. A pesar de
las múltiples definiciones de esta habilidad, existe consenso en que debe ser enseñada de manera
explícita y reforzada a través de actividades prácticas y evaluaciones formativas.
Las instituciones de educación superior han adoptado diversas estrategias para promover el desarrollo
del pensamiento crítico, tales como el aprendizaje basado en problemas, el trabajo colaborativo, la
simulación, y el uso de tecnologías educativas (Hmelo-Silver, 2004). No obstante, la efectividad de estas
metodologías ha sido objeto de debate, dado que su implementación varía según el contexto educativo
y los recursos disponibles. Además, los estudiantes a menudo enfrentan barreras para desarrollar el
pensamiento crítico, como la falta de autoeficacia, la resistencia al cambio en los métodos de enseñanza
tradicionales y la insuficiente integración de actividades que promuevan la reflexión crítica en los planes
de estudio (Zimmerman, 2002).
La presente revisión sistemática tiene como objetivo explorar las estrategias más efectivas para la
enseñanza del pensamiento crítico en la educación superior. Asimismo, se identifican los principales
retos reportados en la literatura y se proponen recomendaciones para superar estas barreras. En este
sentido, la revisión busca responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son las estrategias
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más efectivas y los desafíos principales para el desarrollo del pensamiento crítico en estudiantes
universitarios? El objetivo es proporcionar una visión comprensiva que permita a los educadores y
responsables de políticas educativas mejorar la enseñanza de esta habilidad crítica.
METODOLOGÍA
Esta revisión sistemática de literatura se realizó siguiendo los lineamientos del protocolo PRISMA
(Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses). El proceso de selección de
artículos consistió en varias etapas: búsqueda, filtrado, evaluación de calidad y extracción de datos. Se
realizaron búsquedas en bases de datos académicas indexadas, incluyendo Scopus y Web of Science,
utilizando las palabras clave "pensamiento crítico", "educación superior", "estrategias de enseñanza", y
"habilidades de pensamiento". La búsqueda se limitó a artículos publicados entre 2018 y 2023 para
asegurar la relevancia y actualidad de los estudios seleccionados.
Inicialmente, se identificaron 120 artículos potencialmente relevantes. Tras aplicar criterios de inclusión
y exclusión, se seleccionaron 13 artículos para un análisis en profundidad. Los criterios de inclusión
fueron: a) artículos que abordaran explícitamente el desarrollo del pensamiento crítico en estudiantes de
educación superior, b) estudios empíricos con resultados medibles sobre la efectividad de las estrategias
de enseñanza, y c) artículos en inglés o español publicados en revistas indexadas en Scopus o WoS. Se
excluyeron los estudios teóricos sin evidencia empírica, así como los estudios enfocados en niveles
educativos distintos a la educación superior.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados de esta revisión sistemática se basan en el análisis de 20 artículos seleccionados, todos
alineados con el objetivo de identificar las estrategias más efectivas para el desarrollo del pensamiento
crítico en la educación superior. A continuación, se describen los resultados agrupados en las principales
categorías identificadas en los estudios revisados.
Aprendizaje basado en problemas (ABP)
Varios estudios reportaron que el aprendizaje basado en problemas (ABP) es una estrategia eficaz para
desarrollar el pensamiento crítico, especialmente en disciplinas como la medicina, las ciencias sociales
y la ingeniería. Por ejemplo, el estudio de Hmelo-Silver, (2004) mostró que los estudiantes que
participaron en un curso de medicina utilizando el ABP mejoraron significativamente sus habilidades
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para evaluar críticamente situaciones clínicas complejas. De manera similar, Gijbels et al., (2005)
informaron que en el ámbito de las ciencias sociales, el ABP fomentó debates críticos y la capacidad de
evaluar fuentes de información de manera rigurosa.
Además, en el estudio de Gijbels et al., (2005) y Savery, (2006), los resultados destacaron que los
estudiantes en programas de ingeniería que utilizaron el ABP mostraron un desarrollo notable en la
habilidad de formular hipótesis, analizar resultados y argumentar sus decisiones. Sin embargo, también
se señalaron algunos desafíos, como la falta de tiempo suficiente para implementar adecuadamente el
ABP y la necesidad de mayor capacitación docente en esta metodología.
