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EPILEPSIA EN EL EMBARAZO:
CARACTERÍSTICAS EPIDEMIOLÓGICAS
EPILEPSY IN PREGNANCY: EPIDEMIOLOGICAL
CHARACTERISTICS
Katherine Julieth Arcila Villamil
Médico General de la Universidad el Bosque
Daynela Margarita Navarro Barraza
Médico General de la Universidad Libre, Colombia.
Patricia Paola Salas Bruges
Médico General de la Universidad Metropolitana, Colombia.
Paola Andrea Castro Leal
Médico General de la Universidad del Sinú, Colombia.
Israel David Villalba Fonseca
Médico Internista de la Corporación Universitaria Rafael Núñez,
Maira Alejandra Cervantes Ortega
Médico General de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, Colombia.
Santiago Ramírez Calderón
Médico General de la Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia.
Daniela Mingan Estrada
Médico General de la Universidad de Nariño, Colombia.
Lina Marcela Blandón-Santamaría
Residente de Ginecología y Obstetricia de la Universidad Libre, Colombia.
Cindy Paola Cerro Martínez
Ginecóloga y Obstetra de la Universidad Libre, Colombia.
pág. 612
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i6.14708
Epilepsia en el embarazo: características epidemiológicas
Katherine Julieth Arcila Villamil1
Kath.julieth96@gmail.com
Médico General de la Universidad el Bosque
Colombia.
Daynela Margarita Navarro Barraza
Day128@gmail.com
Médico General de la Universidad Libre,
Colombia.
Patricia Paola Salas Bruges
patriciasalasbruges@gmail.com
Médico General de la Universidad
Metropolitana, Colombia.
Paola Andrea Castro Leal
paolacastroleal@gmail.com
Médico General de la Universidad del Sinú,
Colombia.
Israel David Villalba Fonseca
Villafon14@gmail.com
Médico Internista de la Corporación
Universitaria Rafael Núñez,
Universidad del Zulia.
Maira Alejandra Cervantes Ortega
mairita0502@hotmail.com
Médico General de la Universidad
Metropolitana de Barranquilla, Colombia.
Santiago Ramírez Calderón
santiagorc5@hotmail.com.
https://orcid.org/0009-0008-6094-3680
Médico General de la Universidad Pontificia
Bolivariana, Colombia.
Daniela Mingan Estrada
danielamingan@unicauca.edu.co
Médico General de la Universidad de Nariño,
Colombia.
Lina Marcela Blandón-Santamaría
mairita0502@hotmail.com.
https://orcid.org/0000-0002-5218-373X
Residente de Ginecología y Obstetricia de la
Universidad Libre, Colombia.
Cindy Paola Cerro Martínez
cindycerro89@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0001-9915-1789
Ginecóloga y Obstetra de la Universidad Libre,
Colombia.
RESUMEN
La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que se caracteriza por la repetición
de crisis epilépticas. Su prevalencia mundial varía entre el 0.4% y el 1%, y alrededor del 0.3% al 0.5%
de los embarazos ocurren en mujeres epilépticas, quienes enfrentan mayores riesgos de complicaciones
obstétricas y fetales. Históricamente, la epilepsia fue considerada de origen sobrenatural, pero hoy se
entiende como una disfunción neuronal causada por un desequilibrio entre excitación e inhibición en las
neuronas, lo que conduce a crisis recurrentes.
En cuanto al embarazo, las mujeres epilépticas pueden experimentar un aumento o disminución de las
crisis, siendo el parto el momento de mayor riesgo. Aunque más del 90% de los embarazos en mujeres
con epilepsia culminan en partos sin complicaciones graves, hay un riesgo elevado de aborto espontáneo,
parto prematuro, y otros problemas como la preeclampsia. El tratamiento con fármacos antiepilépticos
(FAEs) puede aumentar estos riesgos, especialmente cuando se utilizan múltiples medicamentos. Sin
embargo, algunas opciones como la fenitoína en monoterapia presentan menores riesgos.
1
Autor principal
Correspondencia: Kath.julieth96@gmail.com
pág. 613
Además de los efectos sobre el embarazo, las mujeres epilépticas pueden sufrir comorbilidades
psicógenas como depresión y ansiedad, que deben ser atendidas adecuadamente. En cuanto a la lactancia
materna, es recomendable en mujeres con epilepsia, ya que los beneficios superan los riesgos asociados
con los FAEs.
