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UNA MIRADA AL ESCENARIO EDUCATIVO:
DIMENSIONES, COMPONENTES Y
DEMOCRACIA
A LOOK AT THE EDUCATIONAL SCENARIO: DIMENSIONS,
COMPONENTS AND DEMOCRACY
Julio Cesar Galindo Lozano
Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología (UMECIT)
Denys Paola Galindo Lozano
Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología (UMECIT)
pág. 9119
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i5.14301
Una Mirada Al Escenario Educativo: Dimensiones, Componentes Y
Democracia
Julio Cesar Lozano1
denisgalindolozano@hotmail.com
Universidad Metropolitana de Educación,
Ciencia y Tecnología (UMECIT)
Panamá
Denys Paola Galindo Lozano
juligan-182@hotmail.com
Universidad Metropolitana de Educación,
Ciencia y Tecnología (UMECIT)
Panamá
RESUMEN
El objetivo de este artículo es hacer una revisión crítica y ampliar la comprensión de los términos y
conceptos relacionados con la organización, la planificación, la administración educativa y la relación
de la educación con la democracia, desde las miradas epistémicas de diversos autores. Para ello, en este
documento se planea hacer un análisis detallado de los procesos que están involucrados en la
organización, planificación y administración educativa, y como estos mecanismos claves de las
organizaciones educativas representan para el sector puntos fundamentales para la formación integral,
el desarrollo y adquisición de competencias y habilidades cognitivas y socioemocionales de los sujetos
de la educación. Del mismo modo, se busca hacer una reflexión profunda en torno a la relación que
posee el sistema educativo con la democracia, no viendo a esta última, como una asignatura del
currículo, sino como una formación social que debe tener todo ciudadano para propiciar la equidad, la
igualdad y la participación activa en los diversos contextos en los que interactúa.
Palabras clave: educación, planificación educativa, dimensiones, democracia.
1
Autor principal
Correspondencia: denisgalindolozano@hotmail.com
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A Look at The Educational Scenario: Dimensions, Components and
Democracy
ABSTRACT
The objective of this article is to conduct a critical review and expand the understanding of the terms
and concepts related to the organization, planning, and administration of education, as well as the
relationship between education and democracy, from the epistemic perspectives of various authors. To
this end, this document plans to conduct a detailed analysis of the processes involved in the organization,
planning, and administration of education, and how these key mechanisms of educational organizations
represent fundamental points for the integral formation, development, and acquisition of cognitive and
socioemotional competencies and skills of the subjects of education. Similarly, it seeks to make a deep
reflection on the relationship that the educational system has with democracy, not seeing the latter as a
subject of the curriculum, but as a social formation that every citizen must have to promote equity,
equality, and active participation in the diverse contexts in which they interact.
Keywords: education, educational planning, dimensions, democracy.
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INTRODUCCIÓN
Para precisar las siguientes reflexiones, es preciso mencionar que este escrito tiene como fundamento
abarcar aspectos importantes de la investigación realizada por Marcelo Carrillo en 2018, titulada
"Planificación educativa, dimensiones y componentes". En primera instancia, es relevante definir que la
planificación es una actividad técnica relacionada con el proceso de toma de decisiones en el campo de
la educación. En otras palabras, esta busca analizar las implicaciones de diferentes políticas para ayudar
a los responsables de la toma de decisiones a elegir el conjunto más apropiado de acuerdo a los objetivos
propuestos.
Por otro lado, cuando se habla de educación, se refiere a la línea de reflexión, integración y análisis en
común de la concepción y práctica educativa que asume y aplica el equipo de profesores de un plantel
educativo. desde esta perspectiva, la educación debe mirarse como un quehacer colaborativo y de
resolución de problemas que surgen de la práctica del currículum adoptado por cada institución
(Andújar, 2012).
Ahora bien, en cuanto a la planificación educativa, es evidente que se ha obviado en el pasado y hoy en
día el estudio de las variables sociológicas que implican, coartan y condicionan el éxito de los métodos
planificadores centrados exclusivamente en la oferta, es decir, las políticas educativas que se basan sólo
en las necesidades del sistema productivo sin considerar la demanda educativa por parte de los
estudiantes (Rodríguez, 1996). En este sentido, se argumenta que, si no hay alumnos dispuestos a
estudiar las enseñanzas ofertadas, no hay adecuación posible con las necesidades del mundo productivo,
por lo que es conveniente estudiar y analizar los efectos de la demanda educativa en los estudios de
prospección, diseño y planificación de la oferta de enseñanza (Rodríguez, 1996).
