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Menos evidente es que cuando utilizamos combustibles y liberamos bióxido de carbono a la atmósfera,
éste debe ser absorbido por el mar y los ecosistemas, si hemos de evitar que se acumule en la atmósfera
y contribuya al cambio climático global. Ello compromete cierta superficie de vegetación. Debemos
preservar una superficie específicamente para la conservación de la biodiversidad del planeta. El área
total requerida para cubrir estas y muchas otras necesidades es la "huella ecológica" (Linares, 2000).
Ahora bien, Wackernagel (2001) El cálculo de la huella ecológica se basa en la idea de que existe un
límite a los recursos naturales del planeta. Este límite es como una cuenta bancaria que no podemos
sobregirar. Si nuestra huella ecológica es demasiado grande, estamos gastando más de lo que la Tierra
puede producir.
En sistemas complejos, pequeños cambios pueden desencadenar grandes consecuencias. La
sobreexplotación de recursos naturales puede llevar a puntos de inflexión que alteren profundamente el
funcionamiento de los ecosistemas. Algunos expertos sostienen que la huella ecológica global ya ha
superado la capacidad regenerativa del planeta, lo que indica que hemos entrado en una fase de
sobreexplotación. (Wackernagel,2001).
De acuerdo a sus indicadores; Beck (2004) Si bien las acciones individuales son importantes, es crucial
reconocer que los patrones de consumo y producción a gran escala están profundamente arraigados en
sistemas económicos y sociales complejos. Los modelos de producción y distribución actuales, que
priorizan el crecimiento económico a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo, ejercen una
presión inmensa sobre los recursos naturales. Para abordar la crisis ambiental de manera efectiva, es
necesario transformar estos sistemas y crear políticas públicas que promuevan la economía circular, la
eficiencia energética y la transición hacia una sociedad más justa y equitativa.
Reciclar una botella de vidrio es solo el comienzo. Optar por energías renovables, usar transporte
público y reducir el consumo son acciones sencillas que, en conjunto, pueden generar un gran impacto
positivo en el medio ambiente. Cada persona tiene el poder de hacer una diferencia. (Martínez, 1995).
El indicador de la huella ecológica, si bien es una herramienta valiosa para evaluar la demanda humana
sobre los recursos naturales, presenta limitaciones inherentes en su capacidad para reflejar la
complejidad de las interacciones entre los sistemas socioecológicos. Si bien cuantifica la superficie
biológicamente productiva necesaria para sostener el consumo humano, no captura de manera