Los fármacos antiepilépticos también pueden causar efectos teratogénicos en los neonatos, como
malformaciones cardiovasculares y defectos en el desarrollo neurocognitivo. Por lo tanto, el
asesoramiento preconcepcional es crucial para prevenir complicaciones y garantizar la salud de la madre
y el feto, destacando la importancia de un seguimiento médico adecuado y la suplementación con ácido
fólico.
Palabras clave: epilepsia, embarazo, estado epiléptico, epidemiologia, gestación
pág. 614
Epilepsy in pregnancy: epidemiological characteristics
ABSTRACT
Epilepsy is a chronic disease of the central nervous system characterized by repeated epileptic seizures.
Its worldwide prevalence varies between 0.4% and 1%, and about 0.3% to 0.5% of pregnancies occur
in women with epilepsy, who face higher risks of obstetric and fetal complications. Historically, epilepsy
was considered to be of supernatural origin, but today it is understood as a neuronal dysfunction caused
by an imbalance between excitation and inhibition in neurons, leading to recurrent seizures.
Regarding pregnancy, epileptic women may experience an increase or decrease in seizures, with
childbirth being the time of greatest risk. Although more than 90% of pregnancies in women with
epilepsy end in births without serious complications, there is a high risk of spontaneous abortion,
premature birth, and other problems such as preeclampsia. Treatment with antiepileptic drugs (AEDs)
can increase these risks, especially when multiple medications are used. However, some options such
as phenytoin monotherapy present lower risks.
In addition to the effects on pregnancy, epileptic women may suffer from psychogenic comorbidities
such as depression and anxiety, which must be adequately treated. Regarding breastfeeding, it is
recommended in women with epilepsy, since the benefits outweigh the risks associated with AEDs.
Antiepileptic drugs can also cause teratogenic effects in neonates, such as cardiovascular malformations
and defects in neurocognitive development. Therefore, preconception counseling is crucial to prevent
complications and ensure the health of the mother and fetus, highlighting the importance of adequate
medical follow-up and folic acid supplementation.
Key words: epilepsy, pregnancy, status epilepticus, epidemiology, gestation
Artículo recibido 09 noviembre 2024
Aceptado para publicación: 10 diciembre 2024
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INTRODUCCIÓN
La epilepsia se define como una enfermedad del sistema nervioso central, de tipo crónico, que se
caracteriza por la repetición de 2 o más crisis epilépticas reflejas o no provocadas, que están separadas
por 24 horas o más, sin una causa identificada. Sin embargo, se puede diagnosticar con una sola crisis,
siempre y cuando existan factores predisponentes como una lesión cerebral subyacente o un
electroencefalograma anormal, los cuales representan un riesgo para que se presente una nueva crisis.
Según la organización mundial de la salud (OMS) su prevalencia es de 0.4 a 1%, y se estima que de un
0.3% a un 0.5% de los embarazos se dan en madres epilépticas, y adicionalmente, estas tienen mayor
riesgo de descompensación, mayores complicaciones obstétricas, mayor riesgo de malformaciones
congénitas y alteraciones del neurodesarrollo en los recién nacidos.
Históricamente, esta enfermedad se ha descrito desde la antigüedad, y siempre fue considerada una
enfermedad de origen demoníaco y sobrenatural; y su nombre deriva del griego epilambaneim que
significa “ser cogido de repente” y “poseído por un demonio”, lo que llevó a la práctica de ciertas
conductas contra estos pacientes con el fin de “sacarles el demonio”.
Etimológicamente, las epilepsias son de origen estructural, que hacen referencia a aquellas en las cuales
la causa está definida, genética, infecciosa, metabólicas y autoinmune.
Una crisis epiléptica se produce por una descarga eléctrica anormal y excesiva de neuronas, que se
propaga a través de redes neuronales complejas. Las neuronas generan señales electroquímicas de dos
formas: mediante un potencial de acción que viaja por el axón, y a través de la transmisión sináptica,
que utiliza impulsos químicos que se convierten en eléctricos en las neuronas vecinas. Esta transmisión
genera potenciales postsinápticos excitadores e inhibidores, cuya suma se refleja en el
electroencefalograma (EEG). El glutamato y el aspartato son neurotransmisores excitadores, mientras
que el GABA actúa como inhibidor. Las crisis epilépticas se originan por un desequilibrio entre
excitación e inhibición, ya sea por un exceso de excitación o por una insuficiencia de inhibición.
