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el hedonismo, consumo, individualismo y competitividad son característicos de esta sociedad, prometen
un tipo de felicidad basada en el éxito del cuerpo (Lipovetsky, 2000).
En la sociedad actual, el cuerpo es considerado como una posesión, objeto o materia plástica que puede
comercializarse, desecharse, alterarse, agredirse, distorsionarse, manipularse y vaciarse de su contenido
natural para llenarse de los intereses del mercado una y otra vez (Rico, 2020).
En este panorama, en los consumos mediáticos de entretenimiento que se llevan a cabo al interior de
las familias, se identificó que, en los contenidos, predomina una apariencia corporal sexualizada. En el
caso de la representación de los personajes femeninos, la vestimenta tiene que ver con prendas que
acentúan su figura, vestidos cortos, minifaldas, medias de red, zapatos de tacón, escotes que enfatizan
la figura corporal, tops, prendas de cuero, vestidos de princesas y lencerías sensuales.
Así mismo, los personajes masculinos son representados en los medios, con una vestimenta ajustada al
cuerpo, con trajes que revelan su musculatura, pantalones ajustados, chamarras de cuero que trasmiten
el ideal de dominio y rebeldía, accesorios ostentosos que reflejan la narcocultura y tendencias de moda.
En algunos videojuegos, existe la posibilidad de personalizar a sus avatares con prendas sexualizadas.
Estas vestimentas contribuyen a la sexualización de los menores y coinciden con el estudio de Narros
et al. (2018), el cual, argumentan que los contenidos mediáticos y la publicidad transmiten un discurso
que considera a los menores como objetos sexuales y embajadores de la publicidad utilizando elementos
sexualizantes como: las mechas, medias, códigos de vestimenta de adultos como; terciopelo, cuero,
seda, lencería, zapatos de tacón, posturas, gestos “sexis”, desnudez, estilismo, maquillaje, el lenguaje,
etc
Por otra parte, el maquillaje es un elemento que se encuentra presente en la mayoría de estos consumos.
Los personajes femeninos aparecen con maquillaje exagerado promoviendo una belleza idealizada. Los
hombres también se maquillan dando una apariencia más estética de su rostro.
Esto contribuye, a la construcción de una identidad en la que los menores construyen su valor en función
del atractivo o deseo que despierten en los demás, dando como resultado problemas de transtornos
alimenticios y depresión (Quezada, 2014).
En cuanto a, el cuerpo que se proyecta en el consumo mediático, el de las mujeres, en su mayoría es
delgado, estilizado, se resaltan los atributos sexuales y son representadas como seductoras utilizando su