pág. 10044
Legitimidad de la Investigación
Todo proceso de investigación requiere una valoración que permita “legitimar” el carácter científico de
la misma. No obstante, este reconocimiento en el caso de la perspectiva metodológica cualitativa en la
comunidad académica y en la sociedad, en general, no podrá buscarse, únicamente, en sus resultados ni
en su aplicabilidad ni en su transferibilidad ni en su incidencia en el mundo de la vida o en las decisiones
de política, pues en el caso de las investigaciones cualitativas, a decir de González Rey (ob. cit.), la
legitimidad es un proceso intrínseco al propio desarrollo de la investigación, que se define por la apertura
y seguimiento de nuevas zonas de sentido que amplían de forma progresiva la significación del modelo
en construcción.
Desde esta perspectiva Sandín (2000) refiere que en las nuevas tendencias posmodernas se defiende que
deben elaborarse un nuevo grupo de criterios divorciados de las tradiciones positivista y pos-positivista,
las cuales surgen, sobre todo, desde «voces» hasta ahora olvidadas o silenciadas que configuran nuevas
epistemologías y ofrecen su visión particular acerca de las cuestiones relacionadas con la representación
y legitimidad de la investigación cualitativa que hoy, más que nunca, muestra su gran polifonía.
Y es que, asumiendo las variables epistemológicas del enfoque y paradigma que sustenta el método y la
perspectiva metodológica que he pretendido argumentado en las páginas anteriores, utilizar criterios de
“validez” y “confiabilidad” propios de la coherencia positivista sería un imposible epistemológico; lo
que nos obliga, o al menos nos autoriza, a buscar la legitimidad en otros terrenos, por ejemplo, en los
bordes y consistencia de una perspectiva discursiva, argumentativa.
Ello se justifica, en tanto toda investigación social cualitativa se vincula con un modo de hablar y de
comunicar, y sobre este aspecto deberá centrarse el valor de la investigación, en la consistencia interna
de ese modo particular de hablar, y no en la concordancia entre ese modo de hablar y los hechos que
nombra, que dice nombrar, que quiere nombrar o que dice representar. Así lo indica Pérez (2009):
Ese valor debemos buscarlo en el modo como los enunciados que hablan de –y en– las
investigaciones fueron elegidos, ordenados, producidos. Esta óptica obligaría a preguntarnos,
más allá de aquello que el texto quiere nombrar, por las condiciones en que los enunciados fueron
producidos: ¿del lado de quién se sitúan esos enunciados?, pues nunca serán neutros, ¿qué voces
hablan por medio de ellos?, ¿qué voces fueron silenciadas, excluidas?, ¿qué se quedó en los