El canal NMDA juega un papel clave en las crisis, al estar inactivo en reposo pero activo durante las
neuronas excitadas. El GABA tiene dos tipos de receptores, GABA A (inhibición rápida) y GABA B
(que modula la inhibición prolongada). La actividad eléctrica cerebral depende de la estructura y
organización de la corteza cerebral, que contiene diferentes tipos de células neuronales con funciones
pág. 616
específicas. Además, el estado hiperexcitable de las neuronas epileptógenas puede ser causado por un
aumento de la neurotransmisión excitadora, una reducción de la inhibidora, alteraciones en los canales
iónicos o en las concentraciones iónicas intracelulares, lo que facilita la despolarización.
La epileptogénesis, como se observa en la figura 1, es el proceso mediante el cual las crisis se vuelven
recurrentes, debido a cambios en las redes neuronales que alteran el equilibrio entre la excitación y la
inhibición en la actividad neuronal. Algunas epilepsias genéticas surgen por mutaciones en genes que
codifican subunidades de canales iónicos o receptores, o por defectos en la migración neuronal durante
el desarrollo de la corteza cerebral.
Figura 1. Foco de epileptogénesis
Tomado de: Fisiopatología de la epilepsia. Boletín de Información Clínica Terapéutica de la ANMM. Revista de la Facultad
de Medicina de la UNAM. 2016
En cuanto al embarazo, por lo general las gestantes mantienen la frecuencia de sus crisis habituales. Y
se estima que aproximadamente un 60% de las gestantes que no presentan una crisis un año previo al
embarazo, no tienen crisis durante este, además, las crisis pueden aumentar o disminuir un 20%, siendo
el parto el momento de mayor riesgo de crisis. El empeoramiento de las crisis epilépticas se ha vinculado
con varios factores, como una alta frecuencia de crisis antes de la concepción, el estrés físico y
emocional, la falta de sueño, y especialmente, el incumplimiento del tratamiento y la reducción de los
niveles plasmáticos de medicamentos antiepilépticos durante el embarazo.
En términos generales, más del 90% de los embarazos en mujeres con epilepsia terminan en un parto
normal, sin complicaciones evidentes. Aunque la mayoría de las mujeres con epilepsia tienen embarazos
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sin problemas y dan a luz a niños saludables, hay evidencia que indica un mayor riesgo de
complicaciones tanto para el feto como para la madre. (8) Se calcula que la mortalidad materna en
mujeres con epilepsia es de 5 a 10 veces superior en comparación con las mujeres embarazadas sin
epilepsia. Los datos del EURAP (Registro Europeo de Fármacos Antiepilépticos y Embarazo) han
mostrado que las mujeres embarazadas con epilepsia generalizada idiopática tienen una mayor
probabilidad de estar libres de convulsiones (74%) en comparación con aquellas que padecen epilepsia
focal (60%).
Entre los diversos problemas obstétricos que generan preocupación y requieren más investigación se
encuentran: los efectos de las convulsiones, la epilepsia y los medicamentos antiepilépticos en el
resultado del embarazo, así como los efectos del embarazo y las hormonas sobre el control de las
convulsiones y el metabolismo de los fármacos antiepilépticos. Las preocupaciones obstétricas incluyen
preeclampsia/eclampsia, parto prematuro, desprendimiento de placenta, aborto espontáneo, muerte fetal
y bebés con bajo peso para la edad gestacional, tanto si se están tomando medicamentos antiepilépticos
como si no.
En mujeres embarazadas con epilepsia se ha reportado un mayor riesgo de aborto espontáneo, sangrado
anteparto, trastornos hipertensivos durante el embarazo, restricción del crecimiento intrauterino y parto
prematuro. La evidencia sobre el aumento del riesgo de muerte fetal o diabetes gestacional en estas
mujeres es contradictoria. Al comparar los riesgos en función del tratamiento antiepiléptico, se ha
observado un mayor riesgo en las embarazadas que reciben tratamiento, en particular para la restricción
del crecimiento, el parto prematuro o la necesidad de ingresar a la unidad neonatal. En cuanto a la
diferencia entre el uso de un solo medicamento o varios, se ha reportado un mayor riesgo de cesárea y
restricción del crecimiento intrauterino en mujeres tratadas con múltiples fármacos, sin diferencias
significativas en otros tipos de complicaciones obstétricas. La fenitoína, en monoterapia, presenta un
menor riesgo de retraso en el crecimiento intrauterino; la oxcarbazepina, de parto prematuro; y el
fenobarbital, de pérdida fetal. Se han documentado diversas relaciones entre medicamentos
antiepilépticos específicos y complicaciones obstétricas concretas, como se observa en la figura 2.
