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académica y la organización del aprendizaje. Pero que estas reformas deben mantener las funciones
fundamentales de la educación superior: la formación, la investigación y la gestión del conocimiento,
así como la conexión con la comunidad.
En cambio, las reformas implementadas por las universidades no han dado los frutos deseados, como
ayer, los Currículos de Formación Superior carecen de contexto y relevancia, desconectados de las
necesidades de los actores, del buen vivir y sectores de desarrollo que abordan las áreas productivas,
sociales, culturales y medio-ambientales. Además de incluir modelos pedagógicos que se centran en
contenidos repetitivos e irrelevantes, orientados a "oficios" y a dar respuestas inmediatas a las
fluctuaciones del mercado y no de las necesidades del educando. La organización de los aprendizajes
no suele ser prioritaria, y con frecuencia, el aula se convierte en el único entorno de aprendizaje
disponible (Larrea, 2014).
En esta misma línea, Troya y Fraga (2019) señalan que en Ecuador, el curriculo de formación
universitaria inicial de docentes ha puesto un fuerte énfasis en el aspecto académico, descuidando la
integración de otros elementos esenciales para la formación profesional, como la investigación, la
innovación, la práctica y la vinculación con la sociedad. Este enfoque ha estado basado en teorías y
paradigmas que, en su momento, atendieron las demandas sociales, pero que hoy necesitan adaptarse a
una filosofía contemporánea hacia la cual Ecuador se dirige, de acuerdo con su constitución y el
concepto de Buen Vivir.
En este sentido, la organización curricular es completamente unidisciplinar, desvinculada de la realidad
cotidiana, fragmentada y carente de estructuras que conecten los conocimientos de la ciencia, la
profesión, el arte, la investigación a los contextos, saberes y a la cultura. Todo esto agrabado por el
desconocimiento sobre nuevas epistemologías, lenguajes, métodos y procedimientos de las ciencias que
fundamentan la profesión, así como de los modelos de práctica y formación profesional. Lo que ha
llevado al currículo a considerar a la investigación como un proceso secundario en lugar de un eje
fundamental que integra y fortalece la práctica de la formación profesional (Larrea, 2014).
De lo expuesto, las universidades tienen la responsabilidad de ofrecer un currículo integral que incluya
no solo aspectos pedagógicos, sino también interdisciplinares y transdiciplinares que potencien el
desaerrollo de competencias y capacidades profesionales. Esto permite que los futuros educadores