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INTRODUCCIÓN
La educación en valores suscita un gran interés social y educativo hasta el punto de estar presente como
un contenido específico en los currículos escolares de todos los niveles educativos.
Cada sociedad, en un momento determinado de su historia, selecciona del sistema general de valores
aquellos que considera más adecuados para satisfacer las necesidades sociales, siendo la escuela la
institución encargada de su transmisión y desarrollo, por medio de la actividad educativa que se
desarrolla en su seno. La educación es, por tanto, aquella actividad cultural que se lleva a cabo en un
contexto intencionalmente organizado para la transmisión de los conocimientos, las habilidades y los
valores que son demandados por el grupo social. Así, pues, todo proceso educativo está relacionado con
los valores. Por medio de la educación, todo grupo humano tiende a perpetuarse, siendo los valores el
medio que da cohesión al grupo al proporcionarles unos determinados estándares de vida. En todo
tiempo y lugar, la escuela ha contribuido, de forma decisiva, al proceso de socialización de las jóvenes
generaciones en los valores comunes, compartidos por el grupo social, con el fin de garantizar el orden
en la vida social y su continuidad. Si la transmisión de unos valores considerados como fundamentales,
era indispensable en las sociedades tradicionales con el fin de preservar sus tradiciones y sus formas de
vida- marcadas por su uniformidad- cuanto más complejas y plurales son las sociedades, como acontece
en las sociedades democráticas actuales, tanto más necesaria se hace la tarea de una educación en
valores para el mantenimiento de la cohesión social.
Según Brezinka (1990,121) en cita de Quintana Cabanas (1998,234), la educación en valores viene a
ser una corrección de la democracia liberal a favor de ciertas virtudes cívicas imprescindibles y de los
deberes fundamentales que los individuos tienen con la colectividad. En este sentido, "las personas
necesitan que en medio de todo cambio haya algo (relativamente) estable: unos bienes culturales
transmitidos, tradición y, con ello, también unas formas (relativamente) permanentes de interpretar el
mundo y unas normas fijas de regir la vida, además de una coacción social y unos controles, a fin de
que los individuos adquieran y conserven un autocontrol según esas normas". Para que sea posible y
eficaz ese aprendizaje de valores se requieren tres condiciones principales: una relativa unidad y
congruencia en los valores de los agentes educativos (familia, escuela y estado); la constancia de sus
costumbres, y, el buen ejemplo de las personas con las cuáles uno convive efectivamente.