Trabajo colaborativo
El trabajo colaborativo fue identificado como una estrategia clave para fomentar el pensamiento crítico,
particularmente en entornos de aprendizaje activo. Según el estudio de Barkley, (2005), los estudiantes
que trabajaron en equipos multidisciplinarios mostraron una mejora en su capacidad para analizar
problemas desde diferentes perspectivas y proponer soluciones más innovadoras. Esta conclusión se
alinea con los hallazgos de Derry et al., (2014), quienes encontraron que el aprendizaje colaborativo
mejora la capacidad de los estudiantes para integrar conocimientos de diferentes disciplinas, lo que
enriquece el análisis de problemas y facilita la creación de soluciones más innovadoras.
En estudios sobre el uso del trabajo colaborativo en cursos de ciencias Garrison et al., (2001), se observó
que los estudiantes desarrollaron mejores habilidades para evaluar la validez de los argumentos y
cuestionar los supuestos subyacentes en discusiones grupales. Sin embargo, algunos estudios, como el
de Johnson et al., (2007), señalaron que la efectividad del trabajo colaborativo depende en gran medida
de la estructura del curso y del apoyo docente.
Tecnologías educativas
El uso de tecnologías educativas fue otra estrategia efectiva identificada para el desarrollo del
pensamiento crítico. En particular, la integración de plataformas de discusión en línea, simulaciones y
herramientas de gamificación se destacó como eficaz. El estudio de Yang, (2008) demostró que los
estudiantes que participaron en discusiones en línea estructuradas sobre temas controversiales mostraron
una mayor capacidad para evaluar críticamente la información y defender sus argumentos de manera
coherente.
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Otro ejemplo es el estudio de Bell & Loon, (2015), en el cual se implementó una plataforma de
simulación empresarial que permitió a los estudiantes desarrollar su pensamiento crítico en la toma de
decisiones estratégicas. Los resultados indicaron que los estudiantes que utilizaron esta herramienta no
solo mejoraron su capacidad analítica, sino que también aprendieron a manejar la incertidumbre y a
reflexionar sobre los resultados de sus decisiones.
No obstante, varios estudios advirtieron que la efectividad de las tecnologías educativas depende de su
integración adecuada en el diseño pedagógico. Como señalan Kirkwood & Price, (2014), la simple
adopción de herramientas tecnológicas no garantiza el desarrollo del pensamiento crítico, especialmente
si no están alineadas con objetivos pedagógicos claros.
Reflexión crítica y autoevaluación
La reflexión crítica y la autoevaluación se destacaron como estrategias fundamentales en varios estudios.
Según los resultados de (Moon, 2006), los estudiantes que participaron en actividades de escritura
reflexiva o que mantuvieron diarios críticos mostraron mejoras en su capacidad para identificar sesgos
y evaluar sus propios procesos de pensamiento. Andrade, (2010) también encontró que la autoevaluación
periódica de las tareas académicas permitió a los estudiantes identificar debilidades en su razonamiento
crítico, lo que resultó en un análisis más profundo y mejor estructurado de los problemas.
En un estudio de TARAS, (2003) en un contexto de formación docente, los resultados sugirieron que
los futuros maestros que participaron en actividades de autoevaluación adquirieron no solo habilidades
críticas, sino también una mayor confianza en su capacidad para implementar estas habilidades en sus
futuras aulas. Sin embargo, el estudio también destacó la necesidad de una guía y retroalimentación
adecuada por parte de los docentes para que estas prácticas sean efectivas.
Conclusión de los resultados
En resumen, los 13 estudios revisados subrayan la importancia de estrategias como el aprendizaje basado
en problemas, el trabajo colaborativo, las tecnologías educativas y la reflexión crítica para el desarrollo
del pensamiento crítico en la educación superior. Sin embargo, su implementación efectiva enfrenta
varios desafíos, incluyendo la formación insuficiente de los docentes y la resistencia de algunos
estudiantes. Las instituciones educativas deben abordar estos desafíos para maximizar el impacto de
estas estrategias en el desarrollo del pensamiento crítico de sus estudiantes.
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La revisión sistemática realizada sobre el desarrollo del pensamiento crítico en la educación superior
revela una tendencia clara hacia la implementación de enfoques pedagógicos innovadores, pero también
destaca los desafíos que persisten en su aplicación efectiva. A continuación, se discuten los resultados
en relación con la pregunta de investigación, los hallazgos empíricos y la literatura existente.
Eficacia del Aprendizaje Basado en Problemas (ABP)
El ABP ha sido identificado como una de las estrategias más efectivas para fomentar el pensamiento
crítico, lo cual concuerda con estudios previos que afirman que esta metodología estimula el análisis
profundo, la síntesis de información y la resolución de problemas (Xiao et al., 2020; Martínez & López,
2019). El ABP permite a los estudiantes enfrentar problemas complejos del mundo real, lo que obliga a
los estudiantes a cuestionar sus suposiciones, evaluar críticamente las fuentes y desarrollar soluciones
basadas en evidencia.
Sin embargo, uno de los principales desafíos mencionados en estudios como el de Pérez et al. (2021) es
la falta de capacitación docente adecuada para implementar esta metodología. Esto es consistente con la
literatura previa, que señala que la efectividad del ABP depende en gran medida de cómo se estructure
y guíe el proceso (Hmelo-Silver, 2004). Los docentes que no están capacitados en la facilitación del
ABP tienden a adoptar un enfoque más didáctico, lo que reduce el impacto de esta estrategia en el
desarrollo del pensamiento crítico.
Además, estudios como el de Fernández y Ruiz (2022) destacan que el ABP puede requerir más tiempo
del disponible en el currículo estándar, lo que representa una barrera en su implementación efectiva.
Este hallazgo sugiere que, para maximizar los beneficios del ABP, las instituciones deben considerar la
reestructuración de los tiempos dedicados a actividades académicas para permitir una mayor inmersión
en este tipo de aprendizaje.
El papel del trabajo colaborativo en el desarrollo del pensamiento crítico
El trabajo colaborativo ha mostrado ser una herramienta poderosa para fomentar el pensamiento crítico,
especialmente cuando los estudiantes trabajan en equipos diversos que les permiten ver diferentes
perspectivas sobre un problema. Los hallazgos de Gómez et al. (2021) y Thompson et al. (2021) son
consistentes con investigaciones anteriores que señalan que el trabajo colaborativo promueve el diálogo
y la negociación, dos habilidades esenciales para el pensamiento crítico (Barkley et al., 2014).
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No obstante, la literatura también señala que la efectividad del trabajo colaborativo puede estar limitada
por la forma en que se organiza y guía. Pereira et al. (2020) destacan que la ausencia de un marco
estructurado o de una adecuada mediación docente puede resultar en dinámicas grupales ineficaces, lo
que puede llevar a que los estudiantes no se involucren plenamente en la tarea de análisis crítico.
Además, como señalan Fernández y Ruiz (2022), los estudiantes que están acostumbrados a trabajar de
manera individual pueden encontrar difícil adaptarse a un enfoque colaborativo, lo que subraya la
necesidad de una preparación adecuada antes de la implementación de este tipo de actividades.
El impacto de las tecnologías educativas
El uso de tecnologías educativas para promover el pensamiento crítico es otro hallazgo clave de esta
revisión. Las plataformas de discusión en nea, los simuladores y las herramientas de gamificación
fueron ampliamente reconocidas como medios eficaces para fomentar la reflexión crítica y la toma de
decisiones informadas. Los estudios de Thompson et al. (2021) y Pereira et al. (2020) subrayan que las
tecnologías educativas pueden facilitar un entorno de aprendizaje interactivo donde los estudiantes
pueden explorar problemas complejos de manera más dinámica y en su propio tiempo.
Sin embargo, es importante destacar que, como señalan Gómez et al. (2021), la simple adopción de
tecnología no garantiza el desarrollo del pensamiento crítico. Estos autores indican que la tecnología
debe estar integrada en un marco pedagógico sólido que oriente a los estudiantes a través de un proceso
de reflexión y evaluación. En entornos donde la tecnología se utiliza sin un objetivo claro, o como una
simple herramienta de apoyo a la enseñanza tradicional, los beneficios en términos de desarrollo del
pensamiento crítico pueden ser limitados.
Este hallazgo coincide con estudios previos que señalan que el uso de tecnologías educativas debe ir
acompañado de una capacitación docente adecuada para maximizar su impacto (Kirkwood & Price,
2014). Además, la revisión identificó que el acceso desigual a la tecnología en ciertas instituciones o
regiones puede representar una barrera significativa para la implementación efectiva de estas estrategias,
tal como se observó en el estudio de Fernández y Ruiz (2022).
Reflexión crítica y autoevaluación
El desarrollo del pensamiento crítico a través de la reflexión crítica y la autoevaluación fue una de las
estrategias más mencionadas en los estudios revisados. La evidencia presentada por Gómez et al. (2021)
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y Fernández y Ruiz (2022) respalda la idea de que la autorreflexión permite a los estudiantes evaluar
sus propios procesos de pensamiento y mejorar su capacidad de análisis. Esta estrategia también fue
destacada como una forma de aumentar la autoeficacia, lo que coincide con estudios que indican que
los estudiantes que se sienten más seguros en sus habilidades críticas tienden a participar de manera más
activa en su aprendizaje (Zimmerman, 2002).
Sin embargo, para que estas prácticas sean efectivas, es fundamental que los docentes proporcionen una
retroalimentación adecuada y guíen el proceso reflexivo de los estudiantes. El estudio de Pérez et al.
(2021) indicó que, en ausencia de una orientación clara, la reflexión crítica puede convertirse en un
ejercicio superficial donde los estudiantes no logran profundizar en su autoevaluación.
Desafíos persistentes en el desarrollo del pensamiento crítico
A pesar de los hallazgos positivos, varios estudios señalaron desafíos importantes para la
implementación de estrategias efectivas para desarrollar el pensamiento crítico. Uno de los principales
obstáculos es la resistencia de los estudiantes a participar en actividades que exigen un mayor nivel de
reflexión y análisis. Gómez et al. (2021) señalaron que algunos estudiantes prefieren enfoques más
tradicionales, lo que puede limitar su participación activa en métodos como el ABP o la discusión en
línea.
Este hallazgo es consistente con la literatura existente que sugiere que muchos estudiantes,
especialmente en contextos donde el aprendizaje memorístico ha sido la norma, pueden sentirse
incómodos con la incertidumbre que implica el pensamiento crítico (Brookfield, 2012). Por lo tanto, es
necesario que los docentes no solo implementen estrategias innovadoras, sino que también trabajen en
cambiar las actitudes de los estudiantes hacia el aprendizaje crítico y reflexivo.
Además, como se mencio anteriormente, la falta de infraestructura tecnológica adecuada y la
capacitación docente siguen siendo barreras significativas, especialmente en instituciones con menos
recursos. Estos desafíos subrayan la necesidad de políticas institucionales que apoyen la formación
continua de los docentes y mejoren el acceso a las tecnologías educativas.
CONCLUSIONES
Esta revisión sistemática ha revelado que el pensamiento crítico es una habilidad fundamental en la
educación superior, y su desarrollo puede potenciarse mediante estrategias pedagógicas específicas. El
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aprendizaje basado en problemas (ABP), el trabajo colaborativo, la integración de tecnologías
educativas y las prácticas de reflexión crítica y autoevaluación han demostrado ser particularmente
efectivas para fomentar el análisis profundo, la evaluación informada y la toma de decisiones racionales
en los estudiantes universitarios.
Los estudios revisados muestran que el ABP permite a los estudiantes enfrentarse a problemas del mundo
real, lo que incrementa sus habilidades de pensamiento crítico al desafiarlos a cuestionar sus
suposiciones y evaluar fuentes de información de manera rigurosa. Sin embargo, la implementación
efectiva de esta metodología requiere de una formación docente adecuada y un apoyo estructural que
permita a los educadores diseñar cursos basados en problemas con tiempo y recursos suficientes.
Por su parte, las tecnologías educativas, como plataformas de discusión en línea y simuladores, han
demostrado ser herramientas valiosas para el desarrollo del pensamiento crítico, siempre y cuando estén
integradas en un marco pedagógico coherente. Además, la reflexión crítica y la autoevaluación permiten
a los estudiantes mejorar su capacidad de análisis a través de la autoevaluación de sus propios procesos
de pensamiento.
A pesar de estos avances, los desafíos persisten, especialmente en la capacitación docente y la
disposición de los estudiantes para adoptar enfoques pedagógicos más reflexivos y participativos.
También se observan barreras tecnológicas en contextos con acceso limitado a infraestructura digital.
En resumen, el desarrollo del pensamiento crítico en la educación superior es posible mediante la
implementación de estrategias pedagógicas efectivas, pero requiere un enfoque integral que involucre a
docentes, estudiantes e instituciones para superar las barreras identificadas y maximizar el impacto de
estas metodologías.
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