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crecimiento económico. Ante esto el Banco Central de Japón que aumentó la oferta monetaria (Solís,
2010; Fabián, 2016; Brooks, 2011; Torrero, 2011; Oizumi, 1994).
Ante la apreciación del yen y la caída bursátil de 1987, el gobierno de Japón instrumento varios
mecanismos, uno de ellos fue la desregulación financiera, la cual, es considerada como una de las causas
de las burbujas financieras e inmobiliarias. Ante la crisis inminente, el Ministerio de Finanzas japones
realizo una emisión masiva de bonos públicos. En este sentido, lo anterior dio paso a la desregulación,
motivada en parte por distintos riesgos como la ya mencionada apreciación del yen frente al dólar (Solís,
2010; Nakaso, 200; Garcí y Martín, 2003; Torrero, 2011; Oizumi, 1994).
En una segunda etapa de la desregulación, en 1987, se quitaron requisitos para la emisión y colocación
de bonos por parte de las grandes empresas, lo que permitió que las empresas ya no necesitaran los
recursos de los bancos y pudieran obtener recursos monetarios por medio de los mercados financieros.
Dichos recursos los usarían las empresas para realizar inversiones en los mercados y conseguir
utilidades. Se debe añadir, que la desregulación se dio paso a paso, con el fin de evitar impactos
negativos para la economía y para el sistema bancario (Solís, 2010; Nakaso, 200; Garcí y Martín, 2003;
Torrero, 2011; Oizumi, 1994).
La desregulación, propició que los bancos perdieran negocios, sin embargo, obtuvieron espacio para
maniobrar, debido a que tenían recursos disponibles, y abrieran nuevos mercados, lo que propicio que
financiaran a sectores que anteriormente no podían, ya que antes de la desregulación, el Ministerio de
Finanzas japones los presionaba para financiar a las empresas manufactureras con tasas de interés bajas.
Uno de los sectores que se vio beneficiado con la desregularización fue el inmobiliario, debido a que se
otorgaron préstamos para viviendas, impulsados por las bajas tasas de interés existentes en la década de
los ochenta implementadas por el Banco de Japón (Solís, 2010; Brooks, 2011; Nakaso, 2001; Garcí y
Martín, 2003; Torrero, 2011; Oizumi, 1994).
La desregularización provocó que, de 1983 a 1990, el crédito bancario creciera anualmente un10 % en
promedio, siendo especialmente beneficiadas las empresas de la construcción y la compra y venta de
bienes raíces. Lo anterior es señalado como las causas de la creación de la burbuja inmobiliaria y
provocó que el sistema bancario de Japón estuviera expuesto a esta burbuja. Se debe señalar que los
bancos incurrieron en varios riesgos al momento de diversificar su cartera, como por ejemplo: el riesgo