Una vez precisado lo anterior, es necesario definir que la planificación educativa es un proceso complejo
y multidimensional que involucra diversos factores y actores. La visión sistémica de la planificación
educativa es fundamental para entender la interrelación entre sus diferentes componentes y dimensiones.
Esta visión permite comprender cómo cada parte de la planificación educativa interactúa y se relaciona
con el todo, proporcionando una perspectiva integral y holística (Floris & Guidi, 2012). La planificación
educativa debe considerarse como un sistema donde todos los elementos se encuentran interconectados
y son interdependientes, lo que permite evaluar y mejorar de manera continua cada uno de sus
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componentes.
Así pues, es sumamente importante definir a la planificación educativa como ese proceso esencial en el
ámbito de la educación que tiene como objetivo organizar y estructurar las actividades y recursos
necesarios para lograr metas y objetivos educativos. También, Implica la organización y estructuración
de los recursos y actividades educativas, teniendo en cuenta las necesidades de los estudiantes, los
recursos disponibles y los contextos en los que se desarrolla la enseñanza. Este proceso implica la toma
de decisiones y la formulación de estrategias para optimizar el aprendizaje y el desarrollo de los
estudiantes. (Carrillo, 2018).
Por otro lado, el carrillo (2018) describe La micro y macro planificación educativa en dos niveles para
establecer objetivos, estrategias y acciones en diferentes contextos. La microplanificación educativa se
enfoca en la planificación a nivel de aula o grupo específico de estudiantes. Implica la elaboración de
planes de lecciones detallados y actividades de enseñanza y aprendizaje para alcanzar los objetivos
educativos establecidos. Es un nivel más específico y detallado de planificación que se implementa en
el aula. Y la macro planificación educativa se refiere a la planificación a nivel institucional o sistémico.
Considera aspectos más amplios y a largo plazo, como la definición de políticas educativas, la
distribución de recursos, el diseño curricular y la evaluación del sistema educativo en su conjunto. Este
nivel de planificación es esencial para establecer la visión, misión y metas de una institución educativa,
así como para coordinar y organizar los diferentes componentes del sistema educativo.
En términos generales, la planificación educativa puede involucrar diferentes dimensiones y
componentes que se interrelacionan entre sí, estas pueden variar según los enfoques y contextos
específicos, pero generalmente incluyen los siguientes aspectos.
Dimensiones:
I.Planeación pedagógica o en el aula: Se centra en el diseño de estrategias y métodos de enseñanza, la
selección de contenidos educativos relevantes y la evaluación del aprendizaje de los estudiantes.
II.Planeación curricular: Implica la elaboración y organización de los planes de estudio, los programas
de estudio y la secuenciación de los contenidos educativos.
III.Planeación institucional: Considera el contexto y los recursos disponibles en la institución educativa,
como infraestructura, personal docente, financiamiento, entre otros.
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IV.Componentes:
V.Objetivos educativos: Establecer metas claras y específicas que se pretenden alcanzar en el proceso
educativo.
VI.Estrategias de enseñanza: Determinar los métodos, técnicas y recursos didácticos que se utilizarán
para facilitar el aprendizaje de los estudiantes.
VII.Evaluación educativa: Definir los criterios y herramientas para evaluar el progreso y el logro de los
objetivos educativos.
VIII.Recursos educativos: Identificar los materiales, equipos y recursos tecnológicos necesarios para el
desarrollo de las actividades educativas.
IX.Tiempo y secuencia: Establecer la distribución y secuenciación adecuada de las actividades y
contenidos educativos a lo largo del tiempo.
En resumen, la planificación educativa es un proceso complejo que implica considerar ltiples
dimensiones y componentes para garantizar una educación de calidad. Los aspectos pedagógicos,
curriculares e institucionales se entrelazan para brindar un entorno de aprendizaje efectivo y
significativo para los estudiantes, en ese sentido, la articulación educativa contribuye a optimizar el uso
de los recursos disponibles y a evitar la duplicación de esfuerzos. Permite establecer acuerdos y
coordinar actividades, como la elaboración de programas curriculares, la selección de contenidos
relevantes y la implementación de evaluaciones sistemáticas, con el objetivo de asegurar una educación
equitativa y de calidad para todos los estudiantes.
REFLEXIONES
En el contexto latinoamericano, la educación superior ha sido un foco importante de las políticas
democratizadoras en los últimos años, buscando garantizar el derecho a la educación para toda la
ciudadanía. Esto se ha reflejado en esfuerzos por aumentar la cobertura, mejorar los indicadores de
eficacia y eficiencia educativa, y promover mayores niveles de graduación, atacando los significativos
niveles de desigualdad (Lamarra & Centeno, 2016).
Estos procesos de reforma educativa en América Latina han pasado por diferentes hitos a lo largo de las
últimas décadas. En los años 60 se dieron intentos de reestructurar los sistemas educativos de la región,
los cuales comenzaron a mostrar signos de agotamiento del modelo fundacional. Durante la década de
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1990, los cambios en la matriz socio-política llevaron a nuevas reformas educativas, con un mayor
énfasis en la democratización del acceso a la educación (Lamarra & Centeno, 2016) (Suasnábar, 2017).
Más recientemente, el siglo XXI ha traído un nuevo escenario regional, con principales innovaciones
políticas en el campo de la educación. Estos procesos han implicado desafíos como el crecimiento de la
cobertura, la construcción de infraestructura escolar y la formación docente, aunque inicialmente con
una implementación limitada y heterogénea en la región.
Ampliar el escenario de discusión propuesto, tomando como referencia la profundización sugerida en
relación a los ejes temáticos de educación y justicia social, así como democracia y educación en América
Latina, permite abordar la simbiosis obligada que debe producirse entre estos componentes
trascendentales en el desarrollo social. Dado que la educación tiene el papel fundamental de formar
sociedades justas, equitativas y participativas, es crucial examinar cómo puede contribuir a la
construcción de una sociedad más equitativa y democrática. Esto implica analizar el papel de la
educación en la promoción de los principios de justicia social, igualdad de oportunidades y participación
ciudadana, así como la manera en que estos principios deben guiar y permear los distintos procesos y
objetivos educativos en la región latinoamericana.
En este sentido, la educación y la democracia establecen una sinergia recíproca que exige un esfuerzo
de análisis complejo si se pretende determinar qué componente suma en mayor medida al otro, dado
que, si se quiere pensar en esta relación, ambas aportan al sostenimiento, desarrollo, calidad y
mejoramiento de la otra. La educación y la escuela misma tienen una naturaleza política, por tanto,
democrática; no sólo por incluir curricularmente una asignatura, sino por su estructura orgánica como
por su función formativa social. La democracia por su parte exige una formación en pluralidad,
conocimiento y reflexión, dándole un sentido de autonomía a la educación, además de proveer los
mecanismos de participación que en el caso de la educación oficial permite incluir a todos los actores
sociales en las estructuras institucionales, En palabras de Lagomarsino, et al (2019): La educación debe
ser democrática, en la perspectiva de que los sujetos sean capaces de divagar y movilizarse por lo bello,
lo justo, la libertad y todo lo vinculado con esto”(p.139).
Así, la democracia y la educación han marcado notoriamente los destinos y las tendencias en la sociedad.
La construcción y la lucha histórica en busca de estados autónomos como los latinoamericanos, así como
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de políticas, que rigen esos estados han definido los senderos de crecimiento económico, justicia social
y desarrollo cultural de los pueblos, de igual forma, también sus rezagos y dilemas estructurales en estas
y otras dimensiones. Esta noción de autonomía que sigue siendo discutida deviene de un recorrido
histórico donde los sistemas educativos latinoamericanos han surgido, pero más aún han evolucionado
a partir de la implementación y adaptación de modelos extranjeros, donde muchas veces y a partir de la
entrada en vigencia del modelo de estado neoliberal los intereses se han centrado más en la
productividad, el capitalismo y la mercantilización del conocimiento. El poco acceso a información o a
la mala información que han incrementado exponencialmente los medios digitales a través de la
manipulación mediática de la información como las fake news han agudizado problemáticas de
identidad cultural, dándole cabida a la demagogia y en gran medida han condicionado el crecimiento y
desarrollo social y económico de los países latinoamericanos.
Ese modelo insertado sagazmente por grandes poderíos económicos y políticos en las diferentes esferas
y niveles educativos predominó indudablemente en el tiempo, cambiando de protagonistas y
adaptándose progresiva y sistemáticamente a las dinámicas sociales históricas, pero conservando la
esencia jerárquica que imponen los intereses extranjeros y los organismos económicos internacionales
en materia económica, política y social. La simbiosis Iglesia Estado generó desde los inicios la
certidumbre de que todo proceso educativo, más aún el universitario debía responder a la cualidad más
apremiante de los órdenes jerárquicos, es decir el sostener el poder y controlar a los menos favorecidos,
y esto incluye influenciar directamente los diferentes niveles de educación.
Ese sistema por entenderlo de alguna forma dio origen a una manera de comprender la educación desde
sus cimientos en donde el pueblo debía ser inducido en una dirección u otra dependiendo las tendencias
políticas y económicas de quienes tenían el poder de decidir, coartando desde el génesis mismo de la
educación en Colombia los espacios democráticos y el pensamiento crítico a través de lo que en ese
momento ejercicio mayor poder sobre el pueblo, es decir, la iglesia. En este sentido “las universidades
religiosas han sido el elemento referencial del desarrollo educativo y universitario desde la colonia hasta
los tiempos presentes” (Rama, 2006, p.11).
En esas ideas de control político ligado a intereses particulares se refleja el pasado y presente de los
sistemas educativos en Latinoamérica, un constante y complejo proceso de avances y retrocesos, que se
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derivan de las tensiones surgidas de las luchas de poder, entre el estado, la iglesia y el pueblo, afectando
indudablemente los procesos democráticos desde el nacimiento mismo de la conciencia social, es decir
la educación. Krotsch (2003) afirma en su recorrido por la institución de la universidad latinoamericana
que ésta, al igual que los modelos educativos inició siendo una institución transferida y que su
adaptabilidad a los sistemas locales se dio durante siglos en un difícil y complejo movimiento de
inclusión paulatina de recursos humanos y técnicos acordes con los contextos geográficos, sociales y
económicos. En resumen, “su inserción en el entramado de intereses, que podían hacer de ella un
instrumento puesto al servicio de necesidades locales, recién comienza a tomar forma a mediados del
siglo XIX”. (krotsch, 2003, p.123).
Este proceso de adaptación desemboco en un estado neo-intervencionista que en la década de los 90
tomo fuerza en América Latina a partir del llamado neoliberalismo que en palabras de Acosta (2012)
comprende una forma de dotar al estado de la facultad de diseñar y sobre todo instrumentar sus políticas
públicas, orientadas específicamente al libre comercio, la apertura económica y con ella la apertura
social, lo que también se denomina neo-intervencionismo social. Aquí se determina que no solo el
neoliberalismo tuvo una forma de intervenir en las políticas económicas y comerciales, sino también en
la sociedad como estructura que absorbe en sus esferas más determinantes como la cultura y la educación
todos los efectos de la agenda económica de los países.
A partir de la entrada en rigor del llamado neoliberalismo se profundizaron aún s los sesgos
educativos en referencia a la inclusión de procesos democráticos y autónomos de las escuelas que vieron
supeditada su función a la formación de fuerza laboral que supliera las demandas económicas
extranjeras. Chiroleu (2012) remarca la importancia de la articulación entre gobierno y políticas
públicas, enfatizando en la constante dinámica de cambio y afirmando que “estas decisiones no siempre
suponen una transformación integral y desde la perspectiva de la corriente incrementalista, la política
no se construye de una vez y para siempre, sino que se hace y se rehace permanentemente” (Chiroleu,
2012, p.3).
En este sentido, “la formación de la agenda de gobierno permite visualizar que grupos u organizaciones
disponen de la fuerza necesaria para convertir ciertas cuestiones sociales en cuestiones públicas y, sobre
todo, en prioridades de gobierno (Elder y Cobb, 1993, p.81). Finalmente, se entiende a partir de estas
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ideas la dificultad que implica y ha implicado históricamente el ejercicio de materializar con éxito
agendas de gobierno, dado el débil accionar de los estados y la poca credibilidad que generó el
neoliberalismo en gran parte de la sociedad. La necesidad de ofrecer una educación de calidad, sumado
a la toma de protagonismo de procesos como la evaluación de la calidad y la internacionalización
produjeron a largo plazo efectos positivos en los esquemas educativos, sin embargo, es evidente que han
sido insuficientes estos efectos y que aún se busca establecer esos puentes de cooperación efectivos que
den a la educación y los modelos educativos implementados una verdadera transformación social,
dándole especial sentido a la democracia con sentido crítico y autónomo como eje fundamental de
transformación social y educativa.
CONCLUSIONES
En resumen, el desarrollo de la educación superior en América Latina ha estado marcado por procesos
de reforma e innovación, con el objetivo de garantizar el derecho a la educación y promover la inclusión
y equidad. Estos esfuerzos han implicado desafíos en ámbitos como el crecimiento de la cobertura, la
mejora de la calidad y la implementación de sistemas de aseguramiento de la calidad.
A pesar de los avances, persisten importantes desafíos en cuanto a reducir las brechas de acceso y
garantizar una educación superior de calidad para todos los sectores de la población. La educación tiene
un papel fundamental en la promoción de sociedades más justas, equitativas y democráticas, por lo que
es crucial examinar cómo los principios de justicia social, igualdad de oportunidades y participación
ciudadana pueden permear los distintos procesos y objetivos educativos en la región.
Otro elemento a considerar en el proceso educativo con miras a la justicia social y la democracia, es el
papel que juegan los indicadores de gestión y los procesos de acreditación en la educación superior
latinoamericana.
Asimismo, la visión sistémica de la planificación educativa resulta fundamental para comprender la
naturaleza compleja y multidimensional de este proceso, lo que permite una comprensión integral y
holística que facilita la evaluación y mejora continua de sus diferentes componentes (Sandó et al., 2015).
En definitiva, la educación en América Latina enfrenta desafíos fundamentales relacionados con la
democratización, la calidad y la equidad, que deben ser abordados de manera integral y sistémica, en
aras de construir sociedades más justas e inclusivas.
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Finalmente, la planificación educativa es una actividad técnica y estratégica que tiene como objetivo
fundamental mejorar la calidad de la educación a través del análisis de las implicaciones de diferentes
políticas y la toma de decisiones informada. Esto implica considerar no sólo los aspectos cuantitativos
y de oferta, sino también las variables sociológicas y de demanda educativa que condicionan y afectan
el éxito de los procesos planificadores.
Si bien bajo el enfoque socio-crítico necesario en modelos educativos contemporáneos, resulta viable
darle un sentido moderno y práctico a la educación que en países como Colombia aplica tanto en la
enseñanza básica como en la superior principios del modelo neoliberal, la presencia del capitalismo en
muchos frentes educativos no permite adherir principios emancipadores, humanistas y flexibles que
configuren en esencia un tipo de formación en y para la democracia, acorde con las necesidades
colectivas de la sociedad moderna, en materia de equidad, desarrollo y justicia social, competitividad y
sostenibilidad. No obstante, es fundamental abordar esta problemática desde una perspectiva integral
que priorice los intereses y derechos de la ciudadanía.
En una sociedad poco tolerante y corroída por la corrupción, la formación de ciudadanos conscientes y
críticos es fundamental. Desde el ámbito educativo, se debe fomentar la noción de democracia como eje
transversal. Esto requiere el compromiso de todos los actores para crear espacios de participación y
reflexión que permitan la formación de ciudadanos pensantes capaces de promover el cambio. En este
sentido, las universidades tienen la tarea de propiciar modelos educativos que formen nuevos
profesionales en investigación, mientras que los docentes deben generar escenarios transformadores en
sus prácticas pedagógicas.
La educación actual tiende a priorizar la investigación que produce conocimiento útil según los
parámetros de la modernización, lo que a menudo contrapone lo práctico a lo teórico. Sin embargo, una
educación basada en la investigación, la reflexión y el trabajo conjunto apunta a la creación de
propuestas contextuales que respondan a las necesidades institucionales y promuevan la calidad. Por lo
tanto, es importante generar compromisos colectivos en una sociedad que necesita avanzar hacia más y
mejores oportunidades.
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