pág. 618
Figura 2. Patología obstétrica asociada con la toma de fármacos antiepilépticos
Tomado de: Lozano, M. Carmona, E. Epilepsia y embarazo: particularidades
y tratamiento. Ginecol Obstet Mex 2023; 91 (2): 109-118.
En cuanto a los efectos de la epilepsia sobre el embarazo, estos se subdividen en comorbilidades
psicógenas, efectos en la lactancia materna, efectos de los FAEs como se observa en la figura 3.
Figura 3. Efectos de la epilepsia sobre el embarazo
Comorbilidades
psicógenas
Depresión, ansiedad, temor al parto, pensamiento suicida y trastorno del estado
de ánimo
Efectos en la
lactancia
materna
La lactancia está recomendada en madres con epilepsia, ya que sus beneficios
superan a los riesgos adversos que puedan ocasionar los FAEs. Entre dichos
beneficios destacan:
La prevención de diabetes mellitus tipo 2, depresión postparto, cáncer de
mama y ovario en la madre.
La prevención de infecciones en el tracto respiratorio inferior,
pág. 619
hipersensibilidad, disfunción hepática y trastornos hemáticos, letargo,
retraso en el crecimiento, asma, gastroenteritis aguda, obesidad, diabetes
mellitus tipo 1 y 2, leucemia, síndrome de muerte súbita del lactante y
enterocolitis necrotizante en el neonato.
Efectos de los
FAEs en la
descendencia
- Teratogénesis: las principales malformaciones se dividen en
Mayores: anomalías cardiovasculares, DTN, hendiduras
faciales, hipospadias y reducciones de extremidades.
Menores: hipertelorismo, puente nasal ancho, hipoplasia
ungueal, pliegues epicraneales y digitales distales.
- Déficit neurocognitivo:
Crecimiento intrauterino (CIR) más bajo.
Trastorno del espectro autista y autismo infantil.
Peor comportamiento de adaptación.
Dificultades en comunicación y relaciones sociales.
Afectación en las habilidades motrices.
Habilidades lingüísticas disminuidas.
Basado en: Hidalgo, M. Juarez, M. Lopez, I. Donaire, M. Epilepsia en
embarazadas. Med fam Andal. 2019; 20 (2): 151-161.
El asesoramiento preconcepcional es fundamental para asegurar un embarazo saludable y prevenir
posibles complicaciones en estas pacientes. Los profesionales de la salud desempeñan un papel clave en
la orientación antes y durante el embarazo, identificando signos de depresión o ansiedad (y considerando
la derivación a un especialista si es necesario), y brindando apoyo emocional a las mujeres con epilepsia,
ayudándolas a reducir sus dudas y preocupaciones mediante una escucha activa. Además, deben
proporcionar información sobre los fármacos anticonvulsivos y los riesgos asociados durante el
embarazo. También tienen la responsabilidad de identificar posibles errores cometidos por las gestantes
con epilepsia, recomendándoles una correcta higiene del sueño y la suplementación con ácido fólico.
pág. 620
Las intervenciones de los profesionales de la salud dirigidas a mejorar o mantener la salud de las
gestantes y sus fetos contribuyen a prevenir y disminuir posibles complicaciones obstétricas, neonatales
y la recurrencia de convulsiones. (12) Por lo tanto, el siguiente artículo de revisión tiene como objetivo
conocer las características epidemiológicas relacionadas con el tratamiento de la epilepsia durante el
embarazo.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó una búsqueda bibliográfica detallada de información publicada más relevante en las bases de
datos pubmed, scielo , medline, bibliotecas nacionales e internacionales especializadas en los temas
tratados en el presente artículo de revisión. Se utilizaron los siguientes descriptores: Epilepsia,
embarazo, estado epileptico, epidemiología, gestación, trastorno nervioso. La búsqueda de artículos se
realizó en español e inglés, se limitó por año de publicación y se utilizaron estudios publicados desde
2007 a la actualidad.
RESULTADOS
Teniendo en cuenta las posibles complicaciones obstétricas y fetales que se presentan debido a la
gestación en mujeres epilépticas, es de vital importancia el seguimiento de algoritmos y guías que
permitan el control de la enfermedad en este tipo de pacientes, con el fin de garantizar el bienestar tanto
de la madre como del feto durante la gestación.
Fantaneanu y colaboradores (2023) realizaron un estudio cuyo objetivo era examinar las características
demográficas y prácticas en el manejo de mujeres con epilepsia (WWE) por parte de profesionales de
la salud canadienses, enfocándose en las consideraciones reproductivas para identificar posibles brechas
en el conocimiento y la atención. Se distribuyó un cuestionario desarrollado por el grupo de trabajo de
la Liga Canadiense Contra la Epilepsia WWE entre los profesionales canadienses desde febrero de 2021
hasta octubre de 2022. Un total de 156 participantes completaron el cuestionario, la mayoría de los
cuales eran médicos (81,4%), especialistas en epilepsia (69,0%) y atendían a pacientes adultos (86,5%),
con una proporción significativa trabajando en centros académicos (65,4%). La mayoría asesoró sobre
la suplementación con ácido fólico (89,7%), y la lamotrigina y el levetiracetam fueron los medicamentos
más seleccionados para epilepsias focales o generalizadas durante el embarazo. Además, el 85,9%
realizaba un seguimiento terapéutico de los medicamentos durante el embarazo. Casi todos los
pág. 621
profesionales recomendaban cambiar a un medicamento menos teratogénico a las pacientes tratadas con
ácido valproico (96,2%). Se observó variabilidad geográfica en los patrones de práctica: en las regiones
occidentales, el ácido valproico era uno de los tres principales medicamentos para epilepsias
generalizadas, mientras que en las regiones orientales, el brivaracetam se incluía con mayor frecuencia
como opción principal para esta población. (13)
A su vez, un estudio prospectivo realizó un seguimiento de 105 mujeres embarazadas con epilepsia. Se
reportaron episodios convulsivos en el 72.4% de las participantes. Entre las pacientes con diagnóstico
previo, el 30.9% no presentaron convulsiones, mientras que el 51.1% experimentaron un control más
deficiente de la enfermedad. Se observó un aumento en el abandono del tratamiento antiepiléptico, y en
este grupo las crisis convulsivas fueron significativamente más frecuentes en comparación con aquellas
que continuaron con el tratamiento. Además, las pacientes que no tuvieron convulsiones en el año previo
al embarazo mostraron un menor riesgo de sufrir convulsiones durante la gestación. (14)
Por su parte, en diciembre de 2017, el Grupo de Trabajo de la ILAE (Liga internacional contra la
Epilepsia) sobre la Mujer y el Embarazo realizó una encuesta entre los Capítulos de la ILAE para evaluar
el uso de pautas o recomendaciones sobre el manejo de mujeres con epilepsia durante el embarazo. Se
envió un cuestionario en línea con 10 preguntas a los 118 Capítulos de la ILAE, con recordatorios
enviados hasta finales de febrero de 2018. Un total de 77 capítulos (65%) respondieron, aunque no a
todas las preguntas. De los capítulos que respondieron, el 68% indicó tener pautas o recomendaciones,
el 34% de las cuales eran de 2014 o anteriores. Al menos el 20% de las pautas no incluían información
sobre los posibles riesgos para el desarrollo cognitivo, los riesgos específicos asociados con
medicamentos antiepilépticos ni recomendaciones sobre la selección de estos medicamentos. Además,
el 91% de los que respondieron afirmaron que se hacían recomendaciones sobre la suplementación con
folato, pero las dosis recomendadas variaron entre 0,4 mg/d y 4 mg/d o más. Un 34% de los capítulos
no incluían pautas sobre el control de los niveles de medicamentos durante el embarazo, y el 19% no
ofrecían directrices sobre la lactancia materna. Los resultados de la encuesta indicaron la necesidad de
desarrollar recomendaciones actualizadas y globalmente aplicables para el tratamiento de la epilepsia
durante el embarazo. (15)
pág. 622
Por esto, es necesaria la evaluación del uso de ciertos fármacos en este tipo de pacientes. Seshachala y
colaboradores (2021), entre enero de 2010 y diciembre de 2019, identificaron todos los embarazos
expuestos a ácido valproico (VPA) en el Registro de Epilepsia y Embarazo de Kerala. Se extrajeron
datos sobre el uso previo de fármacos antiepilépticos (FAE), el recuento de convulsiones antes y durante
el embarazo, los resultados fetales y las malformaciones congénitas mayores (MCM). Se dedujeron las
razones del uso de VPA a partir de los registros clínicos. Durante el período de auditoría, se registraron
221 embarazos expuestos a VPA (17,75 %), de los cuales 149 fueron tratados con monoterapia. La tasa
de MCM en los embarazos expuestos a VPA fue mayor (10,36 %) que en los no expuestos (4,96 %). El
riesgo relativo de MCM con exposición a VPA fue de 2,1, con un intervalo de confianza del 95 % entre
1,24 y 3,48, lo que implica que se necesita tratar a 19 mujeres con VPA para causar una MCM. Las
razones para utilizar VPA durante el embarazo incluyeron que VPA fue el primer FAE prescrito y
efectivo (29,06 %), otros FAE fueron ineficaces (54,70 %) y algunos FAE se suspendieron debido a
efectos adversos (7,28 %). Otras razones incluyeron la selección de VPA tras revisar la clasificación de
la epilepsia (1,28 %), el costo de otros FAE (0,85 %) y el cambio a VPA por razones no especificadas
(6,83 %). El tratamiento con VPA se interrumpió en el embarazo en el 2,71 % de los casos. Menos del
10 % de las mujeres recibieron lamotrigina o levetiracetam antes de cambiar a VPA. (16)
DISCUSIÓN
Es de vital importancia planificar el embarazo, y garantizar un tratamiento con antiepilépticos en las
dosis efectivas más bajas posibles. (17) En pacientes con epilepsia controlada, se recomienda reducir la
dosis del fármaco antiepiléptico al nivel terapéutico más bajo posible durante la etapa preconcepcional,
además de evitar el uso de múltiples medicamentos antiepilépticos. (18)
La principal razón por la que las mujeres con epilepsia reciben tratamiento continuo con medicamentos
anticonvulsivos durante el embarazo es para prevenir la recurrencia de las convulsiones y los efectos
adversos asociados. (19)
Si no se dispone de monitoreo de los niveles de medicamentos, se debe considerar aumentar la dosis
entre un 30% y un 50% después del primer trimestre en mujeres con epilepsia que estén tomando un
medicamento anticonvulsivo cuyo nivel sérico disminuye durante el embarazo. Esto debe hacerse si la
paciente ya está tomando la dosis más baja y efectiva al inicio del embarazo, si ha tenido convulsiones
pág. 623
severas previamente, o si ha experimentado convulsiones intercurrentes debido a dosis olvidadas. (20)
Las combinaciones más frecuentes de medicamentos antiepilépticos utilizadas por mujeres con epilepsia
durante el embarazo son lamotrigina con topiramato y lamotrigina con levetiracetam. (21)
Bromley y colaboradores (2023) en su revisión incluyeron 49 estudios publicados que incluyeron más
de 25,000 embarazos en los que se administraron medicamentos anticonvulsivos. Se compararon los
hijos de mujeres con epilepsia que tomaban un solo medicamento anticonvulsivo con los hijos de
mujeres sin epilepsia o de aquellas con epilepsia que no recibían tratamiento anticonvulsivo. Además,
se realizaron comparaciones entre niños expuestos a diferentes anticonvulsivos durante el embarazo.
La cantidad de datos disponibles en los estudios revisados varió considerablemente según el tipo de
medicación anticonvulsiva utilizada, lo que podría explicar algunas de las conclusiones. La tasa de
malformaciones en niños nacidos de mujeres sin epilepsia osciló entre el 2,1% y el 3,3%, y en los nacidos
de mujeres con epilepsia no tratada, fue entre el 3,0% y el 3,2%, lo que sugiere que el riesgo inicial de
malformación está entre el 2% y el 3%. En general, no se observó un aumento significativo de
malformaciones en niños expuestos a lamotrigina (2,7% a 3,5%) o levetiracetam (2,6% a 2,8%). Sin
embargo, en un estudio bien diseñado, las dosis más altas de lamotrigina estuvieron asociadas con un
mayor riesgo de malformaciones. Aunque hubo menos datos sobre la exposición a oxcarbazepina, los
estudios actuales no indicaron un aumento significativo de malformaciones en los lactantes expuestos
(2,8% a 4,8%).
Por otro lado, los niños expuestos a valproato de sodio mostraron el mayor riesgo, con tasas de
malformaciones de entre el 9,7% y el 9,8%. Los riesgos fueron especialmente altos para malformaciones
espinales, esqueléticas, cardiacas y faciales, y el riesgo aumentó con dosis más altas de valproato. El
riesgo asociado con la exposición al valproato fue mayor que el observado con otros medicamentos
anticonvulsivos, incluidos aquellos que también presentan un riesgo elevado, como el topiramato o el
fenobarbital.
Los niños expuestos a fenobarbital presentaron una tasa de malformaciones entre el 6,3% y el 8,8%, una
cifra superior a la de los niños no expuestos y a la de los niños nacidos expuestos a otros anticonvulsivos,
aunque el riesgo era menor que el del valproato. En este grupo, se observó un riesgo específico de
malformaciones cardiacas. Los niños expuestos a fenitoína presentaron una tasa de malformaciones
pág. 624
entre el 5,4% y el 6,8%, también superior a la de los niños no expuestos y a los expuestos a otros
anticonvulsivos. Sin embargo, los datos eran insuficientes para determinar los tipos específicos de
malformaciones asociadas con la fenitoína.
En cuanto a la carbamazepina, la tasa de malformaciones fue del 4,0% al 4,7%, lo que también fue
superior a los niños no expuestos y a los expuestos a otros anticonvulsivos, y se observó que el riesgo
aumentaba con dosis más altas. Por último, aunque hubo menos embarazos con exposición al
topiramato, se observó una mayor tasa de malformaciones (3,9% a 4,1%) en comparación con los niños
nacidos de mujeres sin epilepsia, con un riesgo especial de malformaciones faciales. (22)
CONCLUSIÓN
El manejo de la epilepsia durante el embarazo es un desafío clínico complejo que requiere una atención
individualizada para proteger tanto a la madre como al feto. En este sentido, las características
epidemiológicas juegan un papel crucial en la determinación de las mejores estrategias terapéuticas.
Según los estudios revisados, la mayoría de las mujeres embarazadas con epilepsia presentan un
tratamiento continuo con medicamentos anticonvulsivos para evitar la recurrencia de las crisis y sus
efectos adversos, lo que puede complicar la gestación. A nivel epidemiológico, los datos sugieren una
variabilidad significativa en las prácticas de tratamiento entre diferentes regiones, como se observó en
el estudio realizado en Canadá, donde se evidenció una diferencia geográfica en las opciones de
fármacos seleccionados para las epilepsias generalizadas, con un uso más frecuente del ácido valproico
en las regiones occidentales y del brivaracetam en las orientales.
En cuanto a la prevalencia de malformaciones congénitas, los estudios muestran que las tasas son
significativamente mayores en los niños expuestos a ciertos medicamentos antiepilépticos,
especialmente el ácido valproico, que está asociado con un mayor riesgo de malformaciones espinales,
esqueléticas, cardiacas y faciales. Estas malformaciones se observan con mayor frecuencia en los niños
expuestos a dosis elevadas del fármaco. Por otro lado, los fármacos más recientes como la lamotrigina
y el levetiracetam muestran un perfil de seguridad relativamente mejor, con tasas de malformaciones
comparables a las de los niños nacidos de madres sin epilepsia.
Es esencial que las mujeres con epilepsia reciban un seguimiento cercano durante la gestación,
considerando factores como el control de las crisis previas, el uso de fármacos con menor potencial
pág. 625
teratogénico y el ajuste de las dosis cuando sea necesario. Además, los datos demuestran la importancia
de la planificación preconcepcional, la suplementación con ácido fólico y la evaluación constante de los
niveles de los medicamentos para minimizar riesgos tanto para la madre como para el feto. Las
disparidades en las prácticas de tratamiento y la falta de consenso en ciertas áreas, como la
monitorización de los niveles de fármacos y la lactancia materna, indican la necesidad urgente de
establecer guías clínicas globalmente aplicables y actualizadas para el manejo de la epilepsia en el
embarazo, garantizando una atención segura y adecuada para todas las mujeres con esta